Dark Tranquillity – Moment

Nuestra Nota


9 / 10

Ficha técnica

Publicado el 20 de noviembre de 2020
Discográfica: Century Media Records
 
Componentes:
Mikael Stanne - Voz
Chris Amott - Guitarra
Johan Reinholdz - Guitarra
Anders Iwers - Bajo
Anders Jivarp - Batería
Martin Brandström - Teclados

Temas

1. Phantom Days (4:01)
2. Transient (4:11)
3. Identical to None (3:42)
4. The Dark Unbroken (4:55)
5. Remain in the Unknown (4:41)
6. Standstill (4:11)
7. Ego Deception (4:21)
8. A Drawn Out Exit (4:01)
9. Eyes of the World (3:51)
10. Failstate (3:21)
11. Empires Lost to Time (4:10)
12. In Truth Divided (4:41)

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Supongo que a estas alturas nadie esperará que los suecos Dark Tranquillity publiquen un disco mediocre. Es más, los que los conocéis bien probablemente ni tan siquiera os conformaríais con un disco sencillamente aceptable. Porque con una carrera brillante que abarca más de treinta años y en la que ni uno solo de sus trabajos baja (en mi humilde opinión) del notable alto, la banda liderada por el encantador Mikael Stanne se ha ganado sobradamente la reputación y la responsabilidad de la que goza entre la exigente comunidad metálica, que no es otra que la de ser una de las agrupaciones más elegantes, sólidas, queridas y fiables de las que hemos podido disfrutar en estas últimas dos o tres décadas.

Este nuevo Moment, como ya debéis suponeros (y si no os lo suponéis ya os lo explicaré con detalle un poco más abajo), no desentona para nada dentro de su impoluta trayectoria, más bien al contrario. En esta doceava entrega, el magnífico sexteto de Göteborg nos ofrece otra exuberante dosis de todo lo que amamos de ellos, adentrándose aún más en la senda que han ido pavimentando en sus trabajos más recientes y sintetizando con inspiración y coherencia toda la sabiduría y la madurez que han acumulado a lo largo de su carrera.

Por si estos tíos no fueran suficientemente buenos en una valoración objetiva, Dark Tranquillity siempre ha sido, además, una de las bandas de mi vida. Desde mi tierna adolescencia hasta hoy mismo podría recapitular una buena serie de momentos en los que esta banda y yo hemos estrechado vínculos de forma realmente intensa, pero como muestra, me limitaré a comentar que cuando hace unos años me animé a crear una revista online de rock y metal, y tras extensos y algo frustrantes brainstormings en busca de un nombre apropiado, ésta acabó bautizada como una canción suya (la canción, por si necesitáis más pistas, se llama “The Science of Noise” – y la revista pues eso… – ). Así que mis ansias, expectativas e ilusión ante cada uno de sus nuevos trabajos es siempre máxima. Y mi subjetividad, claro, también.

En sus trabajos más recientes la banda ha demostrado un nivel altísimo y ha certificado encontrarse en una época realmente dulce de su carrera. El último de ellos, publicado hace ya cuatro largos años, fue el brillante Atoma, un álbum que tanto la crítica como el público recibió con elogios unánimes y efusivos y que se convirtió, quizás, en el disco más exitoso de la carrera reciente de los suecos. En lo personal se trata de un disco que me encanta y que he llegado a trillarme hasta el mayor de los absurdos (tanto, que según mi fiel amigo last.fm es el cuarto disco que más he escuchado en los últimos ocho años – también me doy cuenta que Dark Tranquillity ha sido la cuarta banda más habitual en mis auriculares en todo este periodo – ), así que de este nuevo disco no me esperaba otra cosa que no fuera un discarral.

