Dream Theater – A View From the Top of the World

Nuestra Nota


9.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 22 de octubre 2021
Discográfica: Inside Out Music
 
Componentes:
James LaBrie – Voz
John Petrucci – Guitarra
John Myung – Bajo
Mike Mangini – Batería
Jordan Rudess – Teclados

Temas

1. The Alien (9:32)
2. Answering the Call (7:35)
3. Invisible Monster (6:31)
4. Sleeping Giant (10:05)
5. Transcending Time (6:25)
6. Awaken the Master (9:47)
7. A View From the Top of the World (20:24)

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Decimoquinto disco de la banda más grande de ese estilo que conocemos como metal progresivo. Quinto desde la marcha de uno de sus pilares, Mike Portnoy. En esta crítica va a ser inevitable hablar tanto de su sustituto, que ya lleva 10 años en la banda, tiempo más que sobrado para que reciba el trato de miembro de pleno derecho, como de la voz de LaBrie, quién rara vez desentona en disco, como rara vez afina en directo. Vamos a ello.

Ciertamente, la marcha de Portnoy fue un mazazo, a todos los niveles; más allá de su pericia con su instrumento, Mike era el alma de la banda, uno de los fundadores, y sobre todo, uno de los compositores de peso, quién dirigía los pasos junto a Petrucci que debían tomar en cada momento. No vamos a ahondar en esa historia otra vez; el caso es que su sustituto, Mangini, es un músico de mucho nivel, pero de escaso peso en cuanto a todo lo demás que Portnoy sí aportaba; claro que no le vamos a pedir que componga, ni que produzca, pero se echaban de menos esos detalles con que Portnoy vestía un ritmo por aquí, un cambio por allá. No en vano, su primera aportación discográfica es A Dramatic Turn of Events (2011), un intento de calmar a las huestes de fans tirando de clichés de discos anteriores, pero sin ningún alma tras los platos, una batería que podría haberse programado y no sería muy diferente.

Debo decir que esto se ha ido corrigiendo, en Distance Over Time (2019) ya se adivinaba algún extra en algunos momentos de la batería, pero es en este A View From the Top of the World donde Mangini parece que definitivamente se ha soltado, y eso va en beneficio claro de las composiciones. No, no llega al nivel de Portnoy, ni creo que llegue nunca, pero por lo menos ya se ve algo de su mano ahí detrás, algo que además sustenta la enorme producción de este disco, que consigue que por fin esa batería no suene como si la tocase un robot.

A James LaBrie hay que agradecerle la enorme aportación discográfica, el sello de identidad que otorga su voz a la música de Dream Theater, hasta el punto de que mucha gente no entendería esta banda con otra voz; pero claro, no sabemos si es aquel pescado envenenado, que ya suena a excusa que se saca cuando la cosa se tuerce, o si un mal mantenimiento de su instrumento vocal es lo que provoca que en directo sea un desastre que se agrava con cada nueva gira. En todo caso no quiero recrearme demasiado en este tema recurrente porque si hay algo que decir sobre la voz registrada en este disco, es que suena sublime, llega a todas las notas requeridas, porque de todas formas, ya nadie le pide ni en disco, que cante un Fa# como el de «Learning to Live», sabemos que ese Labrie ya nunca más estará, pero sigue siendo un muy digno cantante, repito, en estudio, y ahora utiliza recursos como doblar un estribillo con una voz medio tono superior que ejerce de cojín y seguro le permitirá afrontar el directo con más garantías; incluso algún juego de voces curioso y poco visto en Dream Theater, como el que aparece en el final de «Trascending Time».

En pleno mes de agosto nos sorprendía la aparición del primer tema adelanto de este disco, “The Alien”. Debo decir que desde el primer momento me encantó; es más, tras varios meses dándole escuchas, estoy convencido de que es el mejor tema desde la marcha de Portnoy, y un tema que puede situarse sin problemas entre los mejores de la historia de la banda. Y claro, ahí se disparan las expectativas. Porque sí, para un fan de la banda como yo, la salida de un nuevo disco provoca cierto interés, pero con un adelanto así, es más bien ansiedad. Desde el trepidante inicio, que ya es una orgía instrumental, sabes que estás ante algo grande. El primer solo de Petrucci antes de que entre la voz, de repente convierte una intro magnífica en algo casi perfecto, una melodía maravillosa, notas limpias se suceden dando forma a la estructura del tema, preparándolo para las estrofas cantadas; dejadme decir que veo muchísimo del trabajo de Petrucci en Liquid Tension Experiment; creo que ha aprovechado fantásticamente este año y medio sin giras, primero con su trabajo en solitario, volviendo a compartir estudio e ideas, sobre todo ideas, con Mike Portnoy, y posteriormente con esa reagrupación, grabando no ya la continuación de los dos Liquid Tension Experiment previos, sino yendo un paso más allá, mejorándolos en mi opinión, y llevándose de esa experiencia muchas ideas aplicables en Dream Theater; y me diréis, claro, pero ese tipo de solo melódico hace años que forma parte de los temas de Dream Theater, sin ir más lejos, en su anterior trabajo, «Fall Into the Light» contaba con una maravilla de este estilo. En este caso la forma de integrarlo en el tema me recuerda bastante a como lo hace en Liquid Tension Experiment, y especialmente cuando vuelve a traer ese solo al final de la canción, llevándola hacia un final épico y melódico a partes iguales.

