Entrevista a Jeff Waters, vocalista y guitarrista de Annihilator: ‘A finales de los 90 llegué a pensar en dejarlo pues parecía que la era del heavy metal clásico había terminado’

Es una auténtica pasada poder entrevistar a Jeff Waters de Annihilator, y por varias razones: Él es un obrero del thrash metal, llama a las cosas por su nombre, reconoce sus debilidades y no elude de hablar de sus tiempos mas bajos. Parece que este momento vital le sonríe y que esta reedición del disco Metal de 2007 es sólo la punta del iceberg de lo que se nos viene… si consiguiera la formación con la que ha grabado esta reedición.

Se ha regrabado el disco Metal con Stu Block de Iced Earth y Dave Lombardo (Slayer) y eso apunta a que la nueva formación de Annihilator podría ser absolutamente estelar. En esta amena charla hablamos de su desmayo en el festival de Moncofa Rock Machina, su paso por Savatage, el disco Remains de 1997, su primer vocalista ya fallecido Randy Rampage o el disco que nos ocupa el día de hoy: Set the World on Fire.

 

Hola Jeff, primero que todo felicidades por el disco. El primer sencillo es un «Downright Dominate» brillante con Stu Block en la voz. Y claro, si existe la posibilidad de que Stu pueda ser el próximo cantante del grupo… Estaríamos hablando de una de las mejores formaciones de la historia de Annihilator, y más si consiguieras a Dave Lombardo a la batería.

Metal 2 tenía un objetivo claro: sencillamente se trataba de ir a la compañía y presentarles una idea fresca para que la gente hablase de nosotros y de los discos de Annihilator. Y sí, sería muy divertido si conseguiésemos esta formación porque yo me centraría en tocar la guitarra, que es lo que, en el fondo, me debería centrar en hacer, puesto que no soy cantante. Aunque bueno… quizá sí que cante una de mis canciones favoritas: el “King of the Kill”. Pero Stu es el cantante de verdad y ve bien que la cante. Esperaremos a ver que todo despeje, quizá debamos esperar a mediados de 2023 para poder hacer planes, y será una pasada el poder girar con Stu.

 ¿Crees que si Annihilator hubiese sido una banda de Estados Unidos podría estar en las Big Four con bandas como Metallica, Anthrax, Slayer y Megadeth?

No creo que sea algo que tenga que ver con el país de procedencia. Igual sí que tiene que ver, pero… no lo creo. Muchas de mis letras son estúpidas, tontas, divertidas, algunas hablan sobre la comida… Hay una que va sobre los macarrones y el queso, se titula “Kraf Dinner”, luego está “Chicken and Corn”, canciones de amor, canciones que haces estando muy cabreado, sobre el alcohol, sobre la depresión… Tenemos canciones sobre todo. Esas temáticas no ayudaron mucho. Y bueno… digamos que nunca fue la clase de música que era más popular en el tipo de heavy metal que gustaba en los Estados Unidos. Y te hablo de los 90, bueno… quizá un poco más tarde, ya en los 2000 te aparecen Trivium, Lamb of God… Estos últimos un poco eran los nuevos Pantera.

Con ambas bandas en auge cambió un poco la forma de cantar de los grupos y las producciones de los discos. Robb Flynn de Machine Head llegó a cambiar su banda al completo empezando casi de nuevo. Cambiaron muchas cosas. Yo no estaba tocando metal de una forma tan agresiva, poderosa y cabreada… Y eso era lo que estaba de moda entonces. Nunca tuve oportunidad alguna en Estados Unidos a no ser que cambiase mi estilo que estaba haciendo y… no podía hacerlo. Yo no puedo componer canciones al estilo de Pantera. Es que no sería yo mismo… Aunque también te digo que Pantera son una de mis bandas favoritas, y especialmente Slayer, pero yo no tengo ese tipo de agresividad en mi estilo de tocar.

