Helloween – Better Than Raw: Un cuarto de siglo de las calabazas más crudas

Ficha técnica

Publicado el 4 de marzo de 1998
Discográfica: Castle Communications
 
Componentes:
Andi Deris - Voz
Michael Weikath - Guitarra
Roland Grapow - Guitarra
Markus Grosskopf - Bajo
Uli Kusch - Batería

Temas

1. Deliberately Limited Preliminary Prelude Period in Z (1:44)
2. Push (4:48)
3. Falling Higher (4:48)
4. Hey Lord! (4:08)
5. Don't Spit on My Mind (4:26)
6. Revelation (8:23)
7. Time (5:44)
8. I Can (4:41)
9. A Handful of Pain (4:49)
10. Laudate Dominum (5:11)
11. Midnight Sun (6:21)

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Hay cierta controversia sobre la fecha de publicación del disco que hoy rememoramos. Algunos dicen que se lanzó el 14 de abril, otros que el 4 de marzo. Al final, y por un tweet de la banda, decidimos sacar esta reseña cumpleañera hoy, no vayamos a ofender a las calabazas. Pero, por si acaso, queda dicho este desajuste de fecha.

25 años, ¡un puto cuarto de siglo! Tendría yo 19 añitos cuando mi banda de cabecera volvía a reafirmarse tras su casi muerte con aquél interludio que va desde el Keeper 2 hasta el Master of the Rings (1994). Recuerdo leer revistas de la época (todos sabemos cuáles) y, en todas sin excepción, mencionaban lo increíble que era que los de Hamburgo sacasen este discazo cuando, unos años antes, casi habían desaparecido. Entonces, ¿es un discazo? Allmusic le da 4 estrellas sobre 5 posibles, igual que Discogs. En Metal Archives la nota más baja que he visto es de 81 sobre 100 y en Rate Your Music vuelven a las cuatro estrellas sobre 5. Así pues, podemos concluir en que, efectivamente, es un discazo, igual que todo lo que sacaron con Deris hasta el The Dark Ride (2001). Esto último sí es opinión personal.

Recuerdo quedar fascinado por la portada, tan alejada a lo que nos tenían acostumbrados. Aquella bruja sexy distaba mucho de los encapuchados que tanto habían aparecido y ponía el foco, de nuevo, en una de las señas de identidad de Helloween: la diversión. Pero es que el layout iba más allá, mostrando unas calabazas, en el libreto, que eran la caña. Tanto que hasta llevo una tatuada en mi pierna izquerda, la boxeadora del «I Can». Recuerdo, también, quedar un poco noqueado al principio, pues aún guardando su estilo innegociable, este lanzamiento mostraba ciertos tintes que, anteriormente, estaban bien guardados y que temas como «Revelations» o «Push» ponen de manifiesto. Como será que, al principio, pensé que la segunda de las mencionadas estaba inacabada. Inocente de mí…

Músicalmente, más allá de lo dicho, este disco es la perfecta unión entre lo que fueron y lo que serían. Tiene la melodía que les carcateriza, la rabía que empezaron a demostrar con el Master y se empieza a vislumbrar la oscuridad que se adueñaría de las calabazas en el mencioando Dark Ride. Helloween sabía que, por aquél entonces, no podía jugar la liga de la felicidad con plenas garantías, entre otras cosas porque su vocalista no era tan happy, así que la reinvención era necesaria. Quizá, al estar entre dos bestias como Time of the Oath (1996) y el oscurito, este álbum pase algo inadvertido, pero como veremos, el álbum tiene suficientes cartas ganadoras como para que no le arrinconemos.

