Thy Art Is Murder – Dear Desolation

Nuestra Nota


8 / 10

Ficha técnica

Publicado el 18 de agosto de 2017
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Chris "CJ" McMahon - Voz
Andy Marsh - Guitarra
Sean Delander - Guitarra
Kevin Butler - Bajo
Lee Stanton - Batería

Temas

1. Slaves Beyond Death (3:44)
2. The Son Of Misery (4:18)
3. Puppet Master (3:15)
4. Dear Desolation (3:21)
5. Death Dealer (4:08)
6. Man Is The Enemy (3:28)
7. The Skin Of The Serpent (3:58)
8. Fire In The Sky (4:10)
9. Into Chaos We Climb (4:05)
10. The Final Curtain (3:50)

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El hemisferio sur​ (o austral) es una de las divisiones geodésicas clásicas en que se divide el planeta Tierra. Corresponde a la mitad del globo terráqueo ubicada al sur de la línea del ecuador terrestre, que lo separa del hemisferio norte. Las estaciones ocurren en forma inversa al hemisferio norte. Es decir: cuando aquí arriba hace fresquito, allí abajo hace calor.

La mayor parte de dicho hemisferio corresponde a océanos. Las masas terrestres se concentran principalmente en el continente antártico, en Sudamérica, la parte austral de África, algunas islas de Asia, la mayoría de las islas de Oceanía y, como no, Australia que, con sus 7.741.220 km², es el sexto país más grande del mundo, lo que significa que allí cabe mucho de casi todo, incluyendo bandas de deathcore, por ejemplo.

Una de las bandas más famosas y reputadas de la escena deathcore mundial, los australianos Thy Art Is Murder, están de vuelta con su cuarto álbum Dear Desolation, un proyecto que continúa por los derroteros cafres y de salvajismo extremo que puso a los de Sydney sobre el mapa hace ya unos cuantos años. Se trata de una continuación más o menos lógica de su exitoso Holy War (2015), si bien la banda incorpora a su tan característico sonido otros estilos que van desde el doom metal al death metal más directo, demostrando que son una banda en evolución. No nos engañemos. Siguen siendo una banda de deathcore, pero como suele ser tendencia entre las bandas más actuales, la brutalidad extrema de sus primeros trabajos –Infinite Death (2008), The Adversary (2010) o Hate (2012)- ha dado paso a otros sonidos que, aún siendo extremos y muy cercanos a un very-in-your-face deathcore, pueden resultar «más accesibles» al público que suele consumir este estilo de música. Recordemos que comenzaron muy en la onda de unos primeros Suicide Silence, pasándose con los años a un sonido más técnico basado en un death metal que recordaba más al estilo de bandas como Cryptopsy o Necrophagist, por ejemplo.

El álbum, en general, ha recibido críticas bastante positivas y, para algunos (opinión que no comparto en absoluto) se trata de su álbum más contundente y duro hasta la fecha. Esta afirmación quizá se base en lo que para muchos es una evolución en el sonido de la banda hacia un campo en el que indiscutiblemente reinan (o reinaron) bandas como BehemothCannibal Corpse o Death, más cercanas, como ya he dicho, al death metal que al deathcore. Así que, para contentar a todo el mundo, para que cada crítico tenga -en parte- parte de razón, podríamos decir que este trabajo «tiene de lo mejor de cada casa». Coged canciones como «Laceration Penetration», «The Purest Strain Of Hate» o «Coffin Dragger», o las que más os gusten de cada uno de sus trabajos anteriores, agitadlas en una coctelera llena de vísceras de carne de canguro y, como resultado, tenemos Dear Desolation.

Estamos ante otro álbum que mola mucho escuchar hasta la saciedad… si estás de humor y estás por lo que tienes que estar. Los riffs y los breakdowns son quizá mejores, lo que ayuda, y mucho, a la hora de saber apreciar qué tipo de álbum de deathcore tenemos ante nosotros. Esto de diseccionar discos tiene su puntito, no vamos a negarlo, pero tiene el inconveniente de pretender querer dejar grabada a fuego una opinión que es 100% personal. Ni yo soy el puto amo en este campo, ni pretendo serlo. Me limito a escuchar, analizar, comparar, escribir… y a callar. De momento no vivo de esto, así que si os digo que mola mucho escuchar este álbum es porque, a mi parecer, estamos ante un más que interesante nuevo capítulo en la más que brillante trayectoria musical de Thy Art Is Murder. Use it or lose it…