Prefiero escribir canciones con un poco de thrash cabreado, pero también con algún punto acústico y que sea divertido. En fin, que no estaba tocando el estilo de moda, Annihilator no era ese tipo de banda. Y tengo un ejemplo muy bueno: Exodus, AC/DC, Slayer… todos ellos tienen el mismo estilo, empezaron con un estilo definido y morirán practicando ese estilo. Los escuchas y al momento sabes que son Slayer, sabes que son Exodus… Siempre que les escuchas es como que quieren sonar lo más heavies posibles. También está el caso de Slayer. Mi primer tema del disco Alice in Hell, “Crystal Ann”, era una canción de guitarra clásica. No era heavy metal, era de corte clásico. Y la segunda, que era “Alison Hell” era hard rock comercial. Tampoco era heavy metal, y para nada era thrash metal.

 ¿Qué me puedes decir del vocalista de tu primer disco Randy Rampage? Yo tuve la oportunidad de asistir a tus conciertos con Randy, uno en Barcelona, en la gira de reunificación. Digamos que estaba un poco loco en el escenario…

Eso sería 1999 o 2000 y la gira era con Overkill. Y sí, seguía siendo un loco en el escenario. Era uno de esos tíos que… a ver cómo lo digo: No tenía voz para cantar, pero… si escuchas los discos del grupo, conmigo cantando, o con cualquier otro vocalista… no se pueden comparar con los gritos-growls que él hacía. Su voz era única y jodidamente punk, era una pasada. No era la típica voz del death metal, era más como de alguien que había estado fumando años sin parar toda su vida y que fumaba 100 cigarrillos al día. Bueno, Randy fumaba esas cantidades y… hacía otras más cosas. Había destruido su voz, pero justo eso era lo que lo hacía especial.

Él era un punk rocker de la legendaria banda canadiense D.O.A. Él era su bajista, y cuando lo probé para Annihilator iba sobrado de actitud. Le gustaba lanzarse al público y si le apetecía hacerlo lo hacía, se lanzaba de cabeza, como si eso fuera una piscina. Y la gente le arañaba, le pegaba y él devolvía los golpes: un punk rock de verdad, de los de antes. Luego volvía a escena con todo de arañazos y magullado, incluso una vez con un brazo roto y sonreía y te decía “Yeah” con el pulgar hacia arriba. Ha sido con la actitud más metalera y loca que he conocido nunca a pesar de ser tan punk.

Pero desgraciadamente el chico que comandaba los D.O.A. llamado Joey “Shithead” Keithley (ya nos conocíamos ambos) y yo, ya sabíamos que era difícil trabajar con alguien como él durante mucho tiempo. Allí había drogas, alcohol y locura. Pero lo miro ahora y recuerdo lo triste que me quedé cuando nos abandonó. Cuando hubo la reunión él seguía igual: drogas, alcohol y locura. Y a esas alturas eso ya no me gustaba para nada. Habían pasado muchos años desde entonces y podía haber estado en mejores condiciones. Fue un periodo triste para mí.

Ahora ya no está con nosotros, murió y le veo como uno de los grandes elementos de nuestro éxito, ya por el mero hecho de que cantó en nuestro primer disco. Pero también porque no he vuelto a ver cantantes que hicieran lo que Randy hacía sobre un escenario. A día de hoy ya no hay gente como David Lee Roth, gente que vaya a por todo y que sea peligrosa, que se pueda hacer daño. Gente que lo hace para el espectáculo y que el público lo disfrute. Eso lo hemos perdido… pero para eso había nacido Randy, y eso lo hizo muy grande.

 ¿Recuerdas cuando con Annihilator tocasteis en Moncofa en 2002? Tú tocaste dos veces, una con Annihilator y otra con Savatage. Y con Annihilator bajo un sol de justicia. Recuerdo a muchos músicos enormes en el escenario como Duff McKagan viendo tu excelente concierto y… recuerdo que nada más terminar ese concierto te desmayaste.

