Verano 2022: Mi resumen

Fotografía: Alfredo M. Geisse

Este verano del 2022 será recordado a nivel de música en vivo como el del regreso a la tan ansiada normalidad, aunque las cosas hayan cambiado a nivel epidemiológico relativamente poco respecto al año pasado (que no se nos olvide que seguimos en pandemia y la gente sigue contagiándose por suerte sin mayores consecuencias). Alguien ha decidido que ya está bien de tanto parón (básicamente por la situación insostenible a nivel económico) y nosotros, ovejas obedientes, vuelta al redil, ¡a consumir! O en muchos casos, más bien a consumar todos aquellos proyectos en los que habíamos invertido tres años atrás. Y así es como muchos de nosotros nos hemos encontrado con el panorama de tener que acudir a más de un festival peninsular (tres en mi caso) en menos de dos meses, más alguna cita ineludible heredada de tiempo atrás también de por medio como Iron Maiden. Tres años no han pasado en balde y seguro que a nivel emocional ya no somos los mismos; hemos vivido muchas cosas que jamás imaginamos nos iban a suceder y eso nos ha afectado a la hora de volver a disfrutar de nuevo de la música en directo. Así que ahí van cuatro pinceladas de cómo lo he experimentado yo a nivel personal por orden cronológico.

 

Rock Imperium (24-25 junio 2022)

Rock Imperium era la única cita a la que decidí apuntarme de forma voluntaria el año pasado, ante la poca fe en que Rock Fest Barcelona se fuera a celebrar. Madness Live! siempre es garantía de éxito y conservo un más que grato recuerdo de Rock the Coast, por lo que no tardé un segundo en comprar la entrada para tan sugerente evento. Reservar alojamiento en el mismo momento del anuncio del festival fue un gran acierto, pues parece que hubo serios problemas con ese tema a posteriori. La experiencia me dice que cuanto antes dejes ligado este aspecto, mejor te va a ir, y la prueba fue que al llegar a la ubicación en concreto descubrí que se encontraba… ¡a la vuelta de la esquina del recinto! ¿Os imagináis lo cómodo que es poder subir a la habitación, por ejemplo, si necesitas ir al lavabo, o a echar una cabezadita? ¡Impagable! Vamos, que cuando acabó el festival me faltó tiempo para reservar para el año que viene… Luego ya tendré tiempo de decidir si repito festival o no, que para algo existen las cancelaciones gratuitas, pero por lo menos, en ese sentido, ando ya cubierta… Toca entrar ya en materia y cómo decía al inicio, muchas de las cosas vividas en Rock Imperium han tenido que ver con el estado emocional más que con lo sucedido allí en sí. Incerteza, incredulidad, temor a la desilusión… Todas estas sensaciones son las que veníamos acumulando desde meses atrás y que habían hecho mella en mí. Vaya, que como que no me acababa de creer que esta vez sí, la cosa iba en serio. Volvíamos a los festivales. La cuestión es que enfoqué la expedición con escasa convicción y nula preparación, tan solo unos folios impresos con los horarios para ir echándole un ojo durante el trayecto en tren hasta Cartagena (viaje que, by the way, apareció hasta en las noticias debido a una avería sonada que dejó a muchísimas personas sin verbena de San Juan). Si habitualmente me gusta investigar todas esas bandas que nunca he disfrutado en directo por puro desconocimiento o dejadez, esta vez pasé olímpicamente del tema, tal cual. La gracia de los festivales es descubrir nuevos directos que te animen a incorporar nuevas bandas a tus gustos musicales, aunque sean de otros géneros que a priori ni considerarías, pero está claro que un mínimo cribaje previo siempre viene bien a la hora de decidir hacia dónde dirigir tus pasos una vez llegados a un festival con varios escenarios. Ya se ha comentado en todas las crónicas de este festival el inconveniente que supuso que uno de los escenarios (el Heretic Stage) estuviera fuera del recinto oficial, y que hubiera que darse una buena caminata para llegar a él. Parecerá un tema menor, pero de verdad que condicionó mucho la estrategia a seguir. Si quieres exprimir bien el tiempo y sabes que te has de reservar como mínimo media hora entre ida y vuelta, ¡amig@!, te lo piensas y mucho si merece la pena perder esos valiosos minutos en desplazamientos. La consecuencia de esto es que la mayoría de los asistentes se decantaron por permanecer en el espacio principal de los dos escenarios, donde tan solo tenías que desviar la mirada de un lado al otro y donde, por lógica, estaban programadas las principales bandas, la mayoría de ellas ya consolidadas. Y ahí está la verdadera lástima de esta edición, que las sorpresas muy posiblemente estaban por descubrirse en esas propuestas más arriesgadas y de menor formato que se iban sucediendo en el escenario exterior, al que costaba acercarse por lo comentado anteriormente.

En mi caso, al ya haber visto con anterioridad bastantes de las bandas que se sucedían en los escenarios principales sí me decidí por pasar unos buenos ratos en el Heretic Stage, sobre todo el sábado en el que el recinto principal estaba hasta la bandera e invitaba a salir por piernas de allí. Me encantó poder ver a The Vintage Caravan allí, descubrí a Manticora que no los conocía y sonaron muy bien, disfruté como una enana con Dry River y despedí el festival con un delicioso acústico, cortesía de Eric Martin y Oliver Hartmann, con llenazo hasta la bandera. La cancelación del cabeza de cartel Whitesnake el mismo día en que estaba programada su actuación la viví con resignación, ya que, de hecho, desde el inicio del festival ya iba entonando ese mantra de “van a pasar cosas”. Me hubiera encantado verlos por última vez, no tanto por su líder que anda justo de voz desde hace ya años, como por la calidad del resto de músicos que le acompañan. Acabaría esta reflexión con un “otra vez será”, pero no. Dudo que el proyecto resucite.

El año que viene si finalmente me animo a repetir experiencia, prometo tomármelo más en serio y prepararlo mejor para poder sacarle mayor partido al evento. Por su parte, también espero que este año de por medio sirva de reflexión a Madness Live! para mejorar esos pequeños “peros” que le hemos encontrado al festival, pero que en general, ha estado más que bien organizado dadas las circunstancias. Por lo pronto ya han anunciado la ampliación de la duración a tres días (con Deep Purple y Helloween como cabezas de cartel), así como la búsqueda de una ubicación alternativa para el tercer escenario. Prometedor.


Barcelona Rock Fest (1-3 julio 2022)

Hablar de Barcelona Rock Fest me resulta un tanto doloroso ya que al tratarse del festival de mi ciudad al que he acudido más asiduamente, dispongo de más elementos con los que poder comparar. Año tras año, Barcelona Rock Fest (nombre previo utilizado hasta la pandemia) siempre había tomado buena nota de los aspectos a ir mejorando, y poco a poco, lo que empezó como un proyecto medianamente ambicioso gracias a esas mejoras se convirtió en un festival de categoría. Lo que nos hemos encontrado este año ha sido que el festival ha dado un paso considerable hacia atrás, no tanto a nivel musical, que ha sido variado y de calidad, como a nivel organizativo, de instalaciones y sobre todo comunicativo. Me podría extender en todas las cosas que no han funcionado como antaño (que ha habido muchas), pero no voy a meter más el dedo en la llaga. Todos los que hemos pasado por allí las hemos podido vivir en nuestra propia piel y creo que podemos llegar a ser un poco comprensivos teniendo en cuenta la dura situación que muy probablemente han vivido sus promotores. Lo que para mí es imperdonable es el trato que se nos ha dado a nivel comunicativo desde que estalló la pandemia. Escaso, por no decir nulo. Las personas necesitamos saber por qué aguas navegamos. Esto es así. Aunque me digas que estás a punto de ahogarte, necesito saberlo porque si no, se disparan las especulaciones, los malos rollos, la mala prensa… Un principio muy básico que ha sido desatendido totalmente. Durante el festival volvió la comunicación, o más bien diría, la publicidad, foto aquí, foto allá, algún comunicado sobre cambios de horarios y cancelaciones de bandas de última hora, información que muchas veces llegaba por otras vías antes que la oficial… Y una vez finalizado el evento, tres semanas más tarde, un solo comunicado en el que además de sacar pecho, se trataba de dar explicación a todos y cada uno de los problemas que habían acontecido. ¿Hubiera costado mucho informar a tiempo? Yo creo que es lo mínimo que nos merecemos como seres humanos que somos. Para entender. Para empatizar si es necesario. Para poder sacar nuestras propias conclusiones en base a una información veraz. Tan solo le pido al festival que se pongan las pilas en este sentido. Del resto de temas organizativos, seguro que en futuras ediciones recuperan el buen saber hacer de antaño. 

La buena noticia y por suerte factor por el que se puede llegar a perdonar todo aquello que no ha funcionado como nos hubiera gustado, ha sido el gran nivel musical del cartel, en el que ha destacado muchísimo la veteranía y que ha copado las posiciones de cabezas de cartel. Los espectáculos de Kiss, Judas Priest, Avantasia, Mercyful Fate y Alice Cooper han sido antológicos, y ya con menos show de por medio, pero sí buen hacer, me quedo con UFO, Doro, Megadeth y Accept. Otras bandas con las que he disfrutado han sido Myrath y The New Roses en la carpa Rock Tent (que sigue sin convencerme en cuanto a sonido), y en clave más desenfadada, Alestorm y Dropkick Murphys, que me han arrancado más de una sonrisa.

Muchas de las primeras espadas de este año repetían en Rock Fest; si esto es algo positivo o no, lo dejo al criterio de cada uno. En mi caso me ha ido bien para reencontrarme con algunas bandas que por motivos varios (los habituales de todo festival: solapes, situaciones etílicas comprometidas propias y ajenas, deserciones debidas a cansancio extremo o motivos laborales) no conseguí ver de forma íntegra en ediciones anteriores, sacándome más de una espinita. Y hablando de reencuentros, el mejor de todos y por el que siempre merece la pena acudir a un festival en tu ciudad, es el de poder estar con tu gente y disfrutar de la música junto a ella. Después de más de dos años de restricciones, volver a abrazarse, besuquearse, ponerse al día, canturrear o lo que se tercie ha supuesto un buen bálsamo para el alma.


Leyendas del Rock (3-6 agosto 2022)

Leyendas del Rock ha sido mi última parada festivalera del verano en Villena en su quinceava edición (segunda vez en mi caso). De nuevo, con una entrada heredada de la edición del 2020 que no llegó a celebrarse y que celosamente he guardado sobre un estante todo este tiempo. La organización del festival nos premia con 20 EUR en consumiciones a todos aquellos que la hemos conservado y es muy de agradecer pues si has asistido a este festival en alguna ocasión sabrás que solo es apto para valientes que no temen fundirse al sol. Si en mi primera visita al Leyendas ya me pareció que ciertas instalaciones / servicios ofrecidos no eran suficientes para un evento de tal magnitud, esta vez ha servido para ratificarme en ello. La limpieza es ciertamente un aspecto que debería ser mejorado. Durante el día el personal de limpieza brilla por su ausencia. Si lo hay, no he tenido la bondad de cruzarme con ellos. Como consecuencia, el estado de los lavabos deja mucho que desear a las pocas horas de comenzar las jornadas festivaleras y las escasas papeleras diseminadas por aquí y por allá quedan desbordadas también en tiempo récord. Si ya tienes claro que no las vas a vaciar, es tan fácil como poner más, pienso yo, y así evitas la mala imagen que da ver una solitaria papelera con más material alrededor que dentro. Y suerte que devolver vasos vacíos tiene premio, pues hay gente que se dedica a recopilarlos para poder obtener consumiciones gratuitas, evitando de esta manera un colapso mayor de las susodichas papeleras. En positivo sí diré que el personal que hay tanto en taquillas, obtención de tokens, merchandising y barras de bar se desvive por hacer que las cosas fluyan bastante rápido aun habiendo mucha gente que requiera de estos servicios a la vez. 

A cuadros me he quedado también por la ausencia de grada donde sentarse. A un día del inicio del evento, la organización lo anunció aduciendo problemas de suministro de material y transporte, dejando escaso margen de reacción a los afectados. Igual pasó en Barcelona Rock Fest (quienes directamente ni avisaron). Yo que me dedico a la logística internacional vivo incrédula este tipo de situaciones a diario desde hace ya un tiempo y sé que son tiempos difíciles en este sentido, pero dejar todo un festival como un Leyendas con una sola plataforma elevada diminuta (sin sillas) a pleno sol para la gente con problemas de movilidad me parece una canallada. Pon al menos algún tipo de techado, toldo o lo que sea para que no se cuezan, o alguna silla para aquellos que no estén tan fastidiados como para necesitar silla de ruedas tengan su lugar también…. Estoy segura de que debe existir una normativa compleja que cumplir en toda organización de un festival que dificulte la improvisación, pero ante todas estas circunstancias sobrevenidas no deseadas (pero sí de alguna manera previsibles dada la coyuntura actual) quizás tener un plan B de antemano no hubiera sido mala idea.

Entrando en el ámbito musical, me parece que este festival hasta la fecha es de lo mejorcito en nuestro país en relación calidad/precio (para la edición del año que viene ya han anunciado una subida importante del precio de los abonos, lógico por otro lado). La cantidad de bandas que hemos podido ver en tres días más uno adicional de fiesta de presentación es de infarto. Tres escenarios funcionando durante casi doce horas, dos principales que se alternan más uno un poco más alejado que sí se solapa en horarios, da para mucho. Por si fuera poco, en el camping se programan algunas actuaciones de bandas emergentes y en la plaza mayor del pueblo también se da cabida a recitales acústicos. Una auténtica locura que hace que, aunque te lo propongas seriamente, no alcances a todo. Leyendas ofrece una oferta muy variada en cuanto a cartel, siempre teniendo en cuenta los orígenes de este festival, que nació con la intención de promocionar el metal nacional, concentrado este año principalmente en ese primer día de presentación, aunque con presencia también en menor medida durante el resto de los días. El resto de cartel lo conforman todo tipo de bandas de múltiples pelajes por lo que ante tanta variedad es imposible no encontrar algo interesante a diario. Leyendas no suele programar sonados cabezas de cartel (entendiéndose los clásicos de toda la vida), se decantan más bien por bandas reconocidas de alto nivel como las que hemos podido disfrutar este año: Powerwolf, Testament/Kreator, Blind Guardian/Alestorm y Opeth/Epica. Es en la franja media donde este festival se sale y personalmente de la que disfruto más. Ha sido todo un lujo reencontrarme con los directos de Myrath, Stratovarius, Easy Rider, Dry River, Gotthard, Jorge Salán o Turilli/Lione Rhapsody, así como ver por primera vez a bandas como Ñu, Lord of the Lost, Crystal Viper, Brothers of Metal, Heavy Pettin, Wig Wam, Ensiferum o Cellar Darling, por nombrar unos cuantos. Como era previsible, se me han quedado en el tintero bandas por ver por puro agotamiento con las que espero cruzar caminos de nuevo… ¿en otro festival? 

Dicen que a la tercera va la vencida y así ha sido en mi caso. Al primer festival del verano fui con poca fe, al segundo con miedo por lo que me iba a encontrar y al tercero, este sí por fin, con ilusión. Sin embargo, la tan ansiada normalidad no ha resultado ser tal; nuestro mundo sigue sin ser el que era antes de que la pandemia estallara (y para acabar de complicarlo, una guerra), por lo que debemos redefinir el concepto de normalidad en nuestras cabezas si queremos volver a disfrutar de la música en directo. ¿Que tu banda favorita se cae a escasas horas de su hora programada? Pues ya la suplirán con otra (o no). ¿Que no tienes donde sentarte? Pues de pie que va mejor para la circulación. ¿Que tienes que hacer una cola del copón para sacar una cerveza del bar? Pues a darle al palique con el que tengas al lado, que igual hasta descubres a tu alma gemela allí. Si es que estábamos demasiado bien acostumbrados y nosotros sin tan siquiera saberlo…

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Sobre Susana Masanés 138 Artículos
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!