Hypocrisy – Abducted: 25 años del ataque alienígena que marcó para siempre el sonido de los suecos

Ficha técnica

Publicado el 13 de febrero de 1996
Discográfica: Nuclear Blast
 
Componentes:
Peter Tägtgren - Voz, guitarras, teclados
Mikael Hedlund - Bajo
Lars Szöke - Batería

Temas

1. The Gathering (1:09)
2. Roswell 47 (3:56)
3. Killing Art (2:56)
4. The Arrival of the Demons (Part 2) (3:19)
5. Buried (3:11)
6. Abducted (2:50)
7. Paradox (4:32)
8. Point of No Return (3:56)
9. When the Candle Fades (5:30)
10. Carved Up (3:30)
11. Reflections (2:35)
12. Slippin' Away (5:11)
13. Drained (4:29)

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Joder, acabo de darme cuenta que ya hacía tiempo que no escuchaba este Abducted de Hypocrisy, y la verdad es que no lo recordaba tan bueno. En su momento, tanto éste (sobre todo) como el denostado The Fourth Dimension fueron los dos discos que me metieron de lleno en el mundo de Peter Tägtgren y compañía, y aunque llegaron a fliparme lo suyo en una época en la que absorbía con pasión todo lo que sonara a death metal más o menos melódico y que he ido escuchando la mayoría de los discos que han publicado en los últimos años (con más curiosidad que devoción, eso sí, y eso que creo que me han gustado todos), lo cierto es que por A o por B los suecos no han acabado de ser una banda que se haya mantenido verdaderamente presente en mi evolución musical.

Así que una vez más, esta sección de aniversarios redondos me ofrece la invaluable oportunidad de recuperar un disco que en su momento fue importante para mí y que el paso de los años lo ha ido aparcando al baúl de los recuerdos. Para empezar, y como ya apuntaba un poco al principio, hay que decir que nunca llegué a conectar del todo con los dos primeros discos de la banda sueca (Penetralia y Osculum Obscenum), quizás porque a pesar de sonar bastante bien siempre se me antojaron como algo genéricos. La explicación puede venir del hecho que a finales de los fértiles ochenta el bueno de Peter estuvo viviendo durante tres años en Florida, experimentando de primera mano el florecimiento de bandas de la talla de Deicide, Morbid Angel o los propios Death y el desarrollo de una las grandes mecas del death metal, de forma que al volver a su fría Suecia quiso replicar ese sonido y esa actitud dejando un poco de lado el labrarse una personalidad realmente propia.

Con The Fourth Dimension, en cambio, y a pesar de que lo recuerdo como algo irregular y de que los fans de la época no acabaron de abrazarlo del todo, me pareció bastante más entretenido en su propósito (probablemente involuntario) de ejercer de transición hasta llegar a este Abducted que nos atañe hoy. Porque aquí fue cuando la banda encontró por fin las señas de identidad que han servido más o menos de base para todo lo que vino después: ese sonido nítido, grave y compacto con ritmos llenos de fuerza, fiereza y groove, ese espíritu abrasivo con voz cruda, viperina y desgarrada y una profusión innegociable de melodías y de guitarras dobladas se han convertido en imprescindibles para entender lo que es hoy en día la música de Hypocrisy.

En la envidiable e impresionante Suecia deathmetalera de los noventa teníamos por un lado la afamada y elaborada escuela melódica que se desarrolló en Göteborg, con bandas como In Flames, Dark Tranquillity o At the Gates como principales puntas de lanza, y por otro lado la escena de Estocolmo representada por ese sonido grave, sucio y agresivo que abanderaron Entombed, Unleashed, Dismember y compañía. Hypocrisy nunca han llegado a adscribirse del todo a ninguna de esas dos escuelas (tan distintas entre ellas) y, de hecho me atrevería a decir que su música tienen un pie en cada una. Curiosamente, la banda nació y creció en la pequeña localidad de Ludvika, situada a medio camino entre ambas ciudades, y aunque eso no quiere decir realmente nada, sí que es simbólico de lo que es su estilo particular pero sin duda influenciado por lo que ocurría a Este y Oeste durante esos años.

