Obituary – Slowly We Rot: 30 años de uno de los discos pivotales del death metal de Florida

Ficha técnica

Publicado el 16 de mayo de 1989
Discográfica: Roadrunner Records
 
Componentes:
John Tardy – Voz
Allen West – Guitarra
Trevor Peres – Guitarra
Daniel Tucker – Bajo
Donald Tardy – Batería

Temas

1. Internal Bleeding (3:01)
2. Godly Beings (1:55)
3. 'Til Death (3:56)
4. Slowly We Rot (3:36)
5. Immortal Visions (2:25)
6. Gates to Hell (2:49)
7. Words of Evil (1:55)
8. Suffocation (2:35)
9. Intoxicated (4:40)
10. Deadly Intentions (2:09)
11. Bloodsoaked (3:11)
12. Stinkupuss (2:59)

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Un día de verano de cuando tenía unos 15 años, y estando yo de vacaciones en la idílica Lloret de Mar, decidí comprarme una camiseta de Obituary por puro postureo. Aunque me sonaba el nombre, yo no había escuchado a esos tíos en mi vida, pero esa espectacular portada del The End Complete a tamaño completo por delante y por detrás era demasiado cool como para dejarla pasar. Con esa camiseta como pieza central, en septiembre me presenté de vuelta al instituto con un cambio de look casi completo: en vez de vaqueros, camiseta de Aerosmith o Metallica, camisa de leñador y un pelo que adquiría un notorio volumen hacia todas las direcciones (excepto hacia abajo), pasé a Obituary, a unos pantalones militares y a engominarme mis aún incipientes greñas de forma que no pareciera más el hermano alto de los Jackson Five. Resultado: pasé de ser un tío un poco friki a molar de verdad y a tener, incluso, cierto éxito entre la parroquia femenina. Qué cosas, ¿verdad?

Postureo a parte, no tengo claro cuando escuché a Obituary por primera vez. Creo que alguien me pasó la cinta con ese mismo The End Complete y que me quedé absolutamente igual (de hecho, no creo ni tan siquiera haberlo escuchado con demasiada insistencia). Aún y así, el concepto de la banda me debió motivar lo suficiente como para pillarme el Cause of Death en CD, y a ese (ni que sea por eso de que cuando te comprabas un compact disc – cosa que pasaba menos a menudo de lo que querías, claro – le dabas vueltas hasta que te gustara sí o sí) sí que me lo rallé lo suyo: «Infected», «Chopped in Half», «Find the Arise», la propia «Cause of Death»… temazos como la copa de un pino y, otra vez, portadón. La salida de World Demise la viví en directo y ya como más o menos fan, y aunque es un disco que no ha alcanzado el mismo estatus de clásico que sus antecesores, a mí me enganchó lo suyo.

¿Y Slowly We Rot? Pues la verdad es que no tengo muchos recuerdos de él durante esos años formativos. Por ahí corría también una cinta grabada con este disco en una cara y otra banda más o menos genérica del death metal de la época en la otra, pero no recuerdo prestarle casi ninguna atención. A posteriori me parece quizás el álbum más memorable de la banda, claro (y eso les parece a ellos también, ya que sus setlists están formados mayoritariamente por temas de este disco y de su continuación, el ya mencionado Cause of Death que salió cosa de un año y medio más tarde), pero en ese momento no le hice ni puto caso, y no fue hasta mucho tiempo más tarde que le empecé a prestar la atención que se merecía.

Bien, explicada mi siempre inevitable batallita de rigor (¿y no es bonito eso?), vamos a ponernos en contexto. En la Florida de finales de los noventa se vivía un auténtico fulgor por ese género casi recién inventado llamado death metal. Podemos discutir si fueron Possessed o si fue Chuck Schuldiner y sus Death los verdaderos padres del estilo, pero lo que está claro es que este último creó una prolífica escuela alrededor de su banda en la punta sureste de los Estados Unidos. Gracias a discos tan seminales y revolucionarios como Scream Bloody Gore o Leprosy empezaron a salir bandas de death metal como auténticas setas: Morbid Angel, Massacre, Deicide u Obituary comenzaban a llenar de distorsión y de guturales las salas de ciudades como Orlando y Tampa Bay, creando así una de las escenas clave en la evolución del metal extremo.

