Entrevista a Sergi Ramos, director de The Metal Circus (III): ‘¡No podía creerme que Gene Simmons, el tío por el que me deformé mi lengua y empecé a ser periodista, me estuviese llamando a casa!’

Los años locos del fanzine Piccadilly Circus… Buenos tiempos en los que cuatro pardillos jugábamos a ser periodistas de rock. El caso es que la cosa fue para arriba y aquí hay dos momentos muy importantes en la historia de Themetalcircus y Sergi Ramos: Uno es cuando Sergi consigue entrevistar a Gene Simmons de Kiss y el otro es cuando Amon Amarth llegan a encabezar junto a Destruction un Themetalcircus Fest en 2007. También tocamos de refilón los primeros tiempos cuando Hardcore Superstar eran alucinantes de verdad.

Las cosas nunca se pondrían fáciles para Sergi Ramos (héroe y villano) y es su madre (en paz descanse) quien consigue llevar a cabo el festival entrando a gritos en el aeropuerto de El Prat de Barcelona para recuperar los instrumentos de los cabezas de cartel. Sergi no lo menciona, pero aquí otro de sus grandes enemigos íntimos, ex de Themetalcircus, también tuvo una importancia capital en el hecho de traer a los vikingos suecos: Carlos Javier Pulido Roncero (alias El Penumbra).

Cuando entrevistaste a Gene Simmons para Piccadilly Circus… ¿creíste que todo lo que empezaste con 9 años se había cumplido?, ¿que lo habías conseguido?

Bueno, fue un momento de reflexión para mi. Yo tenía 18 años en ese momento y llevaba un año dándole la chapa (a un nivel insoportable) a la publicista de Gene Simmons. En aquel momento estaban bastante desaparecidos porque desde el año 2000, técnicamente no estaban como grupo pues ya habían hecho su gira de despedida. Peter Criss había dejado la banda y Eric Singer había entrado en el grupo maquillado como Catman. Aquello se había convertido una especie de travestis de lo que habían sido Kiss desde la reunión con los miembros originales y con disfraz de Peter Criss. Así que digamos que la banda estaba con un perfil un poco más bajo. Gene Simmons editó su autobiografía e inició una página web donde el tío le respondía personalmente muchas cuestiones a los fans. Parece ser que estaba muy ocioso.

Y comencé a dar la chapa, y yo creo que, al final, por pesadez, por insistencia, o por el porculeo que estaba que estaba dando yo, un buen día, después de casi un año dando la matraca, me contactó la publicista de Gene y me dijo que le facilitaba mi número de teléfono a él. Que ya me llamaría en algún momento del día o de la noche, porque esto al final es como funcionan algunas de las grandes estrellas. Y bueno, yo había facilitado mi número teléfono sin pensar que aquello iba a llegar a suceder.

Recuerdo a los lectores que estamos hablando de que un fanzine de segunda comarcal como era el Piccadilly Circus iba a entrevistar a Gene Simmons estrella mundial…

Exacto, lo que me legitima a mi para pedir esta entrevista a Gene Simmons era un puto fanzine de mierda que vendía 200 copias en toda España que inicialmente lo maquetaba yo y luego lo maquetaba un amigo: Raúl Rolo. Una persona que trabajaba en el sello de la distribuidora Mastertrax desde hacía muchos años nos y que nos echaba una mano en los últimos dos o tres números, pero era en el fondo un producto totalmente amateur. Por mucho que quisiésemos ir de profesionales. Éramos sólo chavales de 18 o 20 años haciendo algo que creíamos que era una revista.

Pero lo que molaba más era que íbamos de profesionales…

¡Y nos lo creíamos! ¡nos lo creíamos totalmente! Yo creo que parte del éxito de todo aquello era la actitud que teníamos, que al final la gente decía: “bueno, si tanto se lo creen igual es que a lo mejor lo hacen bien”… Es igual de importante aparentar que uno lo hace bien como hacerlo bien.

El caso es que de una buena noche de octubre o noviembre de 2002 yo me largué a un concierto de Hardcore Superstar en la sala Garatge donde éramos muy poca gente y… ¡Oye!, si tú estabas allí y éramos apenas 100 personas. El batería estaba borracho…

¡El mejor concierto que he visto yo en mi vida de Hardcore Superstar! aparte de tocar con casi dos horas era cuando sacaron ese single “Someone Special” que era el temazo y todavía estaba en la banda Silver Silver, un tío mucho más punk.

Exacto, presentaban su primer disco de Bad Sneakers and a piña colada y el baterista, iba muy borracho, se desnudó en medio de del concierto y empezó a revolcarse por el suelo. Mi radar homosexual en ese momento estaba titilando a máxima exposición, pero los suecos de dos metros nunca fueron mi fuerte… Pero bueno, el caso es que yo estaba en aquel concierto Hardcore Superstar y volvía a casa tarde porque los conciertos en aquella época no empezaban a las ocho de la tarde, empezaban a las diez y media de la noche. Llegabas a tu casa a la una de la mañana, con suerte. Yo tenía dieciocho años y mi madre me dice que ha llamado a un señor hablando en inglés. Y yo en plan: “¿perdón? Sí, un tío, y le he colgado pero ha dejado un mensaje en el contestador”. Yo estaba con el corazón a 3000 por hora, porque evidentemente Kiss es una de las bandas en mi vida junto con AC/DC. Hemos de recordar que yo iba al instituto con píldoras de sangre falsa en la boca, vomitando sangre por el patio porque yo quería ser Gene Simmons.