Una buena historia además, para vestir la canción, donde el alien es el ser humano que explora el universo en busca de nuevos lugares que habitar. En cuanto a este aspecto, el disco no es conceptual ni siquiera los temas giran en torno a temáticas similares, cada canción es un universo en sí misma, y si bien no suele ser su fuerte, creo que en esta ocasión hasta ese aspecto es bastante destacable, letras inspiradas, historias directas.

«Answering The Call» es el segundo corte del disco. Debo decir que fue el tema que volví a pinchar después de la primera escucha completa. Una canción con un gran balance entre lo técnico y lo melódico. También tiene otro de esos solos melódicos antes de la entrada de las voces, pero en este caso los riffs me llegaron a recordar a momentos de Awake (1994), aunque el teclado poco tiene que ver, pero lejos de destrozarlo, consigue una mezcla muy efectiva. Si algo tiene Jordan Rudess es que ha sabido imprimir su sonido a la banda, y aquí juega con varias de esas sonoridades tan reconocibles, además de incluir también algunas ambientaciones muy adecuadas. En la parte de los solos la guitarra y el bajo me vuelven a sonar muy Awake, aunque el teclado te lleva inevitablemente a Scenes o Six Degrees. Todo ello sin sonar específicamente a nada que hayan hecho antes, pero sin dejar de sonar a todo un poco, es una dificultad que creo que superan con nota, no se repiten, pero no hacen nada que no nos sea familiar. Mucho mérito ahí.

Nos topamos con «Invisible Monster» en tercer lugar, el corte que sirvió como segundo adelanto del disco, que es el típico single de los últimos tiempos. Una canción elaborada que parece sencilla, hasta pegadiza; es fácil escribirlo, pero componer algo así se me antoja dificilísimo; para ellos es otro día en la oficina. Riff marca de la casa, como si estuvieran definiendo el estilo con cada estrofa, pero a su vez haciendo que parezca lo más natural del mundo, un puente efectivo y estribillo coreable y a mi gusto, muy bien rematado, subiendo y llevándolo a otro pequeño solo melódico. El desarrollo de la canción en general me parece brillante, las segunda estrofa ya mete muchos detalles bajo la voz que hacen que crezca el interés por la canción; la sección de los solos me devuelve a muchos momentos de la historia de la banda, lo de Petrucci en concreto me parece una locura, convierte cualquier pequeño solo en una obra de arte, lo que hace al final de este por ejemplo es otra sobrada, y lo hace como si nada. El final nos guarda otro gran momento, y es que la salida instrumental cambia al final, sube de nota y un teclado le da un tono épico de esos que son sello de la casa. Enorme final para uno de los mejores singles de Dream Theater de los últimos tiempos.

El inicio de «Sleeping Giant» vuelve a ser otra masterclass de metal progresivo, con un sonido Hammond de teclado que le da un toque diferente, y con unos detalles de Mangini que llevábamos 10 años esperando. Bienvenido. Una canción que viene envuelta en un halo de misterio, muy bien interpretado por Rudess, y una instrumentación que a ratos te recuerda a Metropolis Pt. II: Scenes From a Memory (1999), sobre todo a los temas con mayor desarrollo instrumental. Pero también a momentos de Systematic Chaos (2007) o de Black Clouds and Silver Linings (2009), especialmente a los temas largos, pero aquí estamos ante otro tipo de canción, con un estribillo bastante accesible, que hace que esta canción llena de cambios y con multitud de detalles (hasta un solo con ese sonido de pianola que Rudess ya usó en el instrumedley del Budokan, entre otros), se convierta en un tema bastante fácil. Insisto en que una de las cosas que más me sorprenden de este disco es lo complejo que resulta en cada pasaje, y lo accesible a su vez, temas como este y sus 10 minutazos entran muy bien. De nuevo con un final muy acertado, subiendo la intensidad.

