Crónica y fotos del Rock Fest BCN - Parc de Can Zam (Santa Coloma de Gramenet), 6 de julio de 2018

Rock Fest Bcn (II): Helloween y Kataklysm reinan en la segunda jornada

Datos del Concierto

Rock Fest BCN

Bandas:
Helloween + Dimmu Borgir + Annihilator + Korpiklaani + Gigatron + Kataklysm + Brainstorm + Vixen + Axel Rudi Pell + Wolfheart + Lacuna Coil + Dark Funeral
 
Fecha: 6 de julio de 2018
Lugar: Parc de Can Zam (Santa Coloma de Gramenet)
Promotora: Rock 'n Rock
Asistencia aproximada: 20000 personas

Fotos

Fotos por Organización Rock Fest

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Si en la jornada de ayer nos quejábamos de que el párking estaba casi lleno, hoy ya te cagas: a las 14:15, barrera bajada y a buscarse la vida carretera arriba. Por suerte, pude aparcar no demasiado lejos y llegar justo para ver el segundo tema de unos Dark Funeral cuyo corpse paint se derretía sin piedad ante el calor húmedo e infernal del mediodía barcelonés. Aunque hoy nos esperaban un buen puñado de bandas interesantes, la segunda jornada del festival presentaba quizás el cartel más flojo de las tres a nivel de nombres, ya que si en los demás días contábamos con dos grandes cabezas de cartel y un segundo espada de nivelón, hoy solo teníamos a Helloween como nombre principal y a unos Dimmu Borgir muy lejos de su máxima popularidad en la segunda fila.

Dark Funeral

Volviendo a lo que ocurría en el primer concierto de la tarde, la verdad es que daba un poco de reparo ver como cada uno de los miembros del quinteto sueco iba equipado con múltiples capas de cuero que, pobres, les debían mantener al borde de la asfixia. Además. si bien la pintura facial de todos ellos se mantuvo basante dignamente, la del bajista Fredrik Isaksson (ex-Grave) se fue derritiendo a medida que pasaban los temas confiriéndole un aspecto verdaderamente aterrorizador (mucho más que con el maquillaje al completo).

Dejando de lado la idoneidad de ponerlos a abrir el escenario principal a las 14:30 (yo creo que hubieran encajado mejor en la carpa), Dark Funeral dieron un concierto más que digno, con un sonido mejorable y algo bajo pero indudablemente aceptable. Más allá de la música, de la que destaco temazos como «Nailed to the Cross» o la final «Where Shadows Forever Reign» que da nombre a su último disco y que sirvió para que el cantante Heljarmandr sacara a ondear una gran bandera con el logo de la banda, siempre me llaman la atención estas bandas que, bien entrados en los cuarenta, siguen llenándolo todo de cruces invertidas y mostrando una pose tan explícitamente satánica.

Supongo que sí que hay bandas que viven esta espiritualidad de forma sincera (o antiespiritualidad, según como se aproxime uno al tema, que el satanismo es un concepto muy amplio), pero me atrevo a apostar que la mayoría de bandas que abrazaron esta imagen de adolescentes lo hicieron por puro postureo (y me incluyo entre ellos sin ninguna vergüenza, que yo también llevaba un anticristo colgado del cuello cuando tenía dieciséis años), pero que a la que uno crece, entiendo, se acaba viendo todo de una forma un poco infantil.

Pero bueno, ellos sabrán. En todo caso, contaron con una buena cantidad de curiosos fascinados por haber asistido, quizás, al primer concierto de black metal de su vida, y a algunos fans realmente motivados que reaccionaron a cada uno de sus temas con furiosas sacudidas de cuello y agresivos puñetazos al cielo. Personalmente, se me hicieron un poco pesados y no estoy seguro que fueran la mejor opción para abrir el día, pero bien, los disfruté moderadamente de todas maneras.

