Tankard – Pavlov’s Dawgs

Nuestra Nota


6.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 30 de septiembre de 2022
Discográfica: Reaper Entertainment
 
Componentes:
Gerre - Voz
Andy Gutjahr - Guitarra
Frank Thorwarth - Bajo
Olaf Zissel - Batería

Temas

1. Pavlov's Dawg (5:31)
2. Ex-Fluencer (4:58)
3. Beerbarians (5:21)
4. Diary of a Nihilist (4:50)
5. Veins of Terra (5:53)
6. Momento (5:15)
7. Metal Cash Machine (6:29)
8. Dark Self Intruder (5:55)
9. Lockdown Forever (4:07)
10. On the Day I Die (6:45)

Multimedia




Escucha y compra

Este disco en Amazon: Tankard – Pavlov’s Dawgs
Todos los discos de Tankard en Amazon


¡Muy buenas! ¡Cuánto tiempo! Los que me conozcan bien sabrán que ADORO a Tankard, joder, si no fuese por ellos no tendría una «carrera» en el metal. En más de una ocasión se ha llamado a Liver Killer «los Tankard catalanes», cosa que no puede halagarme más, así que hemos pensado, ¿Quién mejor para hacer una reseña de Tankard? Mucha gente no les tiene el respeto que muy obviamente se merecen, de hecho, ¡Mucha gente ni siquiera considera que haya un Big Teutonic Four! Innumerables veces he visto como han dejado fuera a los de Frankfurt y dejarlo como el Big Teutonic Three. ¡Cómo osan!

Fanboyismos aparte, Tankard es una de las pocas bandas alemanas que lleva desde el principio entregando material de calidad y lo ha hecho durante casi cuarenta años ¡Todo esto teniendo que ir a currar! ¡Así es! Tankard es la única banda del Big Four Alemán donde los miembros tienen curro más allá de la música. ¿Curioso, verdad?

Tankard siempre tendrá todo mi respeto y mi cariño, pero dicho esto, no consigo que su nuevo trabajo, Pavlov’s Dawgs me enganche como sus trabajos de antaño.

En mi humilde opinión, el álbum no está mal. Repito: NO ESTÁ MAL, es incluso una escucha bastante decente para tener puesta de fondo mientras uno trabaja en algo, pero tiene sus problemas. No voy a ponerme a vomitar bilis como cuando hice la reseña de Six Feet Under, pero las cosas como son.

Empecemos por lo primero que me ha llamado la atención de este disco. La portada:

¿Soy yo, o las portadas de Tankard se han ido volviendo progresivamente más simplistas y aburridas? Es una verdadera pena que ya no trabajen con Sebastian Krüger, que es quizás el mejor ilustrador que ha habido en el thrash metal. Alguno me dirá que ese sería Ed Repka, pero teniendo en cuenta que la mitad de sus portadas tienen elementos reciclados de otras portadas, pues como que mmmeh… Desde que Krüger no está con ellos la calidad de las portadas ha ido decayendo cada vez más, pero bueno, hablemos de lo importante. Hablemos de música.

Después de cuarenta años sacando álbumes, creo que Tankard han destilado una fórmula para componer de la que muy rara vez se aventuran a salir, y esto es un problema. Me atrevería a decir que esta fórmula está presente desde A Girl Called Cerveza (2012), ya que han sido estos últimos cuatro álbumes los que más se pueden intercambiar y rara vez uno notaría el cambio. Mucha gente critica a AC/DC, o más recientemente a Alestorm por esto mismo, y Tankard, muy a mi pesar, no son una excepción.

No solo tienen el problema de sonar extremadamente parecidos de una canción a la otra, sino que además, al menos en mi opinión, tienen la mala costumbre de alargar innecesariamente las canciones, pero bueno, esto lo han hecho prácticamente desde que empezaron, nadie es perfecto.

Quiero también hablar brevemente de la producción. Este disco suena limpio como él solo. Cristalino. Más limpio que mi cuenta bancaria en Oktoberfest. Quizás demasiado limpio para su propio bien, llegado a sonar estéril en ocasiones (esto se puede escuchar muy claramente en el pre-estribillo de «Beerbarians», por ejemplo). Por lo general prefiero producciones más limpias, pero es de mi parecer que el thrash necesita un poquito de roña para quedar redondo, y Tankard lo consiguieron en B-Day (2002) bajo la tutela de Stage One Studio. Una pena que para el A Girl Called Cerveza cambiasen de localización, porque esa producción era sencillamente perfecta para lo que hacen.

Dicho todo esto, he de decir que este álbum me agrada más que su anterior trabajo, One Foot In The Grave (2017). Los medios tempos plagaban ese álbum de tal manera que a ratos parecía que los germanos habían olvidado que son una banda de Thrash. Por lo general, Pavlov’s Dawgs es un LP bastante más enfocado a tempos más rápidos, pero no hace ascos a bajar un poco el ritmo y al ocasional breakdown.

El trabajo de Andy Gutjahr es impecable, como siempre, no en vano es uno de mis guitarristas del género favoritos, pero si este hombre tiene una pega, es que está obsesionado con las harmonías y con los solos más melódicos.