La cosa empieza extraña con la intro de nombre irrecordable «Deliberately Limited Preliminary Prelude Period in Z «, obra del batería Kusch. La primera vez que la escuché fue un WTF. ¿Qué leches era aquello? Y es lo que es, un corte que da paso al primer tema per se, el ya mencionadio «Push». Hace 25 años era un FF de manual, pero ya hace 24 que gana enteros, y hoy, tras escucharla, aún más. Me parecía una canción desmontada, desde el mismo inicio. Sí, parece un batiburrillo, pero con las escuchas se convierte en un temazo que, tristemente, ha sido olvidado. Aquí la agresividad de la que hemos hablado se hace palpable, especialmente en las estrofas y en las guitarras, y desenmboca en un estribillo que, apuesto, nos dejó a todos muy descolocados. Pero oye, ya está bien que un tema power, que suele ser sota, caballo y rey nos descoloque. Más tradicional es «Falling Higher», pero no por ello menos temazo. Siempre le he tenido mucho cariño, y me entristece que no haya pasado el corte del tiempo. La melodía inicial, muy bien secundada por la sección rítmica, es para corearla en directo (que no recuerdo si tocaron en aquella gira con los Maiden). El estribillo es puro Helloween, ¡qué maravilla!. «Hey Lord» se asoma como un medio tiempo algo más experimental y rockanrolero, mucho menos Helloween que casi cualquier otro tema del disco y con sabor a hard rock americano. Siempre me pareció un tema curioso.

Y si hablamos de temas poco convencionales, «Don’t Spit on My Mind» se lleva la palma. Cuando salió el disco no me gustaba ni siquiera un poquito, y aún hoy me sorprende bastante. Aún sonando a Helloween, suena mucho a otras bandas (¿Ozzy? ¿Black Sabbath? No estoy seguro). Prefiero no dar más opinión y que seais vosotros los que digáis lo que os parece. Y esa honda más alejada al power tradicional nos llega «Revelations», que diría que puede tener algo, solo algo, de thrash en ella. Vuelve a ser un tema que, cuando salió, me hizo mirar raro al grupo, pero que gana con las escuchas. Helloween tienen, al menos, dos caras, y este tema representa muy bien una de ellas. En «Time» es el bajo de Grosskopf el que se adueña de la atmósfera. Vuelve a ser un tema extraño, muy poco del grupo. No sé si decir que empieza como balada o medio tiempo, pero va ganando intensidad y majestuosidad a medida que el metraje avanza, hasta convertirse en una pieza de «power rock» (término que me acabo de inventar, creo) muy curiosa.

La normalidad, si eso es algo, llega con el primer single. «I Can» tiene todo lo que el estilo necesita: melodía, buenrollismo, letra desafiante y pegamento en cada una de sus notas. El inicio, con el hi hat a mil y el punteo de guitarra es tremendo, y el estribillo resuena por todo lo alto cada vez que la tocan en directo. El videoclip, aunque cutre, es una buena muestra de lo que es el grupo. Volvemos a esos tonos más experimentales y un poco depresivos, casi savatagianos, con «Handful of Pain». Si escuchas la voz del principio sin saber quien es, apuesto a que no adivinarías que se trata de Helloween. Nada mal, pero en 1998 me descolocó un  huevo.

Más directa, agresiva y sorpresiva es «Laudate Dominum», un padre nuestro a doble bombo. La batería incial es tremenda, y la guitarra muy loca. Deris parece poseído, a pesar del tema del que trata, pero al final tiene un regusto feliciano muy bueno. Recuerdo estar en casa de mis padres, con la visita de un cura amigo suyo, y estar traduciendo la letra, todos muy sorprendidos por encontrar semejante alegato cristiano en un grupo de heavy metal (ellos, no yo). Y así, pasito a pasito, llegamos al final con uno de los temas más destacados, sino el que más: «Midnight Sun». Es como si todo lo que había hecho el grupo desde sus inicios se concentrase en este temarral de la vida: melodía, agresividad, pomposidad, grandilocuencia y senillez. Guitarras del copón y una base rítmica apoteósica, este último corte lo tiene todo, y a pesar de ello, es otra de esas canciones que se ha olvidado, incomprensiblemente. De hecho, ¿la llegaron a tocar en directo? Colofón de oro al disco.

25 años son muchos, y pueden dejar a un disco que te pareció genial en la ignomia. Pero no es el caso. De los Helloween clasicos, diría que es el que mejor ha envejecido. No porque sea mejor o peor que otros, sino porque tiene elementos que hace un cuarto de siglo eran impensables, y que hoy, en 2023, ganan en interés. ¡Muchas felicidades, calabazas!

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 381 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.