Entrevista a Eric Baulenas, vocalista y guitarrista de Moonloop (II): ‘Ir a buscar fósiles es mi meditación’

Fotografía: Manuel Rubiales

Nuestra charla con Eric Baulenas continúa en un plano algo más personal. Después de que en la primera parte de esta entrevista nos centráramos sobretodo en su trabajo en Moonloop y en la publicación de «Devocean», aquí acabamos de cerrar este tema y hablamos en más profundidad de Eric Baule i Bauluna, sus otros proyectos musicales, de su afición al mar, la geología y la paleontología, la calle Tallers, la escena barcelonesa y el futuro de la industria del disco, las conspiraciones y algunas ideas más sobre su filosofía de vida.

Una cosa que llama bastante la atención de vuestros discos son las fotos de la portada, ya que los dos tienen una foto muy impactante. El primero era un gran buque oxidado y embarrado en la playa…. una foto muy evocadora, muy brumosa…

Sí, es lo que buscábamos, algo impactante. Para mí, lo que simbolizaba era como que el mar había regurguitado eso, como que no quería un hierro oxidándose en el fondo, quería mantenerse puro y todo lo que pertenece al hombre tenía que ser expulsado. El título tampoco es que vaya muy en relación con la portada, aunque sí que va en relación a muchas de las letras que hay dentro. El primer álbum fué una compilación de muchas ideas que estaban mal grabadas previamente en los años anteriores, y pensamos que esas canciones merecían un sonido mejor, así que ese álbum funcionó como una especie de recopilatorio. Por un lado mostraba lo que éramos en ese momento, pero por otro lado también incluye canciones como «A Life Divided» o «Legacy of Fear», temas con una energía un poco más densa, más baja, terrenal, oscura y negativa, lo que se desvinculaba un poco del guión general del álbum.

Y para el último nos enamoramos de una fotografía que hizo Matt Smith, un fotógrafo australiano que hace poco ha ganado un premio mundial precisamente con esa foto. Nos enamoró el ser en sí. El hecho de ver que no era una medusa, como parece a simple vista, sino que se trata de la unión de dos seres: por un lado, una especie de medusa que está flotando y que se guía por el viento. Por el otro, los tentáculos. Asociados, forman un único ser que se beneficia mutuamente uno del otro. El hecho de que estuviera en un contexto marino y en ese entorno que parece como si estuvieras asistiendo al origen de un planeta en el que las rocas son oscuras y no hay vida aparente, y de golpe aparece ese color azul tan intenso, medio cósmico y eléctrico. Creo que reunía una serie de requisitos que, para las canciones que tenemos, va muy de acuerdo.

Entonces a ver, porque me ha interesado esto… lo que simboliza un poco el barco oxidado del primer disco es como el sacaros de encima las canciones viejas, como si tuviérais un peso encima y lo quisiérais vomitar para empezar en un cierto estado de pureza?

¡Pues sí! Ostras, no lo habíamos pensado nunca de esta manera, pero ahora al explicártelo puede tener un poco de eso, sí, va vinculado. Perfectísimamente. La simbologia inicial era buscar algo que sea impactante. Necesitábamos al mar, porque es un hilo conductor, sobretodo para mí, muy importante, y el hecho de ver un resto al que la humanidad le ha dado impotancia y ha estado vivo, pero que finalmente es sobrepasado por una naturaleza que es capaz de cómerselo. Y ya puede ser un barco en el mar o un coche en un bosque. Al final, dentro de miles de años no existirá nada y reinará la vegetación por encima de todo. Me gusta mucho constatar eso, que la naturaleza puede con todo.

Como dices, tu pasión por el mar y por la paleontología ejerce un poco de hilo conductor de toda vuestra música. ¿De dónde viene esto? ¿Has estado siempre interesado?

