Crónica y fotos del concierto de A.A. Williams + Kalandra + Lys Morke - Sala Salamandra (L'Hospitalet de Llobregat), 23 de noviembre de 2023

Aunque quedaron lejos de hacerlo, A.A. Williams y Kalandra demostraron potencial y clase de sobras para llenar Salamandra más pronto que tarde

Datos del Concierto

Bandas:
A.A. Williams + Kalandra + Lys Morke
 
Fecha: 23 de noviembre de 2023
Lugar: Sala Salamandra (L'Hospitalet de Llobregat)
Promotora: Madness Live! / NMC Live
Asistencia aproximada: 250 personas

Fotos

Fotos por Josep Maria Llovera / iMago Mei

A estas alturas de la película ya me faltan dedos en las manos para contar las bandas que hoy me encantan y que en su día conocí a través de alguna edición u otra del AMFest. A.A. Williams fue la última de ellas, quedándome absolutamente prendado de ella tras verla en ese encapotado domingo por la tarde de la edición de 2022. Sé que la inglesa había publicado ya un par o tres de discos que le habían granjeado un nombre y un hype más que merecido para esos entonces, pero como uno no puede estar a todas, no fue hasta ese momento que sucumbí finalmente a su magia y me metí de lleno en su discografía, confirmando inmediatamente que su música es capaz de conectar con extrema facilidad con la mayor parte de mis terminaciones nerviosas.

Por ello, y porque ese día ni las condiciones ambientales ni lumínicas fueron del todo idóneas para que todas las virtudes de la artista británica brillaran como se merecen, tenía este concierto de hoy como una de las fechas más rotundamente estelares de mi poco tupido (todo hay que decirlo) calendario conciertil de otoño. Y por si fuera poco, la podría ver acompañada de una de las más excitantes nuevas sensaciones que nos presenta el siempre excitante panorama escandinavo actual: unos Kalandra que siguen creciendo y acaparando elogios con su particular revisión modernizada del folk nouego más tradicional. A principios de este mismo año ya los pude ver abriendo para Leprous en la Sala Apolo, pero las circunstancias de hoy y su categoría de co-cabezas de cartel hacían presagiar un concierto probablemente memorable. Y, (spoiler alert), asi fue.

Lys Morke

Mis previsiones de la tarde no daban un duro para que pudiera llegar a primera hora, pero al final los astros se alinearon milagrosamente para verme entrar por la puerta de Salamandra unos pocos minutos antes de que la heroína local Lys Morke se subiera al escenario. Ese breve lapso de tiempo me sirvió para echarle un tranquilo vistazo a la sala, hoy en formato reducido con el puesto de merch dentro de la zona principal y las minúsculas gradas a la izquierda del escenario, y confirmar mis temores de que el recinto hospitaletense se iba a encontrar probablemente en una liga distinta a la del cartel de hoy. Aún así, y asumiendo desde un primero momento que íbamos a estar más bien en familia, lo cierto es que es un gustazo que bandas que suenan tan bien puedan disfrutar (bien, que nosotros podamos disfrutar) de unas condiciones de sonido tan impecables e infalibles como las que suele ofrecer esta sala, siempre prístina en este sentido.

A las siete y media en punto, Irene Talló hizo aparición en escena ataviada con un llamativo vestido de lentejuelas que brillaba profusamente a cada cambio de tonalidad que aportaban los oscuros y sombríos focos traseros. A su lado, su ex-compañero en Obsidian Kingdom Jaime Díaz Otero acompañaba el sintetizador y la voz de nuestra protagonista aporreando un drum pad y un plato altamente microfonado y procesado. Tras haber sido guitarrista y figura muy responsable del sonido y la evolución de los ya mencionados Obsidian Kingdom algunos (no tantos) años atrás, Irene se lanza ahora a por una propuesta eminentemente electrónica que, si bien es cierto que puede encajar en espíritu tanto con el resto de bandas de hoy como en la escena alternativa barcelonesa actual, está en un plano totalmente distinto si nos tenemos que centrar en lo estrictamente musical.

Con el apoyo de constantes proyecciones muy acordes a la música y con un sonido duro, crudo y por momentos altamente opresivo que alternaba la pesadez mas áspera con la caña mas bailable (e, incluso, con algún ritmo tirando a reggaetonero), Lys Morke dio un concierto visual y sónicamente intenso, original y valiente en su concepto e impecable a nivel de ejecución y entrega ante un público que en gran parte la conoce y la aprecia pero que, para ser sinceros, no tengo del todo claro que acabara de conectar con lo que vio sobre el escenario. O eso, por lo menos, es lo que me ocurrió a mí. Una descarga interesante y sin duda creíble, pero cuya esencia se encuentra lejos de lo que suele hacerme vibrar.

