Radiohead – Kid A: 20 años del proclamado mejor álbum de la década

Ficha técnica

Publicado el 2 de octubre del 2000
Discográfica: Parlophone Records / Capitol Records
 
Componentes:
Thom Yorke - Voz
Jonny Greenwood - Guitarra, teclado
Colin Greenwood - Bajo
Ed O'Brien - Guitarra
Philip Selway - Batería

Temas

1. Everything in Its Right Place (4:11)
2. Kid A (4:44)
3. The National Anthem (5:51)
4. How to Disappear Completely (5:56)
5. Treefingers (3:42)
6. Optimistic (5:15)
7. In Limbo (3:31)
8. Idioteque (5:09)
9. Morning Bell (4:35)
10. Motion Picture Soundtrack (3:21)

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Hoy cumple 20 años la arriesgadísima apuesta de los británicos Radiohead, el Kid A (2000). Y bien, ¡aquí estamos para celebrarlo! Quizás es uno de los discos más complicados de reseñar de la banda, no solo por el cambio de estilo sin previo aviso que marcó un antes y un después en su carrera musical, sino también por la intrincadísima composición instrumental que es casi indescifrable.

Vamos a ponernos en situación antes de empezar con el disco en concreto. Radiohead empezaron en 1992 con el lanzamiento del sencillo «Creep» (temazo que seguro habéis escuchado) y solían ser una banda de rock alternativo que pasó a la fama mundial por su tercer álbum de estudio, el OK Computer (1997). Está claro que después de hacer un álbum como ese, que para muchos de sus fans fue el culmen de su carrera, habría una tremenda presión hacia la banda, de hecho, fueron tan difíciles de sobrellevar esas expectativas que Thom Yorke (el cantante y principal compositor de la banda) sufrió una profunda depresión construyendo las canciones nuevas. Así fue como tardaron 3 años en sacar el divergente Kid A, y gracias al atrevido cambio en la perspectiva y el rumbo de Radiohead, fue proclamado mejor disco de la década por el periódico The Times, y las revistas Rolling Stone y Pitchfork Media.

En líneas muy generales, se podría decir que el Kid A es una conjunción de ritmos que componen una especie de sonido minimalista pero que en realidad no es nada minimalista y bueno, tampoco son solo ritmos. Si, ya lo sé, me estoy explicando fatal, pero si os ponéis a escucharlo, me entenderéis. Esta masterpiece del 2000 contó con las influencias del jazz, el krautrock, la música clásica del siglo XX, la música ambiental y la música electrónica. De hecho, los músicos tuvieron que experimentar como nunca con instrumentos con los que no estaban acostumbrados a trabajar, como por ejemplo los sintetizadores o las tecnologías de edición digital. Asimismo, tuvieron varias dificultades a la hora de grabar ya que era muy complicado conseguir el sonido deseado, pero bien, parte de esa experimentación fue lo que completó el álbum y consiguió sorprender a todos sus seguidores que esperaban más del estilo OK Computer.

Tanto la portada como el nombre de Kid A tienen un significado que va acorde con la filosofía del álbum: el título proviene del primer clon humano y la portada es el diseño, hecho por Stanley Donwood, de unas montañas nevadas pixeladas inspiradas en la Guerra de Kosovo (1999). Con ello, hacen referencia al futuro, las tecnologías, la experimentación y la degradación del planeta, que no solo aparecen en la parte física del disco, sino también en el clima que desprenden las canciones.

Con este álbum consiguieron demostrar al mundo entero que realmente no conocían a Radiohead y que podían ofrecer mucho más de lo que todos esperaban. Por esa misma razón, la crítica del Kid A fue bastante dispar. Cuando salió, estaban los que pensaban que era un álbum buenísimo y los que pensaban que era un álbum de relleno; aunque bueno, acabó encabezando las listas de diversos países, ahí lo dejo.

Dicho todo lo anterior, vamos con lo más transcendental del álbum, las canciones.

Abren con «Everything in Its Right Place», una canción algo triste que empieza con unas notas muy pegadizas y que sigue con la voz de Yorke editada de manera que llega a parecerse a una especie de agrupación de grillos en un verano caluroso (perdón por la comparación). Su voz se va haciendo cada vez más y más intensa a medida que avanza la canción y el fondo se vuelve cada vez más semejante al viento. Es una canción que parece casi una obsesión con repeticiones de sonidos que te interceptan, puedes llegar a darte cuenta de que casi no hay instrumentos reconocibles, se oye claramente un sintetizador, pero todo es tan abstracto que es puro ambiente. Creo que es una canción estupenda para iniciar el álbum, realmente es una muestra de lo que va a venir a continuación.

La segunda canción es «Kid A», que da nombre al disco. Aquí la edición es tan evidente que casi no se escucha a Yorke, se parece más a una especie de robot que se comunica en base a sonidos electrizados que a un humano. En ocasiones, la voz está como por debajo, en otras está algo más por encima, o incluso, como se puede apreciar en este caso, tan editada que no parece real. Las letras del álbum entero son terriblemente duras y desgarradoras, aunque están tan bien disimuladas que son complicadas de percibir. En esta canción, es brutal: «Standing in the shadows at the end of my bed. The rats and children follow me out of town», es casi que parece que no tenga sentido, aunque obviamente lo tiene. Vendría a ser como un sueño.