Pues la verdad es que no me viene de familia. Así como la música siempre ha estado ahí, ya que mi abuelo tocaba el violín y mi padre toca la guitarra, lo de la geología, la paleontología y las ciencias de la tierra nadie lo cultivó. Tengo recuerdos de ser chiquitito, ir al Mercat de Sant Antoni con mis padres y ver las cajitas con los minerales y los fósiles. Pero creo que el primer impacto lo tuve en un pueblo catalán que se llama Moià. Solíamos ir allí, a pasar el día en el campo, dar un paseo por el río o a meternos en el bosque, y mis primeros recuerdos son haber visto algun fósil por esa zona y también en el jardín botánico de Montjuïc. El hecho de ver las caracolas fosilizadas hizo que algo hiciera clic en mi cerebro, y en lugar de comprarme juguetes empecé a pedir guías de fósiles o libros de historia natural. Allí empezó todo, y la verdad es que me llena el espíritu infinitamente: ir a buscar fósiles es mi meditación. Además de ayudarme a comprender la historia de este planeta, me hace sentir chiquitito porque pienso en que todos los seres que te encuentras petrificados un día fueron vivos, y han estado allí antes de muchas grandes civilizaciones que luego se han ido a la mierda. Me encanta ensuciarme las manos de barro y picar la roca, me encanta el factor sorpresa de ir a una cantera y ver qué habrá. Y si llueve, ver como los fósiles emergen de las arcillas…. es inexplicable, una experiencia religiosa. (risas)

SoN: ¿Estudiaste algo relacionado con esto, por cierto?

Pues no. Mientras estaba en el instituto, tenía claro que iba a hacer geología, pero luego me fuí haciendo mayor, la música ganó mucho terreno y preferí irme a estudiar al Taller de Músics, montar mis bandas y trabajar de cualquier cosa. Y siempre he relegado la afición por la paleontología a que sea eso, una afición. Formo parte de algunas asociaciones y he realizado ya tres trabajos relacionados con yacimientos de del Baix Llobregat y de Almería, y tengo en mente otro trabajo en Almería y otro en las Islas Canarias. De alguna manera me hace sentir vivo el hecho de dedicar mi tiempo libre a eso aunque no lo haga de una manera profesional. Pero lo hago con mucha vocación y mucho amor, y también para que de cara al Departament de Medi Ambient de la Generalitat tengan en cuenta algunos yacimientos que estan en peligro de ser invadidos por edificios o a punto de convertirse en vertederos ilegales. En este sentido, luchar por la naturaleza me hace sentir feliz. Antes te he hablado del concepto de ecoterrorista, y el hecho de luchar por que los espacios naturales estén íntegros, intocables y vírgenes es algo primordial para mí.

Esta temática se refleja en las letras, en las imágenes alrededor de Moonloop, en las portadas… ¿incluso quizás el nombre de la banda tiene que ver con las mareas u algo relacionado con ello?

Sí, sí. Cuando lo elegimos fué un poco todo. En ese momento yo estaba muy fascinado con Porcupine Tree. Bueno, y aún lo estoy, porque eso no se pasa asi como así. Ellos tienen una canción que se llama «Moonloop» y es una improvisación que dura cuarenta minutos y empieza con cosas muy sutiles y muy atmosféricas y va creciendo hacia un riff muy arabesco y muy poderoso, acabando el tema en una explosión brutal. Ese tema siempre me había gustado mucho, y en el momento en el que ya estábamos con el proyecto iniciado y nos preguntábamos cómo definir el sonido de nuestra banda con un nombre, empezaron a barajarse posibilidades y sí, quizás porque la luna siempre nos ha gustado, el tema de la naturaleza, las mareas,… Y ese nombre de Porcupine Tree nos gustó mucho porque lo tenía todo, aunque pudiera caer en ciertas comparaciones con Moonspell o el sello Moonfog, que es de black metal. Así que temíamos que estuviera un poco visto, pero nos gustó, y aunque estábamos un poco inseguros al principio, empezamos a tocar, fueron saliendo conciertos y la gente ya nos conoció como Moonloop. Y aquí estamos, oye.

Ahora ya os representa totalmente, claro. Y la verdad es que nunca había pensado que me fuera a confundir con Moonspell…

Ahora del todo, claro. Ara ya que no nos lo quiten. (risas)

Bueno, y fuera de Moonloop tienes un par de proyectos más, que yo sepa. El primero de ellos es Eric Baule, en el que haces un rock progresivo desde una óptica muy distinta. ¿Cuál es el estátus de la banda a día de hoy?

