Rick Wakeman – The Six Wives of Henry VIII: 50 años del salto en solitario del teclista más excesivo del mundo

Ficha técnica

Publicado el 23 de enero de 1973
Discográfica: A&M Records
 
Componentes:
Rick Wakeman – Teclados
Dave Winter – Bajo
Chris Squire – Bajo
Alan Whit – Batería
Bill Bruford – Batería
Ray Cooper – Percusión
Steve Howe - Guitarra

Temas

1. Catherine of Aragon (3:44)
2. Anne of Cleves (7:53)
3. Catherine Howard (6:35)
4. Jane Seymour (4:46)
5. Anne Boleyn (6:32)
6. Catherine Parr (7:06)

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Rick Wakeman siempre ha sido considerado el teclista más excesivo del panorama rockero y en 1973 estaba en la cresta de la ola, tanto él como músico como el rock progresivo en general. Había entrado en Yes dos años atrás sustituyendo a Tony Kaye y se enfrentaba al reto de crear su primer disco en solitario, liberado de las versiones ajenas. La idea le sobrevino cuando compró unos libros en el aeropuerto para amenizar el vuelo y se inspiró de uno sobre Enrique VIII para parir su ambicioso trabajo.

Para ello contó con invitados de excepción como sus compañeros en Yes Alan White, Chris Squire, Steve Howe, pero también miembros de su anterior grupo The Strawbs. En terrenos de percusión hay nombres tan rutilantes como los de Bill Bruford y Ray Cooper. Hasta 10 músicos participaron en este proyecto de época en el que destaca un rey nefasto que ejecuta a dos de sus esposas y separa Iglesia y monarquía para poder anular sus matrimonios.

El concepto del disco es sencillamente maravilloso, dedicando un tema a cada una de las seis esposas de ese monstruo que tuvo Inglaterra como rey. El autor nos confirma que su música está inspirada más en la personalidad de las mujeres y que la música no representa la historia, algo entendible, pues una decapitación a ritmos caribeños no es algo que pudiésemos considerar como música descriptiva.

El disco

Abre el disco “Catherine of Aragon”, la pieza más breve y una de las más inspiradas a la vez que logradas. Piano, sintetizadores y mucho feeling conseguido por grandes individualidades de grandes músicos de apoyo. Hay ese tramo con voces femeninas que dan mucha solemnidad a una canción muy elegante, y por momentos, muy épica. El final es muy de música de cámara aludiendo a los tiempos en lo que sucedió esta historia.

“Anne of Cleves” ya es un viaje más netamente progresivo, generoso en minutaje y con juegos clásicos. Sorprende siempre Wakeman con cambios de estilos en tiempos nada habituales y aquí destaca especialmente la batería de Alan White. Aquí hay explayamiento en el solo y las virguerías del bajo de Dave Winter que termina desembocando en música casi caribeña con percusiones con conga y tumbadora. Realmente suena a rock progresivo por los cuatro lados.

Quizá la canción más bella es “Catherine Howard” a pesar de que el tema parece una batalla entre una power ballad y un villancico que se dan la vez, consiguiendo algo muy sorprendente. Hay excursiones prog hacia terrenos estilísticos varios, pero vuelve nuestro protagonista luego a esa especie de balada, que en su tramo final viene con campanas tubulares.

“Jane Seymour” tiene un alma más Bach y eso lo da el hecho de que don Wakeman toque el enorme órgano de la catedral de Saint Gilles en Cripplegate, Londres. Un tipo excesivo como él, entonces, que iba en solitario, iba a contar con todo y más. Realmente suena impresionante y puedes imaginarte la catedral y al gran teclista enfrascado en su cometido con sus capas habituales. Uno de esos temas definitivos por los que un artista es reconocido.

En “Anne Boleyn” hay mucha intensidad, derroche instrumental, acentos exageradamente altos combinados con momentos de reposo y son los teclados los que brillan con efectos de sintetizador acompañando y envolviendo un tema que posee batería. Hay voces femeninas de coro al final repuntando la belleza. Esos juegos de intensidades es lo que más destaca con dejes clásicos y mucha velocidad en las teclas.

Finaliza la obra con “Catherine Parr”, que es posiblemente el tema más rockero y que va en una onda más Pink Floyd en la que Wakeman solea espoleado por la gran batería de Alan White. Corte festivo y alegre con dejes algo medievales y efectos de sonido. Wakeman se llega a doblar incluso con diferentes teclados y consigue aquí sacudirse un poco el poso clásico de todo el disco.

Veredicto

El disco es visto como uno de los grandes trabajos de la música progresiva e instrumental y una de las cimas de el gran teclista Rick Wakeman. Aquí hay toda una explosión de creatividad, una temática totalmente rompedora y una libertad musical absoluta que define en sí mismo a un músico muy especial. La portada en tonos sepias en la que se recrea una foto “de familia” con todos los protagonistas es absolutamente delirante, obra de Bruce Rae.

Triunfó especialmente el disco en Inglaterra y en Australia llegando a encaramarse en lo alto de las listas de ventas. Posteriormente Wakeman llegaría al número 1, lo cual parece algo épico a día de hoy, pero a principios de los 70 el progresivo era tan exitoso como el reggaetón actual. Puede que no haya envejecido especialmente bien y que todo quede un poco trasnochado, pero la influencia de esta obra es imprescindible siempre que le enmarques en su contexto histórico.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1367 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.