Aunque los suecos han gozado de una carrera notablemente estable y admirablemente coherente tanto en lo musical como en lo personal, este Moment no supone un simple eslabón más en su trayectoria. Al contrario, el reemplazo de sus dos guitarristas de siempre y la entrada de Chris Ammott y Johan Reinholdz en las filas de la banda es el cambio de formación más bestia que nunca han tenido que experimentar. Es verdad que Martin Henriksson (que, por cierto, hasta entonces había sido su principal compositor) ya abandonó Dark Tranquillity en 2016 y que aunque Niklas Sundin grabara todas las guitarras de Atoma ya llevaba bastante tiempo sin salir de gira y algo desvinculado del día a día de la banda, pero ésta es la primera ocasión en la que los suecos entran al estudio sin ninguno de sus dos guitarristas originales (y, ambos, miembros fundadores de la banda), lo que supongo que debió suponer un cambio bastante serio en las dinámicas de trabajo de un grupo que ya lleva más de treinta años en esto.

No me queda del todo claro hasta qué punto los dos nuevos guitarristas han sido partícipes de la composición de este disco, pero lo cierto es que, lejos de que su entrada haya supuesto ningún tipo de revolución, lo que encontramos aquí suena 100% a Dark Tranquillity. Quizás el hecho de que ambos lleven ya tres años girando con la banda haya ayudado a interiorizarles el espíritu DT, pero tampoco podemos obviar que, a pesar de que sobre el escenario no sean particularmente carismáticos ni excitantes, se trata de dos músicos de calidad indiscutible y una trayectoria amplísima en la que han demostrado saber adaptarse a varias bandas y estilos de la esfera melodeath.

Chris, por si hace falta recordarlo, es el hermano pequeño de Michael Ammott, al que acompañó en las filas de Arch Enemy desde su fundación en 1996 hasta la publicación de Khaos Legions en 2011. Tras un par de discos con los resucitados Armageddon, en 2017 entró en Dark Tranquillity de forma temporal y ahora se ha hecho con un lugar permanente en la banda a pesar de residir habitualmente en Estados Unidos. También su compañero Johan Reinholdz, a pesar de contar con un perfil algo más bajo, tiene una carrera interesantísima al frente de bandas como Andromeda (un bandón de metal progresivo con toques power que os recominedo muy encarecidamente), NonExist (al lado precisamente de Johan Liiva, vocalista original de Arch Enemy) o Skyfire.

Aunque se haya desvinculado de la banda a nivel musical, Niklas Sundin ha vuelto a encargarse de toda la propuesta gráfica tal y como ha venido haciendo desde casi siempre (creo que las únicas portadas que no diseñó él fueron las de The Gallery y de The Mind’s I). En esta ocasión, tanto la portada como el artwork que la acommpaña me parecen brillantes y especialmente descriptivos del concepto que la banda quire transmitir con este Moment. La idea tras este título y que se vé explorada en muchas de las canciones de encontraremos aquí es que cada momento de nuestra vida supone una oportunidad para cambiar nuestro futuro, de sentir una revelación que nos haga entender las cosas de forma distinta y de, en definitiva, convertirse en un punto de inflexión en nuestro camino personal. Y la portada nos muestra precisamente ese instante, ese momento en el que somos capaces de aislarnos de todos los condicionantes externos para adquirir una visión más completa y más cierta de la situación en la que nos encontramos. Un concepto sencillo pero en mi opinión muy poderoso e incluso relevante en estos tiempos que corren.

Entiendo que a algunos de los fans más old school les dé un poco de pena que las nuevas producciones de la banda (y así es ya desde hace unos cuantos años) no se parezcan demasiado a lo que hacían en sus orígenes y que en directo parezcan sentirse cada vez menos identificados con esos discos primigenios, pero a mí la propuesta de los Dark Tranquillity contemporáneos me parece tan o más maravillosa que lo que nos ofrecieron con The Gallery y allegados. Es cierto que ahora lo suyo ya no se parece demasiado al death metal melódico al uso que ayudaron a crear y del que, en parte, renegaron bastante pronto (al igual que hicieron, de diversas maneras, tanto In Flames como At the Gates), pero su evolución y el sonido de su madurez me parecen contener el equilibrio perfecto entre esa esencia original y la mezcla entre agresividad controlada y melancolía sensible que tan bien les caracteriza a día de hoy.

