Chuck Schuldiner – Celebramos 50 años del nacimiento del padre del death metal (I)

El pasado diciembre se cumplieron 15 años del fallecimiento de Chuck Schuldiner, líder de la banda Death y, en última instancia, padre del death metal. A pesar de que nuestra intención inicial era desarrollar y publicar este homenaje en motivo de esa efeméride, acabamos pensando que quizás sería más bonito celebrar su nacimiento en vez de su muerte, así que decidimos posponer la publicación de este reportaje (y la mayor parte de su escritura, para qué mentir) hasta hoy. Y lo que originalmente tenia que ser un solo artículo loando la contribución sin igual de Chuck al mundo del death metal y del metal en general se nos ha acabado yendo un poco de las manos y se ha convertido en dos artículos que repasan todos los detalles de su tremendamente prolífica carrera, poniendo el foco en las dos etapas más o menos diferenciadas en las que podemos dividir la envidiable trayectoria de Death.

En esta primera entrega veremos como, en la segunda mitad de los ochenta, Chuck y sus distintos compañeros se dedicaron a crear y perfeccionar el death metal que entendemos como clásico: una evolución del thrash imperante en los sectores extremos americanos con distorsiones exageradas, visceralidad sin contemplaciones, letras agresivas y sangrientas de temática gore, afinaciones gravísimas y voces de ultratumba. A partir del cambio de década y de su tercer / cuarto álbum, como repasaremos en la segunda parte de este reportaje, Death y Chuck se empezaron a alejar del death metal más puro, lanzándose a explorar paulatinamente disco a disco un estilo que por aquel entonces casi no se había navegado, y que se iba a convertir en la semilla del death metal progresivo que tanto ha triunfado también en el futuro, evolucionando hasta el punto que decidió cambiar el nombre de la banda para publicar su trabajo final como Control Denied para no ofender a los fans de toda la vida, que no le habrían perdonado que renunciara totalmente a los guturales.

Internacionalmente, Death es una banda absolutamente reverenciada, con muchos de sus trabajos copando posiciones de privilegio en todas las listas de mejores obras de la historia del heavy metal. Pero por algun motivo u otro no estoy seguro que aquí tengan el reconocimiento que creo que merecen, e incluso me dá la sensación que dentro de nuestras fronteras se valora o se conoce más a bandas como Cannibal CorpseMorbid Angel o incluso Deicide. Pero para haceros una idea de la influencia totalmente brutal que ha ejercido Death sobre el metal extremo y de la figura paternal y casi mesiánica en que se ha convertido Chuck Schuldiner, pensad que bandas tan clásicas y relevantes como AutopsyMassacre o Cynic se formaron prácticamente como escisiones de Death. Porque Chuck, como muchos genios, habrá sido una figura complicada con la que tratar, eso es evidente ante la constante rotación de acompañantes que han participado en los discos de la banda, pero también es innegable que, a parte de ser un visionario con sus ideas, siempre se supo rodear de músicos espectaculares, perfectos para cada una de las encarnaciones de este grupo, desde James Murphy a Paul Masvidal o Andy LaRocque, pasando por Steve Di GiorgioChris Reinert o Gene Hoglan.

Aunque nació en Nueva York en 1967, antes de cumplir el año de vida sus padres se fueron a vivir a Florida, concretamente a Orlando, donde en 1983 formó un grupo llamado Mantas junto a un par de chavales llamados Rick Rozz y Kam Lee (que los más puestos en el mundo del death metal sabréis que son dos de los miembros fundadores de Massacre, otra banda histórica de la escena americana). Durante los años siguientes el nombre de la banda cambió y la formación también, pero eso no fué un impedimento para que se grabaran algunas maquetas que sentaron las bases de lo que iba a ser el death metal, amasando un éxito notable en la comunidad underground americana de intercambio de cintas (la famosa “tape-trading community”). Chuck se mudó a California y a Toronto (Canadá) llevándose con él las diversas encarnaciones del grupo mientras colaboraba ocasionalmente con otras formaciones, pero finalmente volvió a su Florida orginal y en 1986, contando ya con una fiel legión de fans, consiguió finalmente un contrato discográfico que serviría para grabar y publicar el trabajo de début de Death, el icónico Scream Bloody Gore (1987).

