Motörhead – 1916: 30 años del disco más especial de Lemmy

Ficha técnica

Publicado el 26 de febrero de 1991
Discográfica: Sony Music
 
Componentes:
Lemmy Kilmister: Voz, bajo
Phil Campbell: Guitarra
Würzel: Guitarra
Phil "Philthy Animal" Taylor: Batería

Temas

1. The One to Sing the Blues (3:07)
2. I’m so Bad (Baby I Don’t Care) (3:14)
3. No Voices in the Sky (4:12)
4. Going to Brazil (2:29)
5. Nightmare/Dreamtime (4:40)
6. Love Me Forever (5:28)
7. Angel City (3:57)
8. Make My Day (4:25)
9. RAMONES (1:26)
10. Shut You Down (2:41)
11. 1916 (3:45)

Multimedia



Escucha y compra

Este disco en Amazon: Motörhead – 1916: 30 años del disco más especial de Lemmy
Todos los discos de Motörhead – 1916: 30 años del disco más especial de Lemmy en Amazon


En mis muchos viajes a Wacken he podido ver a Motörhead hasta en ocho ocasiones, incluyendo ese final abrupto en el que Lemmy dijo basta diendo por terminando el concierto. También su retorno en el que veías que su voz había muerto. También ese mítico avión y mil anécdotas vividas allí con la banda de protagonista. He conocido a muchos asistentes que iban a Wacken sólo de fiesta y al único concierto que consideraban asistir (era obligado) era Motörhead. El resto eran teloneros que no estaban a la altura, invitados de piedra totalmente prescindibles para ellos. Alcohol y Motör eran lo único que necesitaban. Y hasta cierto punto… ¡puedo entenderlo,

Motörhead, más que una banda

Otra de las grandes anécdotas fue cuando un wackenero alcoholizado nos mostró su tatuaje en el brazo con el logo de la banda, orgulloso él. Mi amigo pensó que era un pardillo y le mostró su tattoo con el logo hecho a un tamaño mayor, una provocación que hizo que otro individuo colindante a nuestra zona abandonara su birra para mostrarnos su pantorrilla con un gigante logo de Motörhead que le ocupaba todo el gemelo de la pierna. Parecía que el ganador era ese sujeto hasta que vino corriendo un espontáneo y se sacó la camiseta. Toda su espalda estaba cubierta por los discos de la banda de Lemmy… y luego vino su novia y también tenía la espalda igual. En un minuto vivimos un “a-ver-quién-la-tiene-más-largaMotörhead edition. Eso es Motörhead y eso es Wacken

Amo a Motörhead más por todo lo que representan y por el legado que atestiguan, también venero la figura de Lemmy y todo lo que hizo en vida. Ese puente entre el punk y el metal que en el fondo es sólo rock n’ roll sucio y rápido es la marca y el punto de partida de muchas cosas. También confieso que soy más de temas que de discos, pero… Cuidado con 1916 porque me parece el disco perfecto de Motörhead en muchos sentidos. Aquí hay experimentación, concepto, clásicos atemporales, actitudes punk, homenajes, sentimiento y todo siendo 100% Motörhead, a pesar de que estemos en la formación de cuarteto. Y sí, hay puntos de comercialidad manifiesta, aunque siempre hablando de Motörhead.

Uno de los mejores discos del grupo según el propio Lemmy

El disco pilló a Lemmy de mudanza. Cambiaba su Inglaterra natal por Hollywood y se instalaría a una calle del Rainbow Bar. Sus adicciones estaban en un alto grado pese a que a nivel compositivo estaba en un momento excelente. Ed Stasium, (productor de Ramones, entre muchos otros) y primer productor del disco dijo que abandonó por lo inaguantable que era tener a Lemmy pasado de vueltas en el estudio. A nivel de producción es un disco mucho más accesible y cuidado, algo que a los fans más puristas no gustó de buen principio. Todo es más sofisticado que crudo, pero tocaban cambios en pleno auge del grunge, momento en el que las bandas de heavy metal empezaban a extinguirse como los dinosaurios.

El balance entre composiciones es “apostoflante” (catalanada muy asociada al baloncesto) hasta el punto que la evidencia llevó a la MTV a nominarlo como el mejor disco de rock duro del año… pero claro, luego apareció el Black Album de Metallica. Marca territorio ese “The One to Sing the Blues” con aires tribales de inicio en el inicio con “Philty” tras los timbales. Siguen todos los ingredientes y se marcan un clásico evidente con un original riff muy dominante. Pero si andas buscando clásicos pocos se acercan a “I’m so Bad (Baby I Don’t Care)”. Espectacular tema con extra de guitarras y que conecta con todos sus trabajos más clásicos y nobles. Aquí todo rezuma a clásico, desde la actitud de la letra a ese ritmo endiablado y endurecido dejando la frase final del estribillo desnuda de instrumentos. Eso es puramente Lemmy Kilminster.

