Muere Little Richard… ¡Auanbabaluba balam bambú!

“Si Dios puede salvar a un degenerado como yo, puede salvar a cualquiera” (Little Richard)

Ayer murió a los 87 años de edad Little Richard, y, posiblemente, te parezca que es un tipo que te queda lejos en el tiempo, del que conoces pocas canciones. Incluso puede que creas que ya había muerto, pero no, el que murió era Chuck Berry. Hay muchos blancos que confunden a los negros, y eso es un pequeño síntoma de lo que se le llama racismo, y ese mismo racismo es lo que hizo que triunfaran Elvis Presley y no otros artistas de color en los 50, la década del rock n’ roll. Sencillamente la industria se hizo con la música negra, barriobajera y mal vista en los 50, “la música de los negros” y la sirvió en bandeja de plata con blanquitos cantando un material compuesto por grandes como Chuck Berry, Bo Diddley o Little Richard. Pero lo que está más que claro es que conoces a Little Richards más allá de que recuerdes o no su cara, y no solo sus temas, sino porque su estilo y su música ha influenciado a los más grandes.

“Ocurre que los negros inventan una música que es robada por los blancos, que se quedan con la gloria y el dinero (Johnny Otis)

Little Richard personificó el exceso en todos los sentidos y su vida es digna de la mejor de los biopics posibles (hay uno del año 2000). Un tipo tan contradictorio como genial, homosexual en esos tiempos y coleccionista de todo tipo de adicciones, pero también capaz de convertirse en cura. Obviamente la iglesia lo expulsó como también lo hizo la industria de la música, dándole el cetro de líder absoluto a un blanco. ¿Cómo podrían llegar a pensar ni un mínimo segundo el dárselo a un negro homosexual? Lo que no le podemos negar, aparte de ser una de las más grandes influencias de los más exitosos grupos de los 60, 70 y 80, es que su música ayudó a hermanar a negros y blancos en los estados sureños americanos. Su música fue la banda sonora de una generación que permitió un punto de encuentro entre diferentes comunidades que se miraban con recelo. La música une.

“Si pudiese encontrar un blanco con el sonido y el feeling de los negros me haría rico” (Sam Phillips)

Se llamaba Richard Penniman y nació el 1935 en Macon, Georgia, un estado del Sur. Su padre destilaba whisky ilegal y la familia era tan numerosa como devota de Dios. Como la mayoría de grandes músicos norteamericanos es el paso por la iglesia lo que permite que un instrumento llegue a sus manos: el piano. Si supierais la cantidad de músicos de heavy extremo que han aprendido pasando de pequeños por la casa de Dios os pondríais las manos a la cabeza. Son los mismos que cuando se hacen mayores vuelven al redil, y esta señores y señoras es la misma historia del bueno de Little Richard, que ya lo hizo antes que todos. Pronto el rock electrificó su esqueleto y en casa no estaban por la labor de poner música pecaminosa precisamente.

A los 13 años su padre ya lo había echado de casa. Sus relaciones homosexuales empezaban a ser la comidilla del vecindario y alguna fuga esporádica con curanderos, feriantes y demás gente de mala vida apoyaron la opinión familiar. Pero Richard ya tenía el veneno del rock en la sangre y el lado oscuro le llamaba. Rondó tugurios amenizando veladas hasta que una pareja se apiadó de él y pudo tocar habitualmente en una sala llamada Tick Tock. Su rodaje ya es importante y es un tipo estrafalario y diferente a todo. La compañía RCA se lo llevara para grabar discos de 1951 a 1954 pero las influencias que posee a la hora de componer no terminan de romper con lo establecido y el rhythm and blues que emana de sus composiciones no es para nada original. Voz, look y talento tiene.

