Testament – Titans of Creation

Nuestra Nota


8.75 / 10

Ficha técnica

Publicado el 3 de abril de 2020
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Chuck Billy - Voz
Eric Peterson - Guitarra
Alex Skolnick - Guitarra
Steve Di Giorgio - Bajo
Gene Hoglan - Batería

Temas

1. Children of the Next Level (6:13)
2. WWIII (4:48)
3. Dream Deceiver (4:58)
4. Night of the Witch (6:32)
5. City of Angels (6:43)
6. Ishtars Gate (5:09)
7. Symptoms (4:37)
8. False Prophet (4:54)
9. The Healers (4:23)
10. Code of Hammurabi (4:52)
11. Curse of Osiris (3:24)
12. Catacombs (2:01)

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Os lo digo de buenas a primeras para que lo sepáis antes de tener que leeros todo el tochazo que viene aquí abajo (y que dirá muchas cosas para acabar llegando a esta misma conclusión): el nuevo trabajo de Testament es un discarral absurdo y los californianos se encuentran, quizás, en el mejor momento de su carrera. Lo primero seguro que no me lo vais a discutir (sobre todo si aún no habéis tenido la oportunidad de escuchar el disco), pero me imagino que lo segundo puede despertar algún tipo de reticencia al estar hablando de una de las bandas más legendarias de todo el panorama thrash metal, cuya época clásica y más celebrada tuvo lugar hace más de 30 años.

En un minuto intentaré justificar mi opinión en ese sentido con pelos y señales, pero a lo que iba es que Titans of Creation es un pepinaco realmente remarcable, y de verdad que os invito a correr a escucharlo con avidez tan pronto esté disponible en vuestros canales preferidos. De hecho, y aunque con el tiempo lo he acabado apreciando bastante más, de buenas a primeras este disco me parece netamente superior en su conjunto a Brotherhood of the Snake, y de hecho lo pondría fácilmente a la altura de las dos excelentes obras que completan el brillante cuarteto post retorno de Alex Skolnick a la banda: The Formation of Damnation y Dark Roots of the Earth.

Para poneros en situación, decir que Testament es una banda que me ha encantado desde mis tiempos más mozos, y de hecho siempre los sentí especialmente cerca porque muchas veces tuve que defenderlos con uñas y dientes de las acusaciones de moñas por parte de mis despiadados compañeros de metalerismo adolescente. Los descubrí con quince años y coincidiendo con la salida de Low (un disco que me flipa), y a partir de allí me adentré con avidez en toda su producción anterior. Álbumes como The Legacy, The New Order o Souls of Black me parecen maravillosos, mientras que tanto Practice What You Preach como The Ritual mezclan cosas que me encantan con momentos algo más irregulares.

La crisis existencial que pasaron todas las bandas de thrash metal en los noventa se saldó con la desbandada de más de la mitad de su formación (Greg Christie, Louie Clemente y Alex Skolnick, en esta caso) y la publicación de discos con los que se intentaron adaptar a los tiempos como el mencionado Low (discarral y punto en su aproximación al groove metal de bandas como Pantera o Machine Head) o el extraño Demonic, que a pesar de acercarse a un death metal que en teoría estaba más alineado con mis gustos del momento nunca acabó de entrarme ni convencerme del todo (hasta el punto que es el disco que menos he escuchado, de largo, de toda su carrera).

Su resurrección definitiva vino con The Gathering, un discazo brutal en el que el efecto Lombardo pareció crear una suerte de alquimia especial que lo convierte, aún hoy, en uno de los trabajos favoritos de la mayoría de fans de la banda (y también mío, evidentemente). Pero además de ser un discarraco de por sí maravilloso, de alguna forma su publicación sirvió de punto de partida y de catalizador para relanzar la segunda parte de la carrera de Testament a pesar de que aún tardarían nueve años en publicar su sucesor. Durante ese tiempo Chuck Billy padeció y superó un cáncer (al igual que James Murphy, por cierto, entonces también guitarrista de los californianos), todo un mal trago que seguro que ayudó a que los miembros de la formación clásica limaran sus asperezas y se juntaran de nuevo para intentar dar un reempujón un mayor a carrera.