Kalandra

Echando un vistazo alrededor, creo que es evidente que los noruegos Kalandra generaron bastante más expectación que la teórica cabeza de cartel de hoy (digo teórica porque, a pesar del orden de actuación y del tamaño de los logos, estrictamente la cabecera era compartida entre A.A. Williams y el cuarteto liderado por Katrine Stenbekk). Aún siendo así, al borde del inicio de su concierto no conté mucho más que un par de centenares de personas esparcidas a lo largo y ancho de la sala. Está claro que se trata de dos bandas aún relativamente jóvenes (tanto unos como otros publicaron su primer larga duración hace poco más de tres años), pero no es muy arriesgado augurar que sus propuestas poseen la suficiente dosis de calidad, de originalidad y de appeal comercial como para que, a la que a alguien se le ocurra exponerlas a las masas, resulten atractivas y puedan arrastrar a una cantidad mucho mayor de público.

Si nos lo miramos de forma puramente egoísta, claro, es todo un lujo poder disfrutar de un concierto como éste casi al borde del escenario y sin ningun tipo de apretujones, de forma que cuando los cuatro miembros de la banda (todos ellos jóvenes y atractivos como ellos solos) se subieron silenciosamente al escenario para arrancar con las primeras notas de su concierto, la totalidad de los presentes pudimos conectar visualmente con ellos con absoluta facilidad.

Si bien por estos lares Kalandra no son aún muy conocidos, lo cierto es que el mercado escandinavo en general y el noruego en particular los lleva abrazando con efusividad desde hace ya un tiempo. Su participación en la banda sonora del videojuego Kingdom Two Crowns les acabó de dar un extra de popularidad, y fue precisamente su “Helheim” el que sirvió para dar el pistoletazo de salida a la descarga de hoy entre voces angelicales a cappella y suaves guitarras tocadas con el arco de un violín. Esta larga y bonita intro vikinga nos puso rápidamente en situación con un sonido delicado y repleto de sensibilidad y un indudable magnetismo escénico personal (desde el elegante vestido negro y decimonónico de la pelirroja Katrine hasta el sombrero y las cuidadas barbas de sus dos escuderos), cosa que hizo innecesario cualquier tipo de atrezzo para decorar el escenario.

Porque por encima de todo, lo que hace que estos chavales apunten tan alto es sencillamente la brillantez de su música, y no necesitan de especiales efectos para que ésta se incruste impietosamente en tus entrañas. En su propuesta mezclan con total naturalidad el folk nórdico, el alt pop, el rock alternativo y progresivo y detalles mucho más chill como en la siguiente “Slow Motion”, que a mí me da ciertos aires a Massive Attack y a bandas de pop electrónico noruego de principios de los noventa, y cuyo magnífico crescendo nos agarró bien fuerte para ya no soltarnos hasta que se bajaron del escenario al cabo de un rato. “Naive”, en cambio, comienza con ritmos que me recuerdan a los Leprous mas recientes, y en realidad toda la canción acaba yendo por unos derroteros en los que la voz de Einar Solberg no habría quedado del todo antinatural.

Mención especial, por cierto, merecen un par de chavales que se colocaron en primera fila y que (sobre todo ella) disfrutaron del concierto con más entrega que nadie. A primera vista su pinta de traperos urbanos les hacía parecer totalmente fuera de lugar, y si os soy sincero durante los primeros minutos me irritaron cosa mala entre aullidos varios y aparentes afanes de protagonismo que no se corresponden con el código de conducta habitual de este tipo de conciertos. Pero a medida que iba avanzando la cosa, resulta que la chica se sabía todas las canciones e incluso rompió a llorar de emoción más de una vez, con lo cual me resultó imposible no acabar celebrando el hecho de que una banda como Kalandra sea capaz de conectar a tal nivel con gente que, en teoria, no parece pertenecer al circulo social mas obvio al que uno asocia a los aficionados a este estilo.

El concierto avanzaba a un nivel altísimo y rebosaba matices por todos lados (“The Waiting Game” me suena incluso algo a Rosalia, mirad que os digo), pero si hubo un punto de inflexion que hizo que los genitales se nos cayeran al suelo en masa fue sin duda la espectacular rendición de “Borders”, un tema que Katrine escribió tras un viaje a Islandia y que, a pesar de haberlo escuchado muchas veces en disco, aquí me me despertó sensaciones aún desconocidas, me puso literalmente la piel de gallina y me dejó sin aliento y al borde de las lágrimas. Una oda a la inmensidad de la naturaleza que la vocalista noruega interpretó casi en solitario, bordó insultantemente y exudó emoción, sensibilidad y preciosidad a un nivel que no soy capaz de describir. Para mí, éste fue sin duda el momento álgido de la noche, y por ello me tuvo hasta el lunes siguiente canturreando esta canción en bucle enfermizo. Menudo momentazo y menudo temarral.