Podemos discutir si el honorífico título de primer disco de death metal de la historia se lo merece la opera prima de Death o el Seven Churches de los californianos Possessed (con el permiso de lo que unos tales Sepultura iban haciendo muchos quilómetros al sur), pero es indudable que Scream Bloody Gore ha sido una influencia mucho mayor y representa la primera piedra de lo que conocemos hoy con el nombre de death metal. Un thrash potentísimo, grave y ultradistorsionado, con más rapidez y brutalidad en las partes más rapidas y más pesadez y violencia en las partes más lentas, es también el primer álbum que contiene gritos / guturales tal y como han imitado cientos de bandas posteriormente. Es cierto que Death aún tenían mucho que evolucionar en los años venideros, pero Scream Bloody Gore se trata ya de un disco prácticamente redondo de thrash/death y, sin duda, significa uno de los momentos más brillantes y emocionantes de la historia del género.

Aquí aún encontramos un avasallador predominio de trallazos frenéticos y brutales como “Denial of Life”, “Sacrificial”, “Mutilation” (originalmente llamada, soezmente, “Mutilation Cunt”), la fabulosa “Baptized in Blood” o el propio tema título, lleno de interesantes matices y donde se escucha aún muy claramente la influencia de unos Slayer que acababan de alcanzar lo más alto con la publicación de Reign in Blood el año anterior. En temas como la infecciosa “Torn to Pieces” ahondan algo más en un medio tiempo tirando a vacilón del que Obituary tomarían muy buena nota en pocos años, mientras que en partes de “Evil Dead” o, sobretodo, en la icónica “Zombie Ritual”, con sus guitarras orientaloides, ya se vé que sus horizontes van bastante más allá del death metal más bruto, introduciendo algunas melodías de guitarra que aquí aún son anecdóticas pero que en el futuro van a convertirse en uno de los trademarks más identificativos de la música de Death. En esos momentos Death aún no contaban con una formación estable, tratándose básicamente de la banda de Chuck, que más allá de la composición de todas las canciones se encargó de grabar el bajo, las guitarras y las voces, contando únicamente con la ayuda a la batería de un tal Chris Reifert, que al poco de abandonar Death le dió por formar otra bandita casi nada relevante en esto del death metal como son Autopsy.

Scream Bloody Gore se grabó dos veces, la primera en Florida y la segunda en Los Angeles, ya que el sello neoyorkino Combat Records, famoso por haber publicado los primeros discos de Megadeth y por su papel decisivo en el crecimiento de la incipiente escena thrash estadounidense, no acabó nada satisfecho con el resultado de la primera intentona. Y no fué una decisión caprichosa, ya que la calidad de la producción de esa primera grabación, que ha visto la luz (sin voces) en una de las múltiples reediciones de la discografía de la banda, es notablemente más cutre tanto en el sonido de las guitarras como en algunos extraños ruidillos de dudoso gusto en el bajo y la batería. La grabación que finalmente salió a la luz ha quedado como una producción icónica, y el sonido denso y grave que consiguieron alcanzar Chuck y el productor Randy Burns (que ya había trabajado en algunos discos de Megadeth o Suicidal Tendencies y que no debemos confundir con el legendario Scott Burns, que iba a producir a la inmensa mayoría de bandas de death metal de Florida y más allá en el futuro) fué el referente en el que se miraron decenas de bandas en los años inmediatamente posteriores. Algo curioso es que algunos temas que se grabaron en la primera versión acabaron desapareciendo de la selección final, con especial mención para la quizás algo primitiva “Legion of Doom”, considerada la primera canción que Chuck escribió para la banda en los tiempos de Mantas, u otro clásico maquetero como “Land of No Return”, que acabó como bonus track de la edición final.

No os descubro nada si digo que los ochenta fueron una época de excitante fertilidad en el mundo de metal, con propuestas novedosas y excitantes aflorando constantemente tanto en América como en Europa. Deathestuvieron en el lugar adecuado en el momento adecuado, y Chuck supo perfectamente como endurecer el thrash metal para, voluntariamente o no, acabar introduciendo al mundo un género completamente nuevo que gozaría de gran repercusión y seguimiento, tanto entonces como ahora. En Scream Bloody Gore ya supieron colocar en su entorno a otras figuras icónicas del metal extremo americano de los ochenta con las que han crecido paralelemante, como el manager Eric Greif o el dibujante Ed Repka, famoso por su trabajo en el Peace Sells… but Who’s Buying? de Megadeth y, posteriormente, portadista habitual de multitud de bandas de thrash y de death metal. El éxito y el impacto de los primeros pasos de Death también dieron pié a que se desarrollara la prolífica escena de Florida, de donde alrededor de los míticos estudios Morrisound salieron gran parte de los exponentes del estilo durante esa época, como los gigantes Morbid AngelDeicide y Obituary, y otras bandas de menos repercusión como AtheistMonstrosity o los propios AutopsyMassacre y Cynic.