El batería Louie Clemente ya no participó en ningún otro disco de esta época reciente, pero tanto Greg Christian como Alex Skolnick formaron parte del line up que en 2008 grabó el genial The Formation of Damnation, primero de los cuatro discos que podríamos considerar modernos de los californianos. Discos en los que Testament suenan como un cañón y en los que, en mi opinión, demuestran pasar por un momento de inspiración verdaderamente envidiable. Poco después de publicar Dark Roots of the Earth, un descontento Greg fue sustituido por el inmenso Steve Di Giorgio, y eventualmente el encargado de aporrear los parches ha llegado a ser otra leyenda como Gene Hoglan. Ambos viven ahora su segunda etapa en la banda tras su paso por aquí ya en los noventa, completando así una de las formaciones más fiables, más espectaculares y de mayor caché y prestigio que se pueden ver hoy en día en el mundo del metal de primer nivel.

Hay un detalle que me parece especialmente fascinante de este Titans of Creation: por un lado, se trata de un disco muy melódico al compararlo con Brotherhood of the Snake u otros álbumes recientes, especialmente a nivel vocal. En el sentido opuesto, aquí podemos encontrar también algunos de los temas más brutos que esta gente ha grabado en toda su vida. Y el hecho de que hayan ampliado su abanico sónico de esta manera no les resta un ápice de concreción, de coherencia ni de contundencia. Con una producción tan atronadora como nos han acostumbrado últimamente, los once temas más la outro que forman este trabajo no hacen sino confirmar lo que ya he venido pensando desde hace unos años: que Testament se encuentran, de verdad, en el momento compositivo más regular y más brillante de su carrera.

Con casi una hora de música, el doceavo trabajo de estudio de de los californianos tiene el honor de ser el disco más largo de su carrera. Y lo consigue sin que en ningún momento se haga largo y sin relleno apreciable. De buenas a primeras me llamó la atención el aire oriental que podemos escuchar en muchos temas y también en el título de canciones como «Gate of Ishtar», «Code of Hammurabi» o «Curse of Osiris». Ese es un recurso que ya han usado habitualmente en el pasado (me viene a la cabeza un tema como «Burnt Offerings», por ejemplo), pero aquí está presente con mucha más profusión.

A medida que le he ido dando vueltas también me he quedado bastante sorprendido de encontrar muchos elementos alternativos que pueden llegar a retrotraernos a la época Low. En realidad, me atrevería a decir que este trabajo se sitúa como una especie de híbrido entre The Ritual (por su melodía), Low (por su toque alternativo) y los últimos trabajos de la banda (por su producción y su contundencia). Quizás faltarían matices para acabar de explicar esta afirmación, pero creo que para haceros a la idea es perfectamente válida.

Las notas orientales y afiladas que abren la brutal «Children of the Next Level» (quizás uno de los mejores temas del disco) dan rápidamente pie a una de esas cabalgadas que tan bien conocemos en los Testament más recientes. El ritmo, la energía, el groove, las voces y la riqueza de matices que se despliegan en este tema están a un nivel altísimo (si bien es verdad que quizás el estribillo podría ser algo mejor), pero sin duda el momento álgido llega de la mano del espectacular duelo de guitarras que Eric y Alex se marcan sobre el minuto cuatro. Y por cierto, que con la de pistas que hay por debajo me corroe la curiosidad por ver como trasladan eso al directo…

«World War III» es un pepinazo de thrash metal old school bastante incontestable que rezuma potencia por los cuatro costados y que brilla especialmente tanto en su excelente estribillo como en la parte más lenta y machacona que ocupa su tramo central. La infecciosa «Dream Deceiver», por su parte, podría ser la primera gran sorpresa del disco al recordar mucho a los Testament pre-trallerización de principios de los noventa. El sonido es aún potenísimo, por supuesto, pero las líneas vocales son mucho más melódicas de lo que nos tienen acostumbrados últimamente, y el sencillo y resultón estribillo es tan deliciosamente ochentero que seguro que despierta tantas pasiones como gritos desgarrados de horror.

Todos los que estáis al día de la actualidad de la banda ya debéis conocer «Night of the Witch», el primer adelanto del disco que, incluso, sonó ya en los conciertos que los californianos dieron hace algunas semanas en Barcelona y Madrid. Y no sé qué pensaréis vosotros, pero a mí me parece un temón bastante serio y uno de los momentos cumbre del disco gracias a su agresividad y a lo acertado de la inmensa mayoría de sus pasajes. Es verdad que el enlace entre el coro y el estribillo quizás sea un poco antinatural (y puede que incluso las frases cantadas por Eric Peterson también lo sean), pero eso no empaca que se trate de un tema tremendamente disfrutable con una colección de riffs magnífica.

