Sumac – Love in Shadow

Surgido de las cenizas de una de las bandas de culto más grande de los últimos lustros, Sumac se nutre de la esencia de Isis para llenar de improvisación, mezclas y pasajes sombríos el sludge atmosférico que llevaron los de Boston a la cima del “nuevo metal” surgido en el 2000.

Con tan solo cuatro años de vida, la banda esta formada y liderada por Aaron Turner, vocalista y guitarrista de bandas como la ya citada Isis, el batería Nick Yackyshyn y el bajista Brian Cook, conocido por pertenecer a Botch, una de las bandas pioneras en el mathcore y el post-hardcore, y ser el actual bajista de Russian Circles. Cuatro años en los que han gestado cuatro trabajos donde cada nuevo álbum ha mejorado la fórmula de su anterior y la banda ha logrado saltar del anonimato a ser un secreto a voces, adorado por los espectadores que buscan más allá de la música como concepto traspasando las delgadas líneas que separan una obra del arte.

La esencia de Sumac se nutre con canciones sencillas y sin pretensiones, llenas de pesadillas salvajes, momentos inteligentes de absoluta vanguardia mezclados con algún que otro pasaje sereno que provocan que los más audaces sean aún mucho mejores. Su último trabajo -de nombre impronunciable- fue publicado a principios de este mismo año y contaba con la total colaboración del artista y vanguardista japonés Keiji Haino, un álbum no apto para cualquier oyente, pues el ruido y la libre improvisación copaban casi la totalidad de los 66 minutos de duración del plástico, un trabajo surrealista que impactó en la propia frente de los norteamericanos. De esta suma de talentos se aprendieron varias lecciones, la más importante fue que la evolución de Sumac se tenía que basar en la destrucción interna y en ampliar su sonido hacia un espacio abierto, el resultado es Love in Shadow (2018), un trabajo atrevido y desalentador, con temas trascendentales donde la marcha se interrumpe para dar paso a improvisaciones instrumentales aparentemente inconexas que estallan en un retorno a la raíz de la composición.

Grabado en los Robert Lang Studios de Washington por Kurt Ballou, guitarrista de Converge y productor de bandas como Sleep, High on Fire y los propios Converge, la elección hizo justicia al resultado final, pues la paleta sonora del álbum resultó gruesa pero impregnada con el original toque de Ballou. Los temas tan largos permiten que las pistas te envuelvan pesadamente y los inesperados giros te hacen despertar del letargo inducido de los maravillosos riffs de Turner.

El disco puede parecer inaccesible, puede hacerte sufrir, te puede arrasar, destrozar y hasta descolocar, pero cuando logras traspasar la barrera solo encuentras maestría en la violencia y acabas logrando domar la bestia que habita en él. Cuatro temas colosales que hablan por si solos, donde no atinas a destacar nada porque acabas conectando tan profundamente con la música que no sabes en qué tema resides. Bandas como Sumac dan sentido a la evolución de la música extrema, logran traspasar todos los niveles de la creación y la composición y el resultado es sumamente bello pese a la poca belleza que intentan propagar. Un álbum totalmente imprescindible para las mentes más inquietas.

Beto Lagarda

Rock en todas sus extensiones