Death Angel – The Evil Divide

Nuestra Nota


8.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 27 de mayo de 2016
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Mark Osegueda - Voz
Rob Cavestany - Guitarra
Ted Aguilar - Guitarra
Damien Sisson - Bajo
Will Carroll - Batería

Temas

1. The Moth (4:38)
2. Cause for Alarm (3:22)
3. Lost (4:58)
4. Father of Lies (5:05)
5. Hell to Pay (3:12)
6. It Can't Be This (4:16)
7. Hatred United / United Hate (5:18)
8. Breakaway (4:01)
9. The Electric Cell (4:38)
10. Let the Pieces Fall (5:47)

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A pesar de su indudable talento y personalidad, Death Angel nunca lo han llegado a petar. En su momento tuvieron bastante mala suerte, ya que apuntaban muy alto, pero nunca alcanzaron el nivel de popularidad y relevancia que prometían. Sus dos primeros discos fueron magníficos, con un thrash divertido, desenfadado, personal e innovador de influencias punk, funk y progresivas, sin miedo a probar cosas nuevas e inesperadas y sin tomarse nunca demasiado en serio. Recibieron excepcionales criticas hasta el punto que para su tercer trabajo ficharon por Geffen Records, el gran gigante discográfico que contaba en sus filas con bandas de talla sideral como Nirvana, Pearl Jam o Guns N’ Roses (estamos hablando de 1990, pensad en qué momento de popularidad estaban estos tres grupos), y que consideró que podrían ser su punta de lanza para adentrarse en el mundo del thrash metal, tan popular en Estados Unidos a finales de los ochenta. El disco que salió de ello, Act III (1990), es aún destacable, con un curioso feeling alternativo y en general más accesible, pero la aventura no les fue del todo bien. Tuvo un éxito comercial aceptable, pero una serie de circunstancias desafortunadas, incluido un grave accidente de su batería Andy Galeon que prácticamente le retira de los escenarios, hicieron que la banda se separara poco después de su publicación.

Los noventa no fueron la mejor época para el thrash metal, que sufrió un bajón alarmante de popularidad y una cierta crisis de identidad de la mayoría de sus bandas clave. Death Angel se reunieron de nuevo en 2001 para algún concierto esporádico, y no fue hasta 2004 que decidieron volver de forma permanente. Desde entonces han ido sacando buenos discos con regularidad, pero no han llegado a escapar nunca de un segundo plano. Hay gente que los colocaría justo debajo de los cuatro grandes del thrash, a la altura de Testament. Supongo que podría haber debate en temas de calidad, pero su popularidad es tan tan inferior que me parece una afirmación muy aventurada.

De sus discos clásicos, en su momento me gustaron bastante los dos primeros y no tanto el tercero, pero nunca fueron un grupo de referencia para mí, en parte por llevar ya unos años separados en el momento en el que me empecé a interesar por el estilo, con lo que no estuve tampoco demasiado al tanto de su retorno. Cuando volví a pillarlos realmente fue con Relentless Retribution (2010), que a pesar de no convencer demasiado a la mayoría del público me pareció un disco muy bueno, con temazos agresivos y un sonido moderno y contundente. The Dream Calls for Blood (2013) ahonda en esa línea y también me parece muy disfrutable, pero es cierto que en ambos la banda suena mucho más convencional y genérica de lo que lo hacía en sus inicios, sin ese toque frívolo y desenfadado que los hizo especiales entonces.

Con este The Evil Divide el grupo vuelve un poco a un sonido algo más ligero y crossover propio de sus primeros trabajos, abandonado en estos dos álbumes anteriores. No suenan tan explícitos y contundentes pero sigue siendo, en su gran parte, un disco serio y maduro, cosa que, ojo, tampoco es mala. Lo que hace que este trabajo me guste tan especialmente no es ni el sonido ni el estilo, sino la inspiración y las canciones, que me parecen adictivas y muy disfrutables. Permanecen de la formación original su líder, guitarrista y principal compositor Rob Cavestany y el vocalista Mark Osegueda, probablemente uno de los vocalistas más infravalorados del thrash, con su tono elegante y poderoso, capaz de múltiples registros y reminiscente del Belladonna de sus mejores momentos. Ted Aguilar lleva ya muchos años como segundo guitarrista, desde la reunificación del grupo, mientras que este es ya el tercer disco consecutivo con Damien Sisson y Will Carroll al bajo y a la batería respectivamente. Esta continuidad en el lineup se nota en este trabajo, donde suenan compenetrados y compactos. Como suele ser habitual en estos grupos veteranos, tampoco es que Death Angel inventen nada con The Evil Divide. Ni lo pretenden ni nadie lo espera, pero las canciones son buenas y disfrutables y creo supone un valioso valor añadido a la ya de por sí rica discografía de la banda.