El espíritu de «City of Angels» (el corte más largo de Titans of Creation con casi siete minutos) nos retrotrae a tiempos pasados, y concretamente a mí me ha sabido a mezcla entre los ritmos grooveros de Low y las melodías exageradas de The Ritual. Ya veremos que esta fórmula se repite en más de una ocasión en lo que nos resta de disco, pero en este caso, y aunque no sea para nada un mal tema, a mí me parece uno de los cortes más prescindibles que encontraremos aquí. Y eso mismo piensa el propio Chuck Billy, que me lo ha dicho un pajarito.

El bajo groovero y apanterado que abre «Ishtar’s Gate» da pie a un tema muy dinámico que mezcla orientalidad y alternativismo a partes iguales pero que palidece un poco al lado de la irresistible «Symptoms», una locura de corte que me parece de lo más inspirado de todo el disco gracias a una serie de pasajes histéricos y tirando a disonantes, a un riff principal extremadamente pegadizo y a un estribillo igualmente genial. «False Prophets» también alterna un coro magnífico con ritmos alternativos y un par de riffs ultra thrasheros y 100% marca de la casa, mientras que el vacilón y deliciosamente genérico riff inicial de «The Healers» (que es un temazo aún y repetirse un poco en algunos momentos) desemboca en una canción de espíritu muy cercano a Low en la mayor parte de sus vertientes.

Para abrir «Code of Hammurabi», Steve Di Giorgio le enchufa el wah-wah a su bajo en un movimiento tan divertido y tan bailongo como resultará ser el propio tema en su conjunto. Inesperada, curiosa, veloz y repleta de guitarras y ritmos de batería juguetones, culebreros y desenfadados que difícilmente te mantendrán quieto, esta canción es feliz y fácilmente uno de los momentos más originales del disco y, en consecuencia, otro de los cortes verdaderamente destacables que vamos a encontrar aquí.

El tema más trallero de Titans of Creation es sin duda «Curse of Osiris», un trallazo de thrash metal que roza el black gracias a la voz viperina que Eric escupe maléficamente durante el estribillo y que aquí sí que pega del todo (no como en «Night of the Witch», en mi opinión). El pequeño guitarrista ya mete ese tipo de voces en su proyecto paralelo de black metal sinfónico Dragonlord, pero algo así no lo habíamos visto nunca en su banda principal. Y más allá de las voces, tanto los blast beats como la agresividad general lo convierten en un tema muy curioso ante el que en más de una ocasión se te despierta la tentación de comprobar que efectivamente estamos ante un disco de Testament.

El homenaje a Low que hasta ahora solo llegábamos a intuir se pone totalmente de manifiesto con la épica outro «Catacombs», que parafrasea el riff inicial de «Legions (In Hiding)» al dedillo. Además de alargarlo durante la duración completa del corte, en este caso se le añaden unos coros sinfónicos que le dan un toque mayestático y solemne muy atractivo, pero más allá de un final abrupto y no muy bien resuelto que me pone algo nervioso cabría preguntarse si esta canción es del todo «útil» y necesaria para acabar de redondear un disco que, a nivel de diversidad e inspiración, me da a mí que ya es suficientemente redondo.

Porque te guste más o menos en su conjunto, lo que está claro es que Titans of Creation rebosa calidad, diversidad y confianza y no hace sino demostrar que los californianos Testament (como muchos de sus coetáneos del thrash tanto a este como al otro lado del Atlántico, todo hay que decirlo) se encuentran en un momento de forma verdaderamente excepcional. Con una madurez plena y un conocimiento exhaustivo y detallado de su bagaje y de lo que pretenden ser como artistas, como compositores y como músicos, las huestes de Chuck Billy y Eric Peterson llevan unos cuantos años dando tantos puñetazos en la mesa que me da que ya les deben doler los nudillos. A la espera de que otras tantas bandas históricas del estilo lancen sus nuevos trabajos en este 2020, por lo pronto Testament demuestran seguir ahí con más fuerza que nunca. Y yo que lo celebro.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.