Wolfheart – Constellation of the Black Light

Nuestra Nota


7.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 28 de septiembre de 2018
Discográfica: Napalm Records
 
Componentes:
Tuomas Saukkonen - Voz, guitarra
Mika Lammassaari - Guitarra
Lauri Silvonen - Bajo
Joonas Kauppinen - Batería

Temas

1. Everlasting Fall (10:24)
2. Breakwater (5:31)
3. The Saw (4:53)
4. Forge with Fire (4:35)
5. Defender (4:49)
6. Warfare (5:55)
7. Valkyrie (5:47)

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Vaya por delante que amo a Wolfheart y amo el trabajo de Tuomas Saukkonen en todas sus vertientes. Empecé siendo fan locaza de Before the Dawn, y eso me abrió las puertas a los demás proyectos del músico finlandés: grupazos como Dawn of Solace, Routasielu o Black Sun Aeon me tumbaron gracias a una crudeza y una emotividad increíbles, al alcance de pocos artistas. Por ese motivo, por supuesto, me entristecí cuando Tuomas anunció que bajaba la persiana a todas sus bandas para centrar los esfuerzos en un nuevo proyecto llamado Wolfheart. Pero esta tristeza duró tan poco como lo que tardaron en sacar su disco de debut, ya que rápidamente me volví a emocionar con Winterborn (2013), con Shadow World (2015)y con el impronunciable Thyjyys (2017; de hecho, con el tiempo me emocioné mucho más de lo que digo en esta reseña, hasta convertirse en uno de esos discos casi obsesivos).

Entrevisté a Tuomas durante los primeros días de existencia de nuestra revista (y volveré a hacerlo en breve, ya os lo adelanto), e incluso tuve la oportunidad de conocerlo (a él y al resto de la banda) en persona, demostrándome ser gente dulce y noble a pesar de su fiera y musculosa presencia. Los he visto en directo en hasta tres ocasiones y, a excepción del mal concierto que dieron en el Iberian Warriors del año pasado, siempre he fli-pa-do literalmente con ellos, haciéndome volar tanto en su última visita en sala a Barcelona como en un Rock Fest en el que pegaron un puñetazo en la mesa y arrasaron sin piedad en la calurosa carpa de media tarde.

Dicho esto, a mí este nuevo disco, titulado Constellation of the Black Light (2018), me ha dejado un poco a medias. O mejor dicho, me ha costado bastante entrar en él. No puedo decir que no me haya gustado, ojo, porque sí que lo ha hecho, pero mi opinión viene un poco mediatizada, quizá injustamente, por el hecho de que salí bastante decepcionado de un par de primeras escuchas desconcertantes. A lo largo de los días, de todas maneras, y a base de una insistencia que a mis ojos esta banda se merece, ha acabado por crecerme bastante, aunque eso sí, sin llegar a las cotas de discos anteriores. Mi problema es que, de buenas a primeras, lo que me esperaba de ellos era otra cosa y, mientras todo lo que continúa igual sigue siendo brillante, mi sensación (quizá equivocada), es que ni uno solo de los cambios que introducen aquí son para mejor.

Ya desde el principio, los propios Wolfheart decidieron acuñar el término winter metal para desmarcarse del death metal melódico finés en el que uno los incluiría por inercia. Lo que implica ese estilo es un sonido grave, crudo, agresivo, denso y mayestático insuflado con altas dosis de melancolía y emotividad. Vamos, lo que el propio Tuomas comentó en esa entrevista que os digo que tuvimos el año pasado: «La música de Wolfheart es como el invierno en Finlandia: fría y feroz, pero preciosa». Sus dos primeros discos sirven de perfecta definición de eso, pero para mí el epítome de este sonido está en Thyjyys, un álbum que empaqueta una densidad y una potencia sónica que casi asusta.

Sabedor de lo prolífico y veloz que es Tuomas a la hora de componer y publicar, ya hacía un tiempo que esperaba este Constellations of the Black Light con ciertas ansias. Pero sorprendentemente, los temas que pudimos escuchar como adelanto («Breakwater» y «The Saw») encendieron todas mis alarmas. Dejando de lado la calidad de las canciones como tal, que es evidente y ya hablaremos de ello más adelante, lo que me pegó de verdad en los morros fue el cambio tan obvio en el sonido y en la producción. Esa gravedad, esa densidad que te rodeaba y te aplastaba, ya no está ahí. Por el contrario, todo suena mucho más contenido, como más apagado. Incluso, más genérico.

La escucha completa del disco, empezando por la preciosa intro acústica de la inicial «Everlasting Fall», nos lo deja bien a las claras. Solo hace falta comparar esta guitarra acústica con la que abre su anterior trabajo… ahí, esa guitarra sonaba poderosa, amenazante, fría, cruda, brutal. Costaba de creer incluso que una simple guitarra acústica pudiera sonar así (y quizás por esto nunca han intentado replicar su sonido en directo). Pero aquí, estos elementos han desaparecido casi por completo de la producción. La melodía sigue siendo potente, bella y melancólica, claro, pero no hay casi ni rastro de uno de los aspectos que, a mi juicio, definía la música de los fineses de forma especial.

Y bien, creedme que superar esa impresión inicial me ha costado lo suyo. Tanto, que a pesar de ser perfectamente consciente desde la primera escucha que los más de diez minutos que dura esta «Everlasting Fall» inicial rebosan épica y desesperación y tienen el indudable propósito de convertirse en un himno icónico, majestuoso y definitorio, he tardado media docena larga de escuchas en superar el cambio de sonido, algunos toques sinfónicos que se me antojaban exagerados y un par de solos demasiado pizpiretos en ese contexto para apreciarla como lo que es: un temazo frío, crudo, melancólico y durísimo. Bienvenidos de nuevo, Wolfheart.

Ya digo más arriba que cuando escuché el primer tema de adelanto, «Breakwater», me llevé una sorpresa seria (y no precisamente agradable) con ese blast beat tan prominente y esa tralla tan in your face. No soy sospechoso de que no me guste la tralla, en absoluto, pero tampoco tengo claro que este corte fuera la carta de presentación más indicada para este disco. Se trata de un tema cañero que promete caos en las pistas (y no esos circle pits de mierda que les gustan a los suecos), pero personalmente no me acaba de convencer ni esa caña casi gratuita ni los extraños coros que trufan el estribillo y que me recuerdan un poco a alguna época intermedia de Enslaved. Otra cosa es la parte final del tema, eso sí: preciosa, melódica, épica y 100% Wolfheart. Aquí sí que me pongo berraco.

El segundo tema de adelanto, «The Saw», es todo lo contrario a «Breakwater». Muy lenta y muy pesada, parece seguir la línea que ya se apuntaba al final de la canción anterior, introduciendo de nuevo esas brillantes guitarras acústicas tan características de la banda (¡imaginaos que tuvieran la producción de Thyjyys!) y esas melodías que te hacen sentir como si, a la vez, estuvieras en una cabaña acurrucado al lado de la cálida chimenea y en medio de un bosque escandinavo con el viento y la nieve pegándote en la cara.

Con «Forge with Fire» y «Defender» la cosa se pone dura, y aunque la melancolía viene de serie, por supuesto, no hay tanto lugar para los momentos evocadores, tranquilos y atmosféricos que habíamos visto en los temas anteriores. La primera no creo que vaya a pasar a la historia a pesar de tener algunos pasajes verdaderamente interesantes, pero la segunda, en cambio, me atrapa inmediatamente con su riff vacilón (y facilón). Y aunque es posible que objetivamente tampoco sea de las mejores canciones de este disco no me cuesta nada disfrutarla. Es interesante observar como este trabajo da una elevada dosis de protagonismo a solos de corte sorprendentemente clásico. A veces se entrelazan entre ellos y en muchos casos están bien pero no siempre parece que peguen del todo con el resto de la música.

Acercándonos al final de un álbum que, a pesar de todo, se hace bastante corto, «Warfare» me parece un tema algo irregular, con momentos brillantes y otros más anodinos. Que sí, que mola y que no cuesta nada imaginarte la poderosa figura de Tuomas cerrando los ojos y rasgando potente pero dulcemente su guitarra (esos constantes contrastes sin tener ni siquiera que cambiar de registro que los hace tan grandes), pero hay algo ahí que no acaba de llegarme del todo. Pero si hay un tema que me convence sin reservas, este es la final «Valkyrie». Intenso, emotivo, agresivo, sereno y brillantemente compuesto, su sentimiento y su potente juxtaposición de capas lo convierten en, casi, lo mejor que podemos encontrar en este disco.

Así que vamos a ver. Una vez argumentado todo, estoy en las mismas: este disco me ha dejado un poco a medias. Me acaba gustando más que mi mala primera impresión, pero sigue gustándome menos que sus tres brillantes discos anteriores. Están casi todos los elementos (producción a parte) que hacen de Wolfheart una banda genial, pero subjetivamente, no acaba de atraparme. Quizás les faltan más momentos más brillantes. O más consistencia. O más regularidad. Pero si hay una cosa que hace que esta banda sea especial para mí es especialmente eso: que cierro los ojos y me hacen volar. Y este disco lo ha conseguido un poco, pero menos. No niego la posibilidad de que, al igual que ocurrió con Thyjyys (que, eso sí, empezó bastante más arriba), acabe creciéndome a lo largo del tiempo para convertirse también, en mi mundo, en una pequeña obra maestra. Pues ojalá, oye, que ganas no me faltan.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.