Bon Iver – I, I

Nuestra Nota


9.25 / 10

Ficha técnica

Publicado el 9 de agosto de 2019 (digital) / 30 de agosto de 2019 (físico)
Discográfica: Jagjaguwar Records
 
Componentes:
Justin Vernon -Voz, guitarra, bajo, sintetizador, radio
Sean Carey - Voz, batería, piano
Andrew Fitzpatrick - Guitarra, sintetizador
Matt McCaughan - Batería, sintetizador
Michael Lewis - Bajo, sintetizador, saxofón

Temas

1. Yi (0:32)
2. iMi (3:16)
3. We (2:23)
4. Holyfields, (3:08)
5. Hey, Ma (3:37)
6. U (Man like) (2:26)
7. Naeem (4:22)
8. Jelmore (2:30)
9. Faith (3:38)
10. Marion (2:22)
11. Salem (3:45)
12. Sh'Diah (4:11)
13. RABi (3:32)

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Cuando Justin Vernon mueve ficha uno se pone en alerta, pues sus movimientos siempre acaban siendo uno de los hitos musicales más importantes del año en curso. Y no en vano, Bon Iver ha logrado ser uno de los artistas con raízes más cercanas al folk capaz de encabezar festivales de la talla de Primavera Sound, Mad Cool Festival, Rock Wrechter y Lollapalloza.

Su majestuosidad componiendo es comparable a la de otros genios del folk tradicional como Bob Dylan o Leonard Cohen, a la vez que su impacto desgarrandóse el alma en cada nuevo tema tiene un símil al de artistas como Nick Cave o David Bowie. Cuando Justin Vernon se pone el traje de Bon Iver todo es posible… sino, revisad su discografía.

Con su debut titulado For Emma, Forever Ago (2007) nos regaló un perfecto álbum que define al milímetro lo que entendemos por folk. Temas delicados en los que la guitarra acústica se entremezcla con una interpretación estremecedora de unas líricas cargadas de mundanidad, de pérdida y de los anhelos que forman parte de la vida. La vida y sus contratiempos siempre han soportado el peso en la carrera de Vernon, y su voz, sin arreglos, tiene más potencial y visibilidad que cualquier otro instrumento que se precie.

Su segundo trabajo se publicó en formato EPBlood Bank (2009) fue una muestra latente de la continuidad de su acertada propuesta. Cuando decidió aventurarse en su tercer trabajo y realizar un viaje por las entrañas de la Norteamérica más rural y ampliar su abanico de posibilidades con un inmenso self-titled Bon Iver (2011). Vernon viajó a lo más profundo de su ser y se “ruralizó” para descubrirse mejor a si mismo. Como resultado Bon Iver abrazó el chamber pop de una manera totalmente desacomplejada y los pasajes mostraban una evolución y un trabajo más elaborado, fiel a su quimera, plasmando sus principios y desgarrando cada milímetro de su ser.

Con 22, A Million (2016) sintetizó su sonido y robotizó su dulce y tenue voz, y nos ofreció una descarada imagen de innovación que, si bien un servidor no llegó a aprobar por completo, un nuevo mundo de posibilidades se abrieron en su presente y futuro. En parte se olvidó de la música “manual” para interactuar con máquinas que aportaban sonidos, distorsiones y efectos. Enormes canciones se juntaron con momentos demasiado arriesgados e incluso monótonos. La experimentación jugó en su papel menos folklórico pero más metódico. Justin no precisa de nadie para crear lo que le salga del alma. Solo necesita anhelos. En él se muestra la batalla de un cantautor que huye de la música de masas y el propio confort logrado en su homónimo disco. Quizá el desapego resultó demasiado estimulante para nada. Bon Iver ya nunca será el secreto a voces, el iconónico arquetipo del folk del siglo XXI, ya nunca podrás escuchar sus temas en abierto con la certeza de que la gente no sabe qué suena en el reproductor. Bon Iver ya no es el depredador escondido en la espesura que ataca a sus presas inesperadamente; es el depredador que se luce por la sabana sabiendo que, entrando a atacar, conseguirá lo que se proponga.

Y cuando poca gente esperaba un disco de Vernon, en el pasado Mad Cool nos avisó de que el lanzamiento sería más o menos inminente: el 30 de agosto. Contra pronóstico, el disco se publicó en streaming tres semanas antes, en plena ebullición de época de vacaciones. Allí nos presentó varios temas que pronosticaban un giro a la derecha, un regreso al Bon Iver más sensual y dramàtico. Y así es I, I. Un atisbo de luz plácida en momentos sombríos, cuando el ser humano se enfrenta a la sórdida involución, llega Bon Iver para recordarnos que la belleza reside en lo mundano cual teoría budista. Si el nirvana precisase de música, yo escogería a Bon Iver. La vida, los sueños y los deseos cohabitan con la extrema delicadez del ser, con los miedos, la desesperación y la pérdida.

I, I es una perfecta suma de sensaciones; la calidez de sus primeros discos se funde con la experimentación de 22, A Million. I, I es exactamente la pieza perdida entre Bon Iver y 22, A Million. Como una piedra rosetta, I, I nos abre las puertas a la mística interconexión de los elementos que se mueven en la siempre inquieta mente de Justin Vernon.

Su voz logra volver al primer plano, nuevamente recupera su papel sobre la guitarra, a la vez que recupera cierta intensidad a cuentagotas en forma de tambores que marcan un aumento de ritmo en diversas fases del disco como en la rockera “Naeem”, tema en el que Vernon nos asombra con su voz 100% natural, sin efectos ni falsetes. Sin duda estamos frente a uno de los mejores temas de su carrera. La misma sensación te queda cuando finaliza tu toma de contacto con “Hey, Ma”. Aquí la belleza se desliza entre acordes, incluso se puede llegar a respirar esa melancolía, ese sentimiento tan puro de necesitar a tu madre en momentos difíciles.

En “U (Man Like)” muestra nuevas facetas alzadas a volar mediante coros secundados por un bello piano resultando un tema colosal. La improvisación llega con temas como “Jelmore” en las que su voz se mezcla con sonidos y ruidos electrónicos. También son excelentes los cortes “Faith”, “Marion” o “iMi”, temas que bien podrian estar incluídos en un disco entre For Emma y Bon Iver, si bien la composición y el trabajo que hay en ambas solo es visible en éste nuevo Justin Vernon.

Solo 39 minutos que, tras 22, A Million te hacen recuperar la fe y la pasión por el músico. Un trabajo enorme que demuestra una vez más que es uno de los mejores artistas de esta década. Capaz de estremecerte a la par de entristecerte, hacerte gritar a la vez que calmarte. Los sentimientos que funde en cada palabra, cada acorde solamente puedo encontrarlos en el brillante catálogo de artistas como Radiohead o Sigur Rós. Excepcional regreso del mejor Bon Iver que firma uno de los mejores trabajos de este 2019, se le echaba de menos.

Beto Lagarda
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