Crónica y fotos del concierto de Attila + Veil of Maya + Sylar - Sala Boveda (Barcelona), 13 de diciembre de 2019

Attila traen la fiesta a una noche de mierda

Datos del Concierto

Bandas:
Attila + Veil of Maya + Sylar
 
Fecha: 13 de diciembre de 2019
Lugar: Sala Boveda (Barcelona)
Promotora: Hello Cleveland
Asistencia aproximada: 400 personas

Fotos

Fotos por Josep M. Llovera

Nuestra Previa

Los 5 mejores temas de Attila según… Rubén de Haro

Attila es, sin ningún género de dudas, la banda más odiada del panorama core mundial. Ya sea porqué Fronz es un tipo especial o porque la gente entiende que su música es poco seria, los de Atlanta siempre están en

Los 5 conciertos imprescindibles de la temporada de otoño según… Rubén de Haro

Como no podía ser de otra forma, la recta final del año viene cargadita, cargadita de cosas muy, pero que muy ricas. Hay bolos para todos los gustos/colores, pero si he de decantarme solo por cinco, aquí tenéis el resultado

Attila – Villain

La banda Attila, los abanderados del party death metal, están de vuelta… y se han presentado en tu fiesta solitos y desnudos, después de partir peras con la discográfica SharpTone Records (Bleeding Through, Emmure, Miss May I), encargados de publicar su

La verdad es que no sé por dónde empezar. Se me ocurre empezar diciendo así, de buenas a primeras, que la noche del pasado viernes, 13 de diciembre… sí, eso mismo, la del pasado Friday the 13th, fue una grandísima y soberana putísima mierda. Y no me refiero precisamente al bolo que tantas ganas tenía de cubrir en la sala Boveda porque, al fin y al cabo, el trozo que pude ver, si bien no de forma total, sí enmendó un poco la velada.

A ver. Yo he vivido casi toda mi vida en Sant Boi de Llobregat. Hace solo unos años -unos diez- que me mudé a Barcelona. Perrísimo de mí, todavía estoy empadronado en la bella población del Baix Llobregat. Total -pensé yo-, para qué me voy empadronar aquí si es una tontería. Que tendré que bajar cada cuatro años a Sant Boi para ir a votar, pues se va y punto. Ay, iluso de mí. ¿Votaciones cada cuatro años? ¿Dónde se ha visto eso? ¿No vivimos acaso en una democracia ejemplar, de las más sólidas y consolidadas de todo el continente…?

A qué viene todo esto, os estaréis preguntando los cuatro gatos que se leen las mierdas que escribimos. Pues a ello voy. Yo poseo un vehículo, ¿y qué pasa cuando no estás empadronado? Pues que no puedes aparcar en la zona verde más próxima a tu vivienda. ¿Y qué pasa si tu coche es viejo de cojones y no te da la gana de pagar un parking? Pues que te las tienes que ver putas para poder aparcar gratis en las calles de la bella ciudad de Barcelona. Pero bueno, aunque complicado, todavía hay zonas en las que se puede hacer, pero obviamente no os diré dónde lo aparco yo para que no me quitéis el sitio, porque, en ocasiones, me tengo que pegar tres o cuatro vueltas antes de poder aparcar.

A ver, seamos sinceros. El coche apenas lo utilizo, y prácticamente lo único que hago con mi Fiat Punto es ir a moverlo una vez por semana por aquello de que un día no me lleve una sorpresa y no pueda arrancarlo por tener la batería gastada. Es por ello que, casi cada vez que tengo que ir a cubrir un bolo, aprovecho y bajo a Poblenou en coche, y la noche del pasado viernes no fue una excepción.

Con el tiempo bastante justo -las cosas como son- dirigí mis pasos hacia mi vehículo. El trayecto que tengo desde mi domicilio hasta la zona en la que los suelo aparcar es de unos 25 minutos. Es un trayecto que lo hago con gusto, porque me encanta caminar. De hecho, cada mañana bajo al curro a pie, y ese sí que es un trayecto considerable, pues ronda los 40-45 minutos. Total, que me monto en mi vehículo y, de entrada, todo bien, todo correcto… y yo que me alegraba. Pero fue pisar Poblenou y el embrague empezó a hacer cosas raras, sobre todo cada vez que trataba de arrancar el coche en los semáforos. Llegué con algo de acongoje a las inmediaciones de la sala Boveda y ahí fue donde murió, pues cada vez que intentaba meter primera para arrancar, el coche se paraba entre un ruido y un olor a derrape en la calzada que no era normal y que alertó a los habitantes de una terraza cercana. Imaginaos la estampa del menda bajando del coche para tratar de moverlo con el fin de no obstaculizar el paso de la gente que sí tenía coches en buenas condiciones y circulando. Menos mal que aquel fatídico semáforo estaba muy cerca de un chaflán en el que pude dejar el coche hasta que, pasados más de 40 minutos, llegó la grúa para retirar mi vehículo. Obviamente, a todo esto, el concierto, no solo hacía cacho que ya había empezado, sino que para cuando pude acceder al interior de la sala Boveda, lo único que pude ver de la actuación de los enormes Veil of Maya (a aquellas alturas de la noche, Sylar ya estaban más que cenados, duchados y dormidos) fueron los últimos -literamente- 15 segundos de ese temarral llamado «Mikasa». ¡Coño!

La verdad es que no me fijé sobre qué hora entré a la sala, pero el caso es que en relativamente poco tiempo, los pipas se pusieron manos a la obra y lo dejaron todo listo para el inicio del plato fuerte de la noche: Attila.