Pues actualmente estamos en stand-by, principalmente porque yo no tengo suficiente tiempo para dedicarme a tantas cosas y no puede ser el tener varios proyectos pero no dedicarle todo tu empeño. Porque son como un ser vivo: si no los alimentas, se mueren. Así que vale más hacer un break, y en este caso, también los otros miembros estan metidos en otras historias, así que ya nos ha venido bien. Este proyecto nace cuando yo ya había empezado con Moonloop y grababa muchas demos en casa, muchas de las cuales no tenían nada que ver con el metal extremo. Era más pop, más rock progresivo, más guitarrero, más instrumental. Cuando tuve ya varias canciones de ese estilo, hice una especie de recopilación y pensé que molaría mucho tocarlo en directo y tener una banda con la que defender esos temas. Así que me puse en contacto con unos amigos y en el plazo de un año aproximadamente ya teníamos la formación completa. Ellos estuvieron de acuerdo en adaptar mis demos al formato banda, aportando cada uno su granito de arena. El proyecto lo formamos en 2010 y en 2015 salió el début,  «Revelations Adrift», un disco que fué muy bien acogido, sobretodo en Europa. Hemos tocado por España y ha ido muy bien también, con lo que estoy muy contento. Lo único es eso: no puedo llevarlo todo a cabo.

Y de igual manera ha pasado con otro proyecto que tengo con un amigo mío de la infancia. Se llama Bauluna y es un dueto más cercano a la música setentera: kraut, folk, psicodélico, instrumental, con mucho mellotron, muchas guitarras acústicas… y ahí nos inspiramos en las películas y en los cómics de los setenta, en el espacio, en hippies y en fumadas monumentales… en cosas así. Entonces, aunque ese proyecto no requiere de mí tanto esfuerzo, sí que requiere tiempo. Ahora mismo mi otro compañero está muy ocupado y yo con tengo mucha faena con Moonloop, así que está un poco aparcado. Al final se trata de un orden de prioridades: ninguno de los dos proyectos está muerto, estan criogenizados esperando a que tenga tiempo para revivirlos.

SoN: Hablemos de tu faceta como guitarrista. Ya me has dicho que has estado tocando toda tu vida, sobretodo desde que conociste a Satriani…

Desde los trece añitos, sí.

SoN: El nivel que tienes es, dígamoslo así, muy respetable, y supongo que has llegado aquí con horas y horas de práctica. ¿Cuáles son tus rutinas?

Cuando empecé a tocar en el 92 o 93 lo que hacía era ponerme a tocar encima de los discos de los músicos que me gustaban, ya fuera Van Halen, Pink Floyd o Cannibal Corpse. Yo mismo era mi profesor y me ponía el reto de irme sacando cosas. Claro, yo no sabía aún muchas cosas a nivel teórico, pero a nivel visual y a nivel intuitivo me dí cuenta de que habían posibilidades. Así que mi primera rutina durante esos años fué tocar encima de los discos como un poseso…

SoN: Además, Satriani, Vai y Cannibal Corpse… ibas flojo tu también! (risas)

Bueno sí, aunque también tocaba cosas de bandas más facilonas, ¿eh?, que me gusta también el pop. (risas) Pero es verdad, empecé cagando alto, por así decirlo. Luego llegué a un límite en el que ya no podía avanzar porque aunque yo tenía sed de más, mi técnica no llegaba. Por eso me apunté al Taller de Músics: estuve un año cursando allí y me fué muy bien, sobretodo la clase práctica. La teórica para mí fué un tostón, ya que soy muy anárquico, muy gandul y voy muy a mi bola, pero la clases prácticas me ayudaron mucho a descifrar el mapa del mástil, a saber como se llama cada cosa, y a saber qué puedes hacer en un momento dado si tienes un contexto así o asá, y eso me ayudó infinito a empezar a creer en mí mismo y a empezar a grabar mis propias ideas. Lo que más me ha enseñado es, por un lado, tocar encima de los discos, ver como tocan otros y adaptar esos ejercicios a tu lenguaje. Y también me ha ayudado mucho el tener ideas propias, querer plasmarlas, ver mi frustración al darme cuenta que lo que salía no era lo que yo tenía en mi coco, con lo que me tenía que seguir estrujando no solo para grabar mejor sino para intentar emular lo que estás visualizando, para sacar aquello exactamente. Eso es una disciplina, un esfuerzo, un sacrificio y unas horas que yo creo que son las mejor invertidas en mi vida.

A partir de ahí, cuando empecé a tener mis bandas de forma regular, toco solo en los ensayos o en algun momento puntual en casa, pero ya no tengo una rutina. Y a veces me dá miedo, porque digo… «¿a ver si vas a perder un poco de fuelle?». Y aunque se olvidan muchas cosas si no lo mantienes, como el hacer deporte, puedo considerarme afortunado de que los dedos no se me hayan atrofiado. Por ejemplo, estos días que he estado de baja no he tocado la guitarra para nada, y el otro día la cogí y respiré al comprobar que aún me funcionan los dedos (risas). No sé, mi consejo sería que toques lo que te apasiona. No hay un método: ni tienes que tocar diez horas, ni tienes que ponerte todo chulo y decir «pues no toco nada y me vá muy bien así». Cada uno tiene su necesidad, pero lo importante es no ponerse dogmas. Cuánto menos uno se ahogue a sí mismo, mejores resultados obtendrá.