Lacuna Coil

Como el amigo Xavi Prat, rebentado como estaba del día anterior, llegó con retraso a nuestra cita de primera hora de la tarde, me vi obligado a observar con atención a una banda que nunca jamás me ha dicho especialmente nada, como son los italianos Lacuna Coil. Con su propia dosis de corpse paint, sus uniformes a juego y la poderosa presencia de su icónica vocalista Cristina Scabbia (una mujer que se supone que es una diosa de esto pero que mucho me temo que no sería capaz de reconocer por la calle), los milaneses vinieron dispuestos a descargar su metal gótico-alternativo algo pasado de moda ante muchos menos devotos de los que me pensaba que tenían.

Siendo como es un estilo que sigo sin apreciar del todo, su concierto no estuvo nada mal, ni en sonido ni en ejecución ni en presencia. La siempre emotiva Cristina da mucho juego sobre las tablas, de eso no hay duda, y algunos temas que se me quedaron fueron «Die and Rise», «Heaven’s a Lie» o la inesperada (para mí, quizás llevan tocándola en todos los conciertos de los últimos diez años) versión del «Enjoy the Silence» de Depeche Mode, que acabó siendo el tema más coreado y celebrado de toda su actuación. Acabaron con discurso positivista y la interpretación de «Nothing Stands on Our Way», que puso el colofón a una buena descarga que no ha hecho que me vaya a convertir en fan ni mucho menos pero que almenos hará que le preste un poco de atención a la banda en el futuro.

Wolfheart

El primer gran concierto marcado en rojo de los que nos esperaban hoy era sin duda el de Wolfheart. Los finlandeses, liderados por el siempre brillante Tuomas Saukkonen (mente pensante detrás de bandas míticas del melodeath finés como son Before the Dawn, Down of Solace o Black Sun Aeon), llevan tres discazos como tres soles y se están afianzando como una de las mejores bandas de la fértil escena de su país gracias a lo que ellos mismos llaman winter metal, un death metal melódico muy poderoso que el propio Tuomas nos definió muy bien en una entrevista que le hicimos el año pasado: la música de Wolfheart es como el invierno en Finlandia: frío y feroz, pero precioso. Pues eso mismo es lo que fue su concierto.

Antes de hoy había tenido la oportunidad de ver a esta banda en un par de ocasiones en el último año y medio: en Barcelona dieron un bolazo impresionante, mientras que en el Iberian Warriors de Zaragoza todo se les puso de espalda, con un sonido terrible y algo que no acabó de cuadrar entre ellos. Aún así, mis expectativas eran, de nuevo, máximas ante el día de hoy, y los finlandeses no defraudaron. Empezaron con la preciosa intro «Shores of the Lake Tempele» y continuaron con «Boneyard», dos temazos brutales de su último disco Tyhjjys. Hoy sí que sonaron jodidamente bien, y poco a poco la cosa se fue convirtiendo en un bolazo espectacular.

De hecho, para cuando llegaron a «Ghost of Karelia», yo ya andaba absolutamente engorilado. Y no era el único, ya que un buen puñado de metalheads (¿cómo traducimos esto? ¿Cabezas de metal?) se habían enfrascado en los primeros circle pits de verdad que vimos en todo el festival. Tuomas, por cierto, que suele tocar con los ojos cerrados y sintiendo emotivamente cada una de las notas que salen de su guitarra, comentó en una de las pocas veces en las que se dirigió al público (el bajista Lauri Silvonen suele ejercer de maestro de ceremonias) que eso de dar vueltas en círculo era una pamplinada para suecos, y que en Finlandia lo que hacían era darse de ostias como se ha hecho toda la vida. De hecho, en su última visita a Barcelona se encargó de demostrar a todo el mundo cómo se hace eso exactamente, saltando a la pista a repartir sin ningun tipo de miramiento. Y ojo que encontrarte con todo un Tuomas Saukkonen enmedio de un pit no debe ser precisamente algo agradable, que el tío será un amor pero tiene unos musculazos de nivel y una cara de mala leche que asusta.

