Porcupine Tree – Up the Downstair: 30 años del primer paso serio de Steven Wilson hacia el Olimpo musical

Ficha técnica

Publicado el 7 de junio de 1993
Discográfica: Delerium Records
 
Componentes:
Steven Wilson – Voz y todos los instrumentos
Colin Edwin – Bajo en "Always Never"
Richard Barbieri – Programción en "Up the Downstair"
Suzanne J. Barbieri – Voz en "Up the Downstair"

Temas

1. What You Are Listening to... (0:58)
2. Synesthesia (5:11)
3. Monuments Burn Into Moments (0:20)
4. Always Never (6:58)
5. Up the Downstair (10:03)
6. Not Beautiful Anymore (3:26)
7. Siren (0:52)
8. Small Fish (2:43)
9. Burning Sky (11:06)
10. Fadeaway (6:19)

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En 1993 Steven Wilson y el árbol puercoespín andaba bastante en pañales. Wilson tenía otra banda llamada No-Man en la que dedicaba muchos esfuerzos y con la que se hizo un nombre en la escena inglesa, hecho que le permitió llegar a vivir de la música. Porcupine Tree tenía un solo disco editado y el propio Wilson se refiere a él como una especie de recopilatorio de lo mejor que había hecho en sus cintas caseras. Up the Downstair e iba a ser un disco con todas las de la ley, aunque lo iba a hacer todo él. Juan Palomo ya apuntaba hacia el infinito y más allá.

Hablamos de un tiempo en el que no estaban no Colin Edwin, ni Richard Barbieri ni Gavin Harrison, aunque algunos de ellos empiezan a aparecer en esta obra para echar un cable. El disco queda lastrado especialmente por las baterías programadas y frías que bajan el listón por mucho que podamos destacar algunas canciones realmente inspiradas y con un nivel general bastante elevado. Harrison las regrabó para la remasterización como también se hizo con todas las guitarras acústicas. Wilson se esmeró para que el disco original no sufriera grandes cambios y la reedición de 2016 es la que vale la pena comprar.

El disco

Una breve intro inquietante te introduce hacia “Synesthesia” en la que una voz narrada precede a un tema en el que ya puedes ver cierta genialidad y absoluta calidad con un Steven Wilson a las voces muy suave y con una aureola electrónica de sintetizador que deja las guitarras en un segundo plano. A destacar el solo de nuestro protagonista. “Always Never” es otro corte muy conseguido que apunta hacia la dirección adecuada y en el que el “grupo” empieza a enseñar lo que serán sus credenciales. Bajo presente por parte de Wilson y algún momento muy atmosférico y psicodélico. Viene con una progresión de intensidad y fuerza algo típica, pero muy bien llevada.

Personalmente me quedo con el tema que da nombre al disco, pues hay un riff de guitarra muy presente y ambicioso. Psicodelia con muchos detalles electrónicos y que combina atmósferas e intensidades con pasmosa facilidad. “Not Beautiful Anymore” te demuestra que en esos tiempos rock y electrónica quedaban fusionadas con muchísima clase, lo que los temas tienen más de viaje espacial y de espíritu jam que de buscar ser canciones redondas. Algo que iría desarrollando con el tiempo.

“Small Fish” ya apunta a una de las caras más bellas del grupo: En menos de tres minutos “son” capaces de marcarse un tema acústico muy bello en el que la guitarra de Wilson solea con mucho gusto. “Burning Sky” es otra de las piezas centrales del disco con sus más de 11 minutos. Tras una intro atmosférica vamos a un sintetizador absolutamente Alan Parsons. Es una cadencia muy típica del maestro y cabe decir que las líneas de bajo de todo el disco son de muchos detalles. Wilson no es un virtuoso, pero puede con todo.

Steven siempre ha dicho que está especialmente orgulloso de la canción que cierra el disco: “Fadeaway”, corte más maduro y que apunta claramente hacia una dirección en la que la guitarra y los instrumentos rockeros están por encima de la programación, quedando esta última en una discreta segunda línea. Tema muy definido, aunque con muchísimo deje a Pink Floyd, lo cual no es nada malo.

Veredicto

Yo no descubrí a Porcupine Tree por Up the Downstair, pero escuchado 30 años más tarde de su aparición ya notas que hay algo especial en este sonido y en este hombre llamado Steven Wilson. Quizá aquí era más terrenal puesto que el tiempo lo ha encumbrado como uno de los más grandes genios actuales en el terreno musical. En 1993 gozaba de pocos medios y rebosaba de ideas, y sin prisa, pero sin pausa ha llegado al Olimpo.

Recomiendo especialmente la reedición de 2016 con la batería de Gavin Harrison, que hizo un esfuerzo por no poner de su parte y ceñirse a lo que había sido grabado en su día. Quizá lo mejor de todo es que el disco no terminó siendo doble pues el estilo podía empachar de verdad y la canción de 30 minutos fue editada en un single aparte. Hecho que te demuestra que Wilson solito ya pensaba a lo grande. 1993 y lo mejor estaba por venir…

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1368 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.