Chris Reifert tuvo una estancia en Death bastante breve, y para la composición del segundo álbum de la banda volvería a bordo del barco un viejo conocido como es Rick Rozz, ya embarcado totalmente en su propio proyecto, unos Massacre que por aquellos entonces aún estaban sacando maquetas pero que se convertirían en poco tiempo en otra de las bandas definitorias del death metal floridiano gracias a su fantástico From Beyond (1991). Con él llegó también su compañero Bill Andrews para hacerse cargo de la batería, y los tres grabaron el que es considerado por muchos como el mejor disco de puro death metal de la historia, al que titularon Leprosy (1988). Aunque por la formación del grupo habían pasado recientemente algunos bajistas, Chuck aparece otra vez como ejecutor de las líneas de bajo, muy lejos aún de las virguerías a las cuatro / cinco cuerdas que iban a caracterizar a la banda en años venideros. La portada, obra de nuevo de Ed Repka, es una de las más representativas de la carrera de Death, protagonizada por un icónico grupo de leprosos en sus túnicas blancas viviendo aislados y apestados enmedio de la nada.

Leprosy es, para casi todo el mundo, el mejor disco de la etapa más puramente death metal de la banda, y en general, si no fuera por mi cariño hacia su siguiente trabajo (que en realidad tampoco es tan puro), no me cuesta demasiado estar de acuerdo. Puliendo las aristas que quedaban pendientes de Scream Bloody Gore, no solo contiene algunos de los cortes más icónicos de la carrera del grupo, como el tema título, “Born Dead” o la genial “Pull the Plug” (probablemente el gran hit de su primera época), sino que rápidamente se convirtió en el álbum de death metal definitivo, con una sonido imitado hasta la saciedad, una base aún puramente thrash, una velocidad endiablada y las voces más graves y guturales que Chuck ha grabado nunca. A pesar de que los 38 minutos que dura el disco son un puñetazo sin fisuras, personalmente tengo especial predilección por temas como “Forgotten Past” o para el trío final formado por “Open Casket”, la dinámica y potente “Primitive Ways” (que siempre que la escucho me acaba motivando mucho sin nunca acabar de esperármelo) y la agresiva final “Choke on It” .

Aunque tengamos la sensación que Death siempre ha sido la banda de Chuck y de nadie más (y así acabaría siendo, en realidad, al cabo de unos años), en esta época el resto de los músicos aún tenían la oportunidad de hacer aportaciones importantes. De esta manera, en Leprosy prácticamente todos los temas vienen firmados por la dupla Schuldiner / Rozz, en lo que en ese momento parecía apuntar a una relación fructífera y duradera, algo que no acabó siendo así. Siendo como decimos el álbum que acabó estableció el sonido definitivo del death metal, imitado por centenares de bandas en el futuro, es curioso ver que tras los controles de los míticos estudios Morrisound se sentó un productor bastante desconocido llamado Dan Johnson. Y es que el sonido que tenía que tener la banda ya estaba más que claro en la cabeza de Chuck.

Aunque Bill Andrews continuó detrás de los parches, disputas con Chuck provocaron la marcha de Rick Rozzpara concentrarse de nuevo en Massacre, así que para completar el lineup que iba a grabar el tercer disco de la banda, titulado Spiritual Healing (1990), se incorporaron dos espadas de auténtico lujo que con los años se convertirían en auténticas leyendas del metal extremo: el guitarrista James Murphy (que pasaría después por TestamentCancer u Obituary) y el bajista Terry Butler (también procedente de Massacre y que posteriormente estuvo en Six Feet Under y Deicide para acabar también en Obituary). Aunque en general Spiritual Healing aun está considerado de lleno parte de la etapa puramente death metal de la banda, yo lo veo más un disco de transición en el que ya podemos encontrar muchos elementos que difieren bastante de los visto tanto en Scream Bloody Gore como en Leprosy, y que nos iban a apuntar inequívocamente hacia donde iban a ir los tiros a partir de ahora.

