Himnos del Rock: «(Don’t You) Forget About Me» de Simple Minds

«(Don’t You) Forget About Me» es una canción de Simple Minds, lanzada en 1985 como parte de la banda sonora de la película The Breakfast Club, que ha acabado por convertirse, por méritos propios, en todo un himno de la década de los años 80… y más allá.

La canción —atemporal e icónica como pocas— ha dejado una huella imborrable en el mundo de la música y la cultura popular, convirtiéndose rápidamente en un símbolo de toda una generación. Con su melodía contagiosa, voces emotivas y letras sinceras, «(Don’t You) Forget About Me» captura el anhelo universal de conexión, reconocimiento y el miedo a ser olvidado por alguien especial. No solo se convirtió en la canción más reconocible y exitosa de Simple Minds, sino que también resonó profundamente entre el público de todo el mundo, consolidando su lugar como un clásico querido que continúa evocando nostalgia y emociones hasta el día de hoy.

Simple Minds

Simple Minds es una banda escocesa de rock que se formó en Glasgow en 1977. La banda ha pasado por diversas alineaciones a lo largo de los años, pero su líder y miembro fundador más prominente es el cantante Jim Kerr. Otros miembros destacados incluyen al guitarrista Charlie Burchill, el tecladista Mick MacNeil, el bajista Derek Forbes y el batería Mel Gaynor.

La banda obtuvo reconocimiento a principios de los años 80 con su quinto álbum de estudio New Gold Dream (81-82-83-84) (1982), que les hizo rozar el éxito en el Reino Unido y Europa. Sin embargo, fue con el álbum Once Upon a Time (1985) que alcanzaron fama internacional, gracias a los éxitos «Alive and Kicking» y «Sanctify Yourself». La que aquí nos ocupa solo se incluiría en posteriores reediciones.

A lo largo de su carrera, Simple Minds ha explorado diferentes estilos musicales, evolucionando desde un sonido más post-punk y new wave en sus inicios hasta un enfoque más orientado al pop-rock a medida que avanzaban los años 80 y 90. Su música a menudo incorpora sintetizadores, guitarras melódicas y las distintivas y emotivas interpretaciones vocales de Jim Kerr.

A lo largo de los años, la banda ha continuado lanzando álbumes y realizando giras, consolidándose como una de las bandas más longevas y respetadas de la escena musical. Su música ha dejado una huella duradera en la cultura pop, y su legado sigue siendo celebrado por fans de diferentes generaciones.

Simple Minds ha continuado lanzando música y actuando en directo hasta la actualidad, demostrando su dedicación y pasión por la música a lo largo de su extensa trayectoria. Su influencia en la música y su legado como una de las principales bandas de pop-rock de los años 80 los convierten en una figura destacada en la historia de la música británica.

Una canción que se desayunó a toda una banda (sonora)

La banda sonora original de The Breakfast Club es un elemento destacado que contribuye significativamente a la experiencia cinematográfica y a la identidad de la película. Lanzada en 1985, la música seleccionada para esta película se convirtió en un reflejo auténtico de la época y capturó la esencia de la cultura juvenil de los años 80.

«(Don’t You) Forget About Me» es, obviamente, el tema principal de la película y se reproduce en la escena final, que se ha convertido en un momento emblemático del cine de los años 80. La canción representa el mensaje central de la película sobre la necesidad de no ser olvidado y la búsqueda de conexión humana.

Pero la de Simple Minds no es la única canción destacada de esta cinta, si bien es cierto que el resto son temas que pasaron desapercibidos. «Fire in the Twilight» de la banda británica de new wave Wang Chung es una elección acertada para la banda sonora, ya que encaja perfectamente con el tono y la atmósfera de la película. Su estilo musical enérgico y los sintetizadores característicos de los años 80 complementan las escenas con gran intensidad emocional.

Keith Forsey, productor de la banda sonora, también contribuye con una canción instrumental que se ajusta bien al ambiente de la película, «I’m the Dude (Instrumental)». Esta pista se utiliza para enfatizar momentos cómicos y es una parte esencial de la identidad musical de la película. «The Reggae», también de Forsey, es una breve pieza de reggae que aporta un toque de ligereza y diversidad musical a la banda sonora. Su inclusión es una elección interesante que ayuda a reflejar la variedad de personalidades y estilos de los personajes.

«Dream Montage (Instrumental)» del compositor norteamericano Gary Chang es otra pieza instrumental que acompaña una secuencia de sueños de los personajes mientras están en detención. La música evoca un ambiente onírico y melancólico, agregando profundidad emocional a la narrativa.

Por último, destacar «We Are Not Alone» de la cantante y actriz también norteamericana Karla DeVito, una enérgica canción que se utiliza en la escena en la que los personajes realizan una danza conjunta. La música fomenta la sensación de unión y camaradería entre unos adolescentes que provienen de diferentes círculos sociales.

