Canciones perfectas: «Orion» de Metallica

¿Os habéis parado a pensar alguna vez si hay una sola semana de nuestras vidas en la que no aparezca alguna noticia relacionada con el universo Metallica? ¡Apostaría a que no! Si recientemente la banda ha dado la mayor de sus campanadas con un three in a row (lanzamiento de un tema nuevo, “Lux Æterna”, anuncio de un trabajo nuevo para el año 2023, 72 Seasons, y una rompedora nueva gira mundial para el 2023-2024, No Repeat Weekend), es momento ahora para detenernos, recapitular, regresar a los orígenes e intentar entender el porqué tras más de 40 años de carrera siguen estando en la palestra más que nunca.

Que Metallica es el mayor producto que el marketing musical ha parido en las últimas décadas a nadie se le escapa. Que no es un éxito fortuito, sino fruto de mucho trabajo, picar piedra y estar siempre en el candelero, también. Como fenómeno mundial, no me cabe la menor duda que debemos sacarnos el sombrero ante semejante hito. Si embargo, a título particular, soy de las personas que lleva años, de hecho, diría décadas, que me emociono lo justo ante cualquier novedad relacionada con ellos. Porque creo que precisamente ese el problema, que han sabido crear una marca que vende por sí sola, independientemente de si se trata de un buen producto o no. Con ello no digo que no lo sea, simplemente pongo en evidencia que todo el esfuerzo de antaño necesario para destacar sobre el resto basado en la calidad y originalidad musical ha perdido su razón de ser. Metallica en la actualidad vende, sea lo que sea lo que nos tenga que ofrecer. Ellos lo saben y cada vez le dan un nuevo giro a la tuerca. Me parece de escándalo el circo mediático que se ha generado recientemente a razón del anuncio de esta nueva gira que en muchos lugares tendrá lugar no ya el año que viene, sino uno más, con un nivel de precios de las entradas apto para pocos bolsillos, ¿a dos años vista? ¿En serio? Yo casi que prefiero invertir ese capital en financiar otros conciertos de otras muchas más bandas que quizás sí tengan que esforzarse en primar la calidad musical para ganarse un hueco en nuestros corazones, como lo hicieron en su día los miembros de Metallica. Y ya que hablamos de emociones, de ésas que van directas al corazón, vamos a viajar en el tiempo hasta aquella época en la que la banda puso mucho de esa magia que los hizo tan especiales. Vamos a irnos al año 1986 en el que álbum Master of Puppets vio la luz y en el que encontramos uno de los temas más genuinos y con mayor carga emotiva de su discografía por una serie de hechos biográficos que iremos desgranando: “Orion”.

La canción

¿Tiene algún sentido considerar un tema instrumental de una banda como Metallica “perfecto”? Pues para mí todo el del mundo. Conseguir un tema reconocible 100% renunciando a una de las señas de identidad propias como es la voz de James Hetfield nos da una ligera idea del empeño que pusieron a la hora de componerlo. ¿Y quién es el artífice de tal genialidad? Pues parece que además del susodicho James Hetfield y Lars Ulrich, Cliff Burton es el verdadero “culpable” que hizo viajar el tema a otra constelación. Cliff Burton ideó un tema en el que su bajo brilló con luz propia y se convirtió de esta manera en el indiscutible protagonista de esta historia. Una luz que no tardó en apagarse.

Si algo bueno tienen los temas instrumentales es que te permiten dar rienda suelta a la imaginación sin miedo a no saber interpretar bien el sentido que le han querido dar sus creadores porque en realidad, de eso se trata, del dejarse llevar por la mera sugestión de un título y la música que lo envuelve. ¿Y qué me sugiere este tema a mí en particular? ¿Quizá un viaje a esa lejana constelación de Orión? Definitivamente sí, un viaje que sucede en varias etapas y a distintas velocidades, por supuesto, coincidentes con los diversos pasajes del tema.