Sea como fuere, la peña no hizo mucho caso a sus sugerencias y siguió alegremente con sus circle pits, enganchándose, entregándose y viviendo más y más su concierto a medida que pasaban los temas y su mezcla única entre sensibilidad y tralla caló del todo entre los presentes. Aunque su último disco fue de nuevo sorprendente y tristemente infrarepresentado, temazos como «Abyss» «The Hunt», «Gravity» o la final «Ruota pt. 1» pusieron la carpa patas arriba y convirtieron su descarga en el mejor concierto del festival, para mí, hasta el momento. De ahí salieron con nuevos fans, ya os lo digo, y me alegro un montón. Por cierto, que en noviembre tendremos la oportunidad de volver a verlos, esta vez abriendo para Omnium Gatherum (otros que tal), y yo de vosotros no me los perdería para nada.

Axel Rudi Pell

Que una leyenda como Axel Rudi Pell toque con el sol en lo más alto ya es indicativo de que, a priori, sus mejores tiempos ya pasaron. Últimamente (u quizá no tan últimamente) sus canciones son de sota, caballo, rey, así que no sabía demasiado bien qué esperar. El único antecedente que tenía fue en el mítico Rock Machina, hace ya muchos años, y el jovencillo imberbe que era quedó sorprendido. Su últmo disco, eso sí, no hacía presagiar demasiadas cosas buenas.

Y me temo que no, no fue un gran concierto. El quiero-y-no-puedo de los guitar héroes cumplió justito, básicamente porque con él lleva al que quizá sea el mejor cantante de todo el festival, el sr. Gioelli (ojo, que hablamos de un festival en el que, entre otros, cantan Kiske y Charlie Glamour), que hizo que, por él mismo, valiese la pena acercarse a aquellas horas.

La banda, a grandes rasgos, estuvo bien. Axel cumplió, aunque no se puede medir a otros guitarras. Fredy Doernberg a los teclados es siempre una apuesta segura, así como Volker Krawczack al bajo, aunque pasó más desapercibido. Bobby Rondinelli a la batería fue otro de los destacados. Y lo de Gioelli es de otro mundo, aunque nos quisiese presentar a su hijo.

El set list, psé. O estoy muy mal, que puede ser, o clásicos como “Carousel” faltaron, pero otros como “Long Live Rock” (de lo mejor de la noche), “Mystica” o “The Line” hicieron las delicias de los más fans, sólo los de ellos, porque al resto, como digo, nos dejó bastante frío.

Típico show de relleno en un festival, que sirve para ver sentado en el suelo con una cerveza en la mano, pero que desde luego no pasará a la historia.

Vixen

¡Las chicas son guerreras! Y rockeras, vaya si lo son, pero estas en concreto aburrieron a las ovejas. Quizá sea porque no he seguido su carrera demasiado, pero la verdad es que su concierto, actitud intachable aparte, me pareció muy prescindible.

Siempre es bonito, y creo que hace mucha falta, ver un grupo de hard rock y heavy metal con mujeres más allá de la cantante, pero es que, a parte de ese “exotismo”, no le encontré nada destacable al concierto. Cabe destacar que el sonido no fue el mejor, pero es que ni tirando de clásicos del género como “Perfect Strangers” de Deep Purple salvaron. Sí, sonaron clásicos del grupo como “Rev It Up” o “Love Is A Killer”, pero yo a un grupo mítico, por lo que son y por lo que significan, les pido más.

Las componentes, todas, estuvieron bien. Es decir, no hubo cagadas destacables que se les pueda colgar a sus espaldas, y a veces parecía que usaban el escenario para vendernos su próximo lanzamiento (chicas listas), pero la verdad es que me dejaron más que frío. Una pena, aunque les daremos las oportunidades que hagan falta.

Kataklysm

Personalmente, y a priori, la lista de bandas que tenía ganas de ver de verdad de verdad durante el día de hoy se limitaba a Wolfheart y a Kataklysm. Con los finlandeses ya habéis podido ver unos párrafos más arriba que acabé más que satisfecho, y la verdad es que no confiaba demasiado en que el cuarteto liderado por Maurizio Iacono fuera a superarlo. Tengo un amigo, por cierto, a quien me encuentro en muchos conciertos, que es un fan entregadísimo de Kataklysm. Tan entregadísimo que, a la que tiene la oportunidad, se pilla unos días se vacaciones y se pone a seguirlos durante cinco o seis fechas de cualquier gira europea que hagan. A mí me gustan Kataklysm, y los he escuchado con bastante asiduidad, incluso, desde que publicaron ese cafre Temple of Knowledge a mediados de los noventa, pero para mis adentros siempre he pensado: «¿Kataklysm? Molan pero, qué flipado el tío, ¿no? Será que no hay bandas mejores!».

