La reseña improbable: Fleshgod Apocalypse – Agony

Ficha técnica

Publicado el 9 de agosto de 2011
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Tommaso Riccardi - Voz, guitarra
Cristiano Trionfera - Guitarra, coros
Paolo Rossi - Bajo, coros
Francesco Paoli - Batería, guitarra

Temas

1. Temptation (1:48)
2. The Hypocrisy (5:31)
3. The Imposition (4:58)
4. The Deceit (6:03)
5. The Violation (4:19)
6. The Egoism (6:22)
7. The Betrayal (5:31)
8. The Forsaking (5:38)
9. The Oppression (6:04)
10. Agony (3:34)
11. Heartwork (4:23)

Multimedia



Escucha y compra

Este disco en Amazon: La reseña improbable: Fleshgod Apocalypse – Agony
Todos los discos de La reseña improbable: Fleshgod Apocalypse en Amazon


Cuando entré como redactor en esta revista era consciente de la existencia de esta sección, y siempre confié en que cuando me tocara sería con una banda que conociera medianamente, pero que nunca me había parado a escuchar. Pero no, mi buen amigo Aleix sabe perfectamente que la mejor manera de tocarme la pera es la de encasquetarme un grupo del que en mi vida he oído hablar, con un álbum relativamente nuevo (2011), y un estilo que desde mi más absoluta ignorancia aborrezco bastante: como lo es el death metal sinfónico.

Sin embargo, al abordar el disco aún tenía ciertas esperanzas de que me gustara, pues el death metal en si me gusta, sobre todo si tiene reminiscencias de thrash, black, progresivo o doom. Pero nada más lejos de la realidad, y ya desde el primer corte supe que tendría que hacer un sobre-esfuerzo para quitarme todos los estigmas y prejuicios del cuerpo, y tratar de reseñar fielmente este Agony de Fleshgod Apocalypse.

El disco comienza con «The Temptation», una pequeña intro instrumental de casi dos minutos, con un estilo parecido al de las BSO’s en los films. Te introduce la tensión en el cuerpo de una manera bastante directa, y pese a que esta música típica en persecuciones no es la que más se adecua a mis gustos musicales, he de admitir que me intrigó bastante, y que conecta perfectamente con la primera canción propiamente dicha: “The Hypocrisy”. Un tema que presenta todo lo que se vendrá en el disco: blast beats a toda velocidad, baterías cuantizadas y sin dinámica, guitarras que basan sus riffs en aporrear la sexta cuerda al aire en ritmos cambiantes, y una sección sinfónica de cuerda que se encarga de las armonías. De verdad que intento enumerar sus señas de identidad sin que me den pereza, pero el excesivo virtuosismo técnico en la parte rítmica se me hace muy indigesto cuando lo podría hacer una máquina, y pese a ser muy fan de la inclusión en el metal de instrumentos no propios de él (véase los violines), tienden a no gustarme cuando lo reducen al simple aporte armónico que complementa al riff, sin explorar las posibilidades dinámicas que podría dar. Como punto a favor, diré que en esta primera canción sin embargo, me gusta la mezcla entre voz limpia y gutural que usa en el estribillo, y que me adentra en esa sensación de pánico en la que quiere ponerme.

Con «The Imposition» tenemos un poco más de lo mismo, aunque he de reconocer que a gusto personal me gustan un poco más las líneas que traza el violín en esta, aunque estructuralmente me parece más plana que la primera, puesto que carece de auténticos cambios de ritmo (pese a que en realidad la batería pasa de un blast beat a otro cada 10 segundos). El final, puramente orquestal me ha parecido bastante bueno. «The Deceit» me parecía la más aburrida de todas hasta que llega con esa ruptura de ritmo en el 1:54, que te mantiene en vilo durante los dos siguientes minutos, hasta que repite la estructura inicial. La verdad es que esa progresión intermedia me ha parecido que tenía una gran fuerza y un gran gusto para generar tensión, que siendo sinceros es lo que más me gusta de este disco.

«The Violation» comienza con un riff interesante, nada fuera de lo común, pero que a gusto personal lo encuentro más potente/oscuro. Y si hay algo que echo en falta en este disco es eso, un verdadero sentimiento de maldad. Sé que puede sonar muy subjetivo y extra musical, pero veo mucha épica, mucha grandilocuencia y mucha pomposidad, pero poca oscuridad verdadera, poco malestar. Es como estar viendo una película de terror basada en los sustos, cuando lo que yo suelo esperar del death es que me revuelva las tripas como lo haría La Semilla del Diablo o El Quimérico Inquilino.

«The Egoism» me parece un mejor tema en general, o al menos más adecuado a mis gustos. Un medio tiempo marcado por el doble bombo, buenos arreglos musicales donde de repente se detiene todo y aparece un piano de la nada, y una estructura ascendente que te mantiene pegado a los auriculares. Las voces líricas alrededor del minuto tres, y que dan lugar al solo, me parecen uno de los mejores aciertos del disco, en el que a mi juicio es su mejor tema junto con «The Opression».

«The Betrayal» me ha aburrido bastante, no así «The Forsaking», que sin parecerme una maravilla me ha parecido un tema bastante atractivo, y quizás el que más se acerca en algunos momentos a esa maldad que yo demandaba. Aunque por momentos cae en un emotivismo que no acabo de comprender, y que siendo sinceros quizás entendería más si conociera de que hablan las letras. «The Oppression», como ya he avanzado me parece también un buen tema dentro del género, y que enlaza bien las partes de tralla, con aquellas que quedan más en un medio tiempo, y aquellas más experimentales, como el solo de piano que se casca en mitad de la canción.

«Agony» es un buen cierre instrumental a piano, que se contrapone a «The Temptation» con un estilo mucho más melancólico, y que cumple bien su función de remarcar, con sus tristes notas, que acabamos de presenciar algo muy grande, un gran disco lleno de momentos épicos. Cosa que yo no comparto, pero que entiendo que ellos y sus fans lo conciban así, pues se ve un muy buen trabajo tras el disco, aunque este fundamentado en cosas con las que yo no acabo de conectar.

Sin embargo, se trata de un falso final, pues aún queda «Heartwork», un cover de la obra maestra de Carcass (grupo al que si admiro muy fuertemente), que sin llegar a convencerme (sobre todo el trabajo de batería, sé que habrá muchos fans de ese estilo pero yo no soy capaz de soportarlo) he de admitir que me ha hecho acabar el disco con una sonrisa de oreja a oreja. Como cuando en un concierto un grupo poco conocido y que no te está maravillando demasiado hace sonar los primeros acordes de «Battery» o cualquier otra canción que de verdad te haya marcado, y saltas hacia el mosh pit a desatar toda la energía acumulada.

El siguiente afortunado en pasar por la reseña improbable será David Polo, que después de expresarme su desdén por el metal industrial, se tendrá que tragar el Mutter de Rammstein. ¡Disfrútalo!