Angra – Holy Land: 25 años de la conquista de Brasil

Ficha técnica

Publicado el 23 de marzo de 1996
Discográfica: Brigade
 
Componentes:
Andre Matos: Voz y teclados
Kiko Loureiro: Guitarra
Rafael Bittencourt: Guitarra
Luís Mariutti: Bajo
Ricardo Confessori: Batería

Temas

1. Crossing (1:56)
2. Nothing To Say (6:22)
3. Silence and Distance (5:35)
4. Carolina IV (10:36)
5. Holy Land (6:28)
6. The Shaman (5:24)
7. Make Believe (5:53)
8. Z.I.T.O. (6:04)
9. Deep Blue (5:49)
10. Lullaby for Lucifer (2:44)

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Venían de sacar un gran debut como fue Angels Cry (1993), con una producción tremenda a cargo de un binomio muy potente y dejando claro que había un nuevo jugador en lo que llamamos power metal. Pero no se sentían lo suficientemente satisfechos y, en 1996, decidieron sacar una de sus mejores obras, al menos con la formación clásica. Holy Land empieza a dar signos de que el grupo cogería toques prog, aunque fue el mismo Rafael Bittencourt quien dijo que pretendía crear un estilo mezclando heavy metal y música clásica y que llevase como nombre el del grupo. Holy Land da un paso más a estos dos conceptos y, en el marco de la conquista brasileña, empiezan a usar  pasajes de música autóctona.

Por muchos es considerado el mejor disco de la bada, abajo tendremos las opiniones de Susana Masanes y Xavi Prat, pero veamos qué se opina en la red de él. Discogs le pone 4 estrellas sobre 5, lo mismo que Amazon. 3.64/5 en Rate Your Music y en Metal Archives la nota media está sobre el 9 sobre 10. Sin duda, estamos ante un disco excelente. A ver qué opinan nuestros expertos.

Las opiniones

Susana Masanés

Lo de Holy Land fue un flechazo a primera escucha. Angra son de aquellos descubrimientos que te abren una ventana a un mundo desconocido del que solo regresas mucho más sabio y enriquecido. Su fusión musical (metal brasileño made in Germany, o según como se mire, quizás al revés, metal alemán hecho y mejorado por brasileños) supuso en el momento en que apareció un poco de aire fresco para un género que empezaba ya a saturarse en Europa.

Si se me planteara irme a una isla desierta pudiendo llevarme algo de música, indudablemente Holy Land sería de lo primero en caer dentro de la bolsa. De este trabajo me gusta absolutamente TODO. Desde esa portada que tanta sintonía tiene conmigo (un mapa antiguo, una rosa de los vientos, los símbolos del horóscopo) hasta el concepto (el descubrimiento de nuevos mundos, Brasil en concreto en este caso). Y qué decir de la música que contiene… Sublime de principio a fin. Original a más no poder. Si con el trabajo anterior, Angels Cry (1993), Angra ya deslumbró, con este definitivamente se salieron. Mezcla perfecta de folclore brasileño, metal progresivo e influencias clásicas. Para este trabajo Angra
no dudó en valerse de todos los recursos que tenían a su alcance y que hicieron de esta banda algo único en su género. Un ingenio a raudales junto a una producción muy elaborada dio como resultado un trabajo como la copa de un pino. Tras varias escuchas recientes de este trabajo para poder escribir estas líneas tengo que decir que me sigue maravillando como el primer día, más si cabe si lo ubico en el momento concreto en que se parió, ¡hace la friolera de 25 años!

Me enganché en su día a sus melodías, y como yo, medio barrio con los que compartíamos gustos musicales. No recuerdo quién descubrió esta banda de mi pequeña comunidad de aquella época (puede que fuera en mi propia casa, qué más dará), pero he de estar eternamente agradecida pues su música me ha acompañado toda mi vida.