Infeliz de mí, confieso que nunca, por un motivo u otro, había tenido la oportunidad de ver a los canadienses en directo (cuando le comenté eso a mi amigo fan, casi me echa), con lo cual, para qué mentir, no tenía ni puñetera idea de nada. Y hoy, por fin, lo he entendido todo. En una calurosa carpa al lado del Besòs, y sin yo esperármelo para nada, Kataklysm me vapulearon por todos lados sin tan siquiera saber de dónde me venían. No solo sonaron bestiales y metieron una trallaca absolutamente fuera de control, sino que con su actitud fueron capaces de generar un huracán de energía como pocas bandas yo he visto, atrapando sin remedio a cualquiera que hubiera decidido pasarse por su concierto.

Ante el escenario se formó un pit constante que fue creciendo y creciendo a medida que avanzaba la descarga, hasta convertirse en el más brutal y sudoroso de todo el festival. Allí hubo de todo: fans veteranos dejándose la piel, nuevas generaciones que estaban viviendo sus momentos formativos dentro del metal (y que, seguro, no van a olvidar jamás este concierto), gente que en la vida habría pensado meterse en un pit y allí acabó dándolo todo… Incluso un deatchorero de esos que «bailan» haciendo molinillos con los brazos y que se llevó un hostión que no le volvieron a entrar ganas de hacerlo. Todos absolutamente entregados a la catarsis de brutalidad de Kataklysm, que incluso, durante la interpretación de la genial «As I Slither», dejaron subir al escenario a todo el mundo que quisiera hacerlo.

Respecto al repertorio, pues la verdad es que me desconté un poco. Tocaron algunos temas de su nuevo trabajo Meditations y sonaron también algunos clásicos como «At the Edge of the World» o «In Shadows & Dust». La verdad es que me da un poco igual, creo que podrían haber tocado descartes de sus peores álbumes y haber sido igual de brutal, ya que lo que vivimos ahí fue más allá de las canciones. El mejor bolo extremo del festival, muy de largo, y quizás también uno de los mejores bolos que he visto este año. Y lo mejor de todo, cuando al final me giré hacia mi amigo ultrafan y el tío me mira con una media sonrisa de orgullo y superioridad como diciendo «¿Lo ves, hombre? ¿Me entiendes ahora?». ¡Joder si te entiendo!

Mägo De Oz

Siempre se suele criticar a los madrileños de vendidos y poco heavys. Perdonen la expresión, no suelo ser mal hablado, pero UNA POLLA COMO UNA OLLA. Lo que los Mägo De Oz hicieron en el RockFest fue un señor concierto, uno de los mejores del día, muy por encima del nivel de sus predecesores, de algunos de los que les seguirían y se comieron con patatas a muchos de los otros dos días.

Se dejaron de pamplinadas y saltaron a escena, con un sonido más que bueno, con “Maritornes”, y sonaron de forma atronadora temazos potentes como” Alma”, la mítica y comercial “Molinos de Viento”, que usaron para los primeros confeti, o “H2Oz”. Zeta demostró que nada tiene que envidiar a Jose, y él solito consiguió poner al (poco) público que tenía patas arriba.

Celebraban su 30 aniversario con un show corto, como todos los demás artistas, y esto les impidió dar toda la caña que deberías. Para mi gusto hubo algún fallo en el set list. A parte de para lucimiento de su cantante femenina, tanto físico como, sobre todo, vocal, (vaya torrente de voz, la amiga), me sobró el temas operístico, a lo “Vincera”, que se marcó, así como “La Venganza de Gaia”, demasiado larga para tan poco rato, y “Fiesta Pagana”, aunque siendo una gira de aniversario, es más que entendible que metan el tema que les hizo romper la banca.

