System of a Down – Toxicity: 20 años de la obra maestra de SOAD

Ficha técnica

Publicado el 4 de septiembre de 2001
Discográfica: American Recordings
 
Componentes:
Serj Tankian - Voz, teclados, guitarra
Daron Malakian - Guitarra, voz
Shavo Odadjian - Bajo, coros
John Dolmayan - Batería

Temas

1. Prison Song (3:21)
2. Needles (3:12)
3. Deer Dance (2:55)
4. Jet Pilot (2:05)
5. X (1:57)
6. Chop Suey! (3:30)
7. Bounce (1:54)
8. Forest (4:02)
9. ATWA (2:56)
10. Science (2:42)
11. Shimmy (1:50)
12. Toxicity (3:40)
13. Psycho (3:48)
14. Aerials (6:11)

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System of a Down son a día de hoy uno de los pocos cabezas de cartel indiscutibles en cualquier festival del mundo. Una de esas bandas que no pueden estar en la segunda línea. En los festivales planeados (y cancelados) para 2020, su logo estaba al lado de los de leyendas como Kiss, Iron MaidenJudas Priest Faith No More y por encima de los de grupos más cercanos a su época como Deftones o Korn. Esto es aún más asombroso teniendo en cuenta que su discografía se queda bastante corta si la comparamos con la de las bandas mencionadas y la de casi cualquiera con un nivel similar de reconocimiento. Estamos hablando de cinco discos de estudio, los últimos de los cuales (Mezmerize e Hypnotize) lanzaron en 2005 como disco doble.

Desde entonces se disolvieron, reuniéndose solo para tocar en directo mientras los miembros trabajaban en sus propios proyectos. El año pasado sacaban el EP de dos canciones, «Protect the Land» y «Genocidal Humanoidz», en respuesta a la guerra de Nagorno-Karabaj. Fueron las primeras canciones de System of a Down publicadas en 15 años.

Normalmente, cuando un grupo se separa, pierde relevancia y su estatus queda un poco relegado. Sin embargo, en este caso llegaron a conseguir un éxito tan grande que la separación pareció no afectarles en este sentido. El origen de este éxito desmesurado fue su segundo álbum, el archiconocido Toxicity, que hoy cumple 20 años. No es que los pusiera en el mapa, pues ya habían recolectado cierto éxito con su primer trabajo homónimo. Presentándolo, llegaron a girar por Estados Unidos y Europa, teloneando a titanes de la talla de Metallica Slayer. Pero con Toxicity la cosa tomó otra dimensión. Llegó rápidamente a los primeros puestos de las listas de Estados Unidos y Canadá, consiguiendo el triple platino en 2002. En todo el mundo, se han vendido más de 12 millones de copias. ¿Por qué tanto éxito? Vamos a analizar esta obra, pista por pista, para saberlo.

El golpe seco y el silencio de varios segundos con los que empieza ya te dejan desconcertado de primeras. ¿Se ha rallado el disco? ¿Se me ha cortado el WiFi? No, es la intro de «Prison Song». Empieza con un riff contundente y un gutural profundo, pero enseguida empiezan a mezclar influencias en la estrofa, en la que Serj Tankian prácticamente rapea. El estribillo vuelve a subir de intensidad y funciona muy bien, pero lo mejor viene en el puente: un breakdown tremendo que luego se calma para dar paso al último estribillo. La letra habla del masificado sistema penitenciario de los Estados Unidos y la guerra contra las drogas, que a día de hoy se considera un fracaso.

«Needles» continúa con la temática de las drogas, pero des de la perspectiva de un adicto, comparando su adicción con un parásito que lo controla. Un seguido de riffs muy efectivos y unas líneas de voz pegadizas hace pasar los tres minutos que dura rápidamente. La combinación de las voces de Tankian y el también guitarrista Daron Malakian encaja con cualquier instrumentación que tengan debajo. Desde las partes más agresivas donde ambos gritan, hasta las secciones tranquilas donde armonizan sus voces. Les ayuda el hecho que ambas son muy características y diferentes entre si, de modo que crean un contraste muy claro que es clave para el sonido de System of a Down.

Uno de los mejores momentos del álbum llega con «Deer Dance». Una canción pegadiza, con de nuevo mucha dinámica y un estribillo arrollador. Especialmente el último, que entra después de un puente más tranquilo. Esos guitarrazos suenan brutales, gracias a la afinación en drop C que usan en la mayor parte del disco. Por otra parte, también añaden instrumentos inusuales de fondo, como una mandolina (o algo parecido) en el dicho punte, que le da un toque folk único.

