Mafalda – Palabras forman caos

Nuestra Nota


7.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 5 de octubre de 2018
Discográfica: Gazpatxo FestCultura
 
Componentes:
Marcos - Voz
Vera - Voz
Bárbara - Voz
Antoni - Guitarra
Berto - Guitarra
Mario - Bajo
Vime - Batería
Ximo - Trompeta
Lucía - Trombón

Temas

1. Intro (1:04)
2. Las que faltaron (feat. Rebeca lane) (4:25)
3. Blood Ties (4:00)
4. La colmena (4:58)
5. MI pena y mi suerte (4:07)
6. La historia del hombre que huye de la realidad (4:10)
7. Necesarias pero absurdas (4:14)
8. Invocando aquelarres (2:39)
9. Desde las estrellas (Preludio) (0:51)
10. Pequeño punto azul (5:05)
11. Mossega (1:58)
12. Desde el suelo (4:26)
13. R.o.c.k. (3:41)
14. Todos los golpes (feat. Monty Peiró) (4:29)

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«Permíteme que insista», como diría aquél, hijo del de los toros y del de los partidos del Real Madrid en blanco y negro ganados gracias al fascismo. Hay cosas que te llegan sin esperarlas, y que gracias a Science of Noise, uno se congratula de poder disfrutar con la maquinaria a tope… siempre. Bueno, casi siempre.

Pues bien, hoy es uno de esos días. Hoy es el día que he re-descubierto a mi yo, alternativo y combativo, de finales de los años 90 y de inicio de los dos miles. A principios de los 90, la música alternativa fue adoptada por los medios de comunicación y las masas, marcando el inicio de un período emocionante y confuso, tanto para artistas como para los fans. Mirando hacia atrás en el tiempo, ¿hubo una revolución o las bandas (de verdad) simplemente se agotaron?

En aquella, para algunos tan lejana, década una gran cantidad de música que había sido considerada underground, punk o simplemente extraña en la década de los 80, se pudo encontrar repentinamente en el top de todas las listas habidas y por haber. Tocar en la televisión comercial, salir en la radio, insinuarse a través del hilo musical de los centros comerciales y atronar estadios enteros.

A comienzos de la década, las principales emisoras de radio vibraban con el sonido de las guitarras de bandas indie como The Stone Roses, Primal Scream o los Happy Mondays. En 1994, la MTV (cuando la Music Television era precisamente… eso, música) y las radios de los Estados Unidos habían sido casi absorbidas por desaliñados grupos regionales de post-punk como The Smashing Pumpkins, Hole, L7, Soundgarden y Nirvana.

A mediados de los 90, el sonido de bandas indie británicas como Blur, Pulp Oasis se estableció como el modo dominante de la música popular en ese país, gracias al fenómeno conocido como Britpop. Mientras tanto, en los Estados Unidos, la llamada Alternative Nation, envió toda una sucesión de actos anti-pop, cada vez más extraños, a la cima de las listas de éxitos, incluidas bandas neo-punk como Green Day y Blink-182, e híbridos de todo tipo como No DoubtNine Inch Nails o Rage Against the Machine.

Y toda esta escena también tuvo su reflejo por aquí, en la España de la Expo, de los JJ.OO., de la corrupción, de Roldán y del PP de Aznar. Desde el rock transgresivo de Extremoduro, pasando por proyectos más funk y alternativos que nos ofrecían formaciones como Sobrinus, Psilicon Flesh y Super Skunk, hasta el combate que pusieron sobre los escenarios bandas como Hechos Contra el Decoro, Negu GorriakSoziedad Alkoholika, Def Con Dos, KOP, Obrint Pas o Inadaptats. Y si a todo ello le añadimos unas gotitas de canción de autor, de cançó protesta, de Amparanoia y de Ojos de Brujo, ya la tenemos liada.

De todo ello, y de la en (demasiadas) ocasiones tan triste historia de este país de mierda, beben nuestras protagonistas de hoy: Mafalda.

Palabras forman caos (2018) es el cuarto disco del proyecto musical valencià Mafalda, grupo de música combativa nacido en 2010. Lo componen nueve músicos procedentes de varios pueblos del Túria quienes ya se han ganado el favor de público y crítica. Su nombre va ligado a la lucha y a la implicación político-social con una propuesta que funde rockska, reggae, funk y hardcore, al que ellas llaman reggaecore.

