Axel Rudi Pell – Knights Call

Nuestra Nota


6.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 23 de marzo de 2018
Discográfica: SPV GmbH / Steamhammer Records
 
Componentes:
Axel Rudi Pell - guitarras
Johnny Giolei - voz
Fredy Doernberg - teclados
Volker Krawczack - bajo
Bobby Rondinelli - batería

Temas

1. The Medieval Overture (Intro) (1:43)
2. The Wild and the Young (4:20)
3. Wildest Dreams (5:43)
4. Long Live Rock (5:34)
5. The Crusaders of Doom (8:01)
6. Truth and Lies (4:48)
7. Beyond the Light (7:45)
8. Slaves on the Run (5:13)
9. Follow the Sun (5:12)
10. Tower of Babylon (9:50)

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Como cada dos años desde que abandonó Steeler, hacia mitad de los 80, ya tenemos aquí el nuevo trabajo de Axel Rudi Pell, y nos ofrece lo que podíamos esperar. O dicho de otra forma, no nos ofrece nada que no esperásemos de antemano.

Son ya muchos discos los que el alemán lleva bajo el brazo, y habitualmente rodeado de muy buena compañía. Nombres como Mike Terrana o Jörg Michael, ambos a las baquetas, son nombres de peso en el mundo del heavy metal. Y si nos fijamos en las voces, la cosa es aún más ojiplática. Rob Rock es un nombre tremendamente lustroso, pero es que Jeff Scott Soto lo es aún más. Y si le sustituye Johnny Gioeli… ¿Qué decir de él? Sin duda estaría siempre en mi top 5 de cantantes (quizá debería hacer ese top 5…). En este Knights Call (2018) le acompañan el ya mencionado Gioeli a la voz, Bobby Rondinelli a la batería y los casi sempiternos Volker Krawczack al bajo y Fredy Doernberg a los teclados.

La fórmula de Axel es siempre la misma desde hace años. Melodías facilonas y pegadizas, solos que siguen el mismo camino y una actitud de guitar hero que no corresponde a su calidad como instrumentista. Ojo, no es mal guitarra, solo faltaba, pero está lejos de ser un top de las 6 cuerdas. A pesar de contar con temazos en su carrera como “Carousel” (1998), Fool Fool” (1996) o la balada “Oceans of Time” (1998), a mi parecer la carrera del guitarrista alemán es igual a cualquiera de sus discos: irregular. Cosas muy buenas pero también mediocridad, y no sé si es suficiente para competir, en 2018, en el mercado del metal melódico. Quizá piense que la radio fórmula funcione en el rock duro (es decir, canciones con estructura pop disco tras disco, año tras año), y quizá hasta esté aburrido él mismo de componer de esta forma, pero al final cada uno debe ganarse el pan como pueda, y si a él y a sus fans le vale, yo no soy nadie para la queja. Algo similar me pasó con los últimos Stratovarius de Timo Tolkki.

Este Knights Call sigue la estela. Tras la intro “The Medieval Overture”, título muy apropiado, empezamos con “The Wild and the Young”, tema de riff y ritmo contundente. No es especialmente rápido y la melodía queda lejos de obras como la mencionada anteriormente “Carousel” (1998), pero es una buena carta de presentación. “Wildest Dream” le sigue con cierto regusto a los 70 en sus teclados iniciales. Por momentos me suena mucho a Rainbow y similares. “Long Live Rock” es lo que su título dice y lo que lleva haciendo años: medio tiempo, riff marca de la casa y un portento a la voz. Nada nuevo bajo el sol.

“The Crusaders of Doom” peca de otro de los gustos del bueno de Pell: más de 8 minutos de duración. Un tema tiene que ser MUY bueno para soportar semejante duración, y este no lo es. Tampoco es un mal tema (el riff es de lo más inspirado del disco), es lo que se espera, pero si en vez de 8 minutos durase 5, mejoraría ostensiblemente. “Truth and Lies” recupera algo de ritmo y alegría, y parece estar pensada para el directo que disfrutaremos, por ejemplo, en el Rock Fest 2018. “Beyond the Light” es la balada de rigor del disco, con un toque semi acústico y un buen solo. Tema para que Giolei se luzca. De lo mejor del disco (no en vano llevan no se cuantos discos de baladas).

La caña vuelve con “Slaves on the Run”. Por alguna razón no hay demasiado doble bombo en el disco, y a este tema, aunque está bien tal y como ha quedado, algo de velocidad (o algo más de juego) en la batería le hubiese dado un toque distinto y muy chulo. “Follow the Sun” sigue con un tempo parecido, quizá algo más veloz, y esos teclados que en ciertas ocasiones suenan a los clásicos setenteros. El álbum cierra con “Tower of Babylon” que, tras su intro de batería, nos ofrece unas melodías del oriente medio que se irán repitiendo de forma machacona y bastante cansina. Y como pasaba con “The Crusaders of Doom”, peca de duración: más de 9 minutos.

En definitiva, lo que nos encontramos es un disco de Axel Rudi Pell. Como con Hammerfall o AC/DC, antes de darle al play ya te haces una idea bastante exacta de lo que te encontrarás. ¿Es eso bueno? ¿Es malo? Pues depende del oyente. Si te gusta lo que hace Axel, el disco te gustará. Si, por el contrario, detestas su trabajo, el álbum te parecerá una basura. Si estás en un punto intermedio, como yo, no te gastarás el dinero en comprarlo pero quizá lo pongas en Spotify de vez en cuando. Eso sí, no hay ningún tema que me parezca que pase a la posteridad como sí lo han hecho los mencionados más arriba.

El disco merecería un 5, por ser “sota, caballo y rey” y huir de la innovación, pero tener a Gioeli a la voz siempre le da un punto de más por lo menos. Desde luego es lo mejor del disco.

 

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 382 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.