Crónica y fotos del concierto de Gutalax + Phrymerial - Sala Bóveda (Barcelona), 7 de marzo de 2024

El gorrineo aterriza en la sala Bóveda con Gutalax

Datos del Concierto

Bandas:
Gutalax + Phrymerial
 
Fecha: 7 de marzo de 2024
Lugar: Sala Bóveda (Barcelona)
Promotora: Aurum Bookings
Asistencia aproximada: 400 personas

Fotos

Fotos por Elena Marco

Madre mía, menuda semanita. Apenas había podido descansar del bolo de Electrikeel, Oopart y Bio-Cancer el miércoles y voy y me meto en este fregao al día siguiente. A ver, os cuento…

Phrymerial

Cuando llegué a la sala aún no estaba muy llena. »Normal, es un jueves» pensé yo »Igual no viene mucha gente’‘. Pocas veces en mi vida me he equivocado tanto. En apenas unos 15 minutos la sala ya gozaba de un muy saludable cantidad de gente, aunque lejos de como acabaría siendo no mucho más tarde.

Andaba yo ojeando el merch cuando noté un cambio en la música que había puesto la sala, y entonces… *PAM PAM*. Jeshua ya estaba detrás del kit y nos lo hizo saber a todos los asistentes con tan solo dos golpes de bombo. Phrymerial estaban listos.

Bajé a la pista sin saber muy bien qué esperarme de los de Blanes. Si bien he escuchado su material, especialmente su último trabajo del 2019, Xenomorphic Creation, para mí era la primera vez que los veía en directo.

La intro estaba llegando a su fin y con unos golpes de ride, cuál campana que llama a la mesa para comer, Phrymerial empezaba su descarga con «Genesis» y «Annunaki Sperm Shot». Dios mío santísimo de mi coraçao,  pero qué comerá esta gente. Técnica, brutalidad y, sobre todo, velocidad son las palabras claves aquí. Phrymerial deja bastante claro que no hay que irse muy lejos para encontrar calidad si uno sabe dónde buscar. Los cuatro músicos se estaban dejando la piel, con su muy bien llevada mezcla de tech death, deathcore y slam, particularmente John, con pig squeals increíbles y growls tan bajos que por poco me cago encima, aunque mejor guardemos eso de cagarse para dentro de un rato.

El resto de la banda no se quedaba atrás. Jeshua lo dio todo detrás de la batería con blasbeats a velocidades astronómicas y fills ejecutados al milímetro. La guitarra en las expertas manos de Dany sonaba potente y cada riff era una delicia, desde los más básicos breaks a lo cavernícola hasta los solos, donde el shredding haría enrojecer al más experimentado virtuoso. Y el bajo, Dios santo, el bajo. Creo que solo podría describirlo como una patada en el estómago. Cada nota tocada por Anton retumbaba y hacía vibrar todo tu cuerpo como si de una máquina de ejercicio pasivo se tratase. Creo que adelgacé un par de kilos simplemente por estar ahí. Gracias Phrymerial, me hacía falta.   

El público no se movió mucho durante los primeros temas, asumo que para guardar fuerzas, puesto la que se les iba a venir encima después iba a ser una gorda, pero finalmente se acabó abriendo el pit y la gente estuvo receptiva a liarse a mamporros mientras los de Blanes demostraban lo que mejor saben hacer. Pegaron un repaso por todo su material, lleno de tempos escabrosamente altos y breakdowns que estoy seguro de que aún están haciendo sufrir a las cervicales de más de uno (yo el primero). Cabe destacar el final del concierto, cuando tocaron «C-137», el solo de guitarra referenciando la intro de Rick and Morty y el sampler del «Wubba Lubba Dub Dub» con la familiar voz de Rick Sánchez hicieron que el público terminase de enloquecer, hasta el punto de que empezaron a volar los primeros rollos de papel higiénico. Una pequeña muestra de lo que estaba por venir…

Gutalax

Aproveché para salir de la abarrotada sala a fumarme un cigarrillo, para hacer tiempo antes de que Gutalax cogiese el relevo. Cuando puse un pie fuera y vi el panorama supe que esta era una de esas noches. Gente con paquetes enteros de papel higiénico, escobillas de váter, pollos de goma, camisas hawaianas, collares de flores, máscaras de gorrino y algún que otro alegre individuo disfrazado con los monos de protección química que tanto han popularizado los checos. Iba a armarse la marimorena.

No tardé mucho en volver a entrar y Gutalax, aun en ropa de calle, estaban haciendo el soundcheck. La sala estaba a rebosar y cánticos podían escucharse constantemente. Decir que la fiesta se desató desde el minuto uno sería mentir, pues empezó ya en las pruebas de sonido. Los simpáticos grindcoretas tocaron tan solo una sección de un tema para comprobar que todo estuviese correcto y ya podían verse pogos en el público. La gente tenía ganas de fiesta y Gutalax estaban encantados de conceder sus escatológicos deseos.

Los checos abandonaron el escenario para prepararse y el ambiente se caldeaba cada vez más. Ya había globos y pelotas de playa rebotando por el público cuando, de la nada, la música de la sala se cortó y empezó a sonar una melodía familiar. Tan solo en las primeras notas de «Ghostbusters» de Ray Parker Jr. el público rugió de manera ensordecedora, y entonces, ahí llegaron.