Por un lado, la producción ya no es el muro denso y grave que había en Leprosy, sino que se abre a proporcionar un espacio para que destaque una complejidad instrumental con cierta inquietud progresiva que no habíamos visto hasta ahora. Y es que Chuck, aparte de implementar sus planes de apertura en este álbum, dió total libertad a Terry Butler para experimentar con un bajo más protagonista que nunca y, sobretodo, a que James Murphyintrodujera su característico virtuosismo melódico, aligerando decididamente el sonido de la banda e incorporando solos y punteos de forma profusa en todas las canciones, un recurso prácticamente ignorado en los dos discos anteriores. Me atrevería a decir, de hecho, que la influencia de James en el sonido posterior de la banda en general y en la manera de tocar de Chuck en particular nunca se ha tenido en suficiente consideración, siendo para mí uno de los puntos de inflexión más importantes de la historia de Death. Por otro lado, el propio Chucktambién empezó a experimentar con una voz algo más gritona y no tan gutural, y las letras se alejan de la temática gore que predominaba hasta ahora para concentrarse en temas más sociales, como las drogas, el aborto o la corrupción. Como reflejo de este cambio, la última portada de Ed Repka para la banda muestra a un grupo de predicadores religiosos azotando violentamente a un pobre desgraciado confuso y aturdido. Y aunque no se comenta en ningun sitio explícitamente, algunos de ellos a mí me recuerdan a villanos de la época como Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Temazos como la inicial “Living Monstrosity”, “Altering the Future”, “Genetic Reconstruction” o “Within the Mind” (con un punteo inicial que recuerda al de “Zombie Ritual”) nos demuestran que en Spiritual Healing no nos vamos a encontrar ni mucho menos más de lo mismo, abriendo generosamente el abanico de posibilidades y alternando en todo momento, en mayor o menor medida, partes más puramente death con pasajes más culebreros y progresivos, con abundancia de ritmos asincopados y melodías pegadizas de guitarra. Otros temas como “Defensive Personalities”, “Low Life” o la final “Killing Spree”, por otro lado, siguen siendo trallazos de death metal muy serio sin (demasiada) infuencia progresiva, pero con toda la inyección de melodía de la que ya no iba a haber nunca vuelta atrás. El despiporren definitivo llega de la mano del tema título, el más largo de la banda hasta el momento con casi 8 minutos, una epopeya compleja y progresiva que pasa por todos los palos que Chuck y los suyos tocan en esta etapa de su carrera, con un bajo muy potente, fantásticos momentos de death metal totalmente incorrupto y harmonías dobles de guitarra absolutamente deliciosas, demostrando que la pareja Chuck Schuldiner / James Murphy consiguió compenetrarse a la perfección.

Cuando salió, Spiritual Healing fué recibido con una respuesta no demasiado entusiasta entre los fans de la banda, que esperaban otra dosis de death metal monolítico como las que habían visto en sus primeros discos. Quizás por este motivo este álbum suele aparecer en las últimas posiciones de casi todos los ránkings que se hacen sobre los discos de Death (y aún así, nadie lo baja del notable), con lo que me dá la sensación que es una de las joyas más olvidadas e infravaloradas de la carrera de la banda. Personalmente, le tengo especial cariño a este trabajo, y a pesar de que en su momento no entendí (ni me planteé demasiado, la verdad) su contexto y significancia histórica, fué uno de los discos de este grupo que más escuché en mi adolescencia, por la única, simple y aleatoria razón de que, junto a un Symbolic que rallé hasta la saciedad, era el único disco de la banda que tenía en CD, estando los otros escondidos en el mar de cintas grabadas que inundaban las estanterías de mi habitación.

El line-up Schuldiner / Murphy / Butler / Andrews parecía funcionar tanto a nivel compositivo (de nuevo, en Spiritual Healing prácticamente todos los temas son un esfuerzo conjunto entre varios miembros) como a nivel de compenetración, así que es posible que el sueño de Chuck de contar con una formación estable para Deathtuviera visos de estar a punto de cumplirse. Ante el éxito de popularidad amasado por la banda, para presentar este disco se organizó una gira europea. Después de supervisar y analizarlo todo con detalle, Chuck consideró que la organización de la gira no estaba a la altura de lo que la banda requería, así que decidió suspender todas las fechas anunciadas en el Viejo Continente. El resto del grupo se mostró totalmente en desacuerdo y, ante la estupefacción de Chuck, se embarcaron a realizar la gira sin su aprobación, bajo el nombre de Death, con la ayuda de su técnico de guitarra habitual y de un chico llamado Louie Carrisalez a las voces. Sobra decir que Chuck se pilló un cabreo monumental que acabó con todos los miembros expulsados de la banda y con la consumación del que será el último gran punto de inflexión que supuso Spiritual Healing: el abandono por parte de Chuck de la idea de que Death podían que ser una banda al uso. A partir de aquí, nuestro protagonista compuso personalmente y en solitario todas las canciones, y los miembros que le acompañaron en cada una de sus múltiples y cortas etapas fueron alquilados temporalmente para satisfacer las necesidades temporales de la banda. Y como veremos en el siguiente capítulo de este homenaje, esta decisión no le salió nada mal, ya que durante la década de los noventa Death publicaron algunos de los mejores discos de la historia del metal.


Artículo publicado originalmente en Metal Symphony Website: 
http://www.metalsymphony.com/chuck-schuldiner-celebramos-50-anos-del-nacimiento-del-padre-del-death-metal-i/

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.