Héroes del Silencio – El espíritu del vino: 30 años del mejor disco de una de las bandas de rock más relevantes en España

Ficha técnica

Publicado el 14 de junio de 1993
Discográfica: EMI Records
 
Componentes:
Enrique Bunbury – Voz, armónica
Juan Valdivia – Guitarra
Joaquín Cardiel – Bajo
Pedro Andreu – Batería

Temas

1. Nuestros nombres (5:57)
2. Tesoro (2:19)
3. Los placeres de la pobreza (4:58)
4. La herida (6:54)
5. La sirena varada (4:15)
6. La apariencia no es sincera (7:01)
7. Z (0:55)
8. Culpable (5:59)
9. El camino del exceso (5:35)
10. Flor de loto (6:18)
11. El refugio interior (1:29)
12. Sangre hirviendo (5:11)
13. Tumbas de sal (4:32)
14. Bendecida 2 (0:36)
15. Bendecida (5:58)
16. La alacena (3:43)

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Héroes del Silencio siempre fueron un grupo que supo reinventarse en su corta carrera. Después de endurecer su sonido (y su imagen) con Senderos de traición (1990), la banda dio otra vuelta de tuerca con este su tercer disco, sacando con diferencia su disco más ambicioso hasta la fecha, y que a posteriori sigue siéndolo.

El espíritu del vino es el disco de una banda que rebosa confianza. Solo con ver la duración y darle una escucha, se puede ver que la discográfica también confiaba en la banda, pues el disco tiene una cantidad de detalles, capas, instrumentos (más allá de la banda principal) que indican que su grabación y producción tuvo que suponer un enorme esfuerzo e inversión. Se entiende que después del gran éxito de Senderos de traición, la discográfica les diera carta blanca. Se conoce que la participación de Phil Manzanera influyó notablemente en muchos de los detalles que contiene el disco.

La necesidad clara de una segunda guitarra para llevar los temas al directo (Phil toco algunas partes en la grabación), hizo que Héroes fichara a quien sería su quinto miembro, el mexicano Alan Boguslavski, aunque nunca llegó a ser 100% miembro de pleno derecho (la portada de Avalancha (1995) lo demuestra). 

Al contrario que sus dos primeros trabajos, que han envejecido regular (especialmente el debut El mar no cesa), debido a su sonido y producción, este, que cumple hoy 30 años, suena igual de bien y actual hoy que cuando salió. 

Pese a que toda la banda está a un gran nivel, el que da un salto espectacular y lleva el peso del grupo a cuestas es Juan Valdivia, su guitarra gana en distorsión cuando se necesita y el disco tiene una cantidad de solos, riffs y arpegios (que eran más comunes en sus dos primeros discos) que sostienen al disco a lo largo de sus más de 70 minutos de duración. Solo por poner un ejemplo, el solo al final de “La herida” es unos de los mejores que se han tocado en este país en clave de rock.

Ese es uno de los puntos en los que aquí la guitarra mejoro, casi todas las canciones tienen su solo y casi todos son memorables, de esos que son técnicos, pero aun así “cantables” en su mayoría, sin caer en un pajillerismo excesivo. El hecho de mezclar partes más orientadas a riffs junto con los ya utilizados arpegios en sus dos anteriores discos hace que el disco suene mucho más variado que estos.

Posiblemente, el no aficionado a la banda conozca los sencillos que se sacaron (sacar cinco singles con sus cinco videoclips no es cosa baladí, y da muestra del poderío que tenían en su época), pero pese a que en los singles hay muchísima calidad, a pesar de haberse quemado por el efecto RockFM, fuera de ellos hay temazos espectaculares. El que da título de manera indirecta al disco, “El camino del exceso”, es un gran ejemplo con riff hipnótico que da paso a unos versos relativamente poco crípticos (para ser Héroes) culminando en un gran estribillo. 

“Sangre hirviendo” puede ser la canción más heavy de toda su discografía y eso es mucho considerando lo vino que después con Avalancha. Hay espacio en las tapadas para rollos mucho más rockeros tradicionales como «Tumbas de sal», que parece empezar hablando de noches en discotecas/pubs para perderse en otros versos mucho menos comprensibles (marca de la casa).

Hasta los cortes más breves como las dos instrumentales, la country acústica «Z« y el solo de batería llamado «El refugio interior» quedan muy bien, actuando de perfectos interludios entre temas más largos. El otro tema breve, «Bendecida 2», es un Bunbury desatado a capela doblando las voces hasta cinco veces para darnos una pista de cuál es ese color que se mencionaría después en «La chispa adecuada (Bendecida 3)» unos años después. Incluso el cierre final con «La alacena» con piano y violines, extraño como es, actúa como perfecto colofón de un disco mágico, épico, a ratos excesivo, de una banda, que como he dicho antes, estaba en un punto compositivo inigualable y, no menos importante, una confianza en ellos mismos que posiblemente hizo que apenas dejaran material fuera de lo que tenían compuesto (parece que el único límite es que el disco cupiera en un único CD, porque las ediciones en casete y vinilo si eran dobles).

Después de un par de escuchas para refrescarlo, la única canción que me parece un poco más larga de la cuenta (siempre me lo pareció) sería «La apariencia no es sincera«, que quedaría más redonda si acabara justo antes de la última estrofa. No vamos a empañar tamaño discazo por unos minutos que podrían sobrar.

Los que tengáis el disco, bien en CD, bien en otros formatos y os hayáis sumergido en el libreto (yo lo tengo desgastado porque también es verdad que al amigo Enrique vocaliza regular en ciertas partes del disco), recodareis que el artwork del disco fue cuidado hasta el milímetro, con un logo para cada una de las canciones que lo componen. La portada con la bola de cristal, los toques rojos y la Calle Alfonso de Zaragoza distorsionada dentro de una bola, añade un componente onírico a un disco que bien parece sacado de un sueño.

Sé que, principalmente, por la voz de Bunbury (y posiblemente su actitud) Héroes siempre han tenido un buen numero de detractores, pero para el que suscribe, incluso si no te convence Enrique como cantante y frontman, estamos ante uno de los mejores discos de pop/rock/rock duro que se han hecho en toda la historia de España.