“Going to Brazil” es una auténtica maravilla: un rock n’ roll simple de la escuela Chuck Berry, efectista y básico de esos que te levantan de la silla. Es uno de los temas que siguieron en el repertorio y que daban color al directo. Una de las más queridas y, de hecho, pude verla con Andreas Kisser de Sepultura tocándola en directo vistiendo él una zamarra de la selección carioca sobre el escenario de Wacken. Würzel y Campbell disfrutan decorando el tema con esos solos constantes y trabajados.

El homenaje cae en “R.A.M.O.N.E.S.” un pedazo de clásico que también ha sonado en muchos directos y en el que Lemmy mantiene la base de los de Queens para homenajearlos. La letra es maravillosa y si amas a ese cuarteto punk considero que es el mejor homenaje posible. El propio Joey Ramone dijo que era como si John Lennon hubiese escrito un tema sobre ellos. No le faltaba razón. La parte más comercial viene de la mano de “No Voices in the Sky”, un single casi perfecto que nunca entendí el por qué no se prodigaba más en directo. Mítico estribillo con esas guitarras con tanto cuerpo y ese riffeado machacón con la batería de “Animal” Taylor cayendo a plomo y marcando el estilo de siempre.

¿Motörhead haciendo una balada? Haberlas haylas en su discografía, y casi todas muy buenas. Aquí queda representada por “Love Me Forever” y es un auténtico disfrute con esas guitarras brumosas y ese reverb. Puede que sea una concesión al gran público, pero tanto da. Es una canción que toca dentro y que vuelve a contener un excepcional trabajo de guitarras, si bien, en gran parte, es más medio tiempo que baladita. La gran Doro Pesch terminaría versionándola con grandes resultados.

“Nightmare/The Dream Time” es una rareza en su discografía con efectos sonoros, filtros de voces, con bajo punzante y teclados atmosféricos. Visión de pesadilla en una composición que siempre me la he imaginado cantada por Ozzy. Quizá era un primer esbozo pues Lemmy terminaría componiendo para el Madman. Solos grabados del revés y lo más experimental del grupo desde los tiempos de Hawkwind con Lemmy narrando más que cantando. Si hablamos de experimentación hay que situarse también en “Angel City” que un poco resume los sentimientos de Lemmy antes de irse a vivir a su nueva tierra. Una retahíla de tópicos encajados en un rock n’ roll de corte accesible, con piano y saxo, haciéndola casi bailable. Un lujo intrascendente que se agradece y que le da un plus al disco. Curiosamente Motörhead dijeron que echaron al productor Stasium tras arreglar cuatro canciones por meter toda esa fanfarria… Pete Solley terminó encargándose de los controles.

Vuelven los puntos sobre las íes en “Make My Day” sonando a carretera y con sabor a etanol barato. Esto es justo lo que esperas de los Motör. Aquí se notan las dos guitarras del grupo a pesar de que el tema tampoco daba para mucho más. Mejoran las cosas con ese trallazo marca de la casa que es “Shut You Down” emparentable con sus tiempos de Overkill o Ace of Spades. Otra más de Motörhead rezumando actitud por los cuatro costados. Cierra algo impensable como es “1916” si bien estamos ante algo sumamente especial. Volvemos a tempos de balada con batería programada y teclados. En la batalla de Somme, en la primera guerra mundial, murió toda una generación de jóvenes ingleses enfrentados al fascismo, eso inspira al disco. Vello de punta y toda una rareza con ese chelo de James Hoskins acompañando los teclados. Cosas como esta hacen que 1916 sea un disco muy especial y querido por todos los fans.

Veredicto

Que raro es un mundo sin que Lemmy te diga que todo lo que pasa se la suda. Tuvo razón en todo y por más que fuera un gran músico también tuvo ese punto de filósofo maldito. Su fascinación por la barbarie belicista quedó aquí reflejada si bien ante un prisma pacifista y a veces incomprendido. Con 1916 Motörhead pusieron la pezuña en los Estados Unidos, un justo acercamiento en lo musical y en lo físico le serviría para entrar en ese circuito. Sus trabajos posteriores con Ozzy le proporcionaron grandes dividendos y demostró que se podía mutar de sonido y mantener a su base de fans. 1916 es un discazo y lo situaría entre los cinco mejores, pues, en un artista siempre aplaudiré el hecho de ir algunos pasos más allá de lo previsible. También considero que es el disco ideal para empezar con Motörhead más allá de sus singles. Esto no es más de lo mismo…

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1368 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.