Unleash the Archers – Phantoma

El power metal reinó en los 90 y principios de los 2000. Pero no está muerto, ni mucho menos. Con bandas de antaño como Helloween o Powerwolf copando la parte alta de los carteles festivaleros y una hornada de nuevos grupos que van un paso más allá de la sota-caballo-rey del género, el power sigue fuerte y vigoroso. Y entre esa nueva hornada están los canadienses Unleash the Archers.

A través de su mezcla única de power, heavy metal tradicional, prog moderno y sensibilidad pop, Unleash the Archers teje una red de musicalidad afilada, un concepto de alta ciencia ficción y un importante comentario social sobre las verdades brutales que se esconden tras el brillo fabricado de las posturas en las redes sociales. Desafiando la controversia y dando vida a su imaginación, el grupo ha utilizado la IA durante el proceso de composición, filmación y producción de Phantoma (2024), entretejiendo elementos electrónicos y synthwave a lo largo de los 10 himnos del álbum, que -en línea con su tema- resultan mucho más oscuros y pesados en comparación con la brillante positividad de Abyss (2020). Y es que no lo olvidemos, a pesar de los clichés de los no versados en el género, que afirman que el power trata de espadas, magos y dragones (que a veces también), el mensaje principal del estilo es la alegría, el positivismo y las ganas de superación. Sin ir más lejos, Unleash the Archers lo retrató muy bien con su temazo «Faster Than Light».

Este lanzamiento, el sexto disco de estudio, nos trae una decena de buenos temas, repletos de calidad, melodía y toques que no siempre han estado presentes. Solo por eso ya aplaudo a los de Slayes. Abrimos con «Human Era», precedida del viento y un grito de halcón pero sin demasiada velocidad, algo extraño para este tipo de discos. Aquí los synths de los que hablábamos están muy presentes, y la melodía y arreglos de guitarra lo dominan todo. Más rápida se presenta «Ph4/NT0mA», con una Slayes enorme sin tener que forzar la voz. De las mejores del larga duración. «Buried in Code» tira mucho más de melodía de guitarra y funcionará perfectamente en directo. Cerramos este primer bloque con «The Collective» y sus toques futuristas (bueno, esto lo tiene todo el álbum) y una velocidad que hasta ahora no habíamos oído en este lanzamiento. Otra de las destacadas. Quizá le vendría bien una forma más agresiva de cantar, pero es un gran tema.

Abrimos el segundo bloque con «Green & Glass», que ya conocíamos. De nuevo la velocidad y la melodía dominan el panorama y la gente saltará mucho cuando la toquen en directo. El estribillo es brutal. «Gods in Decay» baja la velocidad, convirtiéndose en un medio tempo muy resultón y divertido. Aquí los sonidos futuristas vuelven a estar muy presentes. Mucho más tranquila, a modo de balada con piano, se presenta «Give It Up or Give It All», la más larga del plástico. Poco a poco se convierte en un medio tempo y con el metraje tiene sus minutos de (algo de) rapidez. Seguramente sea de las más logradas del disco, pero me gusta más la faceta cañera de los canadienses. «Ghosts in the Mist» tiene unas guitarras y un ritmo muy de nu metal. No, no me he vuelto loco. Cuando empieza la melodía esa sensación acaba, pero la influencia es innegable. Es un buen tema, curioso al menos.

Encaramos la recta final con «Seeking Vengeance» que aumenta mucho la velocidad y gana enteros por segundos. Aquí tenemos guturales entremezclándose con la voz de Slayes, resultando muy interesante. Es otro de los temas en los que ese (cierto) toque prog queda patente. Y acabamos con «Blood Empress», más oscura que la media del disco y con arreglos muy interesantes. De nuevo, no es la faceta que más me gusta del grupo, pero es un buen tema.

En definitiva, Unleash the Archers se han sacado un buen disco de la manga. Para mí es algo inferior a sus dos lanzamientos anteriores, pero aún así es más que digno de escuchar. Si te gusta el grupo y el estilo, lo disfrutarás.

Xavi Prat

Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.