El bajo de Frank Thorwarth es bastante audible y eso como bajista es de agradecer. Frank no hace demasiadas virguerías, es un bajista que va al grano y no adorna demasiado, pero eso por lo general juega a su favor, dándole consistencia al sonido. En este álbum ocasionalmente se le puede escuchar haciendo algún fill y alguna que otra línea de bajo que difiere de lo que está haciendo la guitarra, por ejemplo en «On The Day I Die», que le da gustillo a ciertas partes que de otra manera, pues podrían ser más sosas. Chapó.

El aporreo de Olaf Zissel a los tambores no es demasiado remarcable, la verdad. No me malinterpretes, Olaf es un muy buen batería, pero lo que viene siendo imaginativo, pues no mucho. Lo sé, lo sé, esto es thrash, la música requiere los ritmos que requiere, pero a lo largo del disco, aparte de algún fill muy bien metido, no se sale de los mismos tres ritmos: Tupa trupa (o skank beat para los entendidos), medio tiempo a doble bombo, y algún que otro money beat (curiosamente, siendo este el ritmo menos utilizado en todo el disco).

Por último, vamos a hablar de mi padr-digo de Gerre. Gerre es Gerre. Poco más hay que decir. Ha sabido mantener bastante bien la voz desde que le cambió por completo hace veinte años. En serio, el cambiazo de voz que pegó este hombre del Kings of Beer (2000) al B-Day es increíble, no parecen la misma persona.

Desde el cambio de voz, Gerre ha estado siempre en un limbo entre la voz limpia y un tanto raspada, aunque con los años ha ido tirando a una voz más limpia. Pega más con esta etapa también más «limpia» de la banda, aunque se echan un poco de menos los viejos tiempos donde pegaba unos berridos de cagarse las patas abajo.

Por lo general, no puedo decir que en Pavlov’s Dawgs haya riffs súper memorables del calibre de «Empty Tankard», «Need Money For Beer», «The Morning After» o una de mis favoritas, «666 Pack», pero sí que está bien cargado de estribillos pegadizos como solo ellos saben hacer. De hecho estoy tarareando el estribillo de «Beerbarians» mientras escribo esta reseña, y eso que no puedo decir que ese tema me haya llamado especialmente la atención. Pero ha habido un tema que me ha gustado bastante, «Metal Cash Machine», que me ha recordado a etapas anteriores de la banda. La intro es bastante regulera, pero a la que se arranca con ritmos más acelerados podría ser perfectamente una canción del Kings of Beer.

Hablemos ahora de las letras. En este trabajo tenemos un poquito de todo. Condición humana, crítica social, crítica al mundillo del metal, protección del medio ambiente, introspección y por supuesto, cachondeo. Muchos toman a Tankard por una banda que solo habla de emborracharse, cosa comprensible, pero llevan teniendo letras serias desde el Chemical Invasion (1987), con por ejemplo «Don’t Panic».

He de decir que a los señores de Frankfurt se les empieza a notar un poco la edad, porque en varias ocasiones se puede oler un cierto aroma a rancio. «Ex-Fluencer» es un clarísimo ejemplo. Que si yayo, que las redes sociales son malas, ya lo sabemos, no hace falta que hagas una canción sobre instagram para decírnoslo. Curiosamente, esto nos lo dicen los mismos que cantaban «Hard Rock Dinosaur» en el infravaloradísimo Disco Destroyer (1998), criticando precisamente este tipo de comportamientos.

«Diary of a Nihilist» habla de un gótico que cambia la túnica del hot topic por un polo Lacoste al enterarse de que la sociedad se va a la mierda, solo por seguir llevando la contraria al status quo. Una premisa bastante graciosa, la verdad, aunque no puedo evitar a que me recuerde a «The Evil That Men Display» de su anterior LP One Foot in the Grave, que hablaba de los músicos de black metal y de cómo son más fachada que otra cosa.

Por último, quiero mencionar «Lockdown Forever». Sí, habla de lo que creéis que habla. Entiendo perfectamente que la pandemia y el confinamiento han sido inspiración de sobras para infinidad de canciones, Liver Killer hemos caído en ello también con «Welcome to the End of the World» (Appetizer, 2021). Pero si ya en el momento en que nosotros lanzamos la canción, el confinamiento era algo que habíamos olvidado hace un año, ahora incluso más. Y ese es el problema de hacer canciones sobre temas de actualidad, que caducan.

Creo que me estoy alargando un poco, así que voy a ir cerrando esta review. Después de haberlo pensado largo y tendido, le voy a otorgar a Pavlov’s Dawgs un 6,5/10. Estamos ante un álbum mid tier. Oseasé, ni fu ni fá. Es definitivamente una mejora respecto al anterior LP, y tiene temas pegadizos, pero tampoco es nada del otro jueves.

Considero que el mayor problema que tiene Tankard, es que ya no tienen esa chispa, ese »caos controlado» que tenían en su primera etapa. Desde el A Girl Called Cerveza que todos los temas se han vuelto, cuadrados, ordenados, predecibles.

A estas alturas de la película dudo que los germanos nos vuelvan a sorprender con un discazo del calibre del Beast of Bourbon (2004) o del Stone Cold Sober (1992). A nadie le apena esto más que a mí, pero por suerte han dejado un legado más que remarcable del que todos podemos disfrutar.

En fin, ya he dado la turra bastante. Voy a ponerme algún disco clásico de Tankard a ver si plag- digo, a ver si me inspiro.

¡Salud!