En general, la banda sonora de The Breakfast Club es una amalgama diversa de canciones que abarcan diversos estilos musicales populares en los años 80. Cada canción fue seleccionada cuidadosamente para realzar el tono y los temas de la película, si bien solo una se han convertido en un símbolo, en un icono de toda una década. La música juega un papel fundamental en la conexión emocional que la película establece con el público y contribuye a su legado perdurable en la cultura pop. Pero, aparte de la obra maestra indiscutible de Simple Minds, el álbum es en gran parte desechable y está empañado por artefactos puramente ochenteros e instrumentales (muy) olvidables.

La canción

La canción fue escrita por el guitarrista de Simple Minds, Charlie Burchill, y el tecladista Mick MacNeil, mientras que la letra fue compuesta por el cantante Jim Kerr. Fue producida por el prestigioso productor de la época, Keith Forsey. La combinación de las poderosas vocales de Kerr y los pegajosos riffs de guitarra y sintetizadores característicos de la música de los años 80 contribuyeron a crear una melodía distintiva que se destacó en la época.

«(Don’t You) Forget About Me» alcanzó un enorme éxito en las listas de éxitos de todo el mundo y se convirtió en el primer número uno de Simple Minds en los Estados Unidos. Esta canción catapultó a la banda a la fama internacional y se convirtió en su single más reconocible. La pegajosa melodía y las letras emotivas sobre la búsqueda de conexión y reconocimiento resonaron profundamente con el público, especialmente entre los jóvenes que estaban experimentando la transición hacia la adultez en los años 80.

Pero antes de que Simple Minds se apropiara de la canción, ésta fue originalmente ofrecida a The Fixx, Bryan Ferry y Billy Idol, pero todos la rechazaron (sin embargo, Idol grabó su propia versión años después). Forsey luego le preguntó a Simple Minds, quienes inicialmente se negaron pero finalmente aceptaron por sugerencia de su sello, A&M.

Se dice que la banda reorganizó y grabó la canción en tres horas y que pronto se olvidaron de ella, considerando que no era más que otra canción que grabaron para alguien. En cualquier caso, el éxito de esa canción/película catapultó a Simple Minds a un nivel de éxito sin precedentes. Pero también alejó a algunos de sus hasta entonces leales seguidores que habían encontrado en Simple Minds a una banda europea original y genial, y ciertamente no como algo para ser aireado en la MTV.

La canción encabezaría la lista Billboard Hot 100 de los Estados Unidos, lo que la convertiría en el mayor éxito de Simple Minds allí hasta la fecha.

La letra

«Hey, hey, hey, heyOoh, woah

Won’t you come see about me?I’ll be alone, dancing, you know it, baby

Tell me your troubles and doubtsGiving everything inside and out andLove’s strange, so real in the darkThink of the tender things that we were working on

Slow change may pull us apartWhen the light gets into your heart, baby

Don’t you, forget about meDon’t, don’t, don’t, don’tDon’t you, forget about me

Will you stand above me?Look my way, never love meRain keeps falling, rain keeps fallingDown, down, down

Will you recognize me?Call my name or walk on byRain keeps falling, rain keeps fallingDown, down, down, down

Hey, hey, hey, heyOoh, woah

Don’t you try and pretendIt’s my feeling we’ll win in the endI won’t harm you or touch your defensesVanity and security, ah

Don’t you forget about meI’ll be alone, dancing, you know it, babyGoing to take you apartI’ll put us back together at heart, baby

Don’t you, forget about meDon’t, don’t, don’t, don’tDon’t you, forget about me

As you walk on byWill you call my name?As you walk on byWill you call my name?When you walk away

Or will you walk away?Will you walk on by?Come on, call my nameWill you call my name?

I sayLa, la-la-la-la, la-la-la-laLa-la-la-la-la-la-la-la-la-laLa-la-la-la, la-la-la-laLa-la-la-la-la-la-la-la-la-laLa-la-la-la, la-la-la-laLa-la-la-la-la-la-la-la-la-laWhen you walk on byAnd you call my nameWhen you walk on by»

Análisis de la letra

La letra de transmite un mensaje sobre el deseo de conexión humana, reconocimiento y no ser olvidad@ por alguien especial. El tema de la canción se centra en la idea de no querer ser dejado atrás o pasado por alto por una persona importante o un amigo cercano.

«Hey, hey, hey, heyOoh, woah

Won’t you come see about me?I’ll be alone, dancing, you know it, baby»

Este inicio sugiere una llamada de atención y una súplica para que alguien preste atención, en este caso al propio Kerr, lo que indica un anhelo de no ser obviado y ser reconocido.