«Trascending Time» es el tema diferente del disco. Siendo muy osado hablaría de hard rock progresivo, y es que esta canción de entrada parece más amable. Bonitas melodías, un riff conductor extremadamente prog, todo ello revestido de luz, Rudess usa aquí sonidos más propios de muchas bandas de rock progresivo, y sin ser un tema que suene a ello, si que es cierto que se respira cierto aire setentero por momentos, aunque siempre trasladado al sonido Dream Theater, identificable en todo momento. Para mi es el punto flojo del disco, seguramente a un disco con 7 temas así lo estaría destrozando ahora mismo, pero es un tema aquí en medio que si bien no va a ser el que pase a la historia, al estar bastante solo, tampoco molesta, y hasta parece buena idea meter algo distinto a lo que estábamos escuchando. Quizás también esté ahí para quitar la tentación a cualquier redactor de clavarle un 10 a este disco, y es que el 10 es Images and Words (1992), ya lo tienen.

Vuelta a la realidad con «Awaken The Master». Una larga introducción instrumental nos dibuja otra canción en la línea de las anteriores; toda ella recubierta de ese halo que veíamos en «Sleeping Giant», pero aún más marcado; no sé si es por lo de “Master”, pero a ratos me recuerda a «In The Presence of Enemies», también pinceladas de «The Count of Tuscanny» o «A Nightmare to Remember», incluso alguna cosa de temas de A Dramatic Turn of Events (2011); en todo caso, es probablemente el tema más tosco del disco, en el sentido de ser un tema más duro, muy ambiental, y con un desarrollo más oscuro. Mucha sección instrumental, que a falta de tema instrumental, se agradece.

Y llegamos al final. El tema título, el tema épico progresivo de 20 minutos. Ese que me puso los dientes largos desde el mismo día en que desvelaron el minutaje del álbum. Tampoco me voy a extender demasiado en este tema en particular. Sí, cumple las expectativas. Dentro de él encontramos referencias a casi cualquier época anterior de la banda, pero en su conjunto, compositivamente enlaza muy bien con el sonido actual de Dream Theater, y en cuanto a desarrollo tiene mucho de Octavarium (2005), sobre todo por su estructura, un tema que va creciendo hasta que en su parte central, tras una magnífica sección instrumental donde todos los músicos dan muestras de su maestría con sus instrumentos, el tema frena en seco y nos mete en una sección calmada, lenta, toda la banda se va sumando a los acordes que propone Petrucci, primero Jordan con teclado y piano, luego el resto, incluido LaBrie que en esta tesitura se ve más cómodo con voces dobladas, y es que aquí empieza a exigir la canción: a falta de balada, este tramo haría las veces de ella, es casi una balada incrustada dentro del tema, que de nuevo sirve a Petrucci para incorporar un solo magnífico que es el que nos devuelve a la canción tal como la conocíamos antes del interludio. Un temazo a todas luces que acaba, como no podía ser de otra manera, en un ascenso épico de dimensiones estratosféricas, recordando a esos finales de temas largos que son marca de la casa y que saben que estamos esperando. Final absolutamente satisfactorio, de un tema que, si bien no es el mejor de su carrera en este tipo de temas, el listón está muy alto, sí que cubre con creces el expediente.

Tras 35 años de carrera, creo que Dream Theater están en un gran momento, conducidos por la inspiración de John Petrucci, que ahora mismo está en un nivel donde me cuesta ver a muchos músicos más, y que lejos de dedicarse a demostrar que es el mejor, pone todo ese talento al servicio de sus canciones, regalándonos una colección de ellas como esta que a mi personalmente me ha conquistado. No solo fueron cabeza y abanderados de todo un género, es que siguen en la cresta, siguen creando tendencia, y siguen siendo el faro que ilumina a un buen puñado de bandas que siguen creciendo y haciendo crecer un estilo que goza de una salud envidiable, especialmente viendo como uno de sus padres sigue en tan buena forma. No se habían ido nunca, pero creo que este trabajo reconciliará con la banda a aquellos que se alejaron tras la marcha de Portnoy, o tras aquel disco tan poco inspirado al que ni pusieron título, o del experimento de The Astonishing (2016), así que bienvenidos de nuevo al redil, A View From the Top of the World hace honor a su nombre, y les vuelve a colocar en la cima, si es que en algún momento habían dejado de estarlo.

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Sobre Toni López 35 Artículos
Toda una vida marcada por el Metal. Televisión, radio y prensa escrita, intentando poner letra a la ciencia del ruido