Jamás imaginé que esa fascinación por lo que me evocaban los temas de Angra fuera a convertirse de alguna manera en una realidad. Poco tiempo después del descubrimiento de Holy Land, mi progenitor se mudó a Brasil por un nada desdeñable período de dos décadas, favoreciendo un par de visitas a ese bello e inabarcable país. Muchas cosas mágicas he podido vivir en ese país tras los pasos de los pasajes de su música. Me imagino perfectamente lo que debieron sentir esos descubridores que llegaron a ese país hace más de quinientos años, tal y como nos relata Holy Land… Hay cosas en Brasil que no han cambiado tanto desde entonces, no hay más que adentrarse por ejemplo en la selva amazónica para hacerse una idea de lo que pudieron encontrar. Todavía existen paisajes naturales intactos (cada vez menos) que bien merecen que nos los miremos con esos ojos del que acaba de descubrir un paraíso, como nos pasa con la música de Angra.

Estando de visita por la zona de Búzios (cerca de Rio de Janeiro, entendiendo el concepto brasileño de “cerca” como a unas 3 horas) alguien me dio un consejo envenenado sugiriendo llegar a São Paulo por la carretera de la costa. Todavía no he perdonado a ese alguien. 14 horas de conducción con una parada en mitad del camino en Angra dos Reis, por eso de la similitud del nombre con la banda. El lugar se encuentra en una bahía salpicada por multitud de pequeñas islas. Prometía ser espectacular, pero la verdad es que no lo recuerdo apenas, entre el mareo y el cabreo monumental que llevaba por tanta curva… Brasil no se puede
abordar desde nuestra pequeña visión del mundo porque definitivamente fracasamos. Podemos aplicar la misma teoría a la música de Angra, hay que abrir la mente, dejarse sorprender y tratar de asimilar todo lo que nos ofrecen.

En el año 2019 cuando falleció Andre Matos a la temprana edad de 47 años, el mundo el metal no dudó en rendirle un sentido homenaje. De repente su nombre estaba en boca de todos los medios. ¿Por qué no ese seguimiento en vida? Angra nunca ha sido un grupo lo suficientemente reconocido aquí, como prueba la poca gente que hemos acudido a las salas cada vez que se han acercado a nuestro país. Por suerte conseguí escuchar a Andre Matos una sola vez con Angra, teloneando a Stratovarius en el 1999, poco antes de abandonar la banda. Angra acabó partiéndose en dos, parte de sus integrantes continuando como Angra y el resto como Shaman. Angra han seguido teniendo momentos de genialidad posteriores a la partida de Andre Matos, pero no de una forma tan generalizada a mi entender. Por su parte, Andre Matos ha tenido una carrera más irregular, consiguiendo quizás un poco más de notoriedad a partir de su colaboración en Avantasia. Se fue demasiado pronto, nos quedamos con las ganas de saber si algún día hubiera finalmente accedido a una reunión con sus antiguos compañeros de filas…

Y ya para finalizar, un último recuerdo para el tour que Angra hizo en el año 2016 conmemorando el XX aniversario de Holy Land en la sala Razzmatazz 2 con Fabio Lione a las voces. De nuevo éramos cuatro gatos allí congregados. De acuerdo que Angra en la actualidad poco tiene que ver con la banda original (sólo queda un miembro, Rafael Bittencourt), pero solo por la nostalgia de escuchar este excepcional trabajo debería haber sido suficiente para arrastrar unos pocos seguidores más, pienso yo…

Xavi Prat

Hace mucho que considero Angels Cry (1993) como uno de los tres o cuatro mejores debuts que he escuchado. La composición, la ejecución, toda la producción y mezcla, la frescura… se trata de un discazo, indudablemente. Y, sin embargo, no me parece el mejor del grupo. Quizá tampoco el segundo en la escala de su discografía.