Más allá de lo musical, aquí los suecos también inauguran otra de sus señas de identidad más reconocibles, como es su amor por todo lo alienígena y paranormal. Tras unos primeros dos discos en los que de la mano del vocalista Emperor Magus Calígula (más conocido, probablemente, por su trabajo posterior en Dark Funeral) se apuntaron al carro satánico y anti-cristiano tan habitual entre las bandas extremas de la época, con su marcha se sacudieron de pentagramas y anticristos y abrazaron toda esa temática ufológica que resultará recurrente en prácticamente toda su carrera futura y que les diferencia en este sentido de cualquier otra banda del panorama metálico.

No sé hasta qué punto esto resultó pivotal a la hora de lanzarse a por ello, pero a mediados de los noventa el tema alien estaba bastante candente tras la publicación de un vídeo pretendidadmente real de la autopsia realizada a uno de los alienígenas capturados en el supuesto incidente de Roswell en 1947. En el que es uno de los eventos más celebrados, publicitados, discutidos y desmentidos de la ufología moderna, se dice que un platillo volante se estrelló en la inmediaciones de esa pequeña localidad situada en el desierto de Nuevo Mexico y sus ocupantes fueron capturados y recluidos en unos hangares propiedad del ejército americano (el número del hangar, por cierto, era el 18, que quizás os suena de que alguna otra banda metálica le dedicara una canción).

El vídeo era realmente impactante y se veía pavorosamente realista, y aunque al cabo de unos años el propio autor admitió que se trataba de un montaje, la realidad de todo lo que ocurrió en Roswell sigue siendo motivo de debate. Independientemente de la veracidad de esas teorías o de si nos creemos sin rechistar la versión oficial que apunta a que lo que se estrelló fue una especie de globo perteneciente a un proyecto nuclear secreto, el hecho es que Roswell se ha quedado para siempre en el imaginario colectivo, introduciendo incluso las figuras humanoides de ojos almendrados con las que hoy representamos a muchos seres alienígenas.

Por mucho que lo he buscado, no he sabido encontrar exactamente a qué corresponde la grabación ininteligible, entrecortada, inquietante y telefónica que ocupa el minuto y pico de “The Gathering” (así que si alguien lo sabe, os agradecería que me lo dijérais). Por su espíritu, su mala calidad y sus “is coming this way” y “this is weird”, entiendo que podría tratarse de una conversación, real o reconstruida, alrededor del descubrimient del famoso platillo estrellado en 1947, pero la verdad es que no tengo ni idea. Lo que sí sé es que ejerce de alfombra roja para que las icónicas primeras notas de “Roswell 47” nos peguen todo un puñetazo en los morros. Aunque quizás esté algo trillada y sea ya un poquito felipesca, la verdad es que a mí me sigue pareciendo el gran temazo de la discografía de la banda y, tal cual, uno de los grandes hits de toda la historia del death metal. Machacona, punzante, agresiva, pegadiza, infecciosa e inspiradísima, «Roswell 47» es un tema que tiene todo para petarlo y, efectivamente, lo petó.

Tras una portada tirando a fea que no le hace justicia, y a pesar de sonar extremadamente compacto (de hecho, la mejora en la producción es notoria tras tres discos que no brillaban especialmente en este sentido), Abducted dista mucho de ser un trabajo lineal o monolítico. Al contrario, la variedad (y la valentía) que encontramos aquí dentro es admirable, y sin ir más lejos los cuatro primeros temas son casi una auténtica enciclopedia de lo que era la música extrema de mediados de los noventa. Porque además de tratarse de temarrales indiscutibles, cada uno de ellos pone el foco en un subestilo distinto: ya hemos dicho que “Roswell 47” es un himno del death metal melódico, pero “Killing Art” es un pepinazo de death agresivo lleno de blast beats y otros detalles en su musicación que la acercan al black, “The Arrival of the Demons pt. 2” es pesada y lánguida y se adentra en los entresijos del doom, mientras que la grave, machacona y divertida “Buried” se pasea entre el death’n’roll de Entombed o los últimos Carcass y la repetitividad de aires industriales que más adelante Peter desarrollaría en sus también celebrados Pain.