Si ya avanzábamos antes que Cliff Burton es el ideólogo principal del tema, suyo también es el inicio del mismo. Un in crescendo del bajo distorsionado, que parece asemejarse al sonido de un órgano, nos da la bienvenida a este viaje espacial con tan solo tres notas, suficientes para establecer las bases de lo venidero. A dicha melodía se le une al poco la batería, hasta que, una vez alcanzado el debido volumen, se le suman ambas guitarras con un riff demoledor que nos va a acompañar en diversas ocasiones. No tarda en aparecer la primera de las sorpresas en forma de solo que hace que de nuevo el protagonismo recaiga sobre el bajo. Es en el minuto 1:42 y continua hasta el 2:13, momento en el cual el riff de guitarras secundario y la batería que han acompañado este primer solo se va repitiendo con mayor contundencia, continuando con el desarrollo del tema y rellenando esos espacios que ha dejado vacíos la línea melódica anterior del bajo. Hacia el minuto 2:41 retomamos el riff inicial principal, pero esta vez sin esa línea de bajo distorsionada del principio. Le toca entrar en escena al primer solo de guitarra de Kirk Hammett, que ocupa alrededor de un minuto y que alterna diversas intensidades hasta que decaen las revoluciones para concluir este primer bloque del tema a golpe de gong. Pues qué decir del siguiente bloque, ese puente que es realmente el que te hace viajar por el espacio con tan solo cerrar los ojos… Cliff Burton vuelve a ser el encargado de establecer las bases de este lento y sugerente tramo con un bonito arpegiado, al cual se le suman unas guitarras que parecen llorar, a veces dobladas, a veces por separado, y que culminan su interactuación cuando el bajo deja ese arpegiado inicial para armonizarse con ellas también hacia el minuto 5:40. Sublime todo lo que viene a continuación, básicamente por cómo se enlazan con maestría los distintos pasajes instrumentales, a cuál más intenso. James Hetfield inicia un breve pero emotivo solo que sirve de trampolín para que de nuevo brille la estrella del bajo distorsionado de Cliff Burton a continuación, el cual nos lleva directos a un tercer bloque final en el que regresa la contundencia del principio. Kirk Hammett da el pistoletazo de salida al mismo con uno de sus solos marca de la casa, aunando velocidad y precisión para devolvernos al riff secundario que ya habíamos escuchado tras el primer solo de bajo. Se concluye el tema con un fundido emulando el efecto con el que hemos empezado el viaje, pero en sentido contrario, cerrando de esta manera tan coherente el círculo.

Apenas seis meses después del lanzamiento de Master of Puppets, Cliff Burton perdía la vida en un trágico accidente de tránsito estando de gira. Visto en perspectiva, “Orion” parece que, en una especie de acto premonitorio, actuó como homenaje en vida a su persona y su creatividad. Sus compañeros así lo interpretaron y por ello tocaron este tema en su funeral. James Hetfield incluso lleva tatuado en uno de sus brazos notas de uno de los solos de bajo. Después de este funesto suceso, Metallica estuvo muchos años sin interpretar este tema en directo de manera íntegra. No fue hasta el año 2006, 20 años después, que así lo hicieron en el festival alemán Rock Am Ring.

Veredicto

“Orion” es toda una propuesta instrumental perfecta según mi opinión que nos atrapa de principio a fin y nos hace viajar por un sinfín de emociones gracias a su combinación de riffs contundentes en su primer y tercer tramo, que contrastan con el lento puente intermedio en el que las melodías, tanto de bajo como de guitarra toman el protagonismo y elevan el tema a otra dimensión. De alguna manera podemos encontrar absolutamente todos los rasgos definitorios de la banda en él (aun faltando la voz, por lo que lo hace más meritorio si cabe) y nos ayuda a entender el porqué son considerados en la actualidad toda una leyenda. Cliff Burton tuvo un gran papel en el germen de Metallica, y buena prueba de ello se refleja en “Orion”, pero desgraciadamente se fue antes de hora y a la banda no le tocó otra que continuar su camino sin él. Por qué derroteros hubiera ido la cosa de seguir con vida, nunca lo sabremos, pero aun a pesar de ello, Metallica ha conseguido llegar a lo más alto en cuanto a popularidad se refiere.

Por si no lo sabéis, Orión es la constelación con forma de guerrero más fácilmente identificable en el firmamento por su potente luminosidad. Cliff Burton nos mostró el camino para llegar a ella y es por ello por lo que me gusta imaginármelo como una de sus estrellas más brillantes…

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Sobre Susana Masanés 138 Artículos
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!