Tengo una playlist con todos los discos pendientes de reseñar (que a veces crece más rápido de lo que decrece, que no puede uno con todo) y este álbum de Death Angel venía justo después del de Dark Funeral que publicamos hace algunos días. Los primeros segundos de «The Moth» siempre me tenían dudando de si habíamos cambiado ya de grupo o no, porque este principio podría encajar perfectamente en un disco de black metal. Este espejismo se esfuma al cabo de poco, cuando entra un riff 100% thrashero acompañado de unos coros hardcoretas, para construir una canción pegadiza, divertida y accesible. Por cierto, que esta polilla que va hacía la llama de la que se habla es la protagonista de la portada del disco, con un aire evidente al Silencio de los corderos (1991), y que, calavera a parte, reduce drásticamente el nivel de ferocidad animal después de dos portadas llenas de lobos hambrientos.

El disco se hace muy dinámico de escuchar debido a la variedad de registros que contiene, con un equilibrio sano y disfrutable entre distintas velocidades y sensaciones, con momentos de incontenible frenetismo, otros más pesados y otros directamente melódicos y accesibles. La magnífica e incisiva «Cause for Alarm», la sencilla y trallera «Hell to Pay» o la slayerizada «Breakaway» son rápidas, directas, punkarras, thrasheras y violentas. No ofrecen ninguna concesión y están repletas de breaks, riffs y coros hardcoretas. Tres temas super disfrutables y algunos de los momentos más destacables del disco si gustas de la tralla.

«Lost», en cambio, es un corte muy diferente, muy antémico. Recuerda muchísimo al «In the End» de Anthrax, musicalmente en algunos momentos concretos y en espíritu a lo largo de todo el tema. Es muy heavy y melódica, lenta, épica y poderosa, hasta cierto punto «comercial» (qué poco me gusta este adjetivo) y bastante alejada de la agresividad que domina la mayoría del disco. La línea de voz está muy conseguida y es adictiva y pegadiza tanto en las estrofas como en el estribillo, con un Mark Osegueda que brilla especialmente mostrándonos la amplitud de su rango vocal y lo sobrado que anda en todos los registros que toca. Una elección obvia como single, que probablemente vaya a convertirse en un himno en directo en esta gira, y estará por ver si en el futuro.

El segundo single extraído de momento es otra canción también muy pegadiza pero con un espíritu totalmente opuesto. «Hatred United / United Hate» es un medio tiempo lleno de riffs vacilones, incisivos y rompecuellos, con estribillo coreable pero esencia agresiva. Recuerda por momentos a Megadeth y es uno de los temas más destacables del disco, sabiendo aunar varios de los registros presentes en el global del álbum de forma bastante natural. En una línea parecida iría «It Can’t Be This», lenta y machacona, que tiene un espíritu accesible pero no renuncia la contundencia y se coloca en algún lugar entre Kreator y los discos más exitosos de la banda de Dave Mustaine.

«Father of Lies» no es ni tan rápida ni tan lenta, sino todo lo contrario, y está construida sobre un riff divertido y saltarín, con una parte intermedia algo progresiva sazonada con un solo dramático y épico primero, y agresivo y veloz después, y un excelente trabajo de ambas guitarras. Para acabar, dos canciones rápidas y poderosas sin ser frenéticas, energéticas pero melódicas. «The Electric Cell» es recordable y magníficamente construida, con un ritmo galopante, momentos opresivos y un bonito solo, mientras que «Let the Pieces Fall» es una de mis favoritas. Vacilona, pegadiza, épica y agresiva, con el mejor estribillo del álbum y un solo excepcional, alternando momentos más rápidos con un final machacón, apisonante y atronador.

Un disco fresquísimo y variado, con excelentes canciones y sin un gramo de relleno. Se escucha en un momento y te deja con ganas de más. Tanto el trabajo vocal como a las guitarras es de un nivel altísimo, con la sección rítmica creando el entorno perfecto para que brillen. Death Angel se encuentran en uno de los momentos más dulces de su carrera, consolidando el sonido que han ido definiendo durante estos últimos años y instalados en un cómodo segundo escalón del thrash metal actual. Probablemente es tarde para aspirar a más, pero va a ser complicado sacarles de ahí. The Evil Divide es el mejor disco, para mí, desde su regreso hace ya tres lustros, y es sin duda uno de los trabajos del género más logrados este año.


Artículo publicado originalmente en Metal Symphony.

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.