El death metal sencillo, duro, directo y sin florituras está de vuelta gracias al tema título, mientras que los aires a Paradise Lost y a otras bandas del doom melódico que tan popular fue a mediados de los noventa están de nuevo también muy presentes en la quejosa y melancólica “Paradox”. Ante todos estos giros que se repiten tema tras tema, resulta fascinante comprobar con qué comodidad el trío sueco salta de un estilo a otro, apañándose para sonar naturales en todos ellos y sirviéndose de una producción verdaderamente magnífica para brillar en todas las facetas. “Point of No Return” tiene un rollo a thrash germánico endurecido y es sin duda bastante divertida, aunque el fade out final (que ya de por sí me resulta irritante) parece un poco fuera de lugar.

Con cinco minutos y medio de duración, “When the Candle Fades” es la canción más larga del disco, y quizás también la más prescindible. No es que esté mal del todo, pero entre la falta de punch y el ritmo como desganado con la que transcurre acaba haciéndose un pelín pesada. Siguiendo con los ritmos más o menos lentos, pero ahora sí repletos de groove, “Carved Up” se postula como uno de los grandes temazos de este disco gracias a sus toques doom, sus melodías orientales y su gancho general. Tras transcurrir por una serie de pasajes diversos y muy interesantes, su parte intermedia es un sacude-cuellos impecable que, mirándolo bien, habría funcionado a la perfección como cierre del disco, aunque ellos decidieron apostar por algo muy distinto (como veremos en el próximo párrafo) e incluso aquí no se pudieron aguantar de volver a recurrir al irritante fade out.

La recta final transcurre de una forma bastante sorprendente y de una forma u otra, despierta el tarro de las esencias y pone en valor la valentía de estos tíos. Para empezar, la majestuosa e inquietante “Reflections” es una especie de interludio entre delicado y simfónico, y cuando te esperas que la tralla de apabulle una vez se apaga su última nota, te atacan con dos baladas verdaderamente inesperadas y de inspiración un poquito cyniquesca como son “Slippin’ Away” y “Drained”. Supongo que más de un deathmetalero de la época se arrancó las orejas ante tal afrenta, pero la verdad es que, sin ser mis momentos favoritos del disco, ambas son bonitas, dan bastante el pego y ponen de manifiesto los huevos de toro que se gastaban los colegas. Sea como fuere, el tiempo les ha acabado por dar la razón, y la primera de ellas, incluso, aparece como una de las canciones más populares de la banda en Spotify justo detrás de las omnipresentes e imprescindibles “Eraser” y “Roswell 47”.

En directo, y siempre según los datos incompletos que generosamente nos proporciona setlist.fm, este disco es el más interpretado de todos los que la banda ha publicado en su historia. Está claro que se trata de uno de los discos clave en su carrera, pero si echamos un vistazo con algo más de profundidad vemos que se trata de un dato un pelín engañoso, ya que gran parte de esta preeminencia se la debe únicamente a la popularidad de “Roswell 47”. El tema que abre este disco es también el que más veces ha sonado en los conciertos de la banda sueca, pero si miramos al resto de tracklist de Abducted nos encontramos con que solamente “Killing Art”, “Buried” y, en mucha menor medida “Carved Up”, han tenido un lugar más o menos relevante en los repertorios históricos de la banda.

Curiosamente, investigando un poquito más en esta fuente de sabiduría inmensa que es setlist.fm, podemos ver cómo no hay ningún disco de los doce que han publicado a lo largo de los años del que hayan tocado más de cinco o seis canciones. Ese curioso dato, analizado así a bote pronto, podría significar que en sus álbumes hay bastante paja, pero como personalmente no conozco con total detalle el catálogo completo de la banda me reservo opinar si esta fría conclusión tiene visos de ser cierta o no. Lo que si que tengo claro es que en el caso que nos incumbe creo que hay otras muchas canciones que habrían merecido gozar también de unos minutos de gloria escénica.

En resumen, si Abducted no es el mejor disco de la carrera de unos Hypocrisy que tienen una buena colección de grandes discos a sus espaldas poco le debe faltar. Su valor indiscutible es que se trata de toda una sobrada multi estilística y que supuso un punto de inflexión en la carrera de la banda, marcando las directrices de lo que iba a ser su sonido en los próximos años. A pesar de que la importancia de Peter Tägtgren y los suyos queda a veces un poco escondida en el inmenso hervidero de bandas que inundaron Suecia en los noventa, nunca es tarde para poner de relevancia su calidad, su personalidad y su valentía. Su último disco, por cierto, data del lejano 2013, así que ya vendría siendo hora de escuchar a qué suenan los Hypocrisy de esta nueva década.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.