Con un simple acorde y unos cuantos golpes de batería, Maty, el vocalista (le llamaría cantante, pero ya sabéis) presentó a la banda: «Somos Gutalax de la República Checa». La batería y el bajo arrancaron a un medio tempo sabrosón para pronto ser cortados por la guitarra de Kojas durante tan solo un compás, y entonces… PUM. Maty hizo su mejor imitación de un gorrino carajillero y la sala explotó con «Diarrhero», primer tema de su trabajo más reciente, The Shitpendables. Si crees que tanto chiste de caca-culo-pedo-pis es tremendamente inmaduro y no tiene gracia, Gutalax no son para ti. Eso, y que sintiéndolo mucho, no podemos ser amigos.

Papel higiénico volaba por todas partes, duelos de esgrima con escobillas y desatascadores, peluches, instrumentos inflables, pogos, ballaruca, bailoteo, merequetengue. Me quedo sin substantivos para describir la tremendísima fiesta que se montó en tan solo unos segundos ¡Y aún era la primera canción! Un pedazito del Obscene Extreme Fest había aterrizado en Barcelona y eso es lo que precisamente parecía.

El gorrineo paró un par de segundos mientras Maty saludaba al encandilado público, y entonces arrancaron con «Nosím místo ponožky kousek svojí předkožky» o en castellano «Llevo un prepucio en lugar de un calcetín». Se les notan las clásicas influencias de Nietzsche o Schopenhauer.

Qué puedo decir que cualquier persona que haya escuchado alguna vez a Gutalax no sepa ya. La banda no destaca por su musicalidad, pero eso importa entre poco y absolutamente nada. La banda es consciente de esto y su carismático frontman no duda ni un segundo en hacer chistes sobre el tema. «All the songs sound the fucking same», decía entre canciones. No se equivoca, pero todos en la sala sabíamos donde nos estábamos metiendo.

A nivel de sonido, me sorprendió gratamente lo bien que se entendía todo. La guitarra de Kojas sonaba crujiente como un McNugget, el bajo de Pavel se escuchaba, lo cual en el goregrind es todo un logro, y la batería no se comía a ningún instrumento. Tremendo el trabajo de los técnicos de sonido de la sala Bóveda.

La banda continuó con sus canciones característicamente cortas. Esto es goregrind al fin y al cabo, si una canción llega a los tres minutos se le considera una épica epopeya. Maty aclaró que no solo era la primera vez de Gutalax en Barcelona, sino que además la banda estaba de celebración. Así es, los checos celebraban 15 años como banda, o como ellos lo definieron, «15 años en la mierda», así que, para tal especial ocasión, rescataron temas de su primer LP de 2011 Shit Beast. Después de una presentación dedicada al bajista de la banda, Pavel «Kebab» Troup, aparentemente apodado así por ser su masculinidad muy parecida a un durum (con queso y todo, según Maty) se arrancaron con «Robocock». La fiesta fecal no paraba y por qué narices iba a hacerlo. Los ritmos de batería de Petr «Free» Svoboda mantenían a la sala botando, bailando, y haciendo stage diving y todo tipo de actividades insalubres.

Pese a todo, estos maestros del grindcore tienen su corazoncito y decidieron dar un respiro a todos para ir con una de las canciones más románticas que he escuchado en mi vida, «Assmeralda», rescatada de su split con Spasm de 2017. Me llegó al corazón, especialmente el fragmento donde Maty dice «GUII GUII GUIIIIIIIII». Bromeo, por supuesto, aquí las baladas ni se las quiere ni se las espera. También rindieron homenaje al bueno de Arnold Schwarzenegger con «Total Rectal». Definitivamente, esta gente se ha pasado el juego de ponerle nombres a las canciones.

Los temas iban pasando entre bailes, chistes, risas y porrazos. Pero entonces llegó el momento: Maty anunció que apenas quedaban tres canciones para terminar el concierto. Por supuesto, una de estas canciones iba a ser su corte mas famoso, «Shitbusters», seguida de «Toi Toi Story» (nombrada así por la marca de sanitarios móviles). Siendo mi primera vez viendo a Gutalax, yo imaginaba que terminarian con la propia «Shitbusters», pero no, muy para mi sorpresa terminaron con una version a lo goregrind de «Old McDonald Had a Farm», o como la conocemos aquí en Españita, «En la granja de Pepito». No pude reírme más ante tal choque cultural.

La banda se despidió y el publico coreó su nombre un buen rato mientras sonaba el meme de «Epic Sax Guy» en bucle. Con Gutalax el shitposting no termina hasta que no queda nadie en la sala.

Sinceramente, habiendo ido a un buen número de bolos de grind, death, y otros derroteros del metal extremo, nunca me lo he pasado tan bien como con Gutalax. Si no has podido venir esta vez, ya te estás cogiendo un billete para ir al Obscene Extreme Fest, te lo debes a ti mismo disfrutar de esta pedazo de mierda (en el buen sentido).