Parchís: Vidas de Rock Star en tu tierna infancia

¡Paren las rotativas! ¿Una web de heavy metal hablando de un grupo infantil? Pues sí, por varias razones. Triunfaron en los 80, la década de la eclosión del heavy metal, y muchos -por edad- nos tocaba Parchís y no Iron Maiden. Fueron una banda que consiguió triunfar por todo lo alto girando por toda Sudamérica y llenando estadios. Cuando te cuenten que Mägo de Oz fueron pioneros en eso… recuerda que antes estuvo Parchís. Tuvieron groupies a mansalva a pesar de sus tiernas edades. Destrozaron hoteles para matar el tiempo entre concierto y concierto y su separación y caída fue traumática, como cualquier banda consagrada de la época. Y a todo ello súmale que su líder tuvo un accidente automovilístico en el que perdió un brazo, como Rick Allen de Def Leppard. Y para terminar de sumar, nuestros admirados compañeros Richard Royuela y Jordi Meya han estado en la gestación de su reunión para el documental de Netflix. Y si todavía tienes dudas… piensa en Babymetal.

Se crea un mercado creciente, el infantil

Bendita infancia la que pudimos vivir en los 80… Mientras los mayores disfrutaron del éxito y de la eclosión del heavy metal, la generación menor pudimos jugar al Tragabolas, la Mano Loca, ver a Torrebruno, He-Man, la Bruja Avería, los Payasos de la Tele y un sinfín de programas de televisión para los más pequeños. Había un mercado infantil creciente y eso implicaba también el ámbito musical. Enrique y Ana fueron la primera piedra, pero hubo una banda que pasó a ser un fenómeno sociológico, allende de los mares: Parchís.

Todavía suena en todos los cumpleaños patrios el clásico “Cumpleaños Feliz”, tema que ya ha quedado para siempre, igual que suena el “We Are the Champions» de Queen cuando hay una final deportiva. Parchís alcanzó la inmortalidad musical, pero el tiempo ha pasado y aquellos niños crecieron y volvieron a sus vidas tras los años locos y la borrachera del éxito. De la mano de Daniel Arasanz sale a la luz un documental en Netflix, excelente, sobre cómo funcionaron las cosas desde la génesis del grupo hasta terminar la etapa clásica, y mítica, tras la huida del solista Tino. Para el documental se reunió a todos sus componentes originales, los sustitutos, la discográfica, los padrinos en las giras sudamericanas e incluso los padres hablaron de los éxitos y fracasos del haber llegado a arrasar en medio mundo.

Estaban preparados para el éxito, no para lo que vino después…

Al igual que se hizo con los Sex Pistols, las Spice Girls y tantas veces, una discográfica, catalana en este caso, Discos Belter, puso un anuncio en los periódicos buscando niños para asaltar el mercado infantil. Estaban preparados para el éxito, no para lo que vino después… Cinco niños y niñas catalanes terminan formando una menuda agrupación prefabricada con roles asignados y los colores del parchís. Nada nuevo, si miramos en Alemania, justo en 1979 a Dschinghis Khan y sus personajes con colores. Ellos triunfaron en Eurovisión, Parchís lo intentó varias veces, todo sea dicho.

Tino era el solista y guaperas, siendo mayor que los dos niños más pequeñitos: Óscar y David. Con David se hizo una excepción ya que las fichas de parchís son cuatro, pero en Belter quisieron sumarle al grupo y le dieron el color blanco y el rol de dado. Las chicas fueron Gemma y Yolanda. Yolanda era hija de Rudy Ventura, así que estaba perfectamente preparada para la vida de artista e instruida en ello. A nivel vocal las chicas y Tino eran las voces dominantes, Óscar y David daban más juego en el baile, pero también cantaban. Belter estaba especializada en canción española, y esto a la postre fue un tanto a favor del grupo. Si escuchas la maravillosa “Comando G” ves que los arreglos barrocos y cargantes le sientan al tema de maravilla, mucho más cercanos a la copla que a las músicas de moda. Es un cañonazo de tema y la sintonía de unos dibujos animados que todos los niños veíamos en esa época. También reconoce la discográfica que hubo voces de chicas añadidas para terminar de arreglar los temas.