La primera canción que yo canté en público fue “Long Tall Sally”, de Little Richards. Cuando los Beatles comenzaban actuamos con él en Liverpool y Hamburgo”. (Paul McCartney)

Fichó entonces por la discográfica Peacock, aceleró un poco las canciones que solía grabar y se la jugó presentándose a un concurso de talentos en Los Ángeles. Mandó una cinta. Eran tiempos muy duros y su forma de vida era limpiar los platos en la cantina de una estación de tren. Cuando resulta ganador hay un billete para ir a Nueva Orleans y grabar. Se muestra algo cortado con músicos desconocidos, con los directivos de la discográfica Speciality por allí pululando y sólo resulta cuando se relaja. Para hacerlo tararea una canción que solía cantar cuando lavaba los platos. Es una canción genial, pero… ¡es obscena! Little Richard lanza una sarta de guarradas no aptas para el público de la época. La tijera y el censor hicieron magia. El mundo del rock iba a dar un vuelco, una reinona de Macon, que era un lavaplatos en un agujero de Georgia, lanzaba una sarta de guarradas: Nacía “Tuttifruti”, y arrasaría en cuanto a ventas.

La canción trata sobre un encuentro sexual explícito en los tiempos el rock era visto como un soltarse, desmelenarse, rodar y pasarlo bien. La letra de otra composición como es “Rit It Up” habla de cobrar la paga salir a gastártelo todo, a divertirte y a “follar”. Pero volviendo a la canción de marras deberíamos dejar claro que la traducción onomatopéyica del tema sería la que sigue: “A-wop-bop-a-loo-lop a-lop bam boom”. Nunca una letra censurada y convertida en una retahíla de onomatopeyas había hecho tanto por el rock. Posiblemente, si se hubiera puesto la letra original, el tema no hubiera sido tan especial.

Fue el principio de un idilio con el rocky la industria, y le siguieron otros estándares del rock n’ roll tan apoteósicos como “Long Tall Sally”, “Heebey Jeebies” (con baile propio) o “Good Golly Miss Molly”. Recordemos que estos temas solían tocarlos gente como Queen, Beatles, Elvis, Creedence Clearwater Revival, Rolling Stones, Scorpions o Deep Purple (que le dedicaron “Speed King” a su figura) entre otros miles. Clásicos que forman parte de los pilares del rock. Pero si esperabais que su leyenda creciera y su reinado continuara es que conocéis poco al bueno de Little Richard. Había acelerado todas sus adicciones, que eran muchísimas, y un año y medio después de conseguirlo todo decidió dejar la música. Hubo un incendio en un avión viajando con su grupo, y, al bajar, Richard había visto la luz. Posiblemente hizo un juramento si lograba salir en vida y allí vio la mano de Dios. Bajó, se desprendió de sus muchos anillos de oro y estudió para cura. Este episodio es el que inspiró a uno de los más celebrados gags de la película “Casi Famosos”.

“La juventud católica no debe tolerar el tribalismo o los bailes indecentes del rock n’ roll” (Cardenal Strich en Chicago, 1957)

Su vida fue un ir y venir de contradicciones en las que volvía para regrabar sus grandes éxitos o sucumbía hasta lo más bajo de su ser en sus múltiples adicciones. Los 70 fueron una década muy dura para el personaje. Expulsado de su iglesia y arrestado decenas de veces en los lavabos de bares de carretera por la policía. ¡Su currículum incluyó el vender Biblias a domicilio! El fin de sus correrías vino con la muerte de uno de sus hermanos por lo que decidió quitarse de todo a mediados de los 80. Se le permitió oficiar bodas, por lo que muchas estrellas del rock y celebridades solicitaron de sus servicios, entre ellas: Cyndy Lauper, Bruce Willis o la actriz Demi Moore.

En el mundo del celuloide le podemos ver en Los Simpson, Colombo, Wayne’s World, El último gran héroe, Los vigilantes de la playa… También le recordamos en estos últimos 20 año cuando acompaño a Michael Jackson para sacar un single y ayudar a las víctimas del huracán Katrina. Hasta 2014 tocó en directo con largas parrafadas e interacciones con el público, pues Dios le había encomendado, siempre según él, que siguiera siendo Little Richard, y él nunca se aburrió…

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.