Lo normal tras semejante brutalidad es que necesitáramos un par de temas para asimilar y descomprimir emociones, pero lo cierto es que la banda siguió adelante con su tremendo repertorio y consiguió que ni la intensidad ni la emotividad bajaran ni un ápice. La guitarra acústica es la auténtica protagonista de la bonita “Virkelighetens Etterklang”, el primer tema en noruego que interpretaron hoy y que certificó que la gente estaba cada vez más entregada con los derroteros del concierto. Incluso respondieron con sorprendente pasión a una especie de jam que se marcaron con un cuerno trompetero muy vikingo y que acabo en apoteosis jazzística. Estos minutos sirvieron para que Katrine descansara un poquito y para que el resto de miembros de la banda se lo pasaran bien entre sonrisas distendidas.

Tras tres cortes más bien calmados, la progresiva “Ensom” sirvió para subir de nuevo las revoluciones y acabar con una buena dosis de caña y de distorsión que me recordó un poco a los Anathema de este siglo. Tras ella, Katrine nos explicó que guarda un muy grato recuerdo de Cataluña, y que incluso hace unos años tuvo una experiencia altamente espiritual durante una caminada por Montserrat. Ante la indiferencia generalizada del público, se disculpó tímidamente porque asumió que la razón que nadie la entendiera era su mal inglés, y pasó a interpretar la íntima “It Gets Easier”, un tema muy etéreo que puede llegar a evocar algo a la música de Lana del Rey.

Mucha gente escuchó por primera vez a Kalandra gracias a su versión del “Helvegen” de sus compatriotas Wardruna, así que su severa, épica y ritual interpretación a dos voces fue sin duda uno de los momentos más destacados de la noche. Tras ella y sus ovaciones asociadas, el anuncio de que iban a tocar un tema nuevo creó mucha expectación, y la verdad es que “Bardaginn” es un temazo muy potente y metalero que muestra excitantes nuevos matices en la música de la banda y que sacudió sorprendentemente a todo el mundo. Si como parece su nuevo disco va a ir por ahí, la cosa apunta verdaderamente interesante.

Tras una hora exacta de concierto, la banda demostró el por qué la preciosa, bailonga y energética “Brave New World” es su tema más conocido y celebrado. Esta canción abarca casi todo lo bueno que es capaz de ofrecer esta banda, y va desde la dulzura a la fuerza desbocada y empoderante trazando un irresistible baile feérico de profundas raíces nórdicas. Tras su interpretación fueron despedidos con loores generalizados, y la verdad es que no fue para menos, ya que su concierto me pareció verdaderamente de traca y mocador. Oiremos a hablar de esta gente, vaya que sí.

Setlist Kalandra:

Helheim
Slow Motion
Naive
The Waiting Game
Borders
Virkelighetens Etterklang
Goat horn jam
Ensom
It Gets Easier
Helvegen
Bardaginn
Brave New World

A.A. Williams

Nunca es fácil salir al escenario tras un concierto del nivelazo del que ofrecieron Kalandra, y yo mismo necesité cierto tiempo para recomponerme tras todas las emociones vividas unas minutos antes. Y aunque la sola presencia de la elegantísima y luminosa “A.” que ocupaba la parte posterior del escenario me levantó un cosquilleo de emoción, lo cierto es que tardé tres o cuatro temas en acabar de meterme del todo en la descarga de A.A. Williams. Eso sí, cuando me metí, lo hice a lo bestia.

Me dio la sensación que ahora estábamos un poquito más anchos aún, así que imagino que una fracción de la gente que estuvo viendo a los noruegos se largó una vez terminado su concierto. Eso fue una pena, por supuesto, y no solo por la inherente falta de respeto que veo en despreciar de esta manera una banda del calibre de la que nos ocupa, sino porque también pienso que a pesar de que ambas propuestas sean esencialmente muy distintas, cualquier fan de Kalandra habría sido perfectamente capaz de disfrutar de la taciturna sensibilidad que emana de la música de la vocalista inglesa.

Porque si el concierto de los noruegos había transcurrido entre luminosas y accesibles luces frontales de color blanco blanquísimo, ahora el escenario se empapó de oscuridad para dar la bienvenida a A.A. y a los dos músicos que la acompañaban. Los tres iban enfundados en elegantes y sobrios trajes negros a juego y muy acordes a la severidad de su música. En el flanco derecho se colocó el espigado Matt de Burgh Daly, encargado de la guitarra solista y de los teclados, mientras que la izquierda fue propiedad de la sencilla pero potentísima percusión de Wayne Proctor. Sorprendió la ausencia del bajista (y marido de la propia A.A.), Thomas Williams, con lo que todas las pistas de bajo tuvieron que ser lanzadas artificialmente.