Si habéis tenido la oportunidad de escuchar los tres singles de adelanto del disco (“Phantom Days”, “Identical to None” y “The Dark Unbroken”) ya contáis con bastantes pistas de por dónde va a ir la cosa en lo musical, algo que tampoco supone una gran sorpresa respecto a lo que podríamos esperar a priori de este trabajo. Estilísticamente, estas canciones vienen a resumir un poco el espectro estilístico que vamos a encontrar aquí y que, como siempre, mezcla caña con oscuridad, sensibilidad, esperanza y melancolía. Lo bueno es que las otras nueve canciones que completan el disco son fácilmente igual de buenas que los adelantos, así que lo que tenemos enfrente acaban siendo 45 minutos deliciosos de música con toda la esencia que convierte a Dark Tranquillity en la banda extremadamente respetada y querida que es a día de hoy.

A primera vista, este Moment me pareció un disco en general más cañero que lo que nos ofrecieron tanto Construct como Atoma. A la vez, mientras el primero de ellos era más oscuro y el segundo más luminoso, éste se situaba en una especie de término medio. Las repetidas escuchas a las que me he sometido durante estas últimas semanas me confirman más o menos estas primeras impresiones, pero con algunos matices. Lo que es cierto es que el abanico de emociones que podemos experimentar aquí es un poco más amplio sin llegar a salirse nunca de lo que tan bien saben hacer y tan bien conocemos de ellos, de forma que este navegar en todo momento por su propia familiaridad ha hecho que no me haya costado nada interiorizar el disco y vivirlo como si llevara años escuchándolo. Moment supone una pequeña evolución que se produce sin necesidad de inventar nada realmente nuevo, pero la cantidad de temazos que contiene y la emocionante brillantez que emana de casi todos sus surcos hacen que esa invención que a veces se le pide a algunas bandas se antoje como algo totalmente irrelevante en este caso. Lo importante es que la fórmula sigue perfectamente vigente y continúa siendo capaz de emocionarnos disco tras disco.

La inicial “Phantom Days” fue también el primer adelanto de este álbum que llegó a nuestras orejas, y ese puñetazo de energía no exento de melancolia y delicadeza que ya nos impactó entonces también sirve para insuflar todo el vigor e ímpetu posible a los primeros compases de Moment. Se trata de un himno clásico e inequívocamente DT cuyo espíritu me recuerda vagamente al de “Terminus… Where Death is Most Alive” que seguro que ha encandilado con bastante facilidad a la mayoría de fans de la banda. De hecho, si hay un tema que tiene todos los números de haber llegado para quedarse, por ascendencia, por posición, por promoción, por relevancia y por calidad, es sin duda éste.

“Transient” es otro temarral incontestable, repleto de melodía y de agresividad y capaz de construir una atmosfera especial gracias a sus excelentes y afiladas guitarras, a un bonito solo firmado por el pequeño de los Ammot y a un estribillo particularmente infeccioso. Para estribillo infeccioso, de todas maneras, el de un “Identical to None” que supongo que todos ya habréis escuchado (y disfrutado) y que constituye uno de los cortes más motivantes y pegadizos de todo el disco, con esas guitarras entrecortadas y ese combinación casi alquímica entre las melodías dobladas y la voz de un Mikael Stanne que, de momento y curiosamente, sólo hemos escuchado en su vertiente rasgada y agresiva. Sin duda, uno de mis cortes favoritos en este momento.