¿Estás endorsado por Ibanez, verdad?

¡Sí!

¿Y qué tienen las guitarras Ibanez que te gusta a ti particularmente?

Pues mira, aquí te podría decir que obedezco a una pasión de adolescencia. Porque aunque me obsesioné a ver guitarras Fender en manos de Stevie Ray Vaughan, Hendrix o Mark Knopfler y me gustaban, el impacto estético que recibi cuando ví que Joe Satriani o Steve Vai llevaban esas guitarras no tiene igual. También soy muy fan de Testament, y Alex Skolnick es uno de mis guitarristas favoritos. Me acuerdo en la época del «Souls of Black» que el tío llevaba una Ibanez S así muy finita, de una forma agresiva y de un color púrpura que me flipaba. Y ya sé que no siempre hay que obedecer a una pasión adolescente, pero si juntamos esto con que es una marca que ha apostado muy pronto por las siete cuerdas, que es un lenguaje que me gusta mucho, que estéticamente también me gustan… Hoy en día hay veinte mil luthiers y veinte mil casas de guitarras que fabrican lo que quieras, así que nunca diría que Ibanez es lo mejor y ya está, pero para mí, cuando veo el nombre de Ibanez suena música en mis oídos. Me puse en contacto con ellos a través del representante europeo, un japonés, y les expliqué francamente que yo soy muy fan de estas guitarras, que vengo utilizándolas desde el año 96 y que qué hay que hacer para entrar en la familia. Y él me dijo que estarían encantados de recibirme y me pusieron en contacto con Mogar Music, que son los que llevan a Ibanez en España y que también son gente majísima.

Claro que sí… y las guitarras las necesitas igualmente, así que todo eso que tienes…

Oh, eso está claro. Tengo dos, y si pudiera tener cuatro más las tendría encantado, porque cada una tiene sus prestaciones, aunque a veces pienso que incluso con un zapato y una cuerda puedes hacer maravillas. El que es bueno con eso, dá igual que tenga sesenta mil guitarras. Hoy en día vivimos en un mundo muy consumista en el que todo el mundo quiere mucho y en el que parece que cuanto más tienes, más sabes, y mi condición humilde me ha obligado a decir que esto es lo que hay, y con esto es con lo que voy a tener que sacar jugo.

¡Y bien que se lo sacas!

Hago lo que puedo (risas)

Bueno, hemos dicho antes que trabajas en Revólver, que es una de las pocas tiendas de discos que de momento aguanta en la calle Tallers, una calle que en sus tiempos era la Meca del rock en Barcelona prácticamente. ¿Por qué crees que ha aguantado Revólver y otras no, por ejemplo?

Desde que yo era jovencito, la imagen que me daba a mí Revolver era un ambiente muy juvenil, muy desenfadado y muy rockero. Gente que apostaba por bandas y ediciones que en otros sitios no estaban. Creo que eso ha perdurado y que esa imagen la siguen teniendo en su mente tanto la gente de sesenta años años que ha venido siempre como los chavales que empiezan a comprar dicos ahora. Se respira algo juvenil, y es un sitio donde la gente a quién le gusta el rock encuentra mucho para remenar, muchas ofertas…. Yo no sé como han gestionado otras tiendas. En Castelló hicieron una gestión económica que les salió torcida ya que quisieron expandirse en un momento en el que vino la crisis y los discos empezaban a venderse poco por el tema de las descargas, así que creo que ahí resbalaron un poco. En el caso de otras tiendas, pues desconozco el motivo, francamente. Supongo que grandes superfícies como la FNAC, que está expandiendo las secciones y que ahora también vende mucho vinilo con unas ofertas brutales juega un papel muy importante. Te vas a por un videojuego o un libro y de paso te pillas el primer disco de Guns n’ Roses, así que matas varios pájaros de un tiro. La especialización tiene un problema, pero por suerte también estamos viviendo unos años de revalorización de todo lo vintage, con lo que una tienda que venda solo camisetas de pelis de terror, o una tienda que solo venda música electrónica, tal vez ahora vuelva a tener cabida. Y eso es bonito claro, es como irse al Mercadona o irse a la frutería de toda la vida en tu barrio, ¿no? Digo yo que siempre va a haber mejor material en una frutería donde el que la lleva mima todo el producto. Supongo que gracias a esa pasión Revólver subsiste aún hoy.

