Phil Campbell and the Bastard Sons – We’re the Bastards

Nuestra Nota


8 / 10

Ficha técnica

Publicado el 13 noviembre de 2020
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Neil Starr – Voz
Phil Campbell – Guitarra
Todd Campbell – Guitarra, armónica
Tyla Campbell - Bajo
Dane Campbell - Batería

Temas

1. We're the Bastards (3:42)
2. Son of a Gun (3:03)
3. Promises Are Poison (3:41)
4. Born to Roam (5:01)
5. Animals (4:05)
6. Bite My Tongue (3:09)
7. Desert Song (5:44)
8. Keep Your Jacket On (3:48)
9. Lie to Me (3:50)
10. Riding Straight to Hell (3:20)
11. Hate Machine (5:28)
12. Destroyed (feat. Harley Flanagan) (2:20)
13. Waves (6:39)

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Siempre le he tenido mis reticencias a este proyecto, pero es innegable que disco a disco los bastardos se están ganando nuestros corazones, y que el grupito de hijos del guitarra de Motörhead, apunta más alto de lo que muchos y muchas creímos en un inicio. En un principio parecía una salida lógica y algo interesada pues, tras la muerte de Lemmy, el señor Campbell quedaba compuesto y sin banda. Mikkey Dee entraba en Scorpions, así que… ya que los músicos se retiran para pasar tiempo con su familia… pues qué mejor que la familia se una al músico, y así ganamos todos. Los temas de este We’re the Bastards brillan bastante más que en sus anteriores entregas y sueltan un poco el lastre que supone ser siempre la comparación obvia con Motör. Es más, la voz de Neil Starr alcanza el nivel más alto hasta la fecha.

«Definitivamente es genial saber que ahora tenemos ya un público que nos conoce. Sabemos que hay gente que quiere escucharnos y de verdad nos divertimos mucho con ellos. Una vez más hicimos el disco que queríamos hacer y ha sido todo realmente emocionante. Fue increíble dejar de pensar en todo lo que sucede a nuestro alrededor y concentrarnos en grabar un álbum espectacular para que los fans lo puedan disfrutar.» (Neil Starr)

El disco es hijo de la pandemia y el confinamiento. Al ser un núcleo familiar eso de juntarse para componer y grabar no les ha supuesto gran esfuerzo, incluso Neil vive en el sur de Gales. De la producción se ha encargado el propio Todd Campbell y Soren Anderson ha estado detrás de la grabación. Además de vivir cerca y estar compenetrados a más no poder se nos destapan como autosuficientes. La verdad es que a pesar de tener todas las facilidades del mundo hay en los Bastard Sons una gran banda. Nuclear Blast no ha perdido comba y ya se los ha agenciado. Pueden tocarte desde Wacken a Calella, y de verdad que convencen en todos sitios.

Son trece cortes potentes, directos y cortitos. Disfrutable a más no poder es la inicial “We’re the Bastards” siendo un medio tiempo directo y sin pretensiones capaz de tocarte la fibra sin necesidad de tirar de remakes de Motörhead. Ese inicio con las frases “la música es medicina, la música es terapia” es algo definitivamente muy grande y da muchas pistas de lo que le supone a Phil estar con sus vástagos. La velocidad llega de la mano de “Son of a Gun” y ese bajo inicial es justo lo que esperas, aunque el grupo suena menos sucio y más melódico. Obviamente Phil es Phil y su guitarra es justo lo que siempre le ha lucido en Motörhead.

En “Born to Roam” hay cuerdas de acero en acústicas dando un toque étnico y un aire Black Stone Cherry a la composición con un riff base que un poco recuerda a los Metallica del disco negro. Esas mismas guitarras volverán a aparecer en el medio tiempo “Desert Song” con muy buenas maneras y con harmónica incluida sorprendiendo de inicio. “Animals” es uno de esos temas que hacen honor al título y que es carnaza de directo. Una de las mejores composiciones y no va a desentonar para nada cuando arremetan en directo con el catálogo clásico de Motörhead.

Suciedad, actitud y feeling en “Destroyed” que un poco conecta con esos Demolition 23 de Michael Monroe, con letra directa, soez, y con ese absoluto toque macarra tan de Motör. Uno de los singles es “Bite My Tongue” y la verdad es que funciona, pero no sería lo que más enamora del disco. Más accesible y para todos los públicos, dotada de un bonito riff y melodía. En “Keep Your Jacket On” hay cierto regusto a ZZ Top en cadencias y sentimiento, pero con la dureza y suciedad repuntada por la producción.

Otra de las grandes composiciones del álbum es “Riding Straight to Hell” con una gran línea vocal y mucha clase por parte de Neil a la hora de cantar. Atractiva composición con guitarras machaconas y capaces de lucir. “Hate Machine” está con la voz doblada a la vez que Tyla y Dane dirigen el tempo como locomotora desbocada. Juegos con la campanilla del ride en un estribillo capaz de tumbarte, otra vez con influencias muy 90eras.

Cuando decimos que el grupo se va separando un poco de la banda madre es en composiciones como “Promises Are Poison” en la que el grupo indaga sorpresivamente por la música de los 90 y luce zapatos de Soundgarden con solos de Motörhead. ¡y queda muy bien! Pero es en la final “Waves” cuando la banda de los tres hermanos sorprende de verdad. Extensa composición con el bajo profundo de Tyla y con un Neil cantando limpio y dando un giro a todo lo que uno espera del grupo y a lo que representan. Hay aquí un excelente solo de guitarra por parte de Phil y Todd.

A la tercera los Bastardos terminan convenciendo e incluso enamorando. Se sacuden la influencia de Motörhead y nos demuestran que son una banda real, que no es un grupo de versiones de “los hijos de”. Material fresco, potente, con todas las influencias que uno espera y con toques diferenciales que apuntan que nos van a hacer disfrutar de lo lindo. Este disco está hecho por y para sonar sobre un escenario y Neil Starr se confirma como un vocalista excepcional. A todo ello añádele influencias 90eras, cierta oscuridad o incursiones en terrenos muy americanos y de raíces. Phil Campbell & the Bastard Sons se revelan como una de las mejores bandas de la actualidad, y de verdad, pocos dábamos un euro por ellos, incluso habiéndoles visto en directo.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1368 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.