No tocaron ningún tema del Jesús de Chamberí (1996), supongo que por querer meter temas más potentes y duros, pero para mí fue una cagada, al igual que pasar de puntillas por “Finisterra” y pasar de temas perfectos para un show de 1 hora escasa como “El Santo Grial”, “Van A Rodar Cabezas” o la muy esperada por mi (temas paterno filiales, no me hagáis caso) “La Rosa De Los Vientos”, versión heavy.

Tenía curiosidad por ver a los Mägo, pero las expectativas eran bajas. Me quedé solo en el show, pues todos mis acompañantes se largaron a ver a Kataklysm, pero la verdad es que no eché en falta a nadie. Salté, canté y disfruté como no pensaba que haría. Chapeu, señores.

Stratovarius

Si ya veníamos de recordar mi juventud, con los fineses la cosa era ya de órdago: volver a tener 20 años y ver cómo era este nuevo line up, sin pesos pesados como Tolkki y Michael.

Aquellos nervios de si sería cara o cruz ya revolvían mi tripa cuando saltaron a escena, con el gran WTF de que durante todo el primer tema, un clasicazo como “Forever Free”, la guitarra de Matias Kupiainen no se oía en absoluto. Eso nos dio la oportunidad de apreciar, mejor, el buen hacer de Lauri Porra al bajo (mucho mejor que sus predecesores) y Rolf Pilve a los bombos, otra máquina.

La formación parecía sólida, desde luego mucho más que en los últimos años de Timmo en la banda, pero aún así había algo que me fallaba, no sé qué exactamente. Todo sonaba conjuntado, más allá de los problemas de sonido, los nuevos miembros lo petan, se les ve una banda y no una agrupación de músicos, pero había un algo que me chirriaba. En fin, lo dejamos ahí, porque no sabría avanzar. Eso sí, se nota que ha pasado más de una década desde los buenos tiempos de Stratovarius.

En cuanto al set list, fue una excelente mezcla de clasicazos de la banda y del power con sus nuevos temas, como “My Eternal Dream”, “Shine In the Dark” que sonó pletórica, o “Unbreakable”. Pero el jovenzuelo que llevo dentro saltó y se emocionó cuando empezaron a sonar “The Kiss Of Judas”, “Paradise” o “Black Diamond”. Eché mucho en falta otros temas como “Father Time” o “Will The sun Rise?”, pero volvemos a lo de siempre, una hora da para lo que da.

Destaco a Kotipelto insistiendo una y otra vez que tocarían temas antiguos pero también nuevos, como intentando reivindicar que Stratovarius seguían en activo. Como si ni él mismo se lo acabara de creer. Vamos, no fue más que una impresión, y por eso os la cuento. En definitiva, show digno de los nórdicos pero lejos de sus años de gloria.

Dimmu Borgir

Xavi Prat nos estuvo insistiendo media tarde que nos fuéramos a ver a Mago de Oz y Stratovarius si queríamos volver a nuestra adolescencia. Personalmente, cuando era adolescente no solo no escuchaba ni por asomo a esas bandas sino que, precisamente, me entraba urticaria solo oir mencionarlas, así de trves éramos los adolescentes death/blackmetaleros. Pero unos que sí que escuchaba en esos tiempos eran, precisamente, estos Dimmu Borgir. Hay muchísimas bandas de esos años formativos que me han acompañado con más o menos asiduidad durante el resto de mi vida, pero ellos (al igual que, por ejemplo, Cradle of Filth) se quedaron prácticamente ahí.

Sé que lo petaron a finales de los noventa (creo que hicieron un sold out en el Razz 1 y todo), pero más allá de Enthrone Darkness Triuphant y Spiritual Black Dimensions, los noruegos no acabaron de atraparme lo suficiente como para continuar interesado por ellos. De hecho, me supo hasta mal que Galder, en un movimiento profesional evidentemente lógico, desmantelara Old Man’s Child (una banda que sí que me encantaba) para centrar todos sus esfuerzos en Dimmu. Por todo ello, me tomé este concierto como un ejercicio de nostalgia de todas todas, y más aún ante el hecho de que el black metal simfónico que ayudaron a crear no es que sea un género muy en boga a día de hoy precisamente. Pero entre una cosa y la otra, y aunque mis expectativas no eran demasiado elevadas, la banda liderada por Shagrath y Silenoz ofreció una actuación entretenida a pesar de no tocar casi ningún tema que conociera.

Como es lógico, la puesta en escena estaba perfectamente pensada y resultó ser bien resultona, ya sea por la disposición general de las tablas y la banda, por los pebeteros encendidos, la pose y las imponentes vestimentas de sus miembros, una iluminación brillante o una ejecución intachable. Y aunque este potente aspecto visual hizo que empezara con muchas ganas, tardé bien poco a darme cuenta de que mi conocimiento de la banda a día de hoy es más limitado de lo que yo mismo creía, y solo me sonaban cosas como «The Serpentine Offering» o «Gateways», que en su versión de estudio cuenta con la ayuda a la voz de Agnete Kjolsrud de Djerv, pero cuya grabación aquí resultó prácticamente inaudible.

Pasaban las canciones y los curiosos, que ya habían tenido bastante, se iban retirando paulatinamente para dejar numerosas clapas repartidas por toda la pista. Personalmente, y a pesar de que tanto visual como sónicamente ofrecieron una descarga impecable, en general me dejaron bastante frío, y no fue hasta el final con la mítica «Mourning Palace» (la palabra «poder» hecha canción) que me entraron ganas de fliparlo de verdad y de dejar salir al adolescente de anticristo en el cuello que se mantenía agazapado dentro de mí hasta entonces. Un buen concierto, y me hizo gracia verlos después de tantos años, pero dudo que lo vaya a recordar con demasiada emoción.

Brainstorm

Corriendo llegué a la Rock Tent para sacar de mis recuerdos a los alemanes Brainstorm Recuerdo que hace años lo petaron bastante, especialmente en directo y con un cantante brutal, del cual no recuerdo ni el nombre. Quería revivir aquella energía que transmitía su música…

Y vaya si a transmitió. Se ve que sí, que Andy B. Franck sigue siendo el voceras de los alemanes, aunque lo he tenido que buscar, pues físicamente no me lo recordaba, y es que el tiempo no pasa en balde. Se hace viejo, pero sigue siendo un cantante y un frontman de muchos quilates. La sala estaba más llena de lo que pensaba, y aún así pude estar en primeras filas, con lo que lo compacto de su heavy metal me dio directamente en el estómago. Además, al ser el recinto más pequeño y recogido, hizo que todo lo bueno que tiene un show en sala se viviera en pleno festival.

Todo el grupo sonó como su música, compacta, agresiva y tremendamente enérgica. Con una mala leche y una rabia que les quita la etiqueta de power que muchos les han puesto. Lo que hicieron fue un recital de heavy metal potente como Dios manda.

¿Temas? Todos sus clásicos, excepto “Amarillo” (o, de tocarla, no la reconocí) y un buen número de temas recientes que reflejan que siguen en plena forma.

Una pena lo de estos chicos. Si se les da una oportunidad no defraudan, pero si hace 15 años apenas se les dio, ¿qué esperamos en 2018? Conciertazo, el suyo.

Helloween

Atención a navegantes, llevo una calabaza tatuada en la pierna. Avisados quedan.

Lo de los germanos en el RockFest fue, sencillamente, brutal. Lo mejor, con muchísima diferencia, del día y de lo que llevábamos de festival. El sonido impoluto, todos y cada uno de los miembros a un nivel altísimo (parece que Kiske ha superado sus problemas de voz), una puesta en escena atronadora y un repertorio de temas que siempre se me quedará corto. ¡Ah sí! Y una batería con 4 bombos que no pintaba nada, pero que daba carnaza a los haters.

La noche empezó con “Halloween”. Casi nada. En la pantalla iban saliendo imágenes cachondas y divertidas, así como imágenes distorsionadas que los cámaras grababan en directo y que quedaban la mar de resultonas. Seguimos con la nunca suficientemente reconocida “Dr. Stein” y todo el recinto tembló ante los botes de los asistentes. ¿Queréis más? Pues ahí tenéis un “I’m Alive” interpretado a solas por el calvo del grupo que sonó impresionante.

Hubo tiempo para temas de la época Deris, la buena y la mala, como “Perfect Gentleman”, “If I Could Fly” (que sigo sin entender qué hace en los set lists de Helloween) o “Are You Metal?”, interpretada a solas por el bueno y robusto de Andi. Ésta tampoco pintaba nada en este set list, pero no nos quejaremos. Como nota destacada, y gratísima sorpresa (pues no la tocaron en su gira), fue “Pumpkins United”, el tema que ha grabado esta formación con 3 cantantes y 3 guitarras.

Para los más nostálgicos, el padre de todo esto, Kai Hansen, se puso al frente y rescató temazos de los inicios de la banda. “Judas”, “Starlight”, “Ride The Sky” y “Heavy Metal Is The Law” nos volvieron locos. Creo que no he saltado tanto en un festival como en este concierto.

La nota melancólica, como ya hicieron en su gira Pumpkins United la puso Dani replicando el solo que el malogrado Ingo hacía en pantalla. Soy de los que considera que en festivales los solos de batería, bajo o guitarra sobran, pero este era obligatorio.

Seguían cayendo clásicos hasta que “Eagle Fly Free” y media “Keeper Of The Seven Keys” pusieron el punto y final. ¿Final? ¡No! Faltaban los bises, y tras aplastar un mosquito digital, cayeron como no se podía esperar “Future World”, “I Want Out” y decenas de globos-calabaza de los que no pude coger ninguno.

Hay una expresión muy castiza y muy marrana que dice que, cuando algo es bueno, “da para paja”. Bueno, este show dio para toda una orgía. Solo cabe esperar que decidan seguir todos juntitos y pasar de salas de apenas 2000 asistentes y ser media tabla en los festivales a la salvajada que vimos ayer. Pumpkins United we are!

Gigatron

Tras tantos teloneros, les tocaba el turno a los auténticos dioses del metal, la caña de España y los reyes del rock. Debo decir que llegué alto tarde porque el final de Helloween se alargó un pelin, y eso que, como dijo Charlie Glamour, “Kai Hansen debía estar llorando por alguna esquina”.

La Rock Tent estaba a reventar, sinónimo que a nadie les debía gustar Annihilator¸ como hizo notar la voz de los Dioses. También según él, a bote pronto, debíamos ser unos 10.200 asistentes los que gozamos de himnos del metal como “El Barco Del Colegas” o “El Poseso” con su gritito hímnico de malandrín o la canción “para matar pijos” “La Tierra Del Rock”. Pero no solo de sus clásicos de Los Dioses Han Llegado (1997), también hubo espacio para otras obras como “Espiz Metal”, el tributo a Manowar “Caballón”, “Metalocracia” o “Apocalipsis Molón”. Para rematar rindieron tributo a Twisted Sister con su declaración de intenciones “Heavy Hasta La Muerte”. Faltó “Te Peto El Kaka”, pero si los Dioses dicen que no, es que no. Fin de fiesta por todo lo alto, y Charlie el puto amo. Bueno, el otro. El oficial soy yo.

Annihilator

El solape, para mí, más doloroso de un festival que no tuvo demasiados solapes dolorosos (no sé si esto es una buena o mala señal) fue el que enfrentó a la misma hora a los dioses de metal, Gigatron, con Annihilator, unos mindundis totalmente indignos de mirar la cara de Charlie Glamour y sus secuaces. Pero como mi compañero Xavi se fue de cabeza a la carpa, yo decidí quedarme en la zona de escenarios principales para ver de nuevo a un valor tan seguro como son los canadienses Annihilator.

Con Jeff Waters ejerciendo como siempre de eterno líder (y desde hace ya unos años, encargándose de nuevo de las voces), me da la sensación que los de Vancouver siempre han estado sorprendentemente infravalorados: demasiado jebis para los thrashers y demasiado tralleros para los jebis. Yo también renegué de ellos durante mis años mozos de thrasher moderno, y en realidad no ha sido hasta mi plena adultez que me he puesto de verdad con ellos. Y la conclusión está clara: su cancionero es absolutamente espectacular, y cada vez que los he visto han salido de allí entre vítores con todo merecimiento.

Después de una larguísima intro acústica, Jeff y los suyos salieron a toda velocidad, llenos de actividad y simpatía y dispuestos a levantar a un muerto. Y la verdad es que lo consiguieron de calle. Con un repertorio abarrotado de clásicos como «King of the Kill», «Set the Wold on Fire», «W.T.Y.D.», «Phantasmagoria» o el grandísimo final con «Alice in Hell», tanto Jeff como Annihilator (lo que viene a ser lo mismo) no se dejaron nada en el tintero y demostraron que no hay dos como ellos, tanto por su inconfundible estilo con permanente doble bombo, melodía y tralla «limpia», como visual y escénicamente, un aspecto en el que Jeff no necesita más que su pequeña cresta mohicana, sus bromas y parlamentos, sus permanentes sonrisas y muecas y su característico caminar agazapado para ponerse a todo el mundo en el bolsillo.

Desde las primeras filas, el sonido fue impecable, limpio y potente, y los sesenta minutos que se pasaron sobre el escenario se me hicieron muy cortos, tanto a mí como a todos los que estaban a mi alrededor y que a esas horas ya empezábamos a flaquear pero que, por arte de magia, recuperamos las fuerzas para cantar, corear, bailar y sacudir la cabeza con una sonrisa en la cara, ya fuera con los clásicos de siempre como con temas más nuevos como «No Way Out» o «Twisted Lobotomy». Todo un mérito para uno de los mejores conciertos del día.

Korpiklaani

A priori pensaba que la idea de poner a una banda de folk metal como Korpiklaani a estas horas era una excelente idea para acabar el día, ya que podían continuar el gran trabajo que habían hecho Annihilator y Gigatron y mantener el nivel de energía de aquellos que aún aguántabamos al pie del cañón por todo lo alto. Y bien, sigo pensando que sobre el papel se trata de una buena idea, pero lejos de hacerme saltar y bailar, los finlandeses me aburrieron soberanamente y me dejaron tremendamente frío. Es cierto que no me puedo considerar para nada fan, ni de ellos ni del estilo, y quizás no conozco más canciones que «Vodka», pero mis experiencias en directo con grupos de folk metal (desde Ensiferum a Grimner, pasando por unos cuantros más) siempre han sido festivas y sobradamente satisfactorias. Pero esta vez, sinceramente, no.

Estos Korpiklaani estuvieron lentorros, apagados y faltos de ritmo, con un sonido flojo y desangelado, y no vi ni escuché nada en ellos que me arrancara del creciente cansancio que se estaba apoderando, de nuevo, de mí. Es cierto que había alguna gente alrededor (tampoco os creáis que tanta) que bailaban al ritmo de sus canciones con una sonrisa en la boca, así que algo debían estar haciendo que le gustaba a alguien, pero a mí me resultó imposible dejarme ir. Alguien me dijo que ya no son lo que eran, y que antes eran más alegres. Pues no sé. Tenía curiosidad por verlos, y seguramente me llevé la mayor decepción del día, hasta el punto que no duré más de media hora antes de empezar a desfilar hacia mi lejano coche. Y es que mañana, desde bien temprano, viene chicha de la buena. ¡Allá que vamos!


Texto:

Albert Vila (Dark Funeral, Lacuna Coil, Wolfheart, Kataklysm, Dimmu Borgir, Annihilator, Korpiklaani)
Xavi Prat (Axel Rudi Pell, Vixen, Mago de Oz, Stratovarius, Brainstorm, Helloween, Gigatron)

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Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.