Hace unos años todo el mundo iba a comprar discos a la tienda, y supongo que ahora se ha convertido en un niche muy concreto de gente a quién le gusta remenar y pasar los dedos entre esos discos. Porque ya no es solo descargar, sino que se puede comprar cd’s y vinilos online a muy buenos precios…..

Yo soy el primero que me descargo discos, ¿eh? Y si me gusta me lo compro. Y trabajo en una tienda de discos, pero no llega para todo. También la economía de este país y los políticos que tenemos, con el 21% del IVA y todo eso, va en detrimento del arte y de la expansión cultural, lo que provoca que la gente destine el dinero que tenga a comer, a pagar los pañales de su hijo, al alquiler, las facturas y a la gasolina porque tiene que ir a trabajar. Y si no tienes para lo otro pues bendito sea internet, que te puedes descargar un disco y al menos escucharlo.

Lo que dices es cierto, pero a parte también creo que el ocio hoy en día es distinto que antes, ¿no? La sociedad te fuerza a que sea todo muy inmediato, de pulirte tu dinero en el fin de semana o en cosas que no necesitas… un disco, y sobretodo físico, necesita una paciencia que no sé si tenemos a día de hoy…

Además estamos saturados de oferta. Y eso para los que hacemos música e intentamos tener una propuesta es complicado, porque cuesta mucho destacar. Tienes que vestirte de una manera guay o tienes que tener una puesta en escena en concreto. Los que somos un poco más hippies o más pasotas, que nos hemos concentrado siempre en la esencia, que es la música, y que nos ha preocupado más de que cierres los ojos y esa canción te transporte, pues tenemos que ponernos las pilas, porque el que no tira de un pedazo de vídeo lo hace de una imagen en directo, o tiene don de gentes o hace cada dos por tres vídeos de «mira como toco», «mira qué simpático que soy» o «estamos haciendo un sorteo». Recibimos una avalancha brutal de metas a conseguir, y si no llegas a esos mínimos, estás un poco por debajo y corres el riesgo de ser poco visible.

Por ejemplo, en Spotify mismo tienes una playlist de lo que sale esta semana, y cada viernes tienes, no sé, diez o doce discos que te pueden interesar a priori, con lo que muchas veces escuchas un par de temas y si no te maravilla te vas al siguiente…

Esto es horroroso. Horroroso. Los que hemos crecido en la época del físico, ya no hablo de mi padre, sino yo que crecí en los noventa comprando discos. ¡Joder! Yo tenía dinero para comprarme solo dos discos y no veas tú como les sacaba jugo, los escuchaba un montón de veces. Y luego, si no me gustaba, pues me lo vendía y con lo que me sacaba pues lo invertía en otro. Pero hoy en día es eso, te los puedes descargar gratis y en media escucha puedes decir que es flojo, o que ya no te gustan tanto como antes. Y en un momento ya tienes una venta que se pierde o escuchas en Deezer o en Spotify que ya no se van a dar. Lo tratamos todo de una manera tan mercantil y de placer inmediato que todo acaba siendo rey por un día. Una de las canciones de Moonloop, precisamente, «Expired Kings», habla de eso: hoy estás en la cima y mañana nadie se acuerda de tí. Tenemos una avalancha de información brutal de la cual nadie apenas retiene nada. Yo personalmente apuesto por ser un poquito romántico, por dejarse atrapar por la magia de un disco. Y nos lo ponen difícil, porque entra en juego la avaricia: ha salido éste, éste, éste y el otro, y me los puedo descargar todos. Y quién mucho abarca poco aprieta, escuchas un poco cada disco y si no te mata a la primera lo destierras. En otra época, si hubiera sido el único disco que tenías, te hubieras agarrado a él y hubieras intentado que te gustara con toda tu pasión. ¡Cuántos discos tengo en casa que al principio no me mataban y ahora me parecen una pedazo de joya! Y eso es porque no tenía donde agarrarme más, y a veces la escasez provoca que valores más las cosas.

Estoy absolutamente de acuerdo. Y además de la escasez es el esfuerzo que supone conseguirlo, claro. Es lo que decías, antes para comprar dos discos se te iba la paga del mes, con lo que te pensabas muy bien lo que te ibas a comprar, y ahora es venga, todo para mí…

Eso es. Ahora la ventaja es esa, que antes de cagarla con una novedad que te cuesta quince con noventa te lo descargas y, si descubres que es realmente un discazo, entonces te lo compras convencido. Y si no te ha matado, inviertes dinero en otro disco que sí que te va a gustar más. Esta parte está muy bien.

