En la carretera con… ÀNTEROS: La gira que pudo no ser

Banda: Ànteros | Estilo: post-rock | Ciudad: Barcelona

Componentes: Endika Pikabea (voz, guitarra), Rubén Martínez (guitarra, coros, teclados), Víctor García-Tapia (guitarra, teclados), Mau Barbazza (bajo) y Òscar Caselles (batería)

 

En una nueva entrega de nuestra serie «En la carretera con…» hoy dejamos que sean nuestros admirados Ànteros los que nos cuenten como les fue su aventura allende de los Pirineos, en una pequeña gira que les llevó a Vidreres, Andorra, Toulouse y Burdeos hace un par de semanas. Si les pedimos que formaran parte de esta serie, además de porque musicalmente nos flipan, es porque son unos cachondos, y aquí lo podréis comprobar.

Ànteros sale de España. Ànteros goes to Europe. Ànteros se va a Francia con Toundra.

Pero casi no.

Día 1: Vidreres

Viernes 1 de febrero, 7 de la mañana, el whatsapp de Victor a Mau es tal que “Estoy muy jodido, no te lo diría si no estuviera realmente mal, pero deberíamos contemplar cancelar el bolo de esta noche en Vidreres”.

Pero a Mau le llaman Maussolini. Mau Tse-Tung. Maudolf Hitler.

Dos horas después el whatsapp de Victor a Mau era tal que “Olvídate, nos vemos luego en el local”.

¿Buen comienzo no? Espérate, porque vamos a buscar la furgo al taller y nos saludan con una factura de 250€ de revisión.

Que serían 4 días muy peculiares lo confirmó Endika llegando puntual para cargar la furgoneta, evento digno de celebración que dio un poco de alegría a la tropa en su camino, breve, hacía Vidreres.

Imaginamos que saber cómo fue el concierto (bien) y lo supermajos que son los amigos de la Associació Soroll de Vidreres os da bastante igual. Lo que necesitáis saber es que el día acabó con Victor y Mau compartiendo habitación tras el día de amor/odio que acababa de terminar y que la venganza de Victor, en forma de ronquidos de quien puede dejar de respirar en cualquier momento, fue despiadada.

Día 2: Andorra

No lo podremos contar todo, porque en la aduana pasaron cosas cuya confidencialidad es mejor mantener por el bien del grupo, de los involucrados en el concierto y de las relaciones bilaterales entre Andorra y España. Pero digamos que entramos y salimos del país sin problema. En el medio, mucho frío, muchos comentarios de baja calidad sobre los paraísos fiscales y muchas preguntas sobre si el día siguiente seríamos capaces de llegar a Francia.

Los amigos del Rockòdrom abrieron las puertas durante la prueba de sonido a los niños de los colegios de La Massana y fue un auténtico placer dañar sus oídos jóvenes y frescos con nuestro soundcheck. No pareció importarles – de hecho al final se lanzaron hacía nuestras guitarras para tocarlas, la batería de Óscar fue asaltada por una niña que va sobrada de talento e ilusión e incluso nos parece recordar que algunos probaron el vapeador de Rubén.  De Mau no tienen mucho que aprender, pero cómo les endosó vinilos y camisetas a sus padres, eso es de otra liga.

El highlight de la noche – de los que se pueden contar, claro – nos pareció la respuesta de Rubén a quien le dijo, al terminar el concierto, que “cantas muy bien”.

“Lo sé, llevo 20 años haciéndolo”.  Imaginaréis, no le pidió un autógrafo o hacerse una foto con él.

Llegados al piso sin quedarse atrapados en la nieve o en la mitad de una cuesta, contra todo pronóstico,  ya íbamos por la mitad de la faena.

Día 3: Toulouse

Tardar una hora y media para hacer 20 km para salir de Andorra no duele tanto cuando vas con tanta, TANTA, antelación sobre el horario de llegada a la sala. Lo que duele es tardar 3 horas en hacer 50 kilómetros en plenos Pirineos. Ver que los coches que vienen desde el otro sentido paran para quitarse las cadenas no es buena señal yendo con una furgoneta con 6 persones y llena hasta arriba de material. Pero, ¿para qué tener un bajista que no sabe tocar más que una cuerda, si no es porque ha visto mucho mundo y lleva neumáticos de invierno y cadenas?

Tramo de carretera de ensueño, paisajes increíbles, ruedas bien agarradas al asfalto lleno de nieve y hielo, y conseguimos llegar a las sala con solo 10 minutos de retraso. Los compañeros de Toundra no se lo estaban pasando mejor, pues le acababa de fallar el cabezal de bajo, recién comprado, el primer día de gira. Gran putada. No problema, cabezal compartido y gran noche de rawk – sala, crew, cena, camerinos, sonido, luces y atmósfera, todo muy positivo. Menos las conversaciones  en camerinos sobre camisetas de fútbol entre Esteban y Mau. Enfermos.

Día 4: Burdeos

Desayuno rico rico con Rubén y Óscar acabando con bacon y huevos de media Occitania y hasta pudimos dar una vuelta por la bonita Toulouse. Menos el momento en el que Óscar pisó un zurullo enorme en la calle peatonal del centro, todo bien. Bueno, todo bien, hasta que llega la hora de comer y entonces el partido vegano (compuesto por el solo Endika)  toma el poder y hasta que encontremos un sitio que aparece en Happy Cow, aquí no come ni dios.

Llegada a Burdeos entre lluvia, humedad y calles donde es imposible aparcar, antes de nuestro último concierto de la gira. Cuando empiezas a pillar un poco el ritmo, se acaba, ya sabéis. Puta vida. Llegado este momento Esteban ya se ha sumado a las coñas de Victor hablando italiano, pero nadie, NADIE, esperaba que en el medio de un riff durante el concierto de Toundra, dejase la guitarra para girarse hacía Mau y gritarle “MACHECOOOOOOSA”. Enorme.

La mañana siguiente, nosotros para casita, ellos hacia las 24 fechas de la gira europea que les quedan. Victor en forma increíble “El rawk me ha curado”, otros más constipados que cuando salieron. Que vueltas da el rawk. Pero de todo se aprende, toda experiencia es importante a la hora de crecer. Y nosotros, una vez más hemos aprendido algo:

EL ROCK ES UNA MIERDA. QUEREMOS HACER TRAP. O SER VIVA BELGRADO.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.