«Don’t you, forget about meDon’t, don’t, don’t, don’tDon’t you, forget about me»

El coro de la canción es la parte más memorable. Estas líneas enfatizan el miedo a ser olvidado o dejado atrás por la persona a la que se dirige Kerr. Es una petición sincera para no ser pasado por alto ni abandonado, de ser recordado y valorado por la otra persona.

«As you walk on byWill you call my name?As you walk on byWill you call my name?When you walk away»

Los versos de la canción expresan aún más las emociones y la vulnerabilidad del vocalista, y representan una sensación de anhelo de atención y amor, y el miedo de no recibirlo a cambio.

A lo largo de la canción, hay una sensación de sinceridad emocional y un profundo anhelo de una conexión que tenga el potencial de trascender el tiempo y la distancia. La letra captura la esencia de la juventud y el deseo universal de llegara tener una relación significativa, haciendo que muchos oyentes se identifiquen con la canción.

En general, «(Don’t You) Forget About Me» es una canción que habla sobre el deseo humano de reconocimiento, amor y conexiones duraderas. Su letra —emotiva e identificable—, combinada con una melodía pegadiza, ha contribuido a su popularidad perdurable y a su estatus como un himno atemporal de la década de los 80.

The Breakfast Club: juventud divino tesoro

Los padres nunca han entendido a la juventud. Elvis era un ser malvado y ahora es demasiado manso para los entusiastas de la música moderna. De hecho, imaginad lo manso que parecerá… no sé, Eminem dentro de unos años. Es más: ¿quién (o qué) podría ser peor que algunos de los cantantes de reggaeton actual?

John Hughes está encerrado en una cápsula del tiempo, todavía con la mente de un adolescente, y es capaz de aprovechar estos sentimientos de angustia adolescente. Eso es lo que separa a The Breakfast Club de cualquiera de esas estúpidas películas para adolescentes de los últimos años.

Además, el idiota de John Bender, interpretado por Judd Nelson, no pretende ser genial. Es un imbécil, y si los espectadores más granaditos se tomaran el tiempo de prestar atención a la película, tal vez se darían cuenta de que el objetivo de la película, desde el principio, es el de establecer que este supuesto idiota solo actúa como tal para conseguir llamar la atención. Porque, obviamente, es rechazado en casa. Es un paria, un outsider. Y a diferencia de otras películas que se niegan a establecer y/o desarrollar a sus personajes, The Breakfast Club lo presenta como un idiota y procede a explicar por qué es así. Esto es lo que hace que esta película funcione y que se haya convertido en una obra de culto.

Tod@s, incluso Bender, fuimos niñ@s y fuimos a la escuela. Sin embargo, una vez que se alcanza cierta edad, parece que todos los adultos se separan repentinamente de las emociones adolescentes. John Hughes nunca lo hizo, supongo…

La película comienza con una cita del gran David Bowie, con un fragmento de su tema «Changes», que resume casi toda la película a la perfección:

«And these children that you spit on
As they try to change their worlds
Are immune to your consultations.
They’re quite aware of what they’re going through»

Enseguida nos presentan a cinco adolescentes que pasan ocho horas de detención en la Shermer High School de Illinois. Ellos son: Andrew Clark (Emilio Estévez), Brian Johnson (Anthony Michael Hall), John Bender (Judd Nelson), Claire Standish (Molly Ringwald) y Allison Reynolds (Ally Sheedy), o lo que es lo mismo: un atleta, un empollón, un criminal (que además es imbécil), una princesa y una pirada. Tod@s ell@s, bajo la supervisión del director de la escuela Richard Vernon, interpretado por el actor Paul Gleason, quien les asigna la tarea de escribir un informe sobre por qué están detenidos y qué hicieron para llegar allí.

Decir que el resultado es predecible es quedarse corto. Sabemos quién se juntará con quién desde el principio, pero llegar ahí es lo más divertido. Ver a los personajes llegar a apreciar sus diferencias y aprender que son más que simples ejemplos de estereotipos de adolescentes, más o menos cabreados con la sociedad, resulta entretenido y, por momentos, incluso divertido.

