Angelus Apatrida – Cabaret de la guillotine

Nuestra Nota


9.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 4 de mayo de 2018
Discográfica: Century Media Records
 
Componentes:
Guillermo Izquierdo "Polako" - Voz, guitarra
David G. Álvarez "Davish" - Guitarra
José J. Izquierdo - Bajo
Víctor Valera - Batería

Temas

1. Sharpen the Guillotine (6:01)
2. Betrayed (6:06)
3. Ministry of God (5:00)
4. The Hum (4:26)
5. Downfall of the Nation (4:50)
6. One of Us (3:14)
7. The Die Is Cast (5:24)
8. Witching Hour (6:00)
9. Farewell (6:25)
10. Martyrs of Chicago (5:00)

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Los albaceteños Angelus Apatrida no han hecho más que crecer más y más en los últimos diez años. La banda ha ido puliendo, afinando y afianzando un sonido que con el paso del tiempo no ha hecho otra cosa más que ganar enteros. Jamás un género musical había estado tan encantado de pasearse por la Meseta Central. No en vano, nos encontramos con la actualmente mejor banda de thrash metal español, europea y, posiblemente, mundial. Guillermo Izquierdo (voz, guitarra), David G. Álvarez (guitarra), José J. Izquierdo (bajo) y Víctor Valera (batería) llevan jugando a vapulaear y superar a titanes como Kreator, Slayer o Megadeth casi veinte años, y obras como The Call (2012) o su más reciente Hidden Evolution (2015) no son solo unos trabajos admirados y alabados por los fans, sino que también tienen especial cabida en los recovecos no tan ocultos de las redacciones de la prensa especializada… mundial.

Angelus Apatrida lideran la nueva oleada de bandas thrash que estamos experimentando desde mediados de los 2000. El cuarteto vendría a ser de los más veteranos de la escena y definitivamente logran dislocar nucas a todo aquel que se le ponga por delante, provenga o no de la Bay Area, con un estilo que cabalga a lomos de un caballo mitad Testament, mitad Death Angelwith a twist.

Pero álbumes (buenos o no tanto) de thrash metal aparecen de debajo de las piedras casi a diario. Digamos que es un género (o subgénero, como gustes) muy agradecido, y no solo has de llevar pitillos y Vans para apreciarlo, respetarlo y, por encima de todas las cosas, amarlo. Por ejemplo, el Arise (1991) de Sepultura, para muchos el mejor álbum de thrash metal jamás creado por el ser humano, es un trabajo que aúna suciedad y «macarrismo» por un lado, y homogeneidad e intensidad por otro. Es el todo, el conjunto, y no temas como «Desperate Cry» o «Altered State», lo que hace que ese álbum sea excelente. Pues algo similar es lo que sucede con Cabaret de la guillotine (2018), el sexto álbum de Angelus Apatrida, el trabajo que ha logrado pulir definitivamente el tan característico sonido de la banda y las cuerdas vocales del Sr. Izquierdo, que suenan y retumban como nunca. La producción (de nuevo) del portugués Daniel Cardoso (Anneke van Giersbergen, Antimatter), actual batería de Anathema, tiene gran culpa de ello.

A ver si nos entendemos. ¿Hay alguien en la sala que esté licenciado en Sepultura? Que Arise es mucho Arise… incluso demasiado para unos simples mortales manchegos, pero es que estos tíos le soplan la nuca a cualquiera que se les ponga por delante, lleven o no el apellido Cavalera. La intensidad que supura y que corre por las venas de nuestros protagonistas está ahí, al acecho, y con este nuevo trabajo no hacen otra cosa más que acercarse generosa, descarada y peligrosamente al más top de los tops mundiales. Es salvaje y aplastante, pero sin olvidar la melodía. Aunque el letargo desde que se publicara Hidden Evolution (2015) ha sido demasiado largo, la espera (definitivamente) ha valido la pena.

El resultado es, musical y líricamente hablando, muy ambicioso, el más ambicioso de su carrera. La banda se implica explícitamente, con los dos pies, en terrenos que, por otro lado, siempre han estado bastante presentes en el movimiento y la cultura del thrash: la crítica social. La libertad de expresión está en peligro. Másters que no lo son y robos de cremas faciales en supermercados. En esas tesituras nos movemos hoy en día. Ese es el nivel, y no se me ocurre un telón de fondo, un panorama que mejor pueda encajar, que el de la crítica social popular. Melodía y agresividad contra la política del Estado y sus encierros y sentencias ilegales.

«The darker ages are back…»

Este, su sexto larga duración, es otro discazo en su discografía. «Sharpen the Guillotine», el primer single y tema que abre este disco, lleva anclado en lo más profundo de mi mente (y en la de la mitad +1 de mis compañeros de redacción) desde que se publicara hace ya unas cuantas semanas. Es un comienzo arriesgado, pero te hace hervir la sangre a base de bien gracias a esa división cuasi aritmética entre agresividad y melodía. La guitarra acústica inicial allana el camino hacia un primer verso poderoso, que luego resulta convertirse en una de las mejores canciones de Angelus Apatrida hasta la fecha, con un estribillo impresionante y altamente adictivo/pegadizo; definitivamente, la mejor pista del álbum.

El dúo formado por «Betrayed» y «Ministry of God», segundo y tercer temas respectivamente, son quizá las menos interesantes de este trabajo. Flotan entre momentos de puro y encomiable thrash metal y riffs y melodías algo menos inspiradas que ya hemos escuchado antes, pero ambas logran cumplir con su cometido de una u otra forma. Las voces de Guillermo abarcan un gran rango, de arriba a abajo, y la base rítmica provista por Víctor y José J. hace que el «todo» suene compacta y correctamente. Aún así les falta un no sé qué…

«The Hum» es otro muy buen tema, todo un chute en vena que «adrenaliza» el paquete a base de bien. Es un tema muy Testament, un homenaje diría yo. ¿Me pregunto qué opinará mi amigo Jordi al respecto? La próxima vez que le vea tras una pinta de Sang de Gossa, se lo preguntaré. Aún así, la experiencia general es excelente.

Y si la anterior nos llevaba de lleno al año 1988, con «Downfall of the Nation», segundo adelanto de los albaceteños, me pasa tres cuartos de lo mismo, con un riff inicial que se repite en varias ocasiones que inequívocamente evoca al de «New Level» de los por (casi) todos amados Pantera… muy a pesar de Phil Anselmo. Me encanta el trabajo tras los parches de Víctor, con ese ritmo «to-co toc, to-co toc» tan puramente thrash. Un trabajo bastante heterogéneo hasta ahora, tirando de clásicos dentro del género y dejando la experimentación algo aparcada.

«One of Us» empieza muy Chaos A.D. (1993) pero enseguida se acelera y se convierte en todo un himno de thrash metal clásico, de manual. Y de ese carro no nos bajamos con la que le sigue. “The Die Is Cast» es algo más melódica, sobre todo la parte del coro y su, por momentos, approach a las líneas más melódicas de los Megadeth de mediados de los 90.

El buen trabajo de bajo presente en todo el álbum se hace más que patente en «Witching Hour», de los temas más originales del álbum gracias a/por culpa de esos continuos cambios de ritmo y ese vibrato que resurge hacia el segundo tercio del tema. Grandes coros también, los segundos mejores que encontramos en el álbum.

Estos tipos se atreven con casi todo, incluso con algo tan puramente hard rockero como puede ser una power balad. «Farewell» marca el inicio del final de esta obra. Se trata de un tema curioso, no nos engañemos, quizá escrito pensando más en otro tipo de público. La banda nos muestra una faceta suya hasta ahora desconocida. Hasta el videoclip, que hace poco han presentado, tiene un aire (estéticamente hablando, ojo) a los Skid Row de la época de Slave to the Grind (1991). Pero a partir del minuto 3:45 la cosa cambia (pero solo momentáneamente, pues el tema acaba igual que empieza), poniendo sobre la mesa la esencia de los Angelus más puros, auténticos y corrosivos.

La deliciosamente caótica «Martyrs of Chicago» cierra este trabajo. Una intro, que creo que se podrían haber ahorrado, desemboca en la fiesta de pogos y empujones en la que se convertirá toda sala que tenga el gusto de sentirla de cerca en directo.

Poco más de 50 minutos de buen hacer y tablas. Con la mano en el corazón, Cabaret de la Guillotine (2018) es lo mejor que jamás hayan parido estos manchegos. De inicio a fin, desde el crujir de la decrépita madera de la intro de «Sharpen the Guillotine» hasta «Martyrs of Chicago», el álbum evoluciona y se estabiliza gracias a unas melodías ultra pegadizas. Y es que el thrash metal no siempre ha de tener la forma de un puño cerrado, sino que su música también posee corazón, cerebro e ira que saben exactamente dónde hay que golpear para que duela y te retuerzas de placer.

El premio al mejor álbum de metal nacional ya tiene ganador. De Albacete al cielo…

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 526 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.