A continuación, viene «The National Anthem». Esta es quizás una de las canciones más osadas que corren por el Kid A, el riff de Greenwood al bajo del principio y la unión de la batería provocan la sensación de que estás escuchando algo más convencional, no obstante, no lo es. El riff no cesa y se le van añadiendo sonidos y más sonidos que se complementan con la voz lenta y solemne. De golpe todo es jazz caótico con un momento de trompetas, trombones y saxos sin sentido aparente, que no tienen nada que ver con lo que habíamos escuchado en los dos temas anteriores. Enseguida se suaviza la canción y los instrumentos de viento acompañados de la batería crean una tensión casi violenta. Una bestialidad, pero de las buenas.

Después del locurote de la canción anterior, sigue «How to Disappear Completely» que des del inicio parece la banda sonora de la introducción de una película. La voz es alta y clara, suena una guitarra suave de fondo que la sigue a bajo volumen. En este tema está posiblemente una de las letras más desesperanzadoras del álbum (después de la de «Motion Picture Soundtrack», a mi parecer), que se repite hasta que se desvanece: «I’m not here, this isn’t happening». He leído que esta frase vino de Michael Stipe, cuando Yorke le llamó para contarle que no podía aguantar la presión de la gira del Kid A. El final parece de película de terror, una canción que refleja perfectamente la pesadumbre de esos duros momentos.

De aquí llegamos a la mitad del disco y al tema que hará de pausa después de todo lo anterior, el instrumental «Treefingers», donde el ambiente lo es absolutamente todo. Esta canción te hace sentir que estás debajo del mar, te lleva a un lugar tan apacible y tranquilo que es casi como si pudieras respirar sin esfuerzo, como si se hubiera parado el tiempo y te hubieras quedado ahí en medio de la nada, en el relax más absoluto hasta llegar a la sexta canción, «Optimistic» (pero que no os engañe el título). Este es un tema duro que no veas, os dejo un trozo de la letra para que veáis que lo de optimista es más irónico que otra cosa:

«I’d really like to help you, man
I’d really like to help you, man
Nervous messed up marionettes
Floating around on a prison ship.»

La melodía de este tema tiene más de los Radiohead del pasado, aunque con variaciones destacables. La batería suena de fondo mientras las guitarras se acaban haciendo algo desagradables en su repetición, creo que no puede ser más representativo del falso optimismo del que nos hablan en la letra.

Llegamos a «In Limbo», que empieza con un sonido bastante indie que me recuerda a algunos temas de Alt-J. Enseguida suena la voz y una guitarra, así es como nos transportaran a ese universo particular del Kid A mientras describen con precisión cada uno de sus rincones. Y a ver, es verdad que la canción está en el limbo, en el limbo de abatimiento, sobre todo mientras el cantante proclama «I’ve lost my way, I’ve lost my way».

Y del limbo pasamos a «Idioteque», que es muy electrónica, con un ritmo fuerte y conciso en el que se nota la influencia de Aphex Twin y Autechre. Des de mi punto de vista, esta canción es bastante bailable (comparada con las demás, claro). La melodía fue compuesta por Paul Lansky, es alegre pero triste, no sé ni cómo se las apañaron para hacerme sentir tranquila pero preocupada a la vez. Es como que parece que no está pasando nada malo por el ritmo, pero la voz esconde algo peligroso. La letra explica una historia apocalíptica sin concretar demasiado, en la que los sucesos están divididos: primero hay una especie de guerra o catástrofe nuclear con frases como «I’ll laugh until my head comes off. I’ll swallow till I burst», y después algo parecido a una crisis climática, «Ice age coming. Throw it in the fire».

La penúltima canción es «Morning Bell», que empieza de la forma en la que acaba la canción anterior, pero con el añadido de un sonido de la batería golpeada por Selway que más adelante se complementa con el resto del tema y la voz cantando una letra muy melancólica. De hecho, no solo es triste, sino que se va volviendo más escalofriante a medida que se acerca al final. Y finalmente, la canción que cierra el Kid A es «Motion Picture Soundtrack», que, aunque sea la última del disco, fue compuesta antes de la conocidísima «Creep» del principio de la carrera de Radiohead. Es una canción de dolor y suicidio en una forma que podríamos describir como «bonita» con esos arpegios de fondo que aportan serenidad a los amargos sucesos explicados en la letra. Frases como «Red wine and sleeping pills» o «I will see you in the next life» describen la mentalidad de alguien ya no encuentra razones suficientes para seguir con vida.

Después de decidir las canciones que iban a poner en el Kid A y aclarar el orden de estos (algo que casi lleva a la separación de la banda), sobraron varios temas que formarían parte del álbum que vendría a continuación, el Amnesiac (2001).

Y hasta aquí la reseña de uno de los álbumes más artísticos y creativos del panorama musical y que ha servido de influencia para muchas otras bandas posteriores. Para concluir, añadiré que este es un álbum de esos que requiere de más de una escucha (y de dos) para llegar a comprenderlo. Es muy probable que, a quien no le vaya el estilo indie/electrónico, nunca llegue a gustarle demasiado, pero realmente vale la pena darle una oportunidad. La extravagancia del sonido mezclada con el desánimo que arrastran cada uno de los temas, hacen de este disco la descripción más cruda y realista del sentimiento de la banda en esos momentos, en definitiva, una obra de arte.

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Sobre Irene Vernedas 86 Artículos
Mi nombre de fotógrafa es BlackSpell Coven porque Irene era demasiado poco metal.
Normalmente hago fotos de bolos y festivales, pero si quieres una sesión o un book de tu perro, ¡te lo dejo a buen precio!