Slash retoma su carrera en solitario con un sexto álbum en el que ha querido rendir homenaje a lo que es considerado uno de los principales orígenes de la música rock: el blues. Y no es nuevo en abordar este género, durante los años 1995 y 1998 ya formó la Slash’s Blues Ball, una banda tan solo operativa a nivel de directos y con la que estuvo versionando antiguos temas relacionados con el blues. Es justo ahora que acaba de finalizar gira junto a Myles Kennedy & The Conspirators que ha encontrado el momento ideal para editar el material surgido durante ese período con algún bonus extra, rodeándose de todo un elenco de músicos invitados (vocalistas principalmente) para dar forma a este Orgy of the Damned (2024) que nos ocupa. La idea de hacerse acompañar por personalidades notorias del ámbito musical tampoco es nueva; así lo hizo ya en su primer disco en solitario, consiguiendo de esta manera en ambos casos un resultado final ecléctico y lleno de sorpresas. Slash no solo busca colaboradores provenientes del mundo del rock y el metal, va un poco más allá e incluso se atreve con artistas mainstream del pop, como es en este caso Demi Lovato, por citar alguna curiosidad. Algunos de sus invitados repiten (Beth Hart, Iggy Pop), el resto son novedad hasta donde llega nuestro conocimiento. Las combinaciones que logra con artistas de tan diversa índole no dejan de ser curiosas y así como por ejemplo ubicamos perfectamente a un Billy F. Gibbons, a un Chris Stapleton, a un Gary Clark Jr., o a todo un Paul Rodgers participando en este proyecto por pura afinidad estilística, hay apuestas más arriesgadas en las elecciones de Dorothy o la susodicha Demi Lovato por citar algunas. Por colaboradores, que no falten. Pasen, degusten y escojan a sus favoritos.
Para completar la formación de músicos, Slash se rodea de algunos antiguos miembros de la banda Slash’s Blues Ball, en concreto, de Johnny Griparic al bajo y Teddy Andreadis a los teclados, a los que se les suman los nuevos fichajes de Tash Neal a la guitarra y Michael Jerome a la batería.
La idea del título de este disco le vino a Slash precisamente de la cantidad de gente que participa en él, imaginándose una especie de orgía (musical) de personajes malditos (al asociarse la música blues a lo satánico), de ahí Orgy of the Damned.
Ya hemos visto hasta el momento cómo le gusta a Slash recuperar conceptos y colaboradores ya utilizados con anterioridad, pero es que la cosa no acaba ahí, a la producción también encontramos a un viejo conocido, Mike Clink, responsable de trabajos de Guns N’ Roses tan influyentes como Appetite for Destruction (1987) o Use Your Illusion I y II (1991).
Otra de las cosas a destacar de Orgy of the Damned es que se ha grabado a la antigua usanza, con tomas en directo en tan solo una semana (a excepción de las voces que han requerido de un par de meses debido a su evidente complejidad organizativa) en las que, sobre una base definida, se ha querido dar rienda suelta a la improvisación también. Esto le da una frescura y espontaneidad propias del directo que inmediatamente asociamos a épocas pretéritas, recuperando el espíritu del blues más auténtico.
Por lo pronto Slash no se ha prodigado demasiado en adelantos para promocionar este álbum, tan sólo nos ha mostrado un sencillo, “Killing Floor”, de Howlin’ Wolf, interpretada nada más ni nada menos que por un irreconocible Brian Johnson a la voz. Sorprende esos tonos más graves y menos desgarrados a los que nos tiene habituados y lo cierto es que le va como un guante a la música a la que acompaña. Pero las sorpresas no acaban aquí, Steven Tyler se arranca con su armónica para darle un toque excepcional al tema que nos sabe a gloria.
Sobre el resto de los temas escogidos, Slash puntualiza que no solo se ha querido centrar exclusivamente en el blues, también encontraremos algo de soul, R’n’B y rock ’n’ roll de la vieja escuela, estilos que también le han influenciado en sus orígenes y a los que ha querido rendir asimismo tributo. No esperes encontrar temas exclusivamente populares entre las once versiones que conforman este Orgy of the Damned, que los hay, también se ha desempolvado alguna rareza cuya presencia agradecemos por inesperada. Slash no ha pretendido reinterpretar estos temas originales a nivel melódico de una manera demasiado rompedora, no era tal su idea, tan solo ha querido añadir ciertos arreglos nuevos con los que darles su toque personal para sentirse cómodo durante su interpretación. La guinda ha sido pensar en un intérprete adecuado para cada uno de ellos, cosa que parece que ha conseguido con relativa facilidad, y es que, a ver quién le dice que no a todo un Slash si te llama para cantar un tema… Un doceavo breve corte instrumental inédito, “Metal Chestnut”, cierra este trabajo compuesto para la ocasión por el mismísimo Slash, ofreciéndonos una vertiente más tradicional de su forma de tocar en la que despliega todos sus recursos habituales a las seis cuerdas para dejarnos con una sensación épica como despedida.
Orgy of the Damned es un divertimento sin más pretensiones que rendir un homenaje a los orígenes e influencias primigenias de Slash, en el que distintos clásicos del blues regresan a la actualidad revitalizados gracias a las colaboraciones con las que ha contado el guitarrista. Descubrir a un Slash abrazando este estilo no es algo a lo que nos tenga muy acostumbrados, por lo que darle una escucha a este disco es imprescindible si queremos tener una visión completa de sus dotes como músico e intérprete. Si desconocías que tras la figura de Slash se esconde un alma bluesera, dale al play y saldrás rápidamente de dudas.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!