El nombre de Mafalda salió hace años de una canción de Ismael Serrano llamada «Buenos Aires», en la que una de las frases decía “Mafalda juega a la guerra nuclear”, y esa frase les inspiró y se quedó en ellas para siempre. En ese momento no conocían la implicación política que llegaría a tener Mafalda, y con el paso de los años, el nombre ha resultado ser parte de su lucha.

Imprevisibles en el sonido, coherentes con el mensaje, directas y radicales a la hora de analizar los problemas que nos asaltan a diario. Mafalda son activistas que se valen de la música para deconstruir todo lo que nos imponen desde que nacemos. Un cóctel musical que fusiona estilos tan -aparentemente- dispares.

En febrero estrenaron el documental Las que faltaban, grabado de manera amateur por las integrantes de la banda, que es una mirada cercana de vivencias y experiencias de las mujeres dentro del panorama musical nacional actual. De obligado visionado.

La banda comenzó hace un par de semanas la gira de presentación de este Palabras forman caos, y en plena promoción de este último trabajo, estarán actuando en la Razzmatazz de Barcelona junto a Tremenda Jauría mañana mismo, dentro de la programación otoñal del Festival Cruïlla.

Veamos pues qué nos están por traer, pero ya os adelanto que se trata de un trabajo más elegante y ordenado que sus predecesores, más redondo quizá, pero sin perder la esencia. En palabras de la propia banda:

«No deja de ser un disco de Mafalda, pero pensamos que el público sabrá encontrar algunos cortes una clara influencia del rock británico. En otros temas hay influencias «pantera» y «sepultura», así como muchos otros estilos que nos definen. Dejaremos que la gente lo descubra.»

¿Os atrevéis? Yo ya lo he hecho…

Este, su cuarto trabajo, se inicia con una inquietante intro, cual «Decadente Dance» de Extreme. Pero a los pocos segundos ya percibimos que solo las gotas de lluvia y los relámpagos unen a estas valencianas con los de Boston. «Memoria», «familia», «cuidar», «producir», «crear», «monstruo», «ídolo», «plaga», «huye», «lucha», «prisma», «resiste», repite la manifestante mientras escribe en su cuaderno, huyendo de no sé sabe qué/quién, hasta que le dan caza. No conoce la palabra que define lo que siente, pero sí conoce las palabras que forman su caos.

«Las que faltaron», que cuenta con la colaboración de la artista de hip hop guatemalteca Rebeca Lane, abre oficialmente las hostilidades. Este alegato feminista se inicia pausadamente a golpe de hip hop, repitiendo una y otra vez, e incansablemente, el nombre de mujeres que hicieron historia. De repente, un riff irrumpe cual Tom Morello en cacharrería, para añadirle ese tinte rockero y alternativo que, incansablemente se repetirá a lo largo de casi todo el disco. El segundo verso sigue por estos mismos derroteros hasta que irrumpe, de fondo, la voz de Marcos para recordarnos cuán hermosa fue su lucha. Un ritmo hardcore se apodera del final de la canción, dejando claro desde el principio que Mafalda tocan de todo, y de qué manera.

Con «Blood Ties», que por cierto tiene un ritmo muy adictivo, abordan el tema de las relaciones familiares desde una perspectiva que roza el esperpento, pero real como la vida misma. De la mano del «London Calling» de The Clash y de Camilo José Cela, llegamos hasta la «La colmena». La música de estos londinenses a menudo estaba cargada de sentimientos ideológicos claramente orientados hacia la izquierda. En particular, su vocalista Joe Strummer era un socialista comprometido. Fueron, en definitiva, una banda pionera en la defensa de la política radical dentro del punk rock y siempre, un fiel reflejo de la clase trabajadora de la época. Pues de eso trata «La colmena», de los esfuerzos por llegar a fin de mes y de ese sentimiento de que, por más que haga, nunca dejaré de ser un engranaje más de esta colmena. De entre los trescientos personajes que aparecen en la célebre novela del escritor gallego, apenas encontraremos representantes de las clases más acomodadas, y del mismo modo no tienen relevancia los pertenecientes a la clase obrera o de los sectores más marginados. Lo que predomina es la clase media baja, la pequeña burguesía venida a menos, es decir, gentes en situación inestable, que tienen un futuro incierto y han de vivir a salto de mata, cuyas ilusiones y proyectos de futuro son engañosos. El tema también incluye referencias/homenajes a Toots & the Maytals y a su «54-46 That’s My Number», una de las canciones definitorias del género reggae, y al célebre «Crazy Train» de Ozzy Osbourne.

