Kiss – Unplugged: 25º Aniversario del disco que inició la fiebre de los retornos. El bendito renacimiento del rock

Ficha técnica

Publicado el 12 de marzo de 1996
Discográfica: Mercury Records
 
Componentes:
Paul Stanley – Voz, guitarra
Gene Simmons – Voz bajo
Bruce Kulick - Guitarra, coros
Eric Singer – Batería, voz
Ace Frehley – Voz, guitarra
Peter Criss – Voz, batería

Temas

1. Comin' Home (2:51)
2. Plaster Caster (3:17)
3. Goin' Blind (3:37)
4. Do You Love Me (3:13)
5. Domino (3:46)
6. Sure know something" (4:14)
7. A World without Heroes (2:57)
8. Rock Bottom (3:20)
9. See you Tonight (2:51)
10. I still Love You (6:09)
11. Every Time a look at you (4:43)
12. 2,000 Man (5:12)
13. Beth (2:50)
14. Nothin' to Lose (3:42)
15. Rock and Roll all Nite (4:20)

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La gente no le suele dar la importancia debida a este unplugged de Kiss, pero es un disco de importancia capital para la historia del rock a todos los niveles. Marca el renacimiento del rock y el resurgir del estilo, y con él, la fiebre de todos los retornos. Los 90 fueron para el heavy metal clásico un desastre a todos los niveles. Un hundimiento y años oscuros para todas las grandes bandas del género que andaban descabezadas sin sus cantantes originales. El grunge mandó al hoyo a todo el hair metal, el nu metal, los piercings y los chándals Adidas hicieron que las tachas y el cuero pasaran una temporada larga en los armarios y el brit pop se encaramó en las listas de todo el mundo.

El rock duro tocó fondo en el primer tramo de los 90

¿Dónde estaba Rob halford, dónde andaba Dio renegando de los dragones? ¿Y Bruce Dickinson? Pantera marcaba el camino en América y la resistencia europea quedaba en manos del power metal, un estilo que fue intrascendente en Inglaterra y Estados Unidos. En España el espacio del heavy metal lo llenaron grupos del llamado rock urbano, buenos tiempos para Soziedad Alkohólika, Los Suaves, Rosendo o el dominio total de los Héroes del Silencio.

Kiss en esos días estaban tocando fondo sin maquillaje y con Kulick y Eric Singer plenamente instalados. Lo peor estaba por llegar pues con Carnival of Souls de 1997 vieron que eso no tenía sentido alguno. No se podía comparar ese disco con el tremendo éxito que tuvieron Kiss con el unplugged grabado en 1995 y editado en marzo de 1996. A principios de los 90 las bandas de hard rock clásico estaban casi proscritas, pero también la propia MTV tenía el holding del formato desenchufado, e invitaron a Kiss. Posiblemente no tenían esperanza alguna en el grupo, pero amigos y amigas… obligaron a invitar a Ace Frehley y a Peter Criss… y eso dio un vuelco a todo. Estaba claro: había que volver rememorando los viejos tiempos, los Kiss tal como habían sido siempre. Volvieron por todo lo alto con la formación original, disco nuevo, las pinturas y el mundo se volvió loco hasta el punto de que todo, absolutamente toda la escena hundida de los 80 decidió volver. Se iniciaba la nueva etapa: el renacimiento del rock.

Dio volvió a cantar sobre dragones, Halford volvió a Judas, Dickinson a Maiden y le devolvieron al grunge y al nu metal la patada. La fiebre de los retornos fue global en España incluso llegando a retornos como los de Los Salvajes o Los Sirex. La nostalgia empezaba. Y creo que en el mundo llegaron a volver bandas que ni se habían separado, pero vendía y era noticia el hecho del mero retorno. Y sí, la primera piedra, el Don Pelayo que la lanzó, fueron los Kiss en el unplugged. Un día deberemos detenernos a escuchar entrevistas y declaraciones de los renegados del metal pues dan vergüenza ajena en muchos casos… En el fondo el rockero y el metalero lo termina perdonando todo y tiene poca memoria… ¡Somos así!

El disco

El Unplugged es un disco absolutamente maravilloso, una velada histórica con las canciones perfectamente seleccionadas. Iban rodados con una gira anterior en la que tocaban en este formato y la MTV tuvo claro que le interesaban Kiss, pero con una única condición: con la formación original. Gene y Paul accedieron, pero lo relegaron al tramo final del show. Y en el fondo Kiss eran mucho más músicos que la mayoría de bandas alternativas y de brit pop de la época y sabían darle a la gente lo que esperaban: un espectáculo en el que daban todo el protagonismo a las canciones y rebuscaban en el baúl. Ese inicio con “Comin’ Home” ya te pone en alerta… Menudo giro dan las canciones desenchufadas y cómo canta el grupo, bordándolo en los coros. Tremendo groove y clase, con un inmenso Eric Singer. Parones, silencios, guiños y un espléndido Paul Stanley. El bajo y la voz de Simmons en “Plaster Caster” son asombrosos. Voces empastadas y un nivel escandaloso pocas veces visto en los famosos unplugged. Y eso que no han recurrido todavía a ningún clásico de los evidentes.

