La historia de Anathema en 5 canciones

Podría haber titulado este artículo «Mi historia con Anathema en 5 canciones» o, sencillamente «Mis 5 canciones favoritas de Anathema«, o no me habría costado demasiado hacer un «La historia de Anathema en 10 canciones». El quinteto de Liverpool ha estado presente en mi vida desde aquellos años en que formaban parte del triunvirato reinante en el universo doom / death británico junto a My Dying Bride y Paradise Lost, y en realidad nunca han dejado de estar ahí. En lo referente al doom, los primeros nunca han dejado de ser fieles al estilo, y los segundos, después de años dando vueltas, parece que han decidido volver al redil. Anathema se escaparon del doom hace ya veinte años y a día de hoy se encuentran más lejos de él que nunca. Decir que Anathema es una de mis bandas favoritas y que siempre lo ha sido es una obviedad, y he tenido la suerte de poder conectar con sus múltiples etapas sin tener que sufrir ningún tipo de prejuicios.

1. Sunset Of Age (The Silent Enigma, 1994)

Descubrí a Anathema con The Silent Enigma, y tanto a los 16 años como a los 38 me sigue volviendo loco (mucho más de lo que lo hacen los anteriores Serenades Pentecost III). No sé si a día de hoy hay canciones en este álbum que, fríamente, me gustan más, quizás sí, desde «Shroud Of Frost» a «Cerulean Twilight» o «A Dying Wish», pero en su momento era este «Sunset Of Age» el que hacía que todos mis flujos burbujearan. Una canción totalmente incrustada en mi interior que, por desgracia, sé perfectamente que nunca voy a poder escuchar en directo.

2. Sentient + Angelica (Eternity, 1996)

Aún y estar en plena adolescencia, mis prejuicios eran bastante parciales. Me explico: si como fan del metal extremo le había puesto una cruz a, por ejemplo, el hard rock «ochentero» rollo Rainbow, ya me podías poner el Rising diez veces que te lo iba a ignorar las diez (¡suerte que he cambiado en este sentido!). Pero cuando un grupo ya estaba dentro de mi círculo de confianza, era muy complicado que pudiera salir de ahí aunque su estilo dieran algun que otro vaivén. Supongo que, en mi ciego respeto e ignorancia adolescente, debí pensar que ellos sabían mejor que yo lo que debían hacer, y mi deber era seguir apreciándolos. Así que mientras muchos de mis amigos renegaron de Anathema cuando salió este disco (y ya ni os hablo de los siguientes), yo lo escuché un montón de veces. Y bien que hice, ya que me parece un disco maravilloso.

Da la casualidad que en aquella época rompí (por primera vez) con mi primera novia, aquella con la que había descubierto casi todo. Recuerdo que después volvimos, así que no fue una rotura tan traumática, pero hubo una generosa cantidad de drama asociado a todo ello. Y como ya andaba tierno, la escucha de este disco me ponía siempre como una puñetera magdalena. No necesitaba más que la intro («Sentient») y el primer tema del disco como tal («Angelica») para que se me humedecieran los ojos y me entraran vientos de melancolía desde todas partes. El drama desapareció muy pronto, por supuesto, pero la impronta en este tema ha permanecido ahí para siempre.

3. One Last Goodbye (Judgement, 1999)

Y si «Angelica» era llorona, «One Last Goodbye» es la canción melodramática por excelencia. Escrita tras el fallecimiento de la madre de los hermanos Cavanagh, se trata de un «temazo» de proporciones bíblicas con un significado muy especial. Si Anathema es sensibilidad y emotividad por definición, aquí el tarro se desborda por todos lados, y es imposible que un escalofrío no te recorra todo el cuerpo cuando la dulce y elegante voz de Vincent empieza con eso de «In my dreams, I can see you, I can tell you how I feel….». Si bien la versión que a mi me mola sigue siendo la original que aparece en Judgement, la rendición acústica que aparece en Hindsight (2008) también tiene su cosa.

4. A Simple Mistake (We’re Here Because We’re Here, 2010)

No es que la producción de Anathema en la primera década de este siglo no me guste, al contrario. Tanto A Natural Disaster como A Fine Day to Exit son discos muy interesante, pero si tenemos que escoger solo cinco temas no puedo sino saltármelos, ya que «A Simple Mistake» es un «temazo» sencillamente espectacular que tengo que escoger por fuerza. Por si no tuviera suficiente con ser una de las canciones más puramente progresivas de la banda británica, con un feeling precioso y un estribillo etéreo y evocador, cuenta con una parte final machacona, casi post, que cada vez que la escucho me pone a sacudir la cabeza sin ningún tipo de remedio y que es de lo más contundente que ha hecho esta banda en muchos años.

5. Untouchable pt.1 + pt.2 (Weather Systems, 2012)

Hay canciones con las que, en un momento u otro de la vida, uno se obsesiona. Te atrapan de alguna manera u otra y siempre encuentras una excusa para volvértelas a poner repetidamente de forma casi enfermiza. Estas dos partes de «Untouchable», tan diferentes en cuanto a feeling y tan unidas e indivisibles como concepto, han sido una de ellas en los últimos años. Con la voz de Lee Douglas tomando cada vez más protagonismo y entrando aquí en un diálogo constante con Vincent, este tema tiene tantas melodías memorables y pegadizas que no sé ni por dónde empezar. Es remarcable ver como dos canciones pueden coger el mismo concepto y la misma letra, y lo pueden plasmar obteniendo sensaciones y sentimientos tan distintos. Pero amigos, esto es Anathema.

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.