La reseña improbable: Plasticbag Facemask – 13

Ficha técnica

Publicado el 8 de abril de 2017
Discográfica: Plastic Skull Records
 
Componentes:
Jacob Lee - Voz, guitarra
Patrick Hogan - Batería

Temas

1. I Could Launch a Cyber-Nuke (4:38)
2. Peggy Baldwin (3:58)
3. Redefine the Coast Line (4:01)
4. I Am the Parentheses (3:57)
5. Featuring Jonny Craig Owens (5:19)
6. Whoop Whoop Get Back In the Van! (4:06)
7. Why Can't I Build Things? (5:07)

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Sergi Vila, que hizo la última reseña improbable, me nominó a mí, “el nuevo” que nunca se mete con nadie de la redacción, para hacer la siguiente del álbum 13 de Plasticbag Facemask. Un disco de 31 minutos repartidos en siete cortes. Cada cual más apabullante y enervante que el anterior.

Con los restos de lo que parece una fiesta de cumpleaños como portada, con velas en forma de 1 y 3 a medio derretir y un logo “semiininteligible” sobre uno de los globos que aún permanecen hinchados, se nos presenta el disco del dúo californiano de mathcore con tintes deathcore y noisecore.

He de decir que los instrumentos y las voces me han gustado por separado, pero no así el conjunto. Las composiciones son muy elaboradas, y tienen un elevado contenido técnico que demuestra que los artistas detrás de “la máscara” saben lo que hacen. Pero, a pesar de la excesiva complicación de los ritmos y armonías de cada instrumento, cosa que admiro, aunque me acelere el pulso, la mezcla se me aparecía heterogénea, sin apenas denominadores comunes más allá del tempo (dudo incluso de esto). He llegado a pensar que han tenido que grabar cada pista por separado, con metrónomo (eso sí, los tempos y los cambios están muy clavados) pero SIN REFERENCIA ni las otras pistas de fondo. Las letras me han parecido bastante duras, y puede que den algo de sentido a la música que las acompañan.

Del primer tema, «I Could Launch a Cyber-Nuke», me quedo con los remansos de tranquilidad que aportan los pasajes acústicos, y con una sensación de nerviosismo y estrés que creo que me acompañará durante toda la escucha. Y más allá.

La segunda canción, «Peggy Baldwin», tiene más forma en cuanto a voz y musicalidad, si se puede decir que la tenga. Puede que me esté hundiendo en la música, pero el caos inicial va adquiriendo un motivo. Muy top el breakdown del primer “Barely room to breathe. Underneath it all”. Algunos sweep picks disonantes de guitarra típicos del deathcore, de los que tampoco soy muy fan. Los riffs más pesados son los que más me han gustado.

La batería de Redefine the Coast Line, tercer corte del trabajo, parece programada en el interludio instrumental / solo de batería hacia la mitad de éste. De nuevo, la parte pesadota del final es la que más escuchable me ha parecido.

«I Am the Parenthesis» aparece en cuarta posición des del inicio del disco, con una guitarra haciendo intérvalos similares a la sirena de un coche patrulla, muy incómoda. Muy estresantes también los disonantes “acelerando” y breakdown posterior del final del tema. El corte que menos me ha gustado, de calle.

Quizás la más escuchable de las canciones de este disco sea «Featuring Jonny Craig Owens», cuya instrumental es particularmente buena, desde mi punto de vista y para lo que me he encontrado a lo largo del álbum. Me abstengo de comentar las “líneas vocales”. Me gustan las voces guturales, rasgadas e incluso los gritos, pero considero que en este tema suenan demasiado desganadas hasta bien llegado el final. Completamente intencionado, entiendo, por el elevado nivel que demuestran a lo largo del trabajo. Increíbles los “estribillos”, con un sonido muy espaciado, simples musicalmente pero muy resultones por el uso inteligente de los efectos, y la parte más vacilona y más groovy entre éstos.

La batería se acaba de descontrolar bajo disonancias y más disonancias en «Whoop Whoop Get Back In the Van!». Me aventuro a decir que en esta penúltima canción no han tocado ningún intervalo armónicamente agradable. La parte de cacofonía en la que dos voces discuten es simplemente magnífica… para hacer aflorar la esquizofrenia latente en el cerebro de uno.

«Why Can’t I Build Things», que cierra el disco, tiene redobles más inhumanos si cabe que su predecesora. El título le viene como anillo al dedo. Si construyen todo como construyen las canciones es normal que no lleguen a ver nada terminado. Sólo podía pensar en dos personas erigiendo una “cabaña” a base de lanzar troncos, piedras, barro y demás “materiales” al emplazamiento, a los árboles de alrededor y a sí mismos. Horrible. De nuevo el breakdown final salva la canción para enjuagar el mal sabor de boca.

Acabado de escuchar el disco por primera vez, y en busca de información para documentar mínimamente esta reseña, leí en su perfil de Bandcamp que intentaban molestar y entretener. Y debo decir que han cumplido con la primera parte sobradamente. No me ha llegado a entretener porque la discordancia general me imposibilitaba concentrarme en ALGO de ALGUNA canción.

Durante la segunda escucha he de decir que mi mente parcialmente destruida era capaz de ver globalmente una lógica abstracta que ligaba las aparentemente difusas piezas que componen el trabajo. Quizás una tercera oreja me ayudaría a apreciar el disco y el grupo. Pero dos audiciones en un solo día me han dado Plasticbag Facemask para unos cuantos días meses años.

NO recomiendo en absoluto este trabajo a ninguna persona con trastornos de la atención, hiperactividad o problemas cardíacos (a menos que queráis comprobar cómo funciona el corazoncito de un colibrí).

Lo recomiendo a todo aquel que tenga algún tipo de confrontación vecinal. Ahora mismo no puedo pensar en algo más fastidioso que este álbum a toda castaña en la matinal del domingo, habiendo salido el sábado hasta la salida del sol. De hecho, no puedo pensar en nada en general, porque esta batidora me ha hecho trizas el poco cerebro que me quedaba. Listo para ser embalsamado, no pongáis este disco en mi funeral.

Para acabar, me gustaría nominar a nuestro querido ser de luz Xavi Prat para la próxima reseña improbable con la re-edición/recopilación de los dos primeros EP de Emperor: Wrath of the Tyrant (1992) y Emperor (1993).

Voy a hacerme una infusión de tila, valeriana, trankimazin, doxilamina…

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Sobre Alejandro Benete 12 Artículos
Anacrónico. Amante del sonido analógico y lo-fi. Músico y melómano, lector y escritor, desde pequeño. Crecí flotando en una gran variedad de estilos musicales, con predominancia del hard rock, hasta que llegué a la adolescencia y me topé con el metal. Apasionado del terror en todas sus formas, del gore y la serie B (e incluso Z), tiendo a escoger metal extremo como banda sonora de mi vida. Pero creo que cerrarse en un solo estilo es cerrarse a la música.