“The Dark Unbroken” es un tema eminentemente melancólico a pesar de que hay algunos pasajes en los que se deja ir hasta llegar a descantillarse bastante. Alternando patrones más bien canónicos del death melódico con pasajes limpios en los que el señor Stanne logra encandilarnos una vez más con la inigualable calidez de su voz, esta canción es otro de los puntos álgidos de esta primera mitad del disco. Con la preciosa “Remain the Unknown”, por su parte, tengo un pequeño problema, y es que a pesar de que por separado tanto la estrofa y su deliciosa melodía como el agresivo estribillo me gustan mucho, el puente de enlace entre ambos (esa bajada de tono acompañada por la frase “let it be revelation”) me chirría y me decepciona ligeramente cada vez que la escucho. Y es una pena que no haya conseguido acabar de superar este pequeño detalle, ya que por lo demás me parece un temazo totalmente memorable, quizás incluso de los más adictivos del disco (que ya es decir).

Continuando con la pequeña bacanal de atmosferas melancólicas y estribillos memorables que es este disco, la entretenida “Standstill” sigue convenciéndome y contiene además un solo de una tonalidad muy Arch Enemy (algo inevitable viendo quién está al cargo de las seis cuerdas, supongo) que tira para atrás. Cruzamos el ecuador del disco con la magnífica “Ego Deception”, otro tema mayormente agresivo y deliciosamente melodeath que me da la sensación de tener escuchado desde hace tiempo (digo eso como algo positivo, ojo). En esencia vuelve a recordarme un pelín a la potencia de “Terminus”, al menos hasta que la deliciosa y cálida voz de el señor Mikael Stanne nos sacude y nos desarma con un par de melodías verdaderamente maravillosas. La verdad es que es increíble ver como este tío es capaz de alternar en un simple par de segundos entre los berridos más viperinos y la delicadeza más dulce, sutil y melindrosa, certificando una vez más que se trata de uno de los vocalistas extremos que más y mejor sabe transmitir todas los matices del género.

“A Drawn Out Exit” es otro temarral como la copa de un pino que viene precedido por una intro genial y que por momentos transcurre por vertientes bastante distintas a las del resto del disco, sirviéndose de algunos toques góticos y casi vampíricos. Aún así, a menudo recurre de vuelta a los derroteros más convencidos del melodeath, convirtiéndose en otro pequeño himno del estilo. La fórmula se repite de nuevo en “Eyes of the World”, pero a pesar de que los patrones básicos a base de guitarrazos melódicos pero agresivos y de progresiones vocales limpias y evocadoras no varían demasiado de canción a canción, ese abanico común de recursos sirve para expresar una pléyade de emociones distintas con sorprendente fidelidad, resultando en que cada canción posea su propio color y personalidad sin que yo sea capaz de expresarlo exactamente con palabras. La directa, agresiva y motivante “Failstate” es otro himno inconstable que me encanta y me parece una de las grandes tapadas del disco gracias a su magnífico estribillo y a la potencia de sus riffs, mientras que una nueva melodía memorable marca de la casa sirve como base para construir aún otro temarral (¿y cuál no lo es?) como es “Empire Lost to Time”.

Para acabar de poner la guinda al pastel, el final con “In Truth Divided” es sencillamente precioso. Alternando un aire inequívocamente doom (¿escucho incluso un poco de Paradise Lost en algunas notas y progresiones?) con una presencia intensa de sintetizadores y toques synthwave, la inigualable voz melosa y melancólica de Mikael brilla con especial intensidad y nos guía por el tema más suave y sensible de todo el disco. Un final de altura para un discarral impecable y sin un segundo de relleno capaz de sacarte una sonrisa de felicidad y que sigue cimentando la leyenda y el aura de infalibilidad alrededor de una banda que, a pesar de no haber llegado nunca a alcanzar el éxito entre las masas metálicas que probablemente se merecen, sigue asentada en un lugar de absoluto privilegio en el paisaje musical alternativo de los últimos tiempos. Dark Tranquillity confirman de nuevo que son un bandón espectacular, y con este discazo se sitúan como candidatos evidentes (como casi siempre que publican algo nuevo) a disco de este año 2020.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.