Yo me fui a vivir fuera un tiempo, con lo que no me llevé mis discos y me acostumbré a los MP3’s y después a Spotify… y ahora la verdad es que discos físicos no escucho casi nada. Tengo, incluso me compro a veces, pero no los escucho, con lo que caí un poco en esos tentáculos de la abundancia, digamos (risas). Y en mi caso, el hecho de reseñar discos en Science of Noise o en donde estaba antes es algo que me encanta y que me fuerza a desviarme de esta tendencia, ¿sabes?. Te obliga a escucharte un disco diez veces y hace que te sumerjas de una manera que no recuerdo haber hecho desde hacía muchos años. Es como cuando tenías el radio-cassette en el coche, que solo tenías 3 o 4 cintas que acababas escuchando siempre las mismas.

Ahí está. Te lo sabes de pé a pá, y entonces un buen día te saturas y vas a por algo nuevo, pero porque has buceado tanto dentro de aquello que ya te conoces cualquier rincón. Yo apuesto por eso también, pero tiene que nacer de dentro de uno. Y tampoco todo lo que sale hoy en día es tan tan bueno. Entre tanta abundancia hay mucha paja también, y eso hay que contatarlo. Yo este verano he estado en Andalucía y un amigo mío me pasó un pendrive con unos diez discos. Y después de tantearlos todos un poco, llevo en formato loop dos álbumes. ¡Desde junio! Y aunque a veces me digo que quizás es hora de cambiar, la verdad es que me apetece eso, estoy en ese estado de ánimo y quiero sumergirme en ello. Y cuando me canse y me apetezca otra cosa, pues iré a por lo otro. A lo mejor yo también soy demasiado sibarita, obsesivo y cuadrado, pero mira.

Cada uno lo siente como lo tiene que sentir, ahí está la gracia, ¿no?

Sí. Eso mismo.

¿Y qué crees que pasará en el futuro en el tema de las ventas física de discos?

Yo de momento constato que hay buena salud, y veo que vamos hacia adelante, sobretodo en lo que se refiere al vinilo, que es un formato muy valorado tanto nuevo como de segunda mano. El CD sí que se está quedando como algo un poco más residual, y eso se nota, por ejemplo, cuando ves Cds de segunda mano con precios petados, mientras que el vinilo parece que adquiere pedigrí con el tiempo. Y yo auguro que esto seguirá, sí. Lo único malo, desde mi punto de vista de ecologista anarquista es que todo es plástico, y entonces estoy un poco en dos mentes, ¿sabes? Me digo que al menos es cultura, y la pena sería que los discos acabaran en la basura, pero me consta que pasan de mano en mano. Yo en la tiendo veo discos que alguien se ha vendido con asco y que otra persona se compra con mucha ilusión. Es como un mercado de intercambio (en el que hay que pagar un poco, eso sí), pero estaría muy bien que todo fuera un poco más reutilizable, y la música es como los libros, ¡no se pueden tirar! Tienen que pasar de unas manos a otras. Si sigue así, aunque se gaste mucho plástico para fabricar discos, al menos que lo que ya está creado siga circulando. Y yo auguro que el formato físico sigue teniendo futuro mientras existan los melómanos y los coleccionistas. Hay mucha gente a quién le gusta tener la colección completa de tal o cuál grupo, o varias ediciones en vinilo. Eso ya es un mal del ser humano, y mío también, ¿eh? Pero no es necesario para vivir, a veces el que menos tiene es el más rico, pero estamos en esta sociedad, y yo soy el primero que si sale un vinilo edición limitada de Joe Satriani haré todo lo posible por tenerlo (risas)

Es lo que dices… a veces cuando más tienes, más agarrado estás a ello y más miedo tienes de perderlo.

