Canciones perfectas: «Welcome Home» de Coheed and Cambria

¿Conocéis esa sensación de creer conocer una banda por el simple hecho de amar solo una de sus canciones? No hablo de one-hit wonders, sino más bien de… ¿pereza? Han existido, existen y existirán -y no solo en el mundo del rock– artistas con un solo éxito en su carrera y que, a partir de este, han visto disminuir su popularidad y, a menudo, no vuelven a las listas de éxitos con otras canciones o álbumes.

Pero este no es el caso que aquí nos ocupa, ya que el álbum de marras ocupó el puesto número 69 en la edición de octubre de 2006 de la lista de la revista Guitar World de los 100 mejores álbumes de guitarra de todos los tiempos. No en vano, este Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through the Eyes of Madness (2005) es el mayor éxito de Coheed and Cambria hasta la fecha al vender más de un millón de copias en todo el mundo.

No sé por qué extraña razón (si es que hubiera alguna, que lo desconozco) jamás me ha dado por indagar en profundidad en la música de los neoyorquinos, pero sospecho que el hecho de que en el año 2005 eso del rock/metal progresivo me quedaba algo «grande», por decirlo de alguna manera, pues por aquél entonces yo estaba a otras cosas. Es posible que es sea el único motivo por el cual, hasta hace relativamente poco tiempo, para mí, Coheed and Cambria no era más que la banda que escribió «Welcome Home».

«Cometer un error y no corregirlo es otro error.» (Confucio)

Con el paso de los años, y a medida que mis sienes se iban poblando con canas, empecé a ampliar mis horizontes musicales, y a día de hoy podría decir que el metal progresivo (el rock, quizá no tanto) ocupan un lugar bastante privilegiado en mis listas de reproducción diarias. Y como nunca es tarde si la dicha es nueva, ahora sí me da por indagar un poco más en cosas que se me quedaron en el tintero por el camino, y Coheed and Cambria es una de esas bandas en las que merece la pena invertir horas y horas de escucha.

La banda

Originalmente llamados Shabütie (publicaron dos EP’s bajo este nombre), la banda Coheed and Cambria, liderada por el talentoso vocalista y guitarrista Claudio Sánchez, llevó a cabo una fusión histórica de las tradiciones del rock progresivo y del emocore en su álbum debut The Second Stage Turbine Blade (2002). Travis Stever (guitarra), Michael Todd (bajo), Josh Eppard (batería) y Dave Parker (teclados) fueron partícipes de las locuras de Sánchez: temas largos plagados de tiempos extraños, baladas enrevesadas con guitarras punzantes, épicos crescendos instrumentales y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Las voces chillonas (con un toque incluso femenino, diría yo) de Sánchez han sido una constante en la banda de sus inicios. Un claro ejemplo de ello es la melodía de «Time Consumer», tema incluido en su álbum de debut, en el que colabora Dr. Know, guitarrista de Bad Brains, y los temas «Hearshot Kid Disaster» y «Neverender», que parecen haber sido creados como piezas instrumentales. Solo un par de temas, «Devil In Jersey City» y el conmovedor e inquietante «Delerium Trigger» se parecen al formato de canción tradicional que tod@s tenemos en la cabeza.

In Keeping Secrets of Silent Earth: 3 (2003) comienza con la majestuosa melodía del piano que cierra su anterior trabajo. Los ocho minutos que dura el segundo de los temas, «In Keeping Secrets of Silent Earth: 3», enfatiza la dialéctica y la característica fundamental de la banda: voces emotivas y estridentes Vs. riffs pesados ​​Vs. batería sincopada. La dinámica virtuosa de un tema como «The Crowing» muestra la asombrosa capacidad de la banda de llevar el drama hasta una dimensión casi sobrenatural. La fantasía gótica de tres movimientos «Camper Velourium» abarca desde el hard rock con toques folk muy en la onda de Jethro Tull (primer movimiento) hasta una especie de death metal histérico del tercer movimiento. El álbum se cierra con un tema de nueve minutos, «The Light and the Glass», que comienza como una balada acústica pastoral con flauta y pasa suavemente a convertirse en una power ballad cada vez más densa. «Blood Red Summer», «A Favor House Atlantic» y, sobre todo, «Three Evils Embodied In Love and Shadow» son ensayos sobre cómo la música puede sonar poppy y pesada al mismo tiempo. Un segundo trabajo tan bombástico como demoníaco. La banda sonora ideal que sonaría en un hipotético renacimiento tras el Apocalipsis. Quizá por eso las críticas no fueron tan positivas como ellos esperaban.