El éxito se dispara y los niños no paran de hacer galas, conciertos y películas. Eso hace que pisen poco la escuela y el asalto al mercado sudamericano fue cuestión de tiempo. En México, Perú y Argentina se desata la parchís-manía y las giras se suceden. Aparece Jorge Berlanga como representante en sudamérica y con ellos el grupo hace un salto de calidad a nivel logístico. Aviones privados, padres invitados a los tours, el codearse con celebridades y hoteles de cinco estrellas. La discográfica Belter hasta el momento había sido austera en todo, algo incomprensible, pues los discos se vendían por millones. Incluso no llegaron a cuidar en las primeras giras el hecho de que los niños estuvieran entretenidos, y claro, el lado salvaje de los mismos se despertó.

¿Qué haces si tienes el mundo a tus pies y no hay nadie allí para ponerte límites?

Estamos acostumbrados a las historias de rockstarsrompiendo habitaciones de hotel, lanzando teles por la ventana y tener groupiesa mansalva. Justamente eso les sucedió a los Parchís siendo unos niños. La mejor definición de todo aquello la da uno de los tutores en una de sus giras: “Eran como los niños de ‘El señor de las moscas’ de John Golding” (espectacular libro). ¿Qué haces si tienes el mundo a tus pies y no hay nadie allí para ponerte límites? Led Zeppelin tiraron tabiques para hacer un campo de fútbol en una habitación de hotel, ellos no pudieron con el tabique, pero montaron campos de futbol en hoteles de cinco estrellas, hicieron cabañas y les expulsaron de esos lujosos hoteles. Lanzaron sillas por la ventana, televisores y es que… se aburrían como ostras.

Pero su despertar sexual con los años acaeció e incluso Tino, el auténtico guaperas del grupo, tenía a las madres de los niños a sus pies hasta el punto de que sacaron a mujeres maduras de su armario que buscaban sexo con un chico de 16 años. En palabras de Berlanga:

Eso era el fin de todo, si pillaban a Tino con la madre de un niño… Parchís estaba acabado.

Algunos de ellos experimentaron el despertar sexual entre ellos. Y aunque parezca mentira en México hubo un grupo infantil copiado a imagen y semejanza de Parchís. La solista era una tal Paulina Rubio, y tuvo un romance con un miembro de Parchís, aunque en edades muy tempranas. Yolanda y Gemma también fueron eran objeto sexual de influyentes personajes y poderosos, por lo que tuvieron que proteger al grupo estando ya en puertas de la mayoría de edad.

¿Dónde está la pasta?

Increíblemente los millones de discos que facturaron supusieron poco, muy poco en las arcas de los chicos. El dinero se esfumó y Belter presentó la bancarrota para desaparecer en la cresta de la ola. Pero algo ganaron… hay una mítica respuesta de un miembro de parchís a su padre cuando le amenazó de echarlo de casa:

¿Qué casa, la que he comprado yo con mi dinero?”

A día de hoy nada de esto pasaría, pero esas familias estaban contentas con el éxito del grupo y se fiaron siempre de los negocios y de cómo se llevaban las cosas. Alguien ganó mucho dinero… Pero, ¿quién?

El sueño terminó cuando Tino empezó su carrera en solitario como solista y ya nada volvió a ser como antes. Hay una gran frase leída en Internet: “Quién no se hubiera enamorado de Tino en aquella época es que no tuvo infancia”. No le fue mal, pero como sucede con todas las bandas de rock, enemistades, malas compañías y demás terminaron en que unos y otros fueron abandonando sus carreras musicales. Luego vino el accidente de tráfico. Como le sucedió a Rick Allen de Def Leppard, Tino perdió un brazo. Impresiona verle hablar sobre ello con toda naturalidad.

Si tenéis la oportunidad de ver el documental ni lo dudéis. Parchís fueron la banda infantil por excelencia. No nos lanzaremos a escuchar sus discos ni a ver sus insufribles películas, pero las buenas historias merecen la pena ser contadas y Parchís no deja de ser una maravillosa historia. Les robaron la infancia y el dinero pero lo que vivieron es algo que nadie podrá vivir.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1364 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.