«Mi pena y mi suerte» es el segundo single extraído del álbum tras «Las que faltaron», y es quizá su canción con más éxito hasta la fecha. Es como un compendio, como un diccionario Mafalda-Español/Español-Mafalda, del ideario de la banda. Empieza como una locomotora, con una sección de vientos que tira de los versos con fuerza y un ritmo muy Los Fabulosos Cadillacs, hasta que el tema desemboca en un estribillo altamente adictivo y coreable que te explota en la cara… como todas las promesas incumplidas. Pero, entre tanta frustración, siempre hay un resquicio para la esperanza, un alguien al que unirse para continuar con la batalla. Guiño a «La llorona», tema incluido en su anterior larga duración, en el que colabora la artista de hip hop argentina Sara Hebe.

El inicio de «La historia del hombre que huye de la realidad» me recuerda al de otra canción cuyo título no termina de venirme a la cabeza; se aceptan sugerencias. ¿Macaco quizá? Ritmos funk que narran el camino que muchas han optado por tomar, ajenas a lo que sucede a su alrededor. Ya lo dice la letra:

«Corre, sigue corriendo, si un día te cogen no tengas miedo, no tienes culpa, tú estabas corriendo.»

Tomar el camino fácil casi nunca es lo mas acertado.

Con «Necesarias pero absurdas» llegamos al ecuador de este álbum. Es la canción más «romántica» y más pura y esencialmente rockera aquí incluida. De nuevo reminiscencias a The Clash en las guitarras del segundo verso, la parte inmediatamente posterior a ese pasaje cantado en euskera, y que acompaña al tema hasta casi que llega a su fin. Cuídate y, sobre todo, aprende a cuidar. A ver si me aplico el cuento…

Si en la anterior utilizan el euskera, el siguiente tema está interpretado prácticamente en su totalidad en inglés. Una de las novedades que encontramos en Palabras forman caos es la diversidad de idiomas empleados. Aunque la mayoría de las letras son en castellano, la canción «Mossega» (de la que os hablaré más delante) es en valencià, y también hay fragmentos en inglés, como en el tema que aquí nos ocupa, «Invocando aquelarres». La reunión de brujas y brujos en cuestión se inicia a ritmo de ragga hardcore reggaetonero que recuerda mucho al estilo de bandas como NdNo o FuckOff Family, en el cual se alternan las voces masculinas con las femeninas, en una especie de Q&A que desemboca en todo un delirio de afiladas guitarras, para acabar con algo más de sosiego, punzante igualmente.

«Desde las estrellas» nos traslada hasta lo más arriba del firmamento para mostrarnos el poder de la música; lástima que no sea más que el preludio de «Pequeño punto azul». Me tildaréis de majadero, pero el inicio instrumental de este tema me recuerda muchísimo al de «Sky Is a Neighborhood» de los mighty Foo Fighters. Ritmos caribeños con tintes progresivos para recordarnos cuán importante es ese pequeño punto azul en el que habitamos que, entre todas, nos estamos encargando de cargar.

Llamadme patriota (de los buenos, no de los que entonan el «¡A por ellos!» mientras sacan bilis por la boca), pero me encanta que hayan reservado el valencià para interpretar «Mossega», su tema más potente escrito hasta la fecha. Por fin dejan correr el hardcore por todas sus venas. Tema directo y contundente que estoy seguro hará que las pistas se conviertan en pequeños campos de batalla. Morder nunca está de más. «Desde el suelo» sigue por unos derroteros bastante similares a los de su predecesora, pero habiendo bajado una marcha, pues no meten la quinta hasta que la canción no está a punto de finalizar. El trío de temas más potentes finaliza con «R.o.c.k.», que cuenta casi con más pasajes rapeados que cantados.

«Todos los golpes» pone punto y final a la amalgama sonora que es Palabras forman caos, con, una vez más, tufillo a Rage Against the Machine. En esta ocasión cuentan con la colaboración especial de Monty Peiró, vocalista de bandas como Gran Quivira y de Femme Fractal, que se ha encargado de «cantar, susurrar y gritar como un pteranodón».

Trabajo la mar de interesante. Dicen que en la variedad esta el gusto, y está visto que las componentes de Mafalda tienen un gusto sublime a la hora de crear canciones. El mestizaje y el mensaje se entremezclan a lo largo de estos 14 temas. Me gusta que el disco acabe bastante más potente de lo que empieza. Podríamos decir que el disco se divide en dos… y Mafalda son una más de la otra mitad, y están aquí para contarnos SU HISTORIA.

«Es tiempo de canciones, es tiempo de batallas.»

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 528 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.