Ese fue el momento más peligroso ocurrido en toda mi vida. Yo había estado ensayando en Nueva York con Savatage y no bebía agua. Sólo bebía cafés y Coca Colas. Tampoco dormía bien pues estaba hasta muy tarde preparando las canciones. Era una temporada en la que se juntaba el no comer bien, no dormir bien y tener en el cuerpo mucha cafeína, incluso cigarrillos. Y ese concierto fue uno de los más calurosos en los que he tocado en España. ¿Recuerdas ese día? El calor era brutal. Ya había tocado con Savatage la noche antes y me tocaba concierto con Annihilator la tarde siguiente.

Y claro, estaba en la rutina de no dormir, Coca Colas, cafés y sin agua. Salí del escenario y Duff McKaganestaba allí con una toalla y me dijo: “Tío, ha sido alucinante”, a la vez que me ponía la toalla encima. Y yo estaba en plan: “Duff McKagan de Guns N’ Roses me ha dado una toalla”. Le dije que gracias y si lo podía ver luego. Y me dijo que “Claro”. Así que bajé por las escaleras y me desmayé. Mi manager de entonces vio que algo iba mal. Es más, tengo el vídeo de ese show y me acuerdo vistiendo esa camiseta verde y el peinado a lo punk, un mohawk. Mi camiseta verde estaba completamente empapada. Había cambiado de color por el sudor.

Estaba deshidratado y con un golpe de calor, pero no me había dado cuenta de ello. Me mandaron directo al hospital y me pusieron uno de esos tubos de suero en vena. Tuvieron que ponerme tres o cuatro enteros. Estuve a punto de morir ese día por deshidratación. Literalmente me colapsé en el concierto y desgraciadamente tuvimos que cancelar el siguiente concierto de Savatage. Era 2002, y allí me di cuenta de lo realmente peligroso que puede ser lo de no beber agua. Fue una locura… Pero fue un gran show, vi el video y es un conciertazo (risas).

 ¿Tuviste en tu carrera algunos momentos en los que pensaste dejar el negocio? ¿Cuál fue el momento más bajo de la misma? ¿Quizás en tiempos de Remains (1997)?

 Fue un tiempo muy deprimente en el que llegué a pensar en dejar el proyecto de Annihilator. Pero no fue solo por el disco Remains y por experimentar en cosas industriales, es que a mí me parecía que la era del heavy metal ya había terminado. Parecía el final del metal clásico. Eran tiempo muy deprimentes… Lo quise dejar, mandar una nota de prensa de despedida y adiós.

Pero en esos días tan bajos, en 1998, fui a un concierto de Slayer en Vancouver, mi ciudad. Y eso me levantó de repente, todo cambió. Si Slayer, que vienen de tocar en estadios ahora están tocando en un club de Vancouver y son capaces de tocar con la misma entrega y fuerza que lo hacen en los escenarios grandes… Yo podía hacerlo. ¡Es que eran Kerry King y Hanneman all 100%! Les veías disfrutar y les importaba muy poco si estaban en una sala pequeña como era el Commodore de Vancouver. Eso hizo darme cuenta de que estaban tocando igual que siempre y hacían lo que les gustaba hacer.

Y todo aquello a pesar de que el negocio en esos días era una mierda, era todo terrible… De verdad que en ese momento cambió mi forma de pensar y de verlo todo. Si Slayer, una de mis bandas favoritas sigue adelante, y tienen la voluntad de volver a los grandes recintos, yo tengo que levantar el culo y hacer lo mismo que ellos, tengo que volver a tocar, aunque sea en bares pequeños. Y lo hice… Si tengo que mirar atrás en mi carrera, de algo de lo que me siento orgulloso, es el hecho de que nunca me he rendido. Oh vale, lo hice durante un corto periodo de tiempo, pero fueron sólo seis meses de mi vida. Pero es que es mi vida: el heavy metal (risas).

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.