Una producción más nítida les llevó a ser comparados con los canadienses Rush cuando en el año 2005 publicaron Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through the Eyes of Madness. Otra canción infecciosa, «The Suffering», además de la opener «Keeping the Blade» y algunos otros momentos entretenidos, como «Welcome Home», eclipsaron las ambiciones que la banda pretendía hacernos llegar a través de esa suite de cuatro movimientos de 30 minutos llamada «The Willing Well». Este álbum, a diferencia de los otros, cuenta la historia desde la perspectiva del autor, conocido como The Writer, y las formas en que su vida y sus demonios personales afectan su narración de la narrativa de The Amory Wars, una serie continua de cómics y novelas de ciencia ficción creados por el líder el propio Sánchez. Podríamos decir que estas obras son el foco principal de la mayoría de la música de la banda.

El vocalista lanzó un proyecto paralelo en solitario, Prize Fighter Inferno, a través del cual publicó un LP y dos EP’s. El único larga duración, My Brother’s Blood Machine (2006), es otro concepto de ciencia ficción complejo y ecléctico (en su mayoría, música electrónica) que proporciona la historia de Blood Machine, una precuela a la historia de The Amory Wars.

No World for Tomorrow (2007), subtitulado Good Apollo, I’m Burning Star, IV, Volume Two, la última entrega de la saga (en la que el mundo termina y todos mueren), no logró cosechar el éxito esperado. es quizá su álbum menos exitoso, pero contiene temas que me encantan como «Feathers». da la sensación de desgana, de no haber profundizado lo suficiente en la historia; incluso a la suite de cinco movimientos «The End Complete» le falta la chicha que sí encontramos en trabajos anteriores.

Josh Eppard abandonó la banda y con el nuevo batería, Chris Pennie (co-fundador de The Dillinger Escape Plan), completaron la narrativa de The Amory Wars con la precuela Year of the Black Rainbow (2010), álbum en el que aparece la majestuosa «Here We Are Juggernaut». Sorpresivamente, aquí las canciones son «cortas», algo extraño en el catálogo de la banda.

Con The Afterman: Ascension (2012), Sánchez nos ofrece la primera parte de un álbum doble cuyo personaje principal es alguien llamado Sirius Amory. De nuevo con Eppard tras la batería, parece que Coheed and Cambria se han vuelto mucho más accesibles, pero todavía tienen tiempo para temas laberínticos, como «Key Entity Extraction I: Domino the Destitute». El trabajo de guitarra de Travis Stever es particularmente brillante, mientras la pesadez de la banda pasa a un segundo, lo que hace que nos cuelen algún que otro tema más pop como «The Afterman»; no sé vosotr@s, pero cuando la escucho me imagino una colaboración entre U2 y Chino Moreno de Deftones. La sublime y final «Subtraction» es una de las canciones más íntimas que Sánchez jamás haya escrito hasta la fecha. Su delicada voz está coloreada por guitarras acústicas, bucles y delicadas voces femeninas de acompañamiento. Este The Afterman: Ascension es tan ambicioso que en realidad es un poco caótico, pero aún dentro de ese desorden, (casi) todo funciona correctamente, de ahí que se les pueda perdonar fácilmente.

La continuación, The Afterman: Descension (2013), llegaría solo cuatro meses más tarde. Mientras que en el anterior álbum se narraban las aventuras de Amory en su ascenso al espacio y su logro científico al descubrir los secretos detrás de la fuente de energía cósmica The Keywork, esta segunda parte detalla el regreso de Amory a su planeta natal y lo que encuentra al llegar. Musicalmente, es quizá -junto con su predecesor- su trabajo más complejo, con su diversidad estilística tremendamente ambiciosa. Ambos trabajos dejan más que patente que estos músicos pueden tocar lo que quieran de manera convincente. Ya sea metal progresivo («Pretelethal»), emo vanguardista («Gravity’s Union» y «Dark Side of Me») o «Hard Sell», de claras influencias de Pink Floyd. El álbum que cierra «2’s My Favorite 1», una gran y explosiva canción en la que de nuevo se nota su amor por Rush.

The Color Before the Sun (2015), su octavo álbum, es el primero fuera de la saga The Amory Wars. Aquí, las canciones están inspiradas por los eventos de la propia vida de Sánchez, sobre todo tras convertirse en padre y su posterior abandono de la ciudad para regresar al al campo. hay un poco de todo y para tod@s: adaptación, inquietud, desafío, aceptación, ira, resentimiento e incluso humor. Son tantos los temas que se tocan que podríamos decir que cada uno de los 10 temas del álbum tiene un estilo bien diferenciado. Encontramos, tanto temas pegadizos de hard rock / pop-punk con coros épicos, com otros que van y vienen dentro de una instrumentación poco menos que impresionante. «Island», el tema que abre este trabajo, contiene un coro masivo y unas guitarras eléctricas que hacen referencia a «Police on My Back» de The Clash. Es algo así como una versión más light y alegre del sonido clásico de la banda. Por otro lado tenemos temas como «Colors» (una poderosa balada), «Here to Mars» (una canción de amor puramente hard rock que se ha convertido en una de las favoritas del público que asiste a sus shows) y «Ghost» (un poderoso tema acústico). Estas son quizá las tres mejores canciones de The Color Before the Sun. Para muchos este es su mejor trabajo hasta la fecha, quizá por los acontecimientos que lo inspiraron y por la sinceridad que emana. Es el típico álbum que deja contentos a los fans y que te hace ganar más adeptos.

Mi opinión sobre su último trabajo hasta la fecha, Vaxis – Act I: The Unheavenly Creatures (2018), la podéis leer aquí, pero la cosa se resume de la siguiente manera: mientras que The Color Before the Sun fue una excursión profundamente personal basada en la experiencia vital de Sánchez, con The Unheavenly Creatures, Sánchez resucita y reanuda su saga The Amory Wars; una oferta de 78 minutos en la que Coheed and Cambria ofrece a los no iniciados una introducción musical a su particular universo musical.

El álbum

Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through the Eyes of Madness es el primer álbum de la banda bajo el auspicio de una major, Columbia Records, lo que hizo encender las alarmas en los corazoncitos de sus hasta ese momento emo-fans. Los recién llegados al universo de Coheed and Cambria se toparon con la primera parte de dos, que será la conclusión de su saga de cuatro partes que detalla las aventuras de sus dos protagonistas, Coheed y Cambria.

No es necesario conocer todos los hechos y todo lo que rodeaba a la banda para disfrutar de IV, una auténtica ópera de rock progresivo al mismo nivel que cualquier cosa grabada por Rush o Queensrÿche con anterioridad. Pero lo interesante aquí es escuchar la evolución del sonido de la banda, que venían de no cosechar grandes críticas con su anterior trabajo de 2003 In Keeping Secrets of Silent Earth. Los acordes emo y la dinámica de composición han sido eliminados en favor de un sonido rock más pesado y un aroma al heavy metal de corte más progresivo que fue tan dominante durante los años 80.

Esto se nota especialmente en su tema principal, el opener que aquí nos ocupa, «Welcome Home», que con sus cuerdas rimbombantes, acumulaciones dramáticas, breakdowns y solos de guitarra duales, cuenta con la mejor melodía que jamás ninguna banda de metal grabó en 1985. El trabajo concluye con un ciclo de canciones, divididas en cuatro partes, que son algo así como una subtrama dentro del álbum, y que actúan a modo de puente para el segundo volumen, Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume Two: No World for Tomorrow, que vería la luz un par de años más tarde.

Coheed and Cambria pueden ser todo lo pesados y cansinos que quieras, pero son unos músicos completísimos y, dejando a un lado las tramas conceptuales, este es un álbum que cumple con lo que promete. Ellos jamás te engañarían.

El tema

«Welcome Home» es quizá su tema más representativo y conocido. El riff principal es lo más representativo del tema. Es el hilo conductor que sirve de guía al resto de instrumentos, que a su vez acompañan a la letra de una manera asombrosa. Si te paras a leer la letra, enseguida notarás que se trata de una canción que encierra mucha mala leche. Hay muchas emociones ocultas detrás de cada palabra, mucha hostilidad. El tema habla sobre alguien que ha sido herido y que busca vengarse de esa persona.

La canción fue escrita cuando el vocalista todavía vivía en casa de sus padres, cuando todavía no se dedicaba en cuerpo y alma a la música y compaginaba su faceta de vocalista y guitarrista de Coheed and Cambria con otro trabajo. La banda acababa de firmar con Columbia Records, por lo que la banda estaba en plena «profesionalización».

Lo primero que escribieron fue el riff principal, que según palabras del propio Claudio Sánchez, le sonaba algo así como un un cruce entre Tool (por la intrincada introducción)y Led Zeppelin (por la posterior progresión de acordes). Una vez en el estudio, pudieron escuchar la influencia de Zeppelin; de hecho, hay muchos homenajes en el disco. Por ejemplo, el tema «The Suffering» era conocido entre lis miembros de la banda como «La de Thin Lizzy», mientras que a «Mother May I» se referían como «La de Police». Es más, Sánchez utiliza una Gibson EDS-1275, que es una guitarra de doble mástil similar a la que en ocasiones utiliza Jimmy Page.

La banda decidió que querían que la canción fuera compleja y desafiante, como lo es el resto del álbum. Es una canción que surgió de lo que Sánchez pensé que era el final de una relación con una mujer que acabó por convertirse en su esposa. Hubo muchos altibajos en aquella relación, y todo el disco es una especie de carta de amor desconcertante, y con «Welcome Home» querían reflejar todo eso. Es por ello que utilizó todas esas pistas vocales que no necesariamente coinciden, pues quería que parecieran un montón de voces diferentes, cada una representando una parte distinta de su personalidad. Algo así como múltiples personalidades cantando lo mismo.

Cuando se metieron de lleno en la promoción del álbum, decidieron que era la canción perfecta y que debía ser algo así como el buque insignia de Good Apollo, I’m Burning Star IV, Volume One: From Fear Through the Eyes of Madness. Pero la discográfica no pensaba lo mismo, pues pensaban que no iba a funcionar como single. Ellos creían que el primer single tenía que ser «The Suffering». Finalmente, la banda se salió con la suya y Columbia aceptó que su propuesta fuera el segundo single; el tercero y último fue «Ten Speed (of God’s Blood & Burial)». La banda siempre tuvo bastante claro que «Welcome Home» era la canción que mejor les representaba, y así lo demostraron.

Todo el disco trata sobre el amor, un amor algo confuso, pero amor al fin y al cabo. Es por ello que la mayoría de temas son tan largos. Sánchez no estaba preparado para condensar tantas emociones en una canción de tres minutos. Esos extraños sentimientos que te asaltan cuando te separas de alguien o la euforia que sientes cuando conectas con alguien no es algo que pueda narrarse en tan poco tiempo. Eso precisamente, la longitud de la canción (6:14) es lo que más preocupaba a la discográfica, de ahí que ellos escogieran una canción bastante más corta (3:43).

A diferencia de otras bandas, que rehuyen interpretar sus piezas más conocidas y célebres, Coheed and Cambria todavía disfrutan tocando la canción, especialmente si la colocan al comienzo del setlist, porque ello les da la sensación de que van a tocar el álbum en su totalidad. Sánchez todavía ama la canción, a pesar de que narre un mal momento de su vida. Es una canción horrible y mezquina, ¡pero así es el amor… en ocasiones! Además, tampoco creo que ella fuera tan terrible pues, al fin y al cabo, acabó casándose con ella.

La letra

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la canción está escrita desde un punto de un hombre, el propio vocalista de la banda, que maldice a una mujer por culpa de un desamor.

«You could’ve been all I wanted
But you weren’t honest
Now get in the ground
You choked off the surest of favors
But if you really loved me
You would’ve endured my world»

Toda esta canción sucede como una visión que experimenta The Writer (algo así como el Dios de The Amory Wars). Se encuentra en un cementerio, hablando con el amor de su vida, Erica Court, que le engañó. Él le dice que ella podría haber sido todo lo que él quería, pero como ella le engañó, él planea enterrarla viva. Él afirma que ella no está dispuesta a ayudar, y que si ella le amara, no le habría engañado.

«Well you’re just as I presumed
A whore in sheep’s clothing
Fucking up all I do
And if so here we stop
Then never again
Will you see this in your life»

«Un lobo con piel de cordero», que significa disfrazar la malicia o las malas intenciones con una fachada de amistad e inocencia, para parecer menos peligroso. The Writer (el personaje de The Amory Wars que escribe la historia) es mentalmente inestable en este momento, debido a la abstinencia, su bloqueo como escritor y por el hecho de que su novia, Erica, le había engañado.

«Hang on to the glory at my right hand
Here laid to rest is our love ever longed
With truth on the shores of compassion
You seem to take premise to all of these songs»

Estar sentado a la diestra de Dios debe ser visto como santo y digno de su amor, según varios capítulos de La Biblia. Desde la resurrección de Jesucristo, Jesús se ha sentado a la diestra de Dios (Lucas 22:69). La mano derecha de Dios a menudo se simboliza como de dónde viene el poder de Dios. Continuando con el tema de los símbolos bíblicos, él dice estar saboreando lo último de su poder, ya que ella ya no lo sentirá. Esta es la última vez que él le permitirá sostener su mano como amantes, así que disfruta del poder que proviene de ella.

«You stormed off to scar the armada
Like Jesus played Martyr,
I’ll drill through your hands
The stone for the curse you have blamed me
With love and devotion, I’ll die as you sleep
But if you could just write me out
To never less wonder… Happy will I become
Be true that this is no option,
So with sin I condemn you
Demon, play demon out!»

Aquí, comparan a Ambellina (el guardián que cuida a Claudio) con Jesús. Él dice que así como Jesús había muerto mártir, también lo hará Ambellina por salvar a Claudio y terminar así la historia. En el universo de Claudio Sánchez, Ambellina es una praise (una de las tres razas catalogadas que tienen la tarea de la tutela de Keywork, el rayo de luz que une todas las estrellas del universo) enviada por sus hermanas para vigilar y guiar a Claudio Kilgannon para convertirse en The Crowing. Al igual que el resto de praises, su misión es ver que se cumpla la voluntad de Dios.

«One last kiss for you
One more wish to you
Please make up your mind girl…
I’d do anything for you
One last kiss for you
One more wish to you
Please make up your mind girl…
Before I hope you die.»

Él dice que el tiempo le está matando porque la ama con ardiente pasión, pero que a la vez está perdiendo la fe de que ella realmente le quiera, y de ahí que empiece a pensar en ella como una persona terrible o muerta.

Conclusión

Si analizamos mis diferentes listas de reproducción, «Welcome Home» aparece en todas y cada una de ellas. Es adictiva, viciante, única, preciosa, monumental y apasionante, no precisamente en ese orden. No solo es el tema más conocido de Coheed and Cambria, sino que es uno de los que mejor representa el nuevo rock progresivo que se empezó a facturar en la década de 2000.

Si no conoces a la banda, esta es tu oportunidad, pero te advierto que luego te será difícil volver a ser el mismo y que cansarse de ellos es algo así como imposible.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 530 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.