Suben de intensidad con «Jet Pilot» y su estribillo a ritmo de thrash. Contrasta con la estrofa, en la que John Dolmayan usa un ritmo reggaetonero muy bailable. El tío cambia contínuamente de ritmos yendo de extremo a extremo. Precisamente en la siguiente «X», se anima con unos blast-beats, creando los momentos más agresivos que escucharemos hoy. Genearlmente, las canciones de Toxicity son bastante cortas, casi ninguna supera los cuatro minutos. Aunque haya 14 pistas, la escucha se pasa volando porque la calidad se mantiene durante todas ellas. Como dicen: ¡All Killer, no Filler!

En la 6a posición tenemos a «Chop Suey!», sin duda el mayor éxito de System of a Down. Todo el mundo ha oído este single alguna vez, pues ha sonado tanto que se ha convertido hasta en un meme, se podría decir que al nivel de «Bring Me to Life» de Evanescense o «All Star» de Smash Mouth. Muchas bandas se han atrevido a versionarla, pero sin demasiado éxito. Cuando una canción está tan bien parida des del principio, cualquier cosa que le añadas o le quites la va a empeorar. Es como intentar versionar «Bohemian Rhapsody» o «The Sound of Silence», el mejor resultado posible va a ser un aprobado justito.

Es curioso que a pesar de la polémica que desató por tratar el tema del suicidio, haya llegado a tal éxito. Su videoclip en Youtube fue el de la primera canción de metal en llegar a las mil millones de visualizaciones. Parece que la brusquedad de la estrofa debería hacerla de difícil escucha para los oyentes ajenos a la banda, pero sorprendentemente es algo que capta la atención, y luego lo rematan con un estribillo memorable. De nuevo, en mi opinión, la mejor parte viene con ese puente que supone el climax de la canción y se alarga hasta el final.

Pasamos de un final emocionante y dramático a un tema muy cachondo, en todos los sentidos de la palabra. «Bounce» habla sutilmente (o no tanto) del sexo en grupo con otro ritmo frenético de fondo. Siguen con «Forest» y su pontente riff, que contrasta con un estribillo lleno de pasión. Aunque es más melódico, no deja de ser intenso en ningún momento. Veremos el mensaje ecologista que tiene en más ocasiones en esta segunda mitad. En «ATWA» se referencia a Charles Manson, una figura que sirvió de inspiración a Malakian a la hora de componer. Describe su perdida de propósito en la vida y apatía una vez en la cárcel, con una mezcla de estrofas melancólicas y estribillos más agresivos.

Antes de la traca final llegan dos cortes más: «Science» y «Shimmy». Como todos los anteriores, no tienen desperdicio. Pocos discos he escuchado que mantengan la calidad de esta manera. Es inevitable reconocer cada canción, pues no hay estrofa, estribillo, o melodía de guitarra que no quede clavada en la mente. Tenían tan buen material para este álbum que con los descartes construyeron lo que sería su sucesor, el Steal This Album (2002). Aun estando compuesto de canciones descartadas anteriormente, es un discazo. No es de extrañar que la primera selección triunfara como lo hizo en Toxicity.

La pista homónima es su segunda canción más conocida, otro bombazo que muestra lo mejor de la banda. El contraste entre la estrofa casi acústica y el estribillo explosivo brilla con luz propia. Todo encaja perfectamente. Esta gente hace que parezca fácil componer canciones de este tipo, pero nada más lejos.

En «Psycho» nos hablan de groupies y drogas, aunque el mensaje no quede muy claro leyendo la letra, típico de System of a Down. Nos dan unas buenas sacudidas antes que Daron acabe la canción con un solo bastante largo, algo poco habitual. El cierre es maravilloso con «Aerials», un tema más sobrio que habla de la vida y la naturaleza humana. Los arpegios de la introducción, acompañados de un chello, se repiten a lo largo de los cuatro minutos, descansando del poderoso riff de las estrofas y añadiendo esa dinámica que tanto les funciona. Vuelven a jugar armonizando las dos voces en las partes más climáticas y más suavemente en el último tramo. Un final redondo de la cabeza a los pies. Escondida unos segundos después pero en la misma pista, suena un outro con música tribal y percusiones. Fue compuesta por Serj TankianArto Tunçboyacıyan, un célebre músico turco-armenio.

Después de escuchar Toxicity a fondo, queda claro el porqué del éxito apabullante de System of a Down. Este disco dio la vuelta al mundo y ayudó a definir por donde iría el metal moderno a partir de entonces. Es una pena que las diferencias entre los miembros hayan evitado que sus nuevas composiciones vean la luz. Habrá que ver si en el futuro dejan de lado sus desacuerdos para volver a crear la música que por separado, ninguno de ellos ha conseguido igualar. Hasta entonces, disfrutad de este magnífico trabajo.

Aleix Besolí
Sobre Aleix Besolí 396 Artículos
Hey, has llegado al final del artículo, ¡gracias! Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas. También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.