¡Exacto! Te aferras a cosas que, si en un momento dado viene un tsunami, ¿qué tengo que salvar? Pues a mí mismo. Ni las guitarras, ni los discos, ni los recuerdos, ni los electrodomésticos. Porque sin ti, seguro que no habrá futuro. Contigo, puedes empezar una vida nueva. Así que cuidado con aferrarse a lo material. ¡Y lo digo yo que vivo de vender discos! Parece que esté invitando a la gente a no venir a la tienda y a que tenga que ser totalmente autosuficiente (risas). Pero no soy hipócrita, yo soy el primero que pica con lo de ser coleccionista. Hay una caracola que se llama strombus, a la cuál le dediqué una canción en el anterior álbum, que por un extraño motivo me fascina, y tengo cientos en casa. Y más de una vez mis padres o mi novia me han dicho que estoy loco, que se va a hundir el piso. No puedo evitarlo, si las veo fosilizadas, para que acaben convertidas en cemento, debajo de un edificio o tiradas en un rincón, pues me las traigo para casa. ¿Qué haré con todo eso? Pues seguramente el día que yo me vaya de aquí, me mude o me muera, haré una donación a un museo, con lo que volvemos a estar en lo mismo: si es algo que contribuye a la ciencia o a la cultura, tiene que pasar de unas manos a otras. Es lo único que me tranquiliza cuando acumulo cosas. Almenos el día de mañana otro lo aprovechará también.

Tú que trabajas aquí, al lado de las Ramblas… ¿estabas el jueves pasado, el día del atentado?

No, no estaba. Podía haber estado porque ha habido jueves que he tenido que venir a trabajar aunque es mi día libre, y sobretodo en verano siempre me hacen venir algun día. El jueves pasado, curiosamente, no, pero fué enterarme y llamar inmediatamente a la tienda, claro. Mis compañeros me comentaron que estaban bien pero que estaban atrincherados en la tienda con una veintena de extranjeros. Algunos tenían ansiedad, había gente mayor… El ambiente estaba muy crispado. No sé si tuve la suerte de no estar, ya que de haber estado hubiera estado haciendo piña con mis compañeros en una situación dura. Igualmente fué horrible, claro. Recibí una treintena de mensajes de gente distinta, porque todo el mundo sabe que trabajo aquí. Mucha gente que estaba en las Ramblas salió hacia las calles, a refugiarse en las tiendas. Fué algo que era incluso raro que no hubiera pasado ya, ¿no? Porque tal y como está el mundo… ¡madre mía! Pero bueno, horrible. Muchos de mis compañeros se acuerdan con temor de lo vivido, porque en el momento sacas fuerza de donde no la hay e intentas tomártelo con deportividad y ser práctico, pero luego cuando recapacitas y reflexionas eres consciente de lo que podía haber sido.

Y en este caso en concreto, aunque es horrible, pues por suerte les ha salido muy mal el atentado, ¿no?

Pues sí, sabiendo que tenían preparado todo para ir a la Sagrada Familia con las bombonas… ¡madre de dios la que hubieran liado! Ellos, y los que mueven los hilos, claro.

Esto te iba a decir, en tus redes sociales personales pero también en las de Moonloop has dejado ir algunas críticas que van más allá de los que perpetraron el atentado físicamente…

Sí, sí, tuve que constatarlo, porque creo que es algo que nos define como banda aunque yo sea el portavoz, y había que mostrar ese rechazo más amplio. Tal vez soy un conspiracionista, pero yo parto de la base que en esta sociedad hay una mano ejecutora que es la visible y la que interesa que sea visible, pero por detrás también hay algo aunque no sepamos exactamente lo que es. Los terroristas al final son los peones, que obviamente obedecen a una ideología, obviamente es terrible lo que estan haciendo y como tal merecen un castigo. Pero yo siempre me pregunto quién hay detrás. Quizás es alguien que nos está sonriendo, lleva corbata y a lo mejor les está vendiendo armas, o alguién que mira para otro lado, vive del cuento y es un maldito político corrupto. Como se ven tantas cosas, yo lo único que sé es que no sé nada, así que dudo de todo. Ser consciente de eso me puso muy enfermo, y pensamos que teníamos que enviar un comunicado. Y la gente que comulgue bien, y los que no, pues mala suerte.

Llevas muchos años metido en los circuitos rockeros y metaleros de Barcelona. ¿Cómo ves la salud de la escena local?