Los adolescentes no son tan inconscientes de quiénes son como algunas personas siempre piensan. John Hughes lo sabía y aprovechó deliberadamente este estado de ánimo como ningún otro director lo había hecho antes. Sus personajes adolescentes no eran los clichés que son ahora cuando se estrenó la película en 1985; esta película ha demostrado ser el top de los tops de los clichés adolescentes, tan presentes y llevados al extremo en una cinta como Not Another Teen Movie (2001), en la que incluso Ringwald hace un cameo. Pensemos por un momento e filmes de culto como 2001: A Space Odyssey (1968) o Halloween (1978): las naves espaciales a la deriva y los asesinos psicópatas que persiguen a adolescentes atontados sedientos de sexo ahora son rutinarios, pero no lo eran entonces. El atleta, el empollón, el criminal (que además es imbécil), la princesa y la pirada tampoco eran clichés en 1985, aunque Hughes eligió deliberadamente estas referencias a los personajes para que Brian, el empollón, dijera que eran algo más que eso al final de la película, en su escena final, cuando Vernon lee su ensayo en off:

«Dear Mr. Vernon, we accept the fact that we had to sacrifice a whole Saturday in detention for whatever it was we did wrong. But we think you’re crazy to make us write an essay telling you who we think we are. You see us as you want to see us, in the simplest terms, in the most convenient definitions. But what we found out is that each one of us is a brain…and an athlete…and a basket case…a princess…and a criminal. Does that answer your question? Sincerely yours, the Breakfast Club.»

«Estimado Sr. Vernon, aceptamos el hecho de que tuvimos que sacrificar un sábado entero en detención por lo que sea que hicimos mal. Pero creemos que está loco para hacernos escribir un ensayo diciéndole quiénes creemos que somos. Usted nos ve como quiere vernos, en los términos más simples, en las definiciones más convenientes. Pero lo que descubrimos es que cada uno de nosotros es un empollón… y un atleta… y una pirada… una princesa… y un criminal. ¿Eso responde a su pregunta? Atentamente, el Club de los Cinco».

No sé qué opináis vosotr@s sobre The Breakfast Club. No, no estamos hablando de Coppola, Kurosawa, Scorsese, Welles… Si me decidiera a redactar una lista de Las mejores películas jamás rodadas, nunca la incluiría.

Pero a veces las mejores películas no son solo las películas que son técnicamente perfectas, sino aquellas que conectan contigo en uno u otro nivel. Sé que mi trilogía favorita de todos los tiempos, Back to the Future, puede no considerarse mejor que la de Evil Dead o las tres primeras de Star Wars, pero estas trilogías no me afectan de la misma manera. Digamos que conecto con ellas de otra forma, con los personajes, con los sentimientos… Puto amo The Breakfast Club de muchas maneras, y por eso siempre será considerada una de mis películas favoritas, suene cursi o no.

Simple Minds y John Hughes: un combo ganador

La canción, como adelantaba al principio de este artículo, fue escrita y compuesta por el productor Keith Forsey y el guitarrista Steve Schiff. Forsey y Schiff escribieron la canción para Simple Minds y se la ofrecieron a varios artistas antes de que los rockeros escoceses aceptaran grabarla.

Sin embargo, la popularidad masiva de la canción estuvo estrechamente relacionada con su inclusión en la banda sonora de The Breakfast Club. La película narra la historia de cinco adolescentes con personalidades muy diferentes que deben pasar un sábado en detención escolar. A lo largo del día, estos personajes se enfrentan a sus diferencias y descubren que tienen más en común de lo que creían. «(Don’t You) Forget About Me» se convirtió en el tema principal de la película y se utiliza de manera magistral cuando los cinco abandonan el instituto, especialmente en la escena final cuando el personaje de Judd Nelson levanta su puño en el aire mientras camina por el campo de fútbol americano.

La combinación de la emotiva escena y la poderosa canción generó una conexión emocional con el público y se convirtió en un momento emblemático de la película. Esto llevó a un aumento significativo en la popularidad de la canción y la exposición masiva de Simple Minds en todo el mundo. La asociación entre la canción y The Breakfast Club se hizo inseparable, y la canción se convirtió en un símbolo de la película y, a su vez, de toda una generación.

«(Don’t You) Forget About Me» y The Breakfast Club se complementaron mutuamente, y ambos se convirtieron en un reflejo de la cultura juvenil de los años 80. La canción transmitía un mensaje universal sobre la importancia de no ser olvidado y la necesidad de aceptación y conexión, mientras que la película exploraba temas profundos como la identidad, las expectativas sociales y la camaradería.

Conclusión

A lo largo de los años, la canción ha perdurado en el tiempo y se ha convertido en una parte integral de la nostalgia de los años 80. Ha sido incluida en numerosas bandas sonoras, programas de televisión y películas posteriores, reafirmando su relevancia en la cultura pop hasta el día de hoy.

«(Don’t You) Forget About Me» de Simple Minds tuvo un impacto profundo en la década de los años 80 y sigue siendo un himno atemporal que resuena con las generaciones posteriores. Su inclusión en la película The Breakfast Club solidificó su lugar en la cultura popular y contribuyó significativamente a su fama masiva. Esta canción sigue siendo un recordatorio de la importancia de la conexión humana y su poder para perdurar en la memoria colectiva.

Recordad una cosa: no buscamos escuchar viejas canciones, estamos buscando los recuerdos que éstas guardan.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 530 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.