La gente no sabe lo de tu lengua. Te la deformaste de pequeño para que fuera como la de Gene Simmons…

Tengo una lengua prodigiosa porque me esforcé en estirarla y deformarla hasta que apareciese la de Gene Simmons. Mi lengua era una lengua normal y durante años la estuve estirando. Bueno, hay gente que la adolescencia juega al Fortnite… Pues yo hacía esto, así que cada uno con sus vicios. Luego ha sido muy practico con los años… (risas) El caso es que descolgué el teléfono. Lo típico del servicio contestador: Telefónica le informa de que tiene un mensaje nuevo”.

Me enviaste ese mensaje de Gene, sí.

Lo tengo grabado por ahí todavía. Sí: “Hola, soy Gene Simmons y es un mensaje para Sergi. Te he llamado para una entrevista, pero no estás. Lo volveré a intentar”. Claro, y escuché aquello y entré en un estado catatónico. No podía creerme que aquel señor que vomitaba sangre y volaba por los aires desde el año 74, por el que me deformé mi lengua, por el que empecé a hacer el gilipollas llevando un medio de rock duro… ¡me estuviese llamando a casa! Y lo peor de todo es que se pusiese mi madre, que en paz descanse, y le colgase el teléfono. Es decir, que aquello era lo más idiota de todo el asunto.

Conociendo como conocía a tu madre sé que era su reacción normal…

Claro ella pensaba en otras cosas: “Quién es este señor? ¿Qué me quiere vender?

Me acuerdo que muchas bandas que llamaban a tu casa, y tú no estabas, se ponía tu madre y pensaban que era tu secretaria (risas).

Mi gran secretaria. Es verdad, y nunca le pagué nada por todo aquello… ¡Pero gracias secretaria! En muchas ocasiones, cuando yo me metía en más entrevistas de las que podía asumir y no estaba en casa, o estaba en otra cosa, o venía de un concierto, el artista había llamado porque estaba en horario norteamericano o cosas por el estilo y ella se ocupaba de ello…

El caso es que aquella noche también había cerrado una entrevista con el ex guitarrista de Kiss con Bruce Kulick, y casualidades de la vida, la tenía un poco después de haber llegado de aquel concierto de Hardcore Superstar, como a las 12 o a la 1 de la mañana. Entonces hablé con Kulick y después de la entrevista le dije: “No te vas a creer lo que me ha pasado. Te vas a pensar que soy un fan loco y que quiero el teléfono” pero… me ha llamado Gene. Tú lo conoces, evidentemente, pues has estado 12 años en la misma banda. Y yo no tengo cómo contactar de vuelta para decirle que me vuelva a llamar. No me ha dejado ningún teléfono de contacto… Y Bruce Kulick accedió a darme el teléfono de Doc McGhee de la agencia de management de Dogma, en Los Ángeles. Les llamé y les expliqué mi situación.

Se puso Melissa, que era la asistente de Kiss, acordamos que ya me llamaría a lo largo de la noche. Pues bueno, yo me fui a dormir… y a las tres y media de la mañana sonó el teléfono y era Gene Simmons. Hicimos una entrevista y creo que fue la primera que se hizo en Europa en tres o cuatro años… ¡y la hice para un fanzine de mierda de 200 personas! O sea: que vendía sólo 200 copias. Ese fue uno de los momentos más alucinantes que he vivido en mi vida.

Siempre habías dicho que tienes para escribir más de un libro… ¿Sigues pensando que algún día te tocará escribirlo?

Creo que me tiene que importar todo demasiado poco como para escribir ese libro. Estoy demasiado metido en todo como para poder escribir un libro. Es decir, yo, por ejemplo, lo que lo que ha hecho alguien como César Martín o lo que ha hecho también Fernando Tanxencias lo admiro mucho, porque, al final, tienes que tener una cierta distancia con las cosas como para poder escribir sobre ellas. Yo a nivel negocio, a nivel profesional, estoy demasiado cerca todavía de algunas cosas como para poder hablar tranquilamente de ellas. No por pura suspicacia que se pueda generar sino por problemas que se podrían llegar a dar con personas con las que trabajo. Creo que habrá un momento en el cual me dará todo bastante más igual, dentro de diez años, o quizá dentro de menos. Entonces podré hacer un libro con todas las cosas que he vivido, las cosas que ha habido y muchas cosas que me han ido contando que… quizá sean las mejores.