Attila

Sobre las 21:30 unas luces blancas empezaron a bailar al ritmo de una sirena, y el púbico allí congregado, adolescente en su inmensa mayoría, empezó a excitarse a pasos agigantados cuando, finalmente, la banda Atlanta subió al escenario. La verdad es que estos tipos son tan animados y dinámicos que hacen que un espectáculo que Attila siempre sea de todo menos aburrido. Aunque en la sala se respiraba pasión, no estaba llena ni mucho menos, si bien, decir que Boveda estaba llena de pasión y de agresión sería un eufemismo. Abrieron con uno de mis temas preferidos, «Proving Grounds» (la única que cayó de su Guilty Pleasure del año 2014), y desde ese mismo instante no hubo ni un solo instante de descanso mientras la banda se dedicaba apegarle un bastante digno repaso a casi toda su discografía. A ver, cuando digo que no hubo descanso, me refiero a la intensidad de la actuación y de las canciones… no al ritmo entre las canciones. El líder de la banda Chris Fronzak (también conocido como Fronz aka Fronzilla) siempre ha sido un personaje divisivo, pero aquella noche parecía estar bastante decidido a usar cada parada posible entre canción y canción para hablar (y soltar muchos fucks, las cosas como son…) ante un público que, desde el primer segundo, convirtió la pista de la sala en un auténtico campo de batalla. Pero, aparte del hecho de que aquella era la primera visita de la banda a nuestra ciudad, me da a mí aquellos discursitos entre tema y tema no eran más que una excusa elaborada para ocultar el hecho de que tenían que cargar pistas de acompañamiento expansivas para cada canción, ya que todo su show en vivo parece depender en gran medida de éstas. La mayoría de las bandas actuales del estilo usan con bastante frecuencia pistas de acompañamiento o secuencias pre-programados, y no hay absolutamente ningún problema con esto, ojo, pero cuando todo ello produce un sonido excesivamente procesado o un ritmo lento del conjunto general, creo que se convierte en un problema. A ver, que la peña estaba encantada con las chorradas que Fronz iba soltando y con el conjunto en general; no me malinterpretéis.

La segunda en caer fue «Moshpit», tras la cual aprovecharon para presentarse y para invitarnos a volvernos loc@s pues aquello era una noche en la que las reglas estaban de más, y «Queen», ambas de su álbum CHAOS (2016). La primera visita a su soberbio About That Life (2013) vino de la mano de «Rageaholics», durante la cual el frontman aprovechó para brindar con el respetable con una botella de Smirnoff. Esa, la de «consumir» alcohol sobre el escenario, es una sana costumbre de estos buenos mozos. Pero a mí no me la pegan, pues cayó más priva sobre los espectadores de las primeras filas que por los gaznates de los artistas.

A partir de «Villain», tema -el más potente de la noche, según palabras de la propia banda- que da nombre genérico al álbum que habían venido a presentar, empezaron con la presentación de Villain (2019), de cual tocaron seis de sus diez temas. Tras «Bad Habits», los huesos de Fronz fuero na parara sobre las manos del público, pues otra csa no será, pero sincero, lo es un rato largo, y si dice que nos preparemos porque va a saltar es porque, de hecho, tiene intención de hacerlo; y así fue.

Para los que habéis estado en la sala Boveda viendo actuar a bandas llegadas de allende nuestras fronteras, una de las cosas que más les sorprende es que la barra no sea más que una prolongación del escenario, y los miembros de Attila no fueron una excepción, pues justo antes de interpretar el que quizá sea su tema más conocido, «About That Life», Fronz tuvo que ir a rescatar al otro Chris, guitarrista de la banda, de las fauces de una cerveza que le sirvieron cuando pasaba por allí. Y si muy bien recibida fue «About That Life», no menos caluroso fue el recibimiento de «Party with the Devil».

«Payback» (única incursión en su Outlawed del 2011) vino con una especial dedicatoria a los fans más old school allí presentes, quienes recibimos a «Middle Fingers Up» como Dios manda: con el dedo medio en el aire, mientras nos dispusimos a montar el primer wall of death de la noche.

El show llegada a su fin. Tras alentarnos a dejarnos la pasta en su merch para que así ellos pudieran gastársela posteriormente en drogas y alcohol (esta broma creo que la hacen en todos y cada uno de sus espectáculos); no en vano, según el propio Fronz, estábamos siendo parte de la mejor party que se estaba llevando a cabo en Barcelona en aquel preciso instante. El repertorio tocó a su fin tras la interpretación de «Toxic» y «Pedition», ambas de su más reciente obra discográfica.

La banda apenas había estado una hora sobre las tablas, pero qué mejor forma de alargar un poquillo más la cosa que interpretando su hit del momento. Mirad, a la multitud le encanta Fronz y la banda en general. Los fans allí congregados se rindieron a cada una de sus palabras y fueron a jierro a darlo todo sumidos en la violencia de su metalcore. Sin embargo, creo que una banda como Emmure hace mejor música… pero claro, ellos no arrojan pizza -esputo incluido- a la multitud, y Attila sí. El set se cerró con Fronzilla arrojando una pizza a la multitud para interpretar, como no, «Pizza». A eso se le llama cerrar un set con estilo.

Por mucha controversia que exista, Attila es una banda divertida de ver y su show en vivo es una producción ingeniosa llevada a cabo por un cuarteto liderado por un showman que sabe cómo actuar y, casi sin esfuerzo, conseguir conectar con la multitud y hacerles partícipes de su party death metal. La primera incursión de los de Atlanta en tierras catalanas se saldó con una más que notable experiencia.

Setlist Attila:

Proving Grounds
Moshpit
Queen
Rageaholics
Villain
Bad Habits
About That Life
Party with the Devil
Subhuman
Three 6
Payback
Middle Fingers Up
Toxic
Perdition
—–
Pizza

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 529 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.