Metal Halloween: La relación entre el heavy metal y las ejecuciones en la plaza pública

Antiguamente las ejecuciones eran todo un acontecimiento. Las multitudes se agolpaban en la plaza del mercado de cada ciudad para poder “disfrutar” del espectáculo. Algunos verdugos llegaron a ser auténticas estrellas del momento, pues más allá de la ejecución, algo teóricamente mecánico, cada uno ponía su sello personal al asunto. En algunos casos esa cosecha propia hizo que existiese incluso el fenómeno fan. Este sería el caso del diminuto John Ketch, quizá, el verdugo más famoso de la historia.

Si buscamos en el pasado un paralelismo con el que relacionar el shock rock actual, hay que pararse en el siglo XVII y analizar la figura de John Ketch, famoso verdugo de Carlos II de Inglaterra. Ketch, de origen irlandés, era un verdugo que vendía sus servicios al mejor postor por toda Inglaterra. El sadismo y violencia con la que ejecutaba a sus víctimas eran tan atroces que incluso son muchos los estudiosos que le consideran como uno de los primeros asesinos en serie reconocidos de la historia.

La figura del verdugo: John Ketch, el precursor del shock rock

Pero lo realmente espectacular de Ketch es que logró que la gente llegara a ser “fan” hasta el punto que cuando él “trabajaba”, la gente acudía en masa a sus ejecuciones. El morbo por verle a él era mayor que el hecho de ver la supuesta ejecución, y que el vulgo aprendiera que, el castigo, era un ejemplo para todos de lo que les podía pasar si transgredían las normas. Había diferentes tipos de ejecuciones (horca, guillotina, hacha…) y cuanto más atroz era el castigo más grave había sido el crimen.

Promoción, canciones y volteretas para dar espectáculo

A pesar de lo mecánica que podía ser la ejecución, cada verdugo aportaba su propio espectáculo y actuaba para arengar a las masas. Hasta cierto punto, sería comparable con un concierto pues hay un “artista” sobre la escena y un público expectante. En 1663 pasó a ser el verdugo del rey Carlos II avalado por una larga trayectoria de ejecuciones sádicas.

Lo más espectacular e innovador de este siniestro personaje es que a Ketch le gustaba promocionarse y los días antes de la ejecución paseaba por las calles de los pueblos y ciudades. Incluso componía canciones sobre él mismo y solía cantarlas a “su público”. En las canciones relataba con todo tipo de detalles sobre su arte de amputaciones, torturas y muerte. Una de sus letras era esta:

Oídme, ha llegado la mejor medicina contra la traición. Soy John Ketch, el que limpia de traidores a nuestra querida Inglaterra.”

Sus víctimas padecían todo el show de Ketch que incluía volteretas y todo el recital grotesco. Jack se embutía en unas ajustadas mallas negras y dejaba al descubierto su siniestro rostro. Mostraba al público sus utensilios oxidados y desgastados y simulaba que cortaba para luego parar y dirigirse al público. Alargaba la ejecución a su voluntad para jugar con las reacciones de la audiencia, que lo llegaría a odiar y a amar. El mal estado del material y su hándicap físico obvio hacían que no tuviera fuerza suficiente para asestar certeros golpes de hacha.

Final triste para un monstruo

Su estrella se apagó con el paso de los años y ya no era ese célebre showman sangriento a quien todo el mundo quería contratar, un paralelismo que suele suceder con las estrellas de rock venidas a menos. Ketch era un alcohólico empedernido y pronto sus deudas le persiguieron hasta el punto de dar con sus huesos en la cárcel.

En 1686 Ketch salió de la cárcel, pero asesinó a una prostituta a golpes. Hay que añadir que John Ketch fue su seudónimo y que su nombre real era Richard Jacquet aunque, claro, también fue conocido como Jack Ketch. Hoy en día el nombre de Ketch sigue siendo habitual en Inglaterra pues significa para los ingleses “muerte” o “Satanás”. Es considerado un insulto y hasta está documentado que en 1926 un ciudadano fue condenado por insultar a otro llamándole “Jack Ketch”.

Bandas con estética de verdugos dentro del heavy metal

El juez multó a nuestro protagonista por asesinato de una prostituta y luego fue condenado a ser arrojado a un estanque (afortunadamente las leyes han cambiado). También dentro del folklore inglés, Ketch es conocido como un personaje de terror llamado “Hanging Jack” o “Mister Graball”.

Curiosamente hay muchas bandas que desde los 80 han utilizado hachas o instrumentos de torturas sobre un escenario. Lizzy Borden tienen un hacha en directo, The Metors iban vestidos con capuchas de verdugo, Samson contaban con un baterista encapuchado (y enjaulado) y los alemanes Warrant contaban en directo con el popular “Enforcer”, un hombre encapuchado con hacha que arenga a las masas.

También son muchos los músicos que utilizan un seudónimo en sus actuaciones ocultando su nombre real. En el caso de Lizzy Borden, hay que comentar que el nombre nace de una mujer (Lizzie Borden) acusada de matar a su padre y a su madrastra con un hacha. Nunca llegó a ser condenada pero la historia llegó a hacerse tan popular que los niños americanos cantan una canción que narra su historia mientras saltan a la comba.

Feliz HalloweenNoisers

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.