Por supuesto, el centro del escenario fue territorio reservado para A.A., que se llevó todas las miradas capaces de traspasar la penumbra con su actitud tímida y grave, su voz hechizante y sus delicadísimos pero ensordecedores arpegios de guitarra. El concierto empezó con dos temones tremendos como son “For Nothing” y “Evaporate”. La primera podría pasar (al menos en sus primeros compases) como un tema de Toundra, y escenifica como ninguna el contraste maravilloso entre las dos vertientes principales que caracterizan la música de la inglesa: la oscura sensibilidad de cantautora atormentada de sus partes acústicas con la devastadora potencia de sus momentos más eléctricos. Y ya desde el primer guitarrazo atronador, a cosa de media canción, nos quedó meridianamente claro que eso iba a sonar de la ostia y que pocos serían los cuellos que iban a salvarse.

La también magnífica “Evaporate”, por su parte, explora su vertiente más evidentemente gótica con una sensibilidad deliciosa, mientras las letras que acompañan insisten en la inherente negatividad (“Harm myself is all I do…”) que caracteriza su lírica. A pesar de que ambas canciones me flipan, no fue hasta aquí, y gracias a su excelente versión del “Without You I’m Nothing” de mis adorados Placebo, que definitivamente me metí con toda mi alma en el concierto. Como opinión impopular, os diré que a mí la inmensa mayoría de versiones que aparecen en el celebrado Songs from Isolation (2021) no me acaban de emocionar del todo, pero en ésta sí que me parece que han dado en el clavo, llevando uno de mis temas favoritos de la banda de Brian Molko a su terreno con maravillosa naturalidad.

Y a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Si hay algo que me fascina de la música de A.A. Williams es que todo parece extremadamente, incluso demasiado, sencillo. Pocos acordes ejecutados con lentitud y tiempos previsibles, cambios de intensidad en los momentos exactos en los que se esperan, influencias evidentes e indisimuladas de folk oscuro, shoegaze, rock gótico y doom, rock alternativo, post rock y metal… Pero aún así, resulta que me atrapan lo que no está escrito y que las desgarradoras y melancólicas esperanzadoras melodías que emanan de la garganta de la británica se me clavan en el fondo de mi corazón.

La batería y el aire jazzístico y de moqueta oscura de “Love and Pain” (¿vemos de nuevo a Lana del Rey aquí?) dieron paso a la bonita, íntima y cinemática “Control”, donde los matices en la voz de A.A. se escucharon con impresionante detalle: desde los cambios de intensidad en su respiración, los susurros periódicos y los fascinantes movimientos de su saliva. Está claro que el suyo se trataba de un concierto mucho menos “divertido” e inmediato que el de Kalandra, pero lo que es capaz de expresar esta banda una vez te metes en ello es realmente digno de contar.

La triste y melancólica “Wait” dio paso a la espectacular “Belong”, dos temas del EP arco que publicó en 2021. Armada con una Gibson Explorer que cambió un par de veces y que queda bien curiosa con su look general, es fascinante ver el particular estilo aparentemente desganado con el que toca, con la mano como flácida o como quien pinzara un arpa. También resulta curioso que, en contraste con lo lenta y gravemente que toca, las pocas veces que se comunicó con el público entre canción y canción lo hizo hablando especialmente rápido y con un acento que me costó lo suyo entender. No tuve la oportunidad de charlar con ella una vez acabado del concierto (como muchos sí hicieron), pero me quedó claro que la manera en que mejor se expresa es claramente a través de la música.

Como quien no quiere la cosa, llegábamos a una recta final del concierto para la que nos había reservado tres de los mejores temarrales de su catálogo. La primera de ellas fue la tremendísima “Pristine”, un tema que bambolea entre el post rock y Portishead y que a mí personalmente me encanta de principio a fin. La también maravillosa “As the Moon Rests” da nombre y cierra su último disco, y hoy no cerró la descarga pero brilló con solidez y exuberancia con sus melodías hechizantes, sus tremolos inquietantes y su final absolutamente apoteósico. Aunque el final hubiera sido perfecto así, aún quedó tiempo para un “Melt” que nos hizo volar por última vez gracias a la aparente esperanza que emana de sus acordes.

Un final perfecto para un concierto que también lo fue y para una velada que nos dejó a dos bandas con un potencial tremendo para alcanzar cotas muy altas en un futuro próximo. Ambas rebosan personalidad y perteneces a un cierto niche, pero a la vez son suficientemente accesibles y despiertan un grado de pasión que las convierten en carne de gran público. Si eso va a pasar o no es algo que ya veremos en su momento, pero a nosotros nos queda el lujo de haber tenido la oportunidad de verlas en familia y antes de que lo peten de verdad.

Setlist A.A. Williams:

For Nothing
Evaporate
Without You I’m Nothing
Love and Pain
Control
Wait
Belong
Pristine
As the Moon Rests
Melt

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.