Heavens Gate – Livin’ in Histeria: 30 años viviendo en histeria

Ficha técnica

Publicado el 1 de marzo de 1991
Discográfica: Steamhammer / SPV GmbH
 
Componentes:
Thomas Rettke - Voz
Sascha Paeth - Guitarra, coros
Bonny B. - Guitarra, coros
Manni Jordan - Bajo
Thorsten Müller - Batería

Temas

1. Livin' in Hysteria (4:36)
2. We Got the Time (4:31)
3. The Neverending Fire (5:27)
4. Empty Way to Nowhere (4:49)
5. Fredless (2:18)
6. Can't Stop Rockin' (5:20)
7. Flashes (3:21)
8. Best Days of My Life (5:50)
9. We Want It All (3:53)
10. Gate of Heaven (4:35)

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Años ochenta. En Alemania el Metal está en plena ebullición, el thrash y el speed reinan, pero pronto van a separar sus caminos; mientras crecen Kreator, Destruction, Sodom o Tankard y se adentran y hacen fuertes en el Thrash Metal, otras bandas que nacen al abrigo del Speed Metal, van incorporando cada vez más melodía, y bajando revoluciones, cada una a su ritmo; es el caso de Helloween, Rage, Blind Guardian, Scanner… Los primeros trabajos de esas bandas van quedando diluídos en la evolución de cada una de ellas.

La banda que hoy nos ocupa, Heavens Gate, aparentemente no sufrió esa mutación, pero eso se debe a que hubo un cambio de nombre por el camino. Quizás hubiese sido lo más honesto también con el resto de bandas, pero pocas lo hicieron. Como además, no todas evolucionaron en el mismo sentido, se creó por aquella época un cajón de sastre al cual llamábamos “Metal alemán”, donde, al abrigo de Running Wild, cabían todos ellos.

Como decía, Heavens Gate se formó en 1982 bajo el nombre de Steeltower. Nos encontramos en Wolfsburgo, en la baja Sajonia, ciudad más conocida por ser sede de la Volkswagen, que fundó el partido nazional socialista en 1938 y que desde entonces se asienta a orillas del río Aller, con una población que vive en torno a la empresa automovilística. Desde hace unos años hay otro negocio de gran éxito, los Gate studios; como curiosidad, si la buscáis en wikipedia, en el apartado “personas notables” aparecen 4 nombres, uno de ellos, Sascha Paeth, músico.

En la banda desde un principio, destacaba sobremanera el vocalista Thomas Rettke, una voz con un timbre especial y capaz de alcanzar las notas más altas sin dificultad. Tras editar un disco como Steeltower, la formación pierde a sus dos guitarristas originales; el primero en llegar será Bonny Bilski, y tras él Sascha Paeth. En 1987 la banda cambia de nombre, Carrion es el escogido, pero tienen la suerte de que los derechos de ese nombre los tiene otra banda, así que Heavens Gate acaba siendo el escogido.

La producción en los primeros años es extraordinaria, debutan con In Control en 1989 y al poco tiempo lanzan un maravilloso EP como es Open the gate and watch. Es el sitio y lugar adecuado para este tipo de Heavy Metal; estribillos melódicos con un trato exquisito de los coros, y una muy buena técnica en todos los instrumentistas de la banda. En ese entorno, llega Livin’ in hysteria, que hoy nos ocupa. Situémonos  en contexto: Rage estaba cerca de sacar Trapped, Blind Guardian Somewhere far beyond, discos ambos que les alejaban de sus trabajos speedicos hacia terrenos más melódicos; Gamma Ray había debutado un año antes y estaba a punto de editar Sigh no more, mientras Helloween dejaban atrás sus exitosos Keepers para grabar Pink Bubbles go ape.

Y nosotros, los fans, buscando ese Keeper 3, que creímos ver en el debut de Chroming Rose, pero que también apuntamos a este Livin’ in hysteria. Más allá de comparaciones externas, lo que sí consiguió este trabajo es situar a la banda en lo más alto de la escena, y lanzarlos al éxito, especialmente en Japón, donde de repente se convirtieron en superventas.