La escena local está mejor que nunca. Creo que hay más calidad, más medios para plasmar buenos discos, más buenos estudios, más infraestructura. Claro que en Barcelona faltan más bares musicales con buenos escenarios y más salas para propiciar este género, pero no me quejo. Me gusta apreciar lo que tenemos, y menos sería no tener nada o vivir según que realidades que tienen en otras ciudades de la península. Yo creo que está muy bien de salud, aunque a las bandas de aquí les cuesta ser valoradas hasta que no triunfan fuera, que es de donde vienen los estandartes del metal o del rock. Parece que no eres nadie hasta que vienen de Estados Unidos, de Inglaterra o de Suecia a decirte que eres la ostia para que aquí se den cuenta de que realmente lo eres. Pero me consta que esto también está cambiando, porque tenemos una escena a nivel de público que va a los conciertos y de gente aficionada que son un tesoro y hay que cuidarlos. Son como nosotros, son gente que toca la guitarra, que escucha discos, que va a conciertos… todos somos lo mismo. También creo que ha ayudado que haya más apertura mental en lo musical a partir de que el rock progresivo se haya puesto «de moda» en estos últimos años. Primero fué Dream Theater, que pareció abrir los ojos a mucha gente, y después se han puesto de moda bandas como Between the Buried and Me, que suenan a Radiohead, luego a Suffocation y luego a Dream Theater. La capacidad de expansión mental de la gente creo que denota el buen estado de salud que hay. Mucha gente es capaz de ir a conciertos que no tienen nada que ver unos con otros, y creo que esto conviene mucho.

Además la gente de metal es muy fiel y muy leal, ¿no?

Sí. Lo noto mucho en la tienda. Público que viene cada semana o incluso cada día, y que son fieles a comprarse los discos originales aunque el artista ya esté de vuelta de todo. Y te dicen «ya, pero es que es Michael Kiske, ¿sabes?». Y es lindo, es romántico.

En nuestra revista tenemos una sección en la que nos gusta hablar de comida, de bebida y de este tipo de placeres digestivos. ¿Cuál es tú comida favorita? ¿Te gusta cocinar?

Cocinar no es que sea mi pasión, la verdad, más bien soy fan de invertir poco tiempo en cocinar. A nivel nacional no te voy a sorprender: me encantan las patatas bravas, y a pesar de que siento pasión por el mar y mucho respeto por la naturaleza, reconozco que me gusta mucho comer algunos tipos de pescado. En todo caso, siempre intento asegurarme de que no sea pesca de arrastre. Pero no tengo ningun plato super preferido, no. En mi tierra estoy muy a gusto con los embutidos, soy muy fan del pà amb tomàquet, y cuando he tenido ocasión de moverme un poco, me gustan mucho las papas arrugás que hacen en Canarias, el mojo picón…. la cocina mediterránea te podría decir.

Si tuvieras que escoger un solo tema de Moonloop para definir la banda a alguien que no la conozca, ¿cuál sería?

Elegiré dos. Del primer álbum, «Strombus», y del último álbum… (pausa) «Oceans», aunque «Origin» también se queda ahí. Pero «Oceans», por la temática y todo eso, creo que puede ser la más representativa.

Si pudieras montar un tour con cuatro bandas, siendo Moonloop una de ellas, ¿qué otras tres bandas escogerías y por qué?

Uff… ¡aquí por soñar que no quede! A ver… pues mira, elegiría una de las bandas que más me gusta de las que aún están en activo. Una banda holandesa de mi adolescencia que se llama Pestilence y que hace un death metal técnico que en su momento me gustaba mucho. Me gustaría también, cómo no, Opeth. Y dos bandas más…. hummm… me gusta mucho como Enslaved se han apartado del black metal y lo han hecho evolucionar. Y finalmente, pues Devin Townsend.

De cabeza de cartel, con Opeth.

Sí. Nosotros ya abrimos a las cuatro de la tarde. (risas)

¿Y si el tour tuviera que ser para Eric Baule?

Para Eric Baule… me gustaría compartir escenario con Steven Wilson o con Porcupine Tree cuando se reúnan, obviamente. Marillion también. Arena, que es una banda también británica que adoro. Y por último, aunque no tenga mucho que ver: Ozric Tentacles. Me gustan mucho.

¡Bueno! Pues yo creo que ya nos lo hemos dicho todo (risas). Después de una hora y pico….

Bien, bien. Super a gusto he estado, ¡esto es fantástico!

¡Y yo también! Muchísimas gracias por tu tiempo, y si quieres decir algo más, pues ahora es el momento.

Pues gracias a tí por el interés y el apoyo. Gracias también por la entrevista, que además ha sido muy inusual en muchos de los puntos, y eso me gusta. Espero que todos los que lean esto de alguna manera les llene por dentro, les aporte algo de luz o, como mínimo, que les sirva para conocer un poquito más mi naturaleza y la naturaleza de los proyectos en los que estoy ahí liado. Muy agradecido, realmente, por el apoyo y la difusión. Y además, mucha suerte con la web, porque es una muy buena propuesta. ¡Hasta pronto!

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.