En “Goin’ Blind” puedes percibir que Gene es un cantante magistral y que sabe sacar lo mejor de sus cuerdas vocales. El detallito de su posición lasciva con las piernas abiertas es toda una referencia sexual, que es capaz de mantener incluso en un unplugged. Intentad tocar una guitarra acústica o bajo en su posición y ya me diréis… Quizá entre tanto pop resultón el clásico que debía caer es una del Destroyer: “Do You Love Me”, delicada, pero con testosterona. Stanley disfruta mientras el combo al completo mete coros sedosos.

En “Domino” el grupo juega con el público en un tratamiento muy ZZ Top. Demuestran versatilidad y clase. Del Dynasty se sacan de la manga una tremebunda “Sure Know Something”, volviendo a demostrar que esto va de accesibilidad y de temas escondidos. Ojo al inmenso nivel de trabajo en coros con Simmons afinando con ese dedo en uno de sus oídos para buscar el tono correcto. El mismo diablo encara la brillante “A World Without Heroes”, rescatada del Music from the Elder. Pop de quilates en el que participó en su composición todo un Lou Reed. Hay mucho blues quejumbroso en las acústicas de Kulick y Paul.

Clasicazo al canto con “Rock Bottom” siendo uno de los momentos más rockeros de la velada. Luego el baúl sale a la palestra con una pieza absolutamente inesperada: “See You Tonite”, del disco en solitario de 1978 de Gene Simmons. Para el fan más devoto esto es algo estratosférico. Aquí está todo ganado, con ese aroma Beatles Gene enamora a la vez que se reivindica como cantante y compositor. Uno de los más grandes aciertos de este desenchufado. Luego la tristeza de “I Still Love You” queda como desgarradora de la mano de un tema de un maravilloso disco como fue Creatures of the Night. Disco en el que Bryan Adams participó como compositor, si bien no está en esta y sí Vinnie Vincent. Stanley hace un solo vocal en toda regla para deleite de los asistentes. La pegada de Singer y la solista de Kulick le dan ese plus al tema. Antes de que el mundo del rock cambie se marcan otra joya popera del Revenge como es “Everytime I Look at You”. Qué inmenso material tiene Kiss más allá de sus clásicos celebrados. Esto te da una dimensión real de lo que es el grupo. Preciosa, con ese apoyo orquestal excelso. Momentazo y primera piedra orquestal de algo que años más tarde sería enorme.

La reunión

Nadie lo esperaba y el secreto había sido guardado con celo infinito. Así hay que hacer las cosas y en ello Kiss son maestros de maestros. Volvían los cuatro jinetes para perpetrar magia hasta el punto que Singer y Kulick ya vieron allí que les rescindían contrato. Lo que hace Ace Frehley en “2000 Man” es absolutamente mágico. Presenta Paul con eso de “Tenemos a gente de la familia aquí como invitados y no nos referimos precisamente a Papá y Mamá: Ace: Frehley y Peter Criss”. La gente se pone en pie… Abrazos y camiseta de Marilyn Monroe por parte del Spaceman. Es una versión de los Rolling Stones que siempre fue un tema que pasó desapercibido y que aquí es pura ambrosía. Vuelve el cuarteto histórico y lo hace a lo grande. Memorable, y posiblemente, sea el gran momento del desenchufado.

Momento de los momentos es cuando el cuarteto se sienta en los taburetes y a Peter Criss le toca lidiar con algo tremendo: “Beth”, su gran momento. Bordada a pesar de los años y con unos arreglos acústicos exquisitos por parte de todo el grupo. Desarrollos instrumentales soberbios y todo el feeling requerido para una pieza maestra que termina con la gente poniéndose en pie. No fue para menos… En “Nothing to Lose” dicen que no la tenían muy ensayada pero que ya verían como quedaba al final. Aquí están los seis si bien se hace de rogar Bruce que parece que ha quedado algo fuera de lugar. Dos baterías al unísono con Singer de cantante (valga la redundancia de su apellido). Ya estaba todo ganado y el grupo se suelta. Un tema muy definitorio del momento pues estaban allí, sin nada que perder… aprovecharon el momento.

Estaba cantado que el fin de fiesta iba a ser “Rock n’ Roll All Night” con público y banda dejándose la voz. Se turnan las voces en cada verso para el delirio de los presentes. El confeti es el único elemento extra que se permiten más allá de las letras de fondo y los detallitos de suelo y fondo, icónicos de su carrera.

Veredicto

Pura historia del rock si bien el mundo no ha elevado este momento y disco a los altares todavía. Es Kiss en un formato sin trucos, sin fuego, sin aspavientos, pintura o parafernalia, es el grupo como músicos demostrando que su fondo de catálogo es maravilloso. Es la anagnórisis de que deben volver para recuperar la grandeza y de que el mundo les sigue esperando. La MTV tuvo claro que había salido mejor de lo esperado y a Kiss les tocó replantearse su trayectoria. Olieron los estadios y la sangre y el management actuó. Es un disco que cuando suena me quedo embobado escuchando una canción tras otra en el que te muestran que esas composiciones olvidadas de discos considerados incluso malos, o menores, y poco rodadas en directo, cobran una dimensión que merecen. Uno de los mejores unpluggeds de la historia del rock y un punto de inflexión en la historia de nuestra música. Miles de bandas de todo el mundo les deben la vida a Kiss.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1367 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.