El tema que da título al disco arranca con un riff veloz y nos muestra lo que vamos a encontrar durante los siguientes 43 minutos. Un estribillo coreable y pegadizo, en un tema que se ciñe a los estándares del Heavy Metal, riff de entrada, verso, puente, estribillo, segundo verso, segundo puente, segundo estribillo, puente al solo, solos (el último doblando guitarras), subida de tono y estribillo final más alto con grito incluído. El a-b-c del Heavy Metal, canónica. Y de hecho, es lo que vamos a encontrar a lo largo de todo el disco, lo que lo diferencia de muchos otros es la calidad de los temas, muchos “himnos” juntos.

El nivel técnico de los músicos es muy evidente en “We got the time”, segundo corte y que personalmente, siempre me pareció, si no el mejor, uno de los mejores temas, tanto del disco como de su discografía. Un magnífico estribillo de nuevo y esas guitarras cabalgando sobre la base poderosa de Manni Jordan y Thorsten Müller. El tercer corte en cambio, baja la cadencia y nos envuelve en la épica. “The neverending fire” tiene ese aire de las grandes canciones del Heavy épico, pasado por el cedazo de Heavens Gate, y con una parte coral a capella muy apta para el directo, puños en alto.

Otro de mis puntos débiles de este disco es “Empty way to nowhere”, muy buen tema predecesor del Power Metal europeo que aquí empezaba a asomar. De nuevo, estribillo extraordinario. En esta ocasión, el recurso “diferente” es un parón tras el solo, donde los instrumentos dejan a las vocers introduciendo el estribillo final, para incorporarse y acompañarlas en ese último pase.

Lo siguiente es “Fredless”, tema instrumental de poco más de dos minutos donde nos muestran sus habilidades en una pieza más cercana al Metal Progresivo de lo que nos venían ofreciendo hasta aquí. Un tema que no tiene continuidad y que únicamente le da un matiz extra al disco, que prosigue con el tema más rockero de este trabajo, “Can’t stop Rockin’”, un tema que también tiene aires de himno y de hecho está apoyado por una base de público que incluso corea el tema, en una fórmula de “falso directo” que personalmente no acaba de convencerme, posiblemente el momento menos memorable del disco, pero que sin duda para el directo era perfecto.

“Flashes” es el tema más cercano al speed alemán del que bebieron durante toda la década anterior, tema veloz y directo, conservando su sello personal en todo momento, en gran parte por la voz de Rettke que sigue marcando el camino. Tras ella, “Best days of my life”, la balada que se supone que todo disco de este tipo debe tener. Por primera y última vez en el disco escuchamos un piano. La fórmula es la típica, empezar solo con piano y voz e ir subiendo intensidad una vez entran el resto de instrumentos. Tampoco es el tema por el cual recordaréis este disco.

La recta final la encaramos a ritmo de “We want it all”, otro tema que se ajusta a los cánones del Heavy Metal en general y de Heavens Gate en particular. No es el mejor estribillo del disco pero funciona bien. Para el final, en cambio, sí que habían guardado uno de los mejores estribillos; “Gate of heaven” se abre paso con un solo inicial que marca el camino, y el resto es un temazo de los grandes de la banda, donde además podemos corear su nombre “We’re all waiting for the Heaven’s Gate” reza su estrofa principal.

No podía dejar esta crónica sin mencionar el EP que sacaran un año después, More Hysteria. En él, además de una versión acústica de “Best days of my life”, nos ofrecían 3 temas que habían sido descartados para este Livin’ in hysteria: “Thin, fake and bold”, “Sidewalk sinner” y sobre todo, “Metal hymn”, que como su nombre indica es todo un himno, y que tuvo su relevancia ya que es el tema que escogieron para abrir la gira de presentación de su siguiente disco, Hell for sale!, cosa que podemos comprobar en el posterior directo, grabado por supuesto en Japón, Live for sale!.

Un disco fundamental en un lugar y una época en que se estaba poniendo una semilla en la evolución del Metal europeo a base de discazos como este. Un disco que llega a estas páginas por segunda vez, y es que ya fue atacado en la sección de “reseñas improbables” a cargo en este caso del compañero Aleix Besolí https://www.scienceofnoise.net/la-resena-improbable-heavens-gate-livin-in-hysteria/ que también os invito a rescatar para celebrar los 30 años de esta maravilla.

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Sobre Toni López 35 Artículos
Toda una vida marcada por el Metal. Televisión, radio y prensa escrita, intentando poner letra a la ciencia del ruido