Eso sí, aunque esas bandas (hablo de Death, Morbid Angel o Deicide) se esforzaban cada vez más en exceler técnicamente, estos Obituary, liderados por los hermanos John y Donald Tardy, parecían apostar por una vertiente más directa, más cercana al thrash del que todos bebían e, incluso, con un espíritu más bien punk. Su música sonaba como un cañón, pero las estructuras de las canciones eran simples y directas, alternando pasajes frenéticos con medios tiempos machacones que se acabaron convirtiendo en su seña de identidad más conocida, cercana incluso al doom metal que empezaba a ser popular al otro lado del Atlántico. Incluso la voz de John se desmarcaba un poco de las demás bandas a su alrededor: en vez de apostar por gravísimos e infernales guturales, sus gritos desgarrados y desesperados le convirtieron rápidamente en una de las voces más icónicas del metal extremo. Y por todo ello Obituary se convirtieron en una de las bandas más queridas y apreciadas de todo ese mundillo.

Por su seno han pasado leyendas del death metal del nivel de James Murphy, Steve Di Giorgio o los malogrados Frank Watkins y Ralph Santolla, pero en esa formación inicial, heredera de aquellos primitivos Xecutioner que anticiparon y precedieron la creación de Obituary tal y como los conocemos hoylos que acompañaban a John, a Donald y al también eterno Trevor Peres eran Allen West a la guitarra solista y el breve Daniel Tucker al bajo. Esa formación tan solo duró un disco: Allen volvería, al cabo de pocos años para grabar The End Complete pero de Daniel ya nunca más se supo.

El disquito contiene algunas de las canciones más conocidas de la banda que, a día de hoy, aún copan la mayor parte de sus repertorios en directo. Y es que ningún fan de Obituary renegará nunca de temas como «Internal Bleeding», «Til Death», «Intoxicated» (probablemente mi favorita), «Blood Soaked» o el icónico tema título. Todas ellas son ya clásicos del death metal por derecho propio, pero otros temas como la pesadísima «Immortal Visions», la frenética «Go to Hell» o la estridente «Suffocation» también se merecen generosos elogios. Primero por ser temazos en sí mismos, claro, pero también por haber sido capaces de desmarcarse de lo que se hacía en su entorno y de abrirse camino por si solos.

Con todo ello, se trata del álbum más crudo y más feroz de su carrera, y el cambio, o al menos en los matices, se puede ver claramente en sus siguientes trabajos. Incluso la propia portada parece reflejarlo: la viñeta sangrienta y explícita que nos introduce a Slowly We Rot contrasta con los paisajes oscuros, misteriosos y tétricos que ilustran el resto de sus discos clásicos. Es verdad que la propuesta musical no cambia demasiado radicalmente de aquí a sus trabajos posteriores (más bien lo contrario), pero sí que su sonido se torna algo más pulido y, según como, severo.

A diferencia de otros discos que he reseñado en esta sección, Slowly We Rot no es un álbum que me marcara especialmente o con el que haya tenido jamás una conexión especial. Al contrario, siendo lo pivotal que es lo descubrí sorprendentemente tarde y siempre lo he escuchado un poco desde la distancia. Apreciándolo, por supuesto, y disfrutando sin reservas de todos los temazos que se empaquetan aquí dentro (que son muchos). Supongo que lo bueno es que no hace ni falta que tenga un lugar en tu corazón para poder reconocer su calidad y su influencia a poco que te interese la música extrema. Para muchos (y probablemente también para ellos), este disco es aún la cima creativa de Obituary, y escuchándolo no cuesta demasiado adivinar el porqué.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.