Himnos del Rock: «We’re Not Gonna Take It» de Twisted Sister

1984. Año clave en marco literario. El hard rock, el glam y el hard n’ heavy juegan al alza, especialmente en los Estados Unidos. De entre las decenas de grupos que nacen como setas (pasan siempre que un estilo está subiendo. Recordemos el final de los 90 y principios de los 2000 con el power), hay uno que tiene una especial relevancia por varios aspectos, y quizá la música (que sí, que es tremenda) no es el más importante.

Me imagino a un anciano republicano del centro perdido del país ver una imagen de los Twisted Sister y veo su corazón deteniéndose. ¿Qué era aquello? Un grupo de cinco chicarrones (porque no son pequeños, precisamente), vestidos como drag queens, pintados  como puerta de casa vieja y resaltando, a gritos, la libertad en general y la del rock en particular. Un grupo que, según la leyenda, amenazó a los propios Manowar a hostiarse en un parque cuando los supuestos kings of metal se burlaron de ellos. Un grupo que ha hecho de la actitud su modo de vida. Y, a pesar de lo dicho en el primer párrafo, un grupo con un buen puñado de himnos del rock, del que sobresalen dos. Uno, el que hoy nos traemos entre manos “We’re Not Gonna Take It”, escogida por la VH1 como una de las 100 mejores canciones de los 80.

Enmarcado dentro del gran clásico del grupo, el Stay Hungry (1984), “We’re Not Gonna Take It” es un canto a la libertad individual, a seguir firme y fiel con uno mismo y a no aceptar o dar por buenas opiniones o hechos ajenos. Prácticamente en cada verso puede leerse esa ida, la de repeler aquello que no nos representa (en este caso parece claro que se refieren al rock y el supuesto estilo de vida que se le connota, pero es aplicable a cualquier aspecto de la vida). Es un grito de rabia del adolescente marginado al que le llueven collejas por ser como es o escuchar lo que escucha. Es un “ey tío, te paras ahí, te callas y me dejas en paz”.

Todo esto se ejemplifica muy bien en uno de los puntos fuertes del grupo, el videoclip. Vemos al principio al anciano republicano del que hablábamos antes, años atrás, siendo padre de una familia numerosa muy conservadora. Y como en todas esas familias, hay una oveja negra, el que pide levantarse e irse a su habitación para, ¡atención! tocar la guitarra como un hereje. Eso debe pensar el progenitor cuando va su cuarto y empieza a impartirle lecciones morales más que cuestionables, si no eres de Vox o un cateto (que viene a ser lo mismo). Pero oh sorpresa cuando la rabia convierte al chiquillo escuálido en alguien de quien huirías, y encima empieza a plantarte cara y soltar collejas, por decirlo finamente, ante tu supuesta autoridad. Por si fuera poco, sus cuatro hermanos se convierten en el resto de la banda. Es la revolución del proletariado, entendiendo proletariado, en este marco, como una generación cansada del puritanismo y el respeto ciego hacia las leyes (establecidas o dadas por supuestas), bien representadas por el padre.

Más allá de todo esto, “We’re Not Gonna Take It” es un himno absolutamente atemporal, válido para cualquier generación. Musicalmente es lo que Twisted Sister ofrecen at its best, guste o no (a mi me encanta), y es un claro ejemplo de la España cañí y su gracia adaptando letras cuando no sabe qué dicen, “huevos con aceite”. Si lo hubiésemos entendido y aplicado, quizá ahora la gasolina no estaría tan cara…

Xavi Prat
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Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.