La pista que abre este trabajo «Slaves Beyond Death» es un bello resumen, todo un compendio, del estilo vicioso tan característico de la banda, con algunos matices que, por momentos, nos recuerdan al estilo de bandas como Decapitated (aquí podéis leer la reseña que hicimos hace unos días de su último trabajo Anticult), tan en boca de todos estos días… ya sabéis. Las guitarras y los frenéticos ritmos de batería (algún día os hablaré un poco más a fondo de la bestia que es Lee Stanton) se funden perfectamente con la voz seca y rasposa de Chris McMahon quien, recordemos, dejó la banda en 2015 por unos «temillas» con las drogas y tal, regresando a tiempo para la grabación de lo que aquí nos ocupa. Es, en conclusión, un tema bastante rítmico y pegadizo, como lo es también el tema que le sigue «The Son Of Misery», que comienza lenta y amenazadoramente gracias a una incisiva percusión que se convierte en todo un compendio y virtuosismo en forma de fills a medida que avanza el tema. Muy buenas sensaciones las que tenemos tras solo ocho minutos de disco. Son, por así decirlo, canciones más «atmosféricas» que brutales, y creo que ahí radica la razón de su comparación con los polacos Behemoth.

La energía y la mala baba se apoderan rápidamente de ti a partir la tercera pista «Puppet Master». La guitarra y el ritmo inicial me recuerdan ligeramente (perdonadme los más groovies del lugar) a «Redneck» de Lamb Of God. Pero este parecido no pasa de ahí, de unos pocos segundos iniciales, pues la canción tira poco después por unos derroteros mucho más destructivos a caballo de unos guturales realmente implacables. Es, quizá, la mejor canción y la más deathcore de este disco.

Dear Desolation también tiene momentos más accesibles que deberían atraer a los no-fans del deathcore. Pistas como «The Man Is The Enemy» o la que cierra el álbum, «The Final Curtain», presentan algunos elementos más groove, en particular en sus riffs de guitarra. Otras canciones como «Death Dealer» y «The Skin Of The Serpent» te hacen bajar de nuevo a los infiernos más profundos, tirando una vez más hacia campos más death metal, arados con maestría por los anteriormente nombrados polacos. El estilo, por momentos, más lento de ambos temas construye una tensión que no deja indiferente al espectador. Es como si George A. Romero jugara, por momentos, a ser Alfred Hitchcock. Los instrumentos ayudan a crear un ambiente en el que la voz de McMahon sigue siendo profunda y gutural… muy gutural. Pistas como estas demuestran que Dear Desolation está lejos de ser el típico disco de deathcore al uso, pues es bastante más dinámico, y en él tienen cabida muchos tipos diferentes de metal.

El resto del álbum va más en línea de lo que uno podría esperar de estos australianos, aunque está claro que han desarrollado y evolucionado su sonido hasta el punto de querer incorporar (voluntariamente, me atrevo a decir) influencias de miles de subgéneros del metal (en detrimento de un sonido más hardcore) a base de pesados riffs, voces aplastantes y una musicalidad que está en una plano superior al de sus obras anteriores. «Fire In The Sky», en particular, tiene un ambiente muy misterioso y malvado, no muy alejado de las atmósferas más death e incluso black existentes dentro del submundo, de las catacumbas de la música metal más extrema.

A pesar de los clichés existentes, Thy Art Is Murder nos presentan un proyecto bastante diverso que debería hacerles ganar más fans, tanto dentro como fuera de su género. Este álbum cuenta con los suficientes elementos deathcore como para complacer a los seguidores del género, aunque uno aprecie (y valore) ciertos cambios estilísticos.

Deathcore, death metal,... ¡qué más da! Dear Desolation es un muy buen álbum y está lleno de cosas interesantes. En general, aunque no es tan bueno como sus trabajos anteriores, es bastante impresionante y puede servirles de carta de presentación para aquellos pocos fans del género -que vivan dentro una burbuja llena de mariposas y unicornios- que todavía no les conozcan. Se recomienda escucharlo con los auriculares en lugar de ponerlo de fondo mientras limpias la vajilla o pasas la aspiradora, porque hay ciertos matices que pasarás por alto si no estás concentrado al 100% en destrozarte los tímpanos a conciencia. Ahora bien, si piensas que This Is Exile (2008) de Whitechapel es mejor que Infinite Death (2008), si eres de la opinión de que The Adversary (2010) no llega a la suela de los zapatos de No Time To Bleed (2009) de Suicide Silence, o si prefieres practicar tus guturales con Demonocracy (2012) de Job For A Cowboy antes que con Hate (2012)… no pierdas más el tiempo: Thy Art Is Murder no son para ti… pero sí para mí.

Recordemos que dentro de poco los tendremos por aquí, junto a After The Burial, Oceano y Justice For The Damned, de la mano de Route Resurrection Fest.

 

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 529 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.