Es difícil saber qué disco ocupa el primer lugar de ese ranking. Durante mucho tiempo, consideré que el que más lo merecía era Rebirth (2001), seguramente alentado por la sorpresa de ese pedazo de renacimiento y porque contaba con el que, aún a día de hoy y en las mejores de sus facultades, es mi cantante preferido. Sin embargo, escuchando y analizando fríamente, creo que nuestro cumpleañero es el mejor disco de la banda, y por varios motivos: por innovación dentro del mismo estilo, por ejecución, por número de canciones excelentes, por… por todo, Holy Land es tan bueno, tan trabajado y tan sorprendente, que merece estar en la posición número uno y ser uno de los discos que tengo en cartera para enchufar a alguien como improbables. Si nos decidimos a poner auténticos discazos para que ajenos al estilo lo valoren,e ste debe estar en esa hipotética lista.

Durante muchos años Angra fue uno de mis grupos de cabecera. Junto a algún otro, y en época donde lo digital aún no se estilaba y la compra de CDs estaba a la orden del día, era una de esas bandas de las que decía «compraré cualquier disco que saquen a ciegas». Por desgrácia la buena cosa se acabó con Temple of Shadows (2006) y, ahora, se dedican a arrastrar el nombre del grupo con una música que nada tiene que ver.

Aquí el quinteto está en todo su esplendor. Aún me cuesta encontrar una dupla guitarrera mejor que la formada por Lureiro y Bittencourt, Mariutti siempre ha sido una debilidad personal, Confessori está a la altura (que ya es decir), aunque nunca ha sido de mis predilectos, y el muy añorado Matos está en todo su esplendor, tanto en la parte vocal como en la de su piano. Pocas, muy pocas formaciones he visto que sean mejores que esta, quizá solo la siguiente que tuvo el grupo, llegando a su pico más alto en 2006.

Holy Land, curiosamente, ha sonado más en mi madurez que en mi juventud, quizá por la complejidad que pueda esconder bajo una apariencia power. Con cada escucha se le sacan detalles, y con el paso de los años, canciones de las que casi renegabas, se convierten en absolutos obúes, aunque no tengan nada de velocidad.

Hoy cumple años uno de los discos básicos del género, el mejor de una de las bandas de mi vida, una que, si en 2006 hubiese puesto punto y final a su carrera, tendría una discografía impoluta. De obligada escucha.

Las canciones

«Crossing»

SM: Es el tema escogido para dar inicio, unos cantos religiosos corales muy tranquilos que te pueden llevar al engaño por su ritmo lento, pero que poco a poco te conducen a la tormenta (literal) que está por venir. No es un tema propio. “O, Crux Ave” fue compuesto por Giovanni Pierluigi da Palestrina en el siglo XVI. El sentimiento religioso es un elemento muy importante en toda colonización de un territorio, no es casualidad que hayan escogido precisamente un tema religioso para iniciar este viaje que es Holy Land.

XP: La intro de cada disco. Como en su predecesor, deciden escoger una pieza de música clásica, esta vez compuesta por G.P. da Palestrina (1525-1594) para transportarnos directamente a una época y una situación concreta.

«Nothing to Say»

SM: Es un tema que va in crescendo y acaba derivando en uno de los más cañeros del disco. Aquí empiezan ya a mostrarnos esos toques de percusión propias de su país. A destacar las labores de Andre Matos a los teclados, muy presentes en este corte y que hacen una combinación exquisita con las potentes guitarras. Me resulta curioso que se obvie en los créditos su labor como teclista (tan sólo aparece una mención en letra diminuta un poco más adelante) cuando es parte imprescindible para entender este trabajo que aquí nos ocupa.

XP: Directo a la yugular. Uno de los temas más power del disco. Rápida, intensa, melódica… Perfecta hermana del tema insginia del grupo, «Carry On», «Nothing to Say» empieza a apuntar maneras progresivas y hace alarde de unos arreglos enormes. El riff entrecortado es muy bueno, cabalagando por encima de unos bombos que no dan tregua y un ride que, a base de contratiempos, luce como pocas otras veces. La escuchaba siempre que salía a correr. Indispensable a todas luces.

«Silence and Distance»

SM: Después del subidón del tema anterior y su final abrupto, en contraste Andre nos regala un inicio vocal lento y emotivo en combinación con el piano que calca al final del mismo. Una parte intermedia mucho más animada, nos habla sobre el mar y las emociones que imaginamos podía despertar en aquella época en aquellas personas que se lanzaban a la conquista de nuevos mundos.

XP: Tras la descarga, nos vamos a la calma. Un gran Matos juega con el piano de forma dulce, casi acariciándose mutuamente, en un dueto magistral. A media canción entra la caballería. Inetnsa, a medio tiempo, de nuevo con unos arreglos a la altura de todo el disco y un ambiente remarcable. Nunca fue de mis preferidas, pero decir que es un mal tema sería mentir de forma descarada.

«Carolina IV»

SM: Seguimos navegando esta vez en un barco llamado Carolina IV. Gracias a los más de diez minutos que dura el tema, podemos descubrir a los Angra de los mil cambios y que definen a la perfección su estilo: fusión de ritmos tribales, fuerza, melodía… Aquí hay cabida para todo. Si alguien desconoce esta banda, solo hace falta escuchar este tema para hacerse una idea de lo que son capaces.

XP: Posiblemente la joya de la corona, además del primer acercamiento serio a su vertiente más prog. Con olores muy tribales y recitándonos la historia del barco con mismo nombre que la canción, es la más larga del tema, pero en ningún momento se hace pesada. El tema tiene absolutamente todo lo que define al grupo, así que es una buena tarjeta de presentación para quien quiera concoer el grupo. El estribillo, las estrofas, los puentes, los arreglos, el trabajo de guitarra, los coros en portugués… uf, madre mía, un gaudí hecho música.

«Holy Land»

SM: Como título del disco había que poner toda la carne en el asador en este tema y yo diría que no se quedaron cortos. De nuevo varios cambios de tercio durante toda su duración, empezando de una forma suave y animándose poco a poco. Andre retoma la temática religiosa en sus letras mostrándonos de lo que es capaz con su voz y de nuevo dándole al teclado y al piano un gran protagonismo. Esta canción está llena de matices instrumentales que conviene escuchar con detenimiento pues no se aprecian al completo a la primera escucha.

XP: El tema que da nombre al disco es, sin duda, el más experimental del álbum. Un tributo a su tierra natal, a sus raíces, más allá de fronteras, aquí los caballos descansan para dar paso a sutilezas, instrumentos diferentes, matices en todos y cada uno de los aspectos de la canción, midtros… Si eres de los que prefiere a los Angra más directos y power, este tema no te gustará demasiado. Pero es que sus bondades radican, precisamente, en eso, en alejarse de todo y profundizar en la sangre brasileña.

«The Shaman»

SM: Nos cuenta esta historia el ritual de un chamán para revivir a un guerrero muerto, incluyendo incluso un extracto indio original de principios del siglo pasado. Un tema muy rítmico con muchísimo aire étnico para hacerlo creíble. A destacar el juego de voces de Andre en este tema (unido a una potente base de percusión) ya que le toca asumir un gran protagonismo con el fin de transmitirnos las sensaciones de un ritual.

XP: Curiosamente, o no, el otro grupo del trío MatosMariuttiConfessori se llamó Shaman. La canción lo coje donde su antecesora lo deja, y sigue adentrándose en sonidos nativos y enroscándose en composiciones, o arreglos, complejos. De nuevo, la vertiente más metalera del grupo queda alejada.

«Make Believe»

SM: Una balada con muchísima clase, no al uso, ya que contiene pasajes de todo tipo. Una intro preciosa con redoble de tambores y piano, a la que se van sumando uno a uno diferentes elementos: teclados, guitarra, bajo y una voz melódica llena de emoción. Aquí se combinan momentos de diferentes intensidades hasta llegar al zénit con un tramo final rabioso de 10 y un Andre Matos desgarrándose por dentro para cerrar este tema. Si tuviera que ponerle un pero, sería en la forma de concluirla. Personalmente no me acaban de gustar los fundidos y menos cuando se está ejecutando un solo, pero si así quisieron ellos terminarla, no diré yo lo contrario…

XP: Una de mis preferidas y, quizá, la tapada del grupo. Los redobles de caja del inicio ya dan buenos augurios, que se confirman con el piano dulce y, poco a poco, el resto de instrumentos y arreglos. Es delicada, intensa y suave, tan dramática que rompe el corazón, como describe su letra, y con un estribillo estratosférico. Para mi debe estar en cualqueir top del grupo. Matos está enorme.

«Z.I.T.O.»

SM: En contraste con la balada anterior, nos presentan el tema power metal más rápido del trabajo, no tan sorprendente, pero igualmente de una calidad extrema. Angra son capaces de imprimir su propia personalidad en todo aquello que abordan. Se nota que son los dos guitarristas los compositores principales, pues aquí dan pie a su propio lucimiento, tanto rítmicamente como con sus solos estratosféricos.

XP: Otra de las que más aroma a power emanan, y para mí, otra de las destacadas del disco. Sin duda, vuelve a tener todos los ingredientes del grupo, pero esta vez enfocados al estilo del que son hermanos. La intro es Angra tota, con unos arreglos tremendos, y desde el inicio ponen la quinta y van, con el doble bombo, a por todas. Lo mejor del tema, dentro de su enormidad, quizá sean los arreglos, que lo elevan por encima de lo que sería sin ellos. La letra, otro gran ejemplo de la línea que suele llevar el grupo. Tremendo todo.

«Deep Blue»

SM: Volvemos a las atmósferas religiosas para bordar una nueva balada. Si “Make Believe” nos deja sin palabras, ésta tampoco desmerece en absoluto. El órgano de iglesia nos acompaña durante casi todo el tema, cuando no el piano. Se nutren de un coro gregoriano para acabar de darle un sentimiento intimista al tema. El mar, tan presente en todo el álbum, vuelve a irrumpir con fuerza aliándose con el cielo para cubrirlo todo de un azul profundo…

XP: Cuando murió Matos vi una entrevista a Lureiro diciendo que escuchásemos temas muy propios del vocalista, y ponía a este como ejemplo. Esta canción ES Matos, tanto por composición (suave, melódica, clásica, melancólica…) como por instrumentación, ejecución y casi diría que espiritualidad, entre el órgano que todo lo domina y los cantos gregorianos o eclesiásticos. Puede poner los pelos de punta, y aún así no es de mis preferidas.

«Lullaby for Lucifer»

SM: Tema atípico con el que acabar un trabajo, nos encontramos ante una especie de nana cantada sobre una guitarra acústica, con un relajante sonido de mar de fondo. Y hasta aquí el viaje a la tierra prometida que nos ha ofrecido Angra y que ojalá no hubiera acabado nunca.

XP: Nos sirve como despedida. El mar y los pájaros dan paso a una acústica preciosista y un Matos íntimo. Tampoco es de mis preferidas, pero sirve para cimentar lo que, años más tarde, sí fue una barbaridad de tema, la versión acústica de «Rebirth»

«Queen of the Night»

SM: Para los que conseguimos hacernos con la edición japonesa del trabajo, tuvimos la suerte de poder disfrutar de un bonus track, “The Queen Of The Night”, un tema bastante progresivo, pero siempre con ese toque melódico brasileño que les caracteriza. Un último regalo para las orejas y el espíritu.

XP: El viaje ha acabado, pero en ciertas ediciones teníamos este regalo en forma de bonus. Sí, sigue siendo Angra con todos sus elementos: melodóa, técnica y progresividad, una ejecución tremenda y calidad a raudales, pero no es parte de Holy Land, y se nota. ¿Eso significa que no es un buen tema? No, para nada, es brillante, y con unas midtros ay solos buenísimos, solo que se nota que no forma parte del concepto.

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