Sepultura – Machine Messiah

Nuestra Nota


9 / 10

Ficha técnica

Publicado el 13 de enero de 2017
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Derrick Green - Voz
Andreas Kisser - Guitarra
Paulo Jr. - Bajo
Eloy Casagrande - Bateria

Temas

1. Machine Messiah (5:54)
2. I Am the Enemy (2:27)
3. Phantom Self (5:30)
4. Alethea (4:31)
5. Iceberg Dances (4:41)
6. Sworn Oath (6:09)
7. Resistant Parasites (4:58)
8. Silent Violence (3:46)
9. Vandals Nest (2:47)
10. Cyber God (5:22)

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Para mucha gente, Sepultura dejaron de existir a la que Max Cavalera decidió dejar la banda después de la publicación del tremendamente exitoso Roots (1996). No les juzgo del todo por ello, ya que yo también estoy meridianamente de acuerdo en que las mejores obras del combo brasileño fueron el fabuloso trío Beneath the Remains (1989) / Arise (1991) / Chaos A.D. (1993) allá por los lejanos 80 y primeros 90. De todas maneras, hay algo de trampa en esa opinión tan generalizada, ya que estaremos también de acuerdo en que la época dorada del thrash y el death metal, no solo por calidad sino también por repercusión, fue exactamente en esos 1986-1993 en los que se publicaron los tres discos mencionados. De hecho casi todas las bandas grandes del género sacaron sus mejores trabajos (o mejor dicho, los más identificativos y celebrados) durante esa época, así que la marcha de Max después de Roots (un disco que a mí, por cierto, no me dice especialmente nada) ocurrió en el momento adecuado para que su estancia en la banda sea recordada con cierto misticismo. Mi apuesta es que, tal y como ni Soulfly ni los propios Sepultura han gozado de la aceptación unánime que tuvieron cuando estaban juntos (ni de lejos), tampoco unos Sepultura con Max lo habrían petado en el siglo XXI como lo hicieron en su época dorada. Pero de esta manera, lo fácil es decir que Max era lo que hacía grandes a Sepultura y que su falta es la responsable de que la popularidad de la banda cayera en picado.

Y la verdad es que los Sepultura post-Max (que cabe recordar que ya es una etapa casi el doble de larga que los Sepultura pre-Max) no habrán tenido el éxito que tuvieron en sus años dorados, y quizás podemos estar de acuerdo que sus propuestas discográficas en este periodo han sido algo irregulares, pero nadie podrá negar que han sido siempre valientes y creativos bajo el decidido liderazgo de Andreas Kisser. Personalmente, sus últimos discos me habían dejado un poco frío y, para qué mentir, los adelantos de este nuevo álbum también, así que no me esperaba muchísimo de Machine Messiah. Y quizás han sido estas expectativas algo bajas lo que han hecho que me haya llevado una sorpresa mayúscula. Estamos ante un disco dinámico y variadísimo, con una cantidad de influencias realmente remarcable que lo convierten en mi opinión en uno de los mejores trabajos, si no el mejor, que han sacado desde Chaos A.D.. A mi juicio está claramente por encima de un Kairos (2011) bastante irregular y de un The Mediator Between Head and Hands Must Be the Heart (2013) de título exagerado y que a mi no me convenció en demasía. Este nuevo trabajo no suena estrictamente a Sepultura, aun y recogiendo muchas cosas de las múltiples etapas pasadas del grupo. Hay hardcore, hay thrash, hay ritmos tribales y étnicos, hay un goticismo que ya se intuía en su disco anterior, pero por encima de todo hay un halo progresivo muy definido que desconcierta un poquillo de buenas a primeras pero que atrapa y maravilla a la que te dejas ir.

La canción homónima que abre el disco es lenta y pesada, casi gótica por momentos, con algunos trémolos que me recuerdan a bandas tan lentas, graves y oscuras como Type O Negative y que, aún siendo una canción con un minutaje y una estructura completa no deja de darme cierta sensación de intro alargada. Es curioso escoger un tema tan atmosférico para empezar, pero lo cierto es que funciona muy bien como solemne puerta de entrada a Machine Messiah. «I Am the Enemy», por su parte, es mucho más hardcoreta, más parecida a lo que los brasileños nos tienen acostumbrados desde que Derrick Green está a cargo de las voces. Muy directa, agresiva y veloz, se basa en cuatro acordes punkos que se van repitiendo constantemente. Fue uno de los adelantos y entonces me pareció algo simplista, pero dentro del contexto del disco es excelente, ofreciendo un brillante contrapunto a la pesadez inicial y allanando el camino a los experimentos que están por venir.

«Phantom Self» es una ecléctica bacanal de etnicidad, con bongos brasileños y salseros mezclados con melodías orientales frenéticas, seductoras y locuelas. Aquí se empieza a ver que Sepultura se han encontrado estos meses en un momento compositivo dulce y valiente y se han presentado en el estudio sin ninguna intención de guardarse nada. Los arreglos multi-folklóricos son lo que hacen de este tema algo especial, pero también el ritmo persistente y machacón, con algo de bandas como Machine Head, es pegadizo e infeccioso. Hacia la parte final tenemos un pequeño duelo de guitarra y vientos orientales que culmina en un solo luminoso y una última visita al estribillo, acercándonos a algo muy parecido a un clímax histérico. «Alethea» empieza como algo que podría haber formado parte de Chaos A.D., pero aunque no está del todo mal me resulta uno de los temas menos excitantes del disco, quizás por carecer de la exuberancia que habíamos visto en el corte anterior.

«Iceberg Dances» es una de las perlas indudables de este trabajo, y sinceramente creo que solo por descubrir tal maravilla ya ha valido todo la pena dedicarle un tiempo a este disco. Instrumental y progresiva, con un trabajo de las guitarras increíble y una bacanal incontenible de sonidos y experimentos varios como solos del Hammond a lo Deep Purple, partes más tribales, guitarras españolas o indisimulados aires a Satriani. Se trata de un temazo incontestable que no me esperaba en absoluto, una locura perfectamente coherente y enlazada donde Andreas Kisser se ha sacado directamente el miembro y lo ha puesto sobre la mesa para admiración de todos. Bravo.

A estas alturas ya me he rendido a toda la riqueza que se despliega ante nuestros pies, y estoy preparado para cualquier cosa. «Sworn Oath» tampoco decepciona en absoluto, con sus aires góticos y bombásticos, con momentos casi blackmetaleros, repleta de arreglos organísticos y simfónicos como si de unos Moonspell se tratara. La voz de Derrick Green es dura y hardcoreta, y aquí no muestra demasiados matices, pero le da un interesante toque ecléctico al conjunto creíble y homogéneo. También las partes más melódicas, sensibles y atmosféricas aportan una dimensión especial a la canción, y los momentos opresivos a lo Gojira acaban por redondear otro tema magnífico.

«Resistant Parasites» es más directa, lenta y alternativa, con un bajo potente y protagonista que nos recuerda bastante a los Sepultura más nu-metaleros (hay trozos vocales, por ejemplo, en los que me imagino un «Convicted in Life»). También encuentran una excusa para incorporar los bongos tribales tan habituales en ellos y los arreglos orquestales que abundan en este disco, aunque en este caso acaben confinados a una parte breve y muy concreta del tema. Es de nuevo una canción muy elaborada, con muchas partes distintas sin pecar en ningún momento de verborreica o de perder el rumbo, solo de sitar incluido.

El trío que cierra el álbum tiene bastantes cosas en común: «Silent Violence», «Vandals Nest» y «Cyber God» son thrasheras en esencia, con algunos momentos veloces entrelazados con partes más atmoséricas, introspectivas, doomeras y progresivas, con algunas voces más melódicas y cautivadoras sin dejar tampoco de ser agresivas e intimidantes. Hay toques de Mastodon y de los Machine Head más recientes, resultando en tres temas sólidos y potentes, siendo «Vandals Nest» para mí el más destacado de los tres. Para los bonus tracks han decidido incluir un par de cortes directos y veloces, que están bien como curiosidad pero palidecen claramente al lado de la bacanal de creatividad que nos había acompañado hasta ahora. «Chosen Skin» es algo más típico de los Sepultura más recientes, pero «Ultraseven No Uta» (que es una versión punkarra del tema introductorio de una serie infantil japonesa) me da la sensación de estar a medio camino entre un villancico y un tema de rock urbano trallero en euskera. Así que ya me diréis.

La sensación global que me da este disco es de exuberancia creativa total, de no ponerse ningún freno compositivo y de sudar totalmente del qué dirán. Como resultado tenemos un trabajo valiente y maravilloso que no suena demasiado a lo que Sepultura nos tienen acostumbrados y que me parece lo mejor que ha hecho la banda desde su época dorada. Por supuesto, lo que hacen aquí poco tiene que ver con lo que hacían en los tiempos de Arise, así que también entiendo que esos fans clásicos sigan dándoles la espalda, pero para todos ellos abiertos a sonoridades inventivas y a ser sorprendidos, Machine Messiah debería ser de escucha obligada.

Dicho todo esto, supongo a todos nos gustaría, ni que sea por razones puramente nostálgicas, una reunión de los Sepultura originales, aunque parezca que las relaciones entre los que se fueron y los que se han quedado no son particularmente afables. Mi apuesta es que es algo que va a pasar más temprano que tarde (¿quizás este año? ¿Quizás el siguiente?) y creo que Max y Igor ya abrieron una pequeña puerta a la nostalgia con esa extraña gira en la que estuvieron tocando el Roots al completo, en un guiño a su pasado con la banda. En todo caso, curiosidad y morbo a pate, creo que la dirección que ha tomado la banda brasileña en este disco es más que interesante y, ahora que han retomado mi interés, me sabría un poco mal que cortaran esta evolución por culpa de una reunión motivada por razones más económicas que otra cosa. Pero todo esto son meras especulaciones, y si de algo estamos totalmente seguros es de que los brasileños van a estar por aquí a finales de febrero como soporte principal de Kreator, en una gira espectacular que también contará con la presencia de los suecos Soilwork y de los belgas Aborted. Una gira que cualquier fan de los sonidos extremos no debería perderse.


Artículo publicado originalmente en Metal Symphony Website.

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.