La reseña improbable: Whitesnake – Whitesnake

Ficha técnica

Publicado el 7 de abril de 1987
Discográfica: Geffen Records
 
Componentes:
David Coverdale - Voz
John Sykes - Guitarra, coros
Neil Murray - Bajo
Aynsley Dunbar - Batería

Temas

1. Crying in the Rain (5:35)
2. Bad Boys (4:07)
3. Still of the Night (6:38)
4. Here I Go Again (4:36)
5. Give Me All Your Love (3:30)
6. Is This Love (4:42)
7. Children of the Night (4:22)
8. Straight for the Heart (3:37)
9. Don't Turn Away (5:08)

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No estoy de suerte con las improbables… menudos tostones me regalan mis compañeros. Si sufrí de lo lindo con Manowar, me sulfuré con Obús y me topé de bruces con Mötley Crüe, ahora me ha tocado sufrir nuevamente el AOR de Whitesnake.

Sin ser ajeno a Whitesnake, mi cercanía a la banda de David Coverdale viene dada en parte por la casualidad de que siempre de rebote los vea en uno u otro festival… y porqué en mis tiempos mozos escuchaba rock.fm, y allí radian varias de las canciones míticas de la Serpiente Blanca.

Sé que me van a llover las críticas y los mensajes corrosivos contra mi persona. Lo tengo claro. Pero no voy a ser condescendiente para lograr el indulto. Todos los que habitualmente me leéis, sabréis que de clásico tengo poco. El metal tradicional, hard rock, glam, power e incluso el thrash… son algo bastante o muy lejanos a mis gustos.

Siempre he pensado que Whitesnake son una banda sobrevalorada. Revalorizada en parte por el sex appeal de David y en parte por esas baladas mojabragras y mojagallumbos (respetando al 100% al género femenino). Nadie duda ni pondré yo la duda sobre la capacidad y los recursos vocales de Coverdale, pues afirmo sin despeinarme que él es sin duda uno de los mejores cantantes que ha dado el rock. Es un tipo carismático que se ha dejado la piel a lo largo de su dilatada carrera. Pero lo siento, no me cae nada bien. 🙂

Whitesnake (1987) es, según parece, su disco más famoso y querido. Un disco apasionado, melódico, con cierta carga sexual e incluso tiene su qué romántico. Un disco que funde bien el hard rock con el glam y el AOR. E incluso tiene algunos momentos más cercanos al heavy metal. Un disco de 42 minutos de duración que, para un servidor, pasa lento, lento, lento. Podría decir que Whitesnake es algo así como un blockbuster, esos trabajos ideados para arrasar en mainstream pero que normalmente son algo vacíos.

Escuchar Whitesnake es como pasearme por el chorreante y húmedo asiento trasero del Seat Ibiza de unos adolescentes. Es como imaginarme ese adolescente enamorado escribiendo cartas de amor a su novia. Es como imaginarme ese bailar pegados tocando carnes en la fiesta de graduación de American Pie. Qué tiene su rollo, pero no va conmigo.

Pomposo y agradable, pero cursi, demasiado cursi. Al disco le falta chicha. Menos love, más rock. Aunque el álbum encarna una gran cantidad de clichés del cock-rock de los 80, aún satisface esos impulsos primitivos de los fanáticos del rock puro. Por mucho que lo intentes, no podrás resistirte a la emoción de los temas como “Straight for the Heart”. Pero un par de veces, a la tercera ya es demasiado pomposo.

El disco no empieza tan mal, “Still of the Night” es un poco espolio de Led Zeppelin y David me recuerda a Robert Plant… es una muy buena canción como intro y sería una pieza brutal si no fuese porqué el resto del disco es semejante a esto. Rápidamente se vuelve más que evidente que Whitesnake se encuentra en un terreno musical totalmente diferente al de sus inicios, le han dado una vuelta de tuerca a su propuesta. ¿Acertada? El tiempo ha dicho que fue lo más acertado.

Es evidente que «Is This Love» es una de las baladas más conocidas del universo, pero es algo irritante. ¿Cuant@s rocker@s se habrán ido al altar con esta pieza sonando en los altavoces de la iglesia? La respeto, es difícil poder hacer canciones del nivel de «Is This Love» y si te gustan las baladas rockeras seguro que esta es de tus favoritas.

“Here I Go Again” y “Crying in the Rain” fueron rescatadas de las sobras de Saints and Sinners (1982), cosa que demuestra que Whitesnake iban justos de ideas para este disco… pero les funcionó. Las otras piezas del disco, correctas, sin más.

Llegados a este punto solo puedo comentar lo que para mí era evidente previamente. Más que su puñado de canciones “míticas” que sin querer todo quiski ha escuchado varias veces en su vida, el resto de canciones de Whitesnake son posiblemente omitibles, almenos para rockeros de 3 al 4 como un servidor. Esto se nota en el repertorio de la banda en directo. Los he visto de rebote cuatro veces y creo que siempre han tocado el mismo setlist… mal asunto.

No me he enamorado de la banda ni creo que lo haga nunca. Ni su estilo me gusta, ni su romanticismo y, ademas, ya he comentado que David no me cae bien. Con cariño, lectores, pero os lo dejo a vosotros todo enterito. Aún así, rescatar discos del nivel de este Whitesnake siempre es agradable, no me han sangrado los oídos ni nada por el estilo. ¿No me gusta?, no. Pero reconozco que Whitesnake son por méritos propios una banda que marcó un antes y un después en el rock duro y su nueva fórmula de baladas rock.

Y lo mejor de todo, lo mejor de hacer una reseña de este tipo, es este último párrafo. Aquí toca pasarle el muerto a otro de mis compañeros. Pero como no podemos putear a nadie, seré bueno. Aleix Besolí va a profundizar en Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not (2006), el indispensable debut de Alex Turner y sus Arctic Monkeys. Cremita de la buena. ¡Disfrútalo, yogurín!

Beto Lagarda
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