Hubo una iniciativa muy interesante a principios de los 2000: el Themetalcircus Fest montado en La Capsa en El Prat de Llobregat, un sitio totalmente alejado de los circuitos metaleros. Recuerdo también que se perdió el equipaje de Amon Amarth, y tu madre, que trabajaba en el aeropuerto, movió cielo y tierra para encontrarlo. ¿Valió la pena montar todo aquello?

Y tanto que valió la pena. De hecho, fue una de las anécdotas que siempre recuerdo cuando hablo de la relación entre yo y mi madre. El cómo ella apoyaba todas las cosas que yo hacía. Se supone que todas las madres lo hacen, pero no todos tienen esa suerte. Y en aquel caso es que en aquel festival habíamos liado un pollo importante. Un festival de dos días en un pueblo de las inmediaciones de Barcelona, como es El Prat, que no es un lugar precisamente reconocido por respirarse el heavy metal. Pero como yo vivía allí, pues era una cuestión de estado que montase un festival en una sala que era un poco el paradigma de lo indie, donde Sidonie o bandas por el estilo se fueron forjando su carrera.

Tocaban en el festival Amon Amarth y Destruction. Y si no recuerdo mal… pues veinte bandas más. Luego todo eran bandas locales. Eran a lo largo de dos días. Todas las bandas locales pagaban por tocar como si fuese un coste de marketing, por así decirlo. A ver, la gran mayoría de aquellas bandas (seamos realistas), probablemente de todas aquellas… sólo una sigue en pie: Obsidian Kingdom, y con una configuración muy distinta a lo que eran en aquel entonces, incluso a nivel de sonido. La gran mayoría de grupos que allí tocaban se fueron deshaciendo con los años. Así que yo tenía claro por qué esos grupos tenían que pagar por estar ahí. Tenían que pagar porque yo les estaba ofreciendo una exposición a través de los medios y a través de con quién tenían la posibilidad de tocar. Y eso costaba un dinero.

Aún así se les daba una cantidad de entradas para vender con las que podían recuperar la inversión que habían hecho. Pero bueno, eso no quitaba que todo aquello me generase mogollón de polémicas en redes, en redes sociales no, porque no existían, pero sí en los comentarios de la propia web bien Themetalcircus.com. Las bandas estaban compuestas de gente amateur y demás, pues siempre hay diversidad de opiniones. A lo mejor el líder del grupo considera que pagar 400 euros por tocar en un festival con Amon Amarth es una buena decisión. Y no sé, la novia del guitarra rítmico puede considerar que es un abuso y comienza a liarla.

El caso es que el festival se hizo y agotamos los dos días. Amon Amarth fliparon porque no se esperaban nada de aquello, que un poco fue el principio del auge del grupo y del viking metal en el año 2007. Y a partir de aquel momento, evidentemente, ya en la siguiente ocasión, tocaron en la sala Bikini con todo lleno y mucha más gente. De ahí pasaron a Razzmatazz y a día de hoy están en un Sant Jordi Club. O sea, desde entonces la trayectoria de Amon Amarth ha ido creciendo. Evidentemente no gracias a ese festival, sino por el propio desarrollo que ha tenido el grupo. Ha sido tremenda, pero a mí me queda para toda la vida ese momento en el cual, en un vuelo directo de Madrid a Barcelona, les perdieron todo el equipaje. Seguramente es que ni lo llegaron a cargar en el avión. ¿Cómo cojones puedes perder todo el equipaje de un grupo en un vuelo directo de una hora y de 600 kilómetros de trayecto? Todo aquello pasó a las 6 de la tarde. Ellos tocan sobre las 10 de la noche como cabezas de cartel. Hubo un gabinete de crisis. Le dije a todos los grupos que tocaban que dejaran todos los instrumentos en una habitación y que Amon Amarth escogiesen con qué cojones de material querían tocar. Esa fue mi primera reacción.

En segunda instancia tuve un momento de genialidad y recordé que mi madre trabajaba en pista del aeropuerto de El Prat de Llobregat. Trabajaba llevando las tripulaciones de los aviones a la a las terminales y en ocasiones también con el tema de equipajes y demás. Entonces el tour manager del grupo, mi madre y yo nos fuimos al aeropuerto a aquello de las 7 de la tarde en modo: “vamos a ver qué conseguimos”. Mi madre entró dentro con su acreditación de AENA, directa hasta el almacén, donde se guardan normalmente los equipajes perdidos. Hasta que no se reúne una determinada cantidad de maletas extraviadas no sale una furgoneta a soltarlos por los hoteles que se hayan notificado por parte de los viajeros. Y en cuestión de media hora mi madre estaba ya saliendo por la puerta con un carro con 8 o 9 flight cases de guitarras. El tour manager de Amon Amarth tenía los ojos como platos. Yo estaba al borde de llorar porque teníamos un concierto con las entradas agotadas, que si aquello se tenía que cancelar iba a ser mi ruina. Y el caso es que allí estaban todas las guitarras y bajos. Al cabo de unos días me llegó una nota de su tour manager agradeciéndole a mi madre el haber encontrado a aquel equipaje. Eso fue un detalle.

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.