Descubriendo a Mägo de Oz

Aprovechando que en pocos meses los tendremos en el RockFest, hablemos de uno de los grupos de rock más controvertidos del panorama nacional: Mägo de Oz. Subrayar que he escrito “rock”, no “heavy” ni “metal”, pues podría salir apedreado.

En sus primeros tiempos, cuando empezaban a destacar en el panorama nacional (empezaban, digo), no recuerdo que hubiese tanta tírria contra los madrileños. De hecho sus trabajos Jesús de Chamberí (1996) y La leyenda de la Mancha (1998) tuvieron bastante reconocimiento. Y si nos dejamos de prejuicios, el primero es un grandísimo disco de rock and roll con temas que han pasado a la historia del rock nacional como la propia “Jesús de Chamberí”, “El fin del camino”, “El cantar de la luna oscura” o, especialmente, “Hasta que tu muerte nos separe”, y el segundo un muy buen disco de havy rock, entre los que destaca su primer bombazo comercial, “Molinos de viento”. Es en este disco donde empiezan a dar señas de su “gusto” (ejem) por versionear clásicos, en este caso “Temple of the King” de Rainbow es “El tempo del adiós”.

En aquella época me fascinaban. Estaba yo en esos años en los que la sangre hierve y la revolución corre por las venas, y por alguna razón las letras que Txus escribía me inspiraban tremendamente. De hecho, tras escuchar una infinidad de veces La leyenda de la Mancha me dije “si te gustan estas letras, el libro en el que están basadas te tendrá que gustar a la fuerza”, y me puse manos a la obra con El Quijote. Hoy lo he leído 2 veces, estoy preparando una tercera lectura y lo colecciono en diferentes ediciones e idiomas. Casi 60, tengo.

Finisterre (2000) marcó un antes y un después en muchos aspectos. Fue que les catapultó hacia lo más alto, el más vendido en Madrid durante 1 semana y hasta ser headliner del primer festival metalero nacional que recuerdo, el Rock Machina, hacia 1999. Su fama no hacía más que crecer y crecer, tanto aquí como en América Latina, pero es que llegaron a tocar en el Wacken. Poca broma, pocos grupos patrios hay que lo hayan logrado. El disco, una obra conceptual basada en el camino de Santiago, les llevó hasta los 40 principales con el single “Fiesta Pagana”. También fue el disco que empezó a crear lo que hoy conocemos como haters, y primero en el que el folk era elemento primordial, casi más que las guitarras. Blanco o negro, sin escala de grises. Para mi gusto, quizá, le sobra que sea un doble disco. Escogiendo ciertos temas hubiese quedado un gran álbum.

Como decíamos, a partir de ahí fue todo cuesta arriba y cuesta abajo. Empezaron los cambios de formación (ya no sé cuántos bajistas ha tenido la banda), empezaron a incorporarse miembros, su fama crecía al ritmo que, según cuentan, Txus se daba a la vida de rockstar, con las rayas que eso implica. Tanto es así que tuvo que dejar la banda un tiempo. Según él, “para volver al camino de baldosas amarillas”. Según las malas lenguas, para desintoxicarse. Yo, como no sé qué pasó, me abstengo de opinar.

Gaia (2003) fue el último disco al que le presté atención. Sus letras ya no me inspiraban tanto, su música, a mi gusto, había empezado a decaer, y uno de sus grandes puntos, el cantante José Andrea, empezaba a dar signos de agotamiento. Signos que, años más tarde, le llevaron a abandonar Mago de Ozy a ser sustituido por Zeta. Gaia II: La voz dormida (2005) ya no me dijo nada. Tenía la sensación de que no hacían más que repetir clichés y hacer peores canciones, por no hablar de las letras. Les perdí la pista del todo, aunque seguía escuchando sus primeros discos con asiduidad.

Hace un tiempo, por curiosidad, busqué en youtube videoclips del grupo, y me encontreé con esperpentos como “H2Oz”, que aunque mantenían la esencia del grupo, me dieron vergüenza ajena. Otros temas, en cambio, aún se me hicieron divertidos de escuchar.

¿Y ahora? Pues ahora, debo reconocer, tengo una gran intriga por saber cómo suenan en directo. Hace un par de años ya fueron a una edición del RockFest a la que no pude ir, y por lo leído, dieron un señor concierto. Espero y deseo que en esta edición lo vuelvan a petar y hagan que grite a pleno pulmón aquello de “… elige bien o jamás volverás del sueño del Grial… ¡Nunca despertarás!”. Y si se dignan a tocar “La rosa de los vientos”, canción que cada noche dedico a mi hija